El periodo de vida de este personaje se sitúa en la época de la Edad Media en sus años finales, puesto que diferentes ideas empezaban a surgir y a revolucionar los distintos ámbitos de la vida humana mediando con un régimen poco democrático y menos liberal como el absolutismo.
Alemania experimentaba las consecuencias del nefasto Primer Reich, donde como consecuencia este país comenzaba a dejar de ser un estado feudal para entrar en la modernidad burguesa y la religión compartía las corrientes católica y protestante, además se resentían las consecuencias que dejó la Guerra de los Treinta Años.
Resulta interesante resaltar algunos nombres de personalidades destacantes en distintas áreas de ese periodo, como lo fueron Moliere, Newton, Johann Sebastian Bach, Rembrandt, Luis XIV de Francia y Jorge I de Inglaterra. Durante esta época el Barroco hacía su aparición con todo su auge e influía con su teoría de “adornar” lo más posible las manifestaciones humanas.
Vida
Leibniz era un genio de su tiempo puesto que además de adentrarse a los campos de la filosofía, estudió a la política, la lógica, la física, las matemáticas, y aún así se daba su tiempo para reflexionar acerca de la teología.
Nació en Leipzig, Alemania, el 21 de julio de 1646, descendiente de padres de origen polaco, nació con una precocidad intelectual que hizo que a los veinte años ya dominara el latín y el griego, ya que sus intereses eran los más raros para una persona de su edad: el conocimiento perfecto de las ciencias.
Sus estudios los realizó en su ciudad natal, y entró a la Universidad de Altdorf en Nuremberg, para después introducirse en la corte del elector Maguncia y de ahí saltar a trabajar para el duque de Hannover, donde se apasionó con la tarea de unificar las iglesias protestantes y católicas, de ahí su idea de no considerarse ni católico ni protestante.
Antes de que cumpliera los veinticinco años era ya todo un erudito en las ramas del derecho, la filosofía y la teología, mas su estudio se encaminaba por las áreas científicas.Pero su vida se veía cada vez frustrada cuando escuchaba el nombre de Newton, puesto que existía gran rivalidad entre ellos por el hecho de no compartir las mismas ideas filosóficas, además que cada uno decía ser el inventor del cálculo diferencial y de la gravitación universal.
En cuanto a sus aportaciones filosóficas podemos mencionar la aseveración de que la realidad se componía por “mónadas” o puntos metafísicos de limitada extensión, no divisibles pero que contaban con una naturaleza espiritual, por lo que la mónada suprema era Dios, y cada uno de nosotros representábamos una mónada pequeña (según la filosofía de Leibniz). Sus aportaciones en el área de la lógica se resumen en su declaración de que todo el proceso del aprendizaje comienza en las sensaciones percibidas. Como dice el dicho “zapatero a tus zapatos”, en el área de la metodología estableció un procedimiento hermeneútico, en el cual se supone que todo se debía explicar mediante el uso de los símbolos matemáticos, inclusive para las explicaciones filosóficas y otros conceptos humanistas.
Las ideas de Leibniz acerca de la libertad lo colocaban en una contradicción de sus postulados “la libertad es el acto de experimentar cualquier cosa sin evitarse, pero debe de estar equilibrado”. De la misma manera los estudios teológicos le permitieron declarar que la máxima fe estaba en la Santísima Trinidad, que la contradicción también podía existir en Dios, y que no se debía alejar la razón por cuestiones de fe, además de deducir que si Dios había creado al mundo, éste debía de ser el mejor de los mundos.
Una de sus invenciones bien acreditadas fue el “Optimismo Leibiciano” donde rechaza al pesimismo (paradójicamente debido a sus frustraciones por Newton), diciendo que las cosas eran mejores que como las veían los pesimistas o melancólicos.
Ya adentrado en el área de las ciencias, se apegó al estudio de al geometría y de la física, donde incorporó nuevos lenguajes matemáticos y nuevos métodos de resolución de problemas como la cuadratura aritmética.
En el año de 1712 obtuvo el título de Consejero Imperial, entrando a la esfera de la nobleza, pero tuvo serios problemas con el elector Jorge I, por lo que se retiró a vivir solo, y de ea forma murió en Hannover el 14 de noviembre de 1716.
En general Leibniz escribió varios tratados y obras completas de las distintas áreas de su conocimiento, dentro de la filosofía podemos encontrar: Discursos de Metafísica (1684), Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano (1705), y Monadología (1714).
De sus obras matemáticas se mencionan: Nova Methodus pro maximis et minimis, itemque tangetibus, et singullare pro illis calculi genus (1684), Geomatría recondita (1686), y Mathematische Schriften (no hay fecha exacta).
En la historia del cálculo se encuentra la controversia de quién fue el inventor del cálculo, si Newton o Leibniz, algunos le dan la primicia a Newton y otros a Leibniz, pero se generaliza que Newton tuvo primero las ideas y que Leibniz las descubrió igualmente algunos años más tarde. Pero sin duda Leibniz merece igual crédito que Newton, por lo tanto sus aportaciones al cálculo fueron sobresalientes. Leibniz estableció la resolución de los problemas para los máximos y los mínimos, así como de las tangentes, esto dentro del cálculo diferencial; dentro del cálculo integral logró la resolución del problema para hallar la curva cuya subtangente es constante. Expuso los principios del cálculo infinitesimal, resolviendo el problema de la isócrona (ver biografía de Bernoulli) y de algunas otras aplicaciones mecánicas, utilizando ecuaciones diferenciales.
No cabe duda que su mayor aportación fue el nombre de cálculo diferencial e integral, así como la invención de símbolos matemáticos para la mejor explicación del cálculo, como el signo = (igual), así como su notación para las derivadas dx/dy, y su notación para las integrales.