Lo
bueno es que se va de viaje. Durante 21 días podremos descansar de su atosigante
y caotizante presencia. Si amase a Venezuela, debería quedarse en el exterior.
Becado. No importa que, con esta “gira” inconexa y sin sentido, se esté echando
mano al segundo tramo de los segundos Bs. 38 mil millones con los que los
“soberanos” financian la viajadera insoportable de Tribilín. 10 mil viviendas
“dignas” se habrían podido construir con ese turismo
chavista.
Lo
bueno es que deja a Diosdado Cabello, en la Secretaría de la Presidencia, una
excepción en este patéticamente inepto gabinete
“ejecutivo”.
Desde
CONATEL no sólo demostró habilidad gerencial sino vocación consensual. De la Ley
de Telecomunicaciones, tutelada por él, todos salieron beneficiados. Las
empresas, el público y el Gobierno.
Lo
malo es que Tribilín nos deja en la Presidencia de la República a la que llaman
“Anodina” Bastidas, líder indiscutible de lo más grisáceo e incapaz del
gobierno. Los ministros se quejan de que los Consejos de Ministros “se demoran
el doble” cuando ella preside. Lo indeseable de esta señora, de curioso acento
nicaragüense, no es solamente su escasa preparación intelectual y ejecutiva.
Está en el hecho que ella encarna los peores errores de la comunidad académica
pública. De empleada de rango medio en la burocracia ucevista, pasó a ser
reconocida como progenitora de uno de los cabecillas –treintañero- de los 60
vandálicos que pretendieron asaltar y apoderarse de la UCV. Quince años lleva el
vástago, usurpando un cupo “bolivariano” y, como contraprestación, retorna al
“soberano” un promedio académico de 08 puntos. ¡Vaya robolución!. Que un
personaje como “Anodina” haya llegado a dónde llegó es el certificado Covenin de
la grotesca vulgarización del proceso que comenzó en
l992.
Cuatro
meses atrás, él se apoderó –nuevamente- de la economía del país – vía Ley
Habilitante- y desde entonces ha creado 40 mil nuevos desempleados, un ejército
de 500.000 personas desde que asumió, que vieron cómo -bajo su mirada impávida-
cerraron 6.000 pequeñas y medianas empresas. Por la devastación económica,
social e institucional de estos casi tres años, Hugo Rafael Chávez Frías, con
toda razón y fundamento, califica para encabezar el listado del “Enemigo Público
No.1”.
Tribilín
se ausenta mientras millones de niños están sin clases, Guayana está paralizada
y otras huelgas asoman la cabeza, entre ellas, la quinta del sector petrolero.
Se va de viaje, mientras que los factores –que en definitiva deciden cómo se
bate el cobre- se están reuniendo bajo el tema: ¿Cuándo y cómo terminamos esto?.
El margen de la “buena voluntad” que se le atribuía al Presidente, va
disminuyendo en función del deslave de su popularidad, de la incapacidad
ejecutiva de formular políticas y medidas de reactivación económica, del
incesante aumento del desempleo formal, del desbordamiento bolivariano del
crimen y de la corrupción (ahora secuestran a niños) y de la ausencia total de
perspectivas de futuro excepto la percibida cubanización de la sociedad
venezolana.
Generales
se están reuniendo con civiles. Generales con generales. Civiles –antes
enfrentados- con otros civiles. Luego de dos años de ausencia, figuras políticas
-con peso- están recorriendo el país. Gobernadores –“chavistas” y no chavistas-
están conversando porque el estrangulamiento financiero centralista de las
regiones los afecta por igual. Ya se está hablando de los gobernadores como
centros de referencia en la gobernabilidad
post-Chávez.
Figuras
del gobierno, del MVR y de la oposición, están expresando solidaridad con Luis
Miquilena a quien ven como un muro de contención democrático ante la intención
chavista del autogolpe -mediante la declaración del Estado de Excepción- que
terminaría por concentrar en sus manos las cuotas de Poder que aún no controla.
Miquilena y Rangel no acompañan la tesis del “auto-golpe”, me dicen, y por ello
lucen tan atractivos en la transición.
El
río está sonando. Será porque piedras trae.
La
amenaza de Tribilin contra la banca -en caso de no bajar las tasas de interés-
es otra de las evidencias de su patente ignorancia, por la que debería ser
separado del cargo que ejerce.
Las
tasas están dónde están –en su menor nivel desde noviembre de l997- porque el
Gobierno es el primer demandante de crédito en el país – a través de los BDP y
Letras del Tesoro- y compite en términos de deslealtad con el sector privado por
una limitada liquidez monetaria. Y tiene que acudir al mercado crediticio porque
-en dos años- no pudo formular una política fiscal y económica creíble que
hubiese estimulado la inversión privada. De tal manera, el capital privado que
-invertido en la economía nacional- hubiese ampliado la oferta monetaria y
reducido los intereses, agarra sus macundales y se va al exterior, ahuyentado
por el verbo incendiario y caótico del Ejecutivo. Cifras oficiosas ubican ya a
unos 100 mil venezolanos en la Florida. ¿Cuánto se llevaría ése éxodo
anti-chavista?, para comenzar una nueva vida en Estados Unidos. El discurso y la
incapacidad han convertido a la petrobonanza -que beneficia a este régimen- en
una masiva fuga de divisas porque dólar que entra, dólar que sale. Pregúntele a
cualquier economista.
“El Proceso”
Para
quienes temen que el actual proceso es cubanizante –no en el sentido
“socialista” sino en el del control social- tienen ahora a mano un
extraordinario y convincente argumento: el libro, recién publicado, del
comisario general Rafael Rivero Muñoz con el título “El
Proceso”.
En
su obra, muy documentada y detallista, nos lleva -desde la perspectiva del
investigador profesional- por los vericuetos de la sinuosa ruta por la cual este
régimen pretende subyugar a la Sociedad venezolana.
Al
final -y para coronar el proceso de sumisión- está el proyecto de la nueva
cédula de identidad, contentiva del “chip” capaz de acumular toneladas de
información privada y confidencial sobre cada
ciudadano.
Pero,
a pesar de este tétrico viaje por la destrucción institucional de los últimos
dos años, hay una frase alentadora:
“No es ésta –ni ninguna otra revolución construida sobre la incompetencia de un aventurero, cuya única rama intelectual se resume en la idea del “como vaya viniendo, vamos viendo”- la que brindará y blindará los cimientos de una sociedad de ciudadanos que debe, por su propio esfuerzo y avance social, integrarse a una sociedad de países en franco camino al progreso y hacia una mejor calidad de vida de sus habitantes”.
Eso
es lo que se llama tener “fe en el Soberano”.