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"Tengo hambre"

Alfonso Areiza Lozano

Los verbos tener y sentir, en su orden, significan poseer, coger una cosa y percibir por medio de los sentidos. Con estas sencillas acepciones, advertimos la incorrecta utilización de la expresión "tengo hambre" para manifestar un sentimiento de dolor o angustia al no haber ingerido alimentos durante horas o días. La lastimera expresión del título de este artículo se la escuché a un niño de tan solo 6 años de edad, quien deambulaba por la carrera 3 con calle 25 de Quibdó y con voz entrecortada, muy parecido a un alfiler de cabecita negra, me pidió doscientos pesos para comprar un pan. En el mismo instante de la súplica, departían en la cantina de la esquina, seis personas con 4 botellas de licor en consumo deleitoso, agua, carne asada, pollo, papa, salsa de tomate y el letrero que decía: "No toque". Ya el famélico niño había solicitado ayuda en esos lares de la bacanal y le fue rechazada su petición con un rotundo: "No joda mugroso". Yo lo asistí con algo de comestible y consejo de regreso a casa.

La Carta Política, en el artículo 44 y siguientes, establece el derecho fundamental de los niños a la alimentación exigiéndole al Estado la obligación de protegerlos para garantizar su desarrollo armónico e integral y el ejercicio pleno de sus derechos. No obstante lo normado, en el Chocó no hay la más remota posibilidad de alcanzar dicha efectividad. Aquí la mayoría de los niños comen si acaso una vez al día, gracias a la cultura de la paleadera; esto es, el cruce de pocos alimentos entre familias por la parte trasera de las casas, evitando el escándalo por la miseria de quienes a diario truecan, arroz por aceite y otros "tenteenpie". Con toda razón el filósofo griego, Epicuro, acertaba al decir: "El hombre es rico desde el momento que ha sabido familiarizarse con la escasez". Es cierto que el 85% de los niños chocoanos viven en permanente tragedia bulímica y no ha sido posible la ejecución de recursos para la seguridad alimentaria de parte de los gobiernos departamental y municipal y así combatir el flagelo de más ar

dor y destrozo, como es el hambre (oprobio del cuerpo y el alma); en cambio, apoyan en mucho a los "personajes buitres" saciados por las coimas y la corrupción. Para los niños todo es desprecio e insensibilidad y de esta manera, el Estado despreciativo forma los seres humanos para el mañana; pero, es todo lo contrario, construye en la calle los más efectivos delincuentes de la sociedad, devastadores de la dignidad ciudadana. Así lo confirman las cifras de la ONU, publicadas en Chocó 7 días, resultando el Chocó como el de más alta pobreza en Colombia y el mundo; estas cifras son vergonzosas y ningún escozor les causa a los gobernantes domésticos; a cambio, siente beneplácito con las publicaciones en las primeras páginas de los periódicos, figurando como los más ineptos del orbe. Como decía mi abuela: "No les untaron sebo en la cara"

Son circunstancias agravantes del problema antes planteado, el incremento sin control de la población infantil y el decrecimiento de la producción de alimentos; insumos depravantes de la pobreza, con sus terribles endemias: la miseria y la indigencia. Debido a estos cambios socio-semánticos, al encontrarme de nuevo con el mismo niño, ya agonizante en urgencias del hospital San Francisco de Asís, me urgió otro servicio: Señor, consulte a la Academia de la Lengua Colombiana, si por la permanente propiedad del hambre en el organismo de nosotros los niños Chocoanos, la expresión correcta para esta parte del país, es, "siento o tengo hambre".

Ñingrí: Para mayor seguridad de todos los quibdoseños, van a colocar el 30 de febrero del 2020 las barandas de contención del malecón en la mitad del río Atrato. ¿Por qué en el Chocó lo único completo es el hambre cancerígena, por horas, días, meses, años, etc?

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