Chocó 7 días
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ARMADURA Pobres muchachos Amilcar Cuesta Torres Hace unas semanas la sociedad chocoana registró con gran pesar y conmoción el suicidio de dos jovencitas que sin razón aparente decidieron abandonar este mundo. Ya antes se habían presentado algunos casos, pero Yenika Alexa Perea Rodríguez y Einy Eleana González López fueron las gotas que rebosaron la copa de un problema social latente. Las reacciones y reflexiones en torno al tema no se hicieron esperar, pero las más acertadas, a nuestro juicio, son aquellas que vinculan estos hechos con la crisis social y de valores que estamos viviendo. Ciertamente el desmedro de los valores y la amenaza de pauperización colectiva a que estamos expuestos, convocan a un amplio desprecio por la vida y el suicidio juvenil es su principal desembocadura. Es cierto que la juventud es la chispa de la vida, como planteaba un comercial televisivo, pero es precisamente esa etapa la más conflictiva que atraviesa el ser humano en su existencia. Y si a ese conflicto meramente humano le agregamos estupefacientes, alcohol, hambre física, ignorancia y sexo sin sentido, lo que logramos es una persona con un componente psiquiátrico rayano en la locura. No se puede concebir un adolescente totalmente equilibrado si se encuentra inmerso en una realidad apabullante y depresiva como la quibdoseña. Tenemos el deshonroso primer lugar en madresolterismo adolescente y mortalidad infantil; además de eso, no se vislumbra un futuro digno para la gente joven. La gran mayoría son miembros de familias monoparentales, que son aquellas dirigidas por un solo cónyuge. A muchos les han asesinado a uno de sus padres y han tenido que sufrir la violencia desde niños. Por otro lado, a los chicos hay que brindarles más apoyo, compañía y buenos consejos. Esto es más útil que las motos, joyas y cantidades de dinero en efectivo que ofrece a sus hijos la clase media chocoana, atornillada a sus escritorios oficiales. Al punto recordamos una frase anónima: "Nos preocupamos tanto por darles a nuestros hijos lo que no tuvimos, que nos olvidamos de darles lo que sí tuvimos". Para concluir señalemos que lo que está ocurriendo con nuestros pelaos es que se encuentran solos, desesperanzados y sin brújula. Consecuentemente, no nos sorprenden estos suicidios juveniles ni los que están por suceder. Estos muchachos con su actitud nos están pidiendo a gritos que los miremos, que compongamos esta sociedad despatarrada para que algún día ellos puedan tener razones para vivir. |
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