El demonio del dinero

Reinaldo Castillo B

La humanidad vive en función del dinero, la sociedad de consumo nos condiciona a identificarnos con nuestra capacidad económica y adquisitiva y no con la calidad humana que poseemos. Se nos juzga por lo que podemos comprar y no por lo que sabemos.

Somos una sociedad delirante por el dinero, la cual le ha vendido su alma al demonio del dinero.

Acusaciones de corrupción y deshonestidad son pan de cada día. Desde banqueros hasta sencillos empleados se han visto involucrados en escándalos por enriquecimiento ilícito, malversación de fondos, tráfico de influencias, robo y cuantas estafas es posible efectuar, con el solo propósito de obtener dinero rápido y fácil. Se puede asegurar sin temor a equivocación que la corrupción, la avaricia y la concupiscencia por el dinero son el gran mal de la época y que han llegado a proporciones epidémicas.

Hoy el metro que se usa para medir el prójimo es el económico y la gente ya no pregunta usted ¿quién es, qué sabe, qué hace?, sino ¿qué tiene?. Y económicamente lo ubican en la clase alta, intelectualmente en la media, socialmente en la baja y moralmente en el fango.

Los universitarios chocoanos al terminar sus estudios dicen "voy por lo mío" y vienen buscando cargo oficial donde se maneje presupuesto, o elegible para obtener dinero con la mayor rapidez y el menor esfuerzo.

Los plumíferos que incubaron y crecieron en la sombra de los auxilios parlamentarios hoy guerrean el poder de las alcaldías regionales, y como no tienen experiencia administrativa se rodean de un enjambre de asesores con los cuales convierten los presupuestos municipales en un botín para satisfacer intereses personales.

Muchos los están invirtiendo en casas costosas y modernamente dotadas en los barrios periféricos de Quibdó, otros los están trasladando a capitales de otros departamentos, y suena el run run que están comprando casas en el exterior. ¡Y los pobres negros cagando en la patilla de las canoa y limpiándose con hojas de morita!