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INFECCIÓN LETAL: LOS VIRUS TIENEN NOMBRES SUGERENTES. EL DE MODA CONTENÍA UN MENSAJE DE AMOR.

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Son los virus informáticos, con una carga letal capaz de llevar el caos a la nueva economía digital. Y lo más inquietante es que lo peor está por venir

 

Cuando una vez Bill Gates se ufanó ante el presidente de General Motors de la increíble evolución registrada en la industria del software frente a la magra progresión lograda en el sector automovilístico, éste le contestó: "¿De qué sirve fabricar coches que alcancen los 400 kilómetros por hora si no existen frenos que respondan con garantías a tales velocidades? Además, nuestros ''anticuados'' modelos nos garantizan que el motor va arrancar a la primera y que las ruedas no se desinflarán en mitad del camino".

 

Gates, claro, se quedó más duro que una piedra, y se puso a pensar. Quizá en esos momentos reparó en que las Nuevas Tecnologías, y muy en particular Internet, desde hace tiempo pisan el acelerador a fondo.

 

Puede incluso que se le pasara por la cabeza que progresar tan deprisa puede resultar, en ocasiones, contraproducente.

 

Los recientes estragos causados por un simple virus informático bautizado con el sugestivo título de "I love you", el más letal de la larguísima y creciente lista formada por nombres tan de todos conocidos como "Melissa" o "Pretty Park", han puesto de relieve, una vez más, que la seguridad continúa siendo la gran asignatura pendiente de esta nueva era digital, parida entre todos, al parecer, con una base no del todo sólida.

 

Para empezar, los expertos en seguridad informática atribuyen la manifiesta vulnerabilidad de la Red a que la evolución de las aplicaciones y productos informáticos, cada vez más sofisticados y dotados de mayores prestaciones, en ningún momento se ha visto acompañada de una progresión similar en materia de protección. Y, a estas alturas, tal descompensación es difícilmente subsanable porque el imparable crecimiento tecnológico, de alguna manera, "se nos ha ido de las manos".

 

En una época en que no hay día sin que los medios de comunicación refieran la aparición de una nueva empresa tecnológica, un brillante negocio virtual o el incremento fulgurante -o la caída estrepitosa- de las acciones que cotizan en el Nasdaq, vuelve a plantearse el misterio: cómo resulta tan fácil poner Internet contra las cuerdas.

 

Gente corriente

 

¿Por qué el virus "I love you" ha sido capaz de provocar pérdidas cifradas en grandes cantidades de dinero después de afectar a millones de computadoras diseminados por todo el mundo? Da igual que la acción sea atribuible a Reomel Ramones, un hombre normal, empleado de un banco filipino, o a su cuñado, Onel de Guzmán, que pudo propagar un virus que formaba parte de una frustrada tesis dedicada al robo de palabras clave a través del correo electrónico.

Tampoco es muy relevante si detrás del asunto se encuentra algún otro estudiante de informática de la escuela AMA de Manila, o la mano del críptico Michel, un alemán residente en Australia, al que Frederik Bjoerk, experto sueco en seguridad informática, no se cansa de acusar como el verdadero autor del virus más famoso del momento.

Lo que sí importa es comprobar que tanto Ramones, el estudiante manileño, el propio Michel o quien quiera que haya sido, forman parte de la "gente corriente", gente que cruzamos día a día.

 

Y es que ni siquiera se precisan vastos conocimientos informáticos para hacer daño a millones de usuarios. Desde el punto de vista técnico, el asunto es trivial. Nada más desatarse el pánico, los internautas y especialistas en el mundillo informático comenzaron a plagar los distintos chats y grupos de noticias activos en el ciberespacio con mensajes y opiniones que apuntaban en este sentido.

 

"Cualquier decente programador del sistema operativo Windows es capaz de producir cinco folios de código, como los correspondientes al famoso virus de esta irrelevante historia, durante una tarde ociosa noche solitaria en la que el mundo le parece despreciable (...) También se ha hablado mucho de que no se ha demostrado que Internet es vulnerable, sino que sólo ha quedado claro que Outlook e Internet Explorer lo son, y que los 'responsables' de estos productos son unos 'irresponsables' por crear aplicaciones cada vez más completas y sofisticadas sin la más mínima preocupación por la seguridad".

 

Los cálculos manejados por las firmas especializadas hablan de la aparición de unos cuatrocientos nuevos virus al mes, que precisamente se cuelan por las innumerables ventanas o agujeros abiertos por estos programas de complejidad creciente. SouthPark es el más reciente heredero del I love you.

 

La carga oculta tras el nombre de la popular serie televisiva norteamericana es capaz de saturar los servidores de correo electrónico al extenderse rápidamente a todas las direcciones consignadas en la agendas.

Cuestión de simple lógica: cuanto más complicado es un sistema, mayor es su nivel de inseguridad porque más son los componentes que deben ser preservardos de las agresiones externas. Una lógica que, por cierto, ha llevado a muchos perjudicados por el "I love you" a plantearse interponer una querella por daños y perjuicios contra Microsoft y varios Estados, que un jurista alemán identifica como responsables subsidiarios.

 

Hay quien piensa que los ataques registrados hace tres meses contra gigantes norteamericanos de la Red de la talla de Yahoo! o Amazon vinieron a inaugurar una inédita era de especial violencia en la que el objetivo prioritario pasa por dinamitar los cimientos de la incipiente Nueva Economía.

Aquella ola de agresiones no tuvo nada que ver con los virus informáticos, que precisamente habían sido desterrados como peligro de entidad hasta la aparición del Iloveyou. Pero de ella parece haber quedado la intención.

 

No es que los virus hayan evolucionado en cuestión de semanas para redoblar su carga venonosa. De hecho, la estructura del "I love you" es una combinación de elementos conocidos: sencillamente, ocurre que aumenta el número de usuarios que intercambia más y más documentos en donde pueda dibujarse la inquietante secuencia de un virus.

 

Las múltiples funciones de los actuales programas de correo electrónico, que permiten compartir archivos con una velocidad pasmosa, conforman el caldo de cultivo de estos organismos virtuales que han aprendido a aprovechar la creciente interconexión entre computadoras basada en un plataforma común, Windows, para propagarse con inusitada rapidez.

 

Tampoco se trata de hablar de intereses ocultos, pero la imagen de una Red a merced de agresiones con la suficiente entidad como para poner en jaque millones de equipos informáticos en todo el mundo, sin duda puede interesar a alguien. ¿A los gobiernos para contar con una excusa que les permita introducir en el territorio libre de Internet una mayor presión reguladora? ¿A poderosas compañías que ven en la Red un enorme competidor que amenaza su medio de subsistencia?

 

En el caso del "I love you", muchos internautas han especulado sobre si detrás de determinados ataques hay intereses concretos e inconfesables. Se ha hablado largo y tendido de lo casual que ha resultado que este virus afecte de forma tan potente a los archivos de sonido denominados MP3, que ofrecen acceso a música de gran calidad de forma completamente gratuita, algo que, como es natural, despierta escasas simpatías entre las discográficas.

 

El enemigo en casa

 

Quizás porque, desde el principio ha sido así, porque esta Sociedad de la Información se ha ido hilvanando con mimbres muy frágiles, la actitud de los usuarios deja también mucho que desear. La gente tiende a considerar la computadora como una herramienta perfecta, confía demasiado en las excelencias de un programa o una aplicación determinada. Y eso parece ser un error de fondo.

 

Se trata del análisis unánime de los especialistas que ven en un cambio de hábitos de los usuarios la única posibilidad de salvación. Tampoco estaría de más, dicen, que las grandes compañías dejasen de sacar de la manga "nuevas versiones de software con más y complejas funciones que la inmensa mayoría de la gente no necesita y que, sin embargo, disparan los riesgos".

 

Aunque sea a golpe de sustos, la lucha contra el "cibercrimen" se está convirtiendo en asunto prioritario. Pero los dispositivos de control sólo se activan cuando se produce un acontecimiento como el protagonizado por el "I love you".

 

La ausencia de legislación que regule este tipo de acciones tampoco ayuda demasiado en una batalla planteada en claros términos de desigualdad, porque el teatro de operaciones de los piratas coincide con los límites del mundo.

 

Ya se vaticina que pronto se desatará un inmenso ataque informático que dejará los anteriores en una broma y se llevará por delante muchos intereses económicos. Obtendrá una enorme repercusión social y hará tambalearse a una economía digital que, por ejemplo en EE.UU. ya genera el 35 por ciento de la riqueza del país. Y entonces será tarde para reaccionar...

 

  

 

            

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Ultima Actualización:   Diciembre de 2000