El viernes 21 del mes en curso fue
interpuesto ante el Tribunal Contencioso Administrativo del Chocó, acción popular en contra del municipio de Quibdó y Empresas Públicas (EPQ) por el abogado ecologista, Rafael Angel Ramírez Restrepo, en su condición de asesor jurídico y miembro activo de la fundación Beteguma. Valioso documento que clama por justicia colectiva para quienes poblamos esta ciudad con resignación y tristeza, dotada por la providencia de aguas lluvias y ríos que nos cruzan sin que la mano del hombre haya hecho algo por condicionar lo que la naturaleza nos da para nuestro sostenimiento humano como lo requieren los sistemas de salubridad pública.

La acción clama por el cumplimiento de acuerdos municipales aprobados pero inclumplidos por estas administraciones (10 años) indolentes e indiferentes a la salud de sus coterráneos. El 40% de los quibdoseños somos suscriptores del acueducto. El agua que consumimos del río Cabí, recibe los despojos humanos, descargas sanitarias y materiales de los barrios La Playita, Horizonte, Las Palmas, Simón Bolívar, La Cascorba, cuyo receptor descarga a cien metros de la bocatoma todos sus desechos. Por lo demás esos barrios que se consideran como marginales, que somos todos, unos más que otros, carecen de recolectores, acueducto y alcantarillado, todo un trabajo que se justifica hacer cuando se trata de mejorar las condiciones del agua para el consumo humano. Esta atención primaria se justifica más que las pavimentaciones de calles que ha sido la obra de que se pavonean los ejecutivos municipales. No podemos olvidar que tenemos el record de muertes infantiles ocasionadas por enfermedades gastrointestinales y afecciones pulmonares en que mucho tiene que ver las condiciones de insalubridad y contaminación del ambiente en donde el agua es fundamental.

La conexión del colectivo del barrio Niño Jesús y La Playita, ordenada hace diez años, justifica toda una protesta popular de nuestros estamentos y representante civiles.

Debemos agradecer a las instituciones civiles sin ánimo de lucro, que no piden votos, y que por espontáneo sentimiento chocoanista se constituyen en voceros y demandantes de los derechos ciudadanos. No esperemos la revolución de burócratas adormecidos que después de elegidos pierden la sintonía de las necesidades que ellos mismos han sufrido como ciudadanos. La revolución que algún día tendrá que hacerse es con gente incontaminada que no estén comprometidas con el aprovechamiento del poder. Que surjan mil fundaciones, ligas, asociaciones, que como la Fundación Beteguma se incorporen a la lucha por los derechos de la comunidad.