EL NACIONAL - MIÉRCOLES 31 DE OCTUBRE DE 2001 |
PolíticaAlfredo Peña: Hay que obligarlo a gobernar en democraciaEl alcalde metropolitano se declaró dispuesto a debatir de igual a igual y a “pararle el trote” al Presidente de la República en el terreno que quiera, siempre que sea en el del Estado de Derecho, porque ya basta de vilipendio, de difamación y de tratar de atemorizar a la genteCENOVIA CASAS
Peña convocó una rueda de prensa en la que retó a un debate de igual a igual al mandatario, y comparó su credibilidad en las encuestas con la del jefe del Estado. El más reciente sondeo de Mercanálisis revela que 68% no le cree a Chávez, dijo el alcalde, quien acotó que no en vano su credibilidad alcanza 42%, mientras que la del Presidente está en 32%. Asimismo, se declaró dispuesto a “pararle el trote” a Chávez “en el terreno que quiera, siempre que sea en el de la ley y en el de la democracia, y en el del Estado de Derecho”. Ya basta, dijo, de insulto, de vilipendio, de difamación y de tratar de atemorizar a la gente. Invitó al presidente Chávez a abrir los ojos frente a lo que sucedió la noche del lunes en Caracas. El cacerolazo espontáneo, en su opinión, es la primera respuesta clara y categórica de una sociedad civil que está hastiada e irritada del discurso presidencial y de sus interminables cadenas de televisión. El alcalde exhortó a la sociedad civil, a la Iglesia Católica, a la Asamblea Nacional, a los poderes públicos y a los medios de comunicación a obligar al Presidente a gobernar en democracia. También se refirió a los agravios de que han sido objeto quienes critican a Chávez —periodistas y dueños de medios de comunicación, que han sido sometidos al escarnio público—, así como a la violación sistemática de la Constitución, las leyes y el ordenamiento jurídico vigentes. “Deje de jurungar a los muertos”, instó Peña a Chávez, y “enjuáguese la boca cada vez que hable de Miguel Otero Silva y de Alberto Ravell, dos próceres de este país, dos luchadores”. Como ahora están muertos, acotó, al Presidente le ha dado por caerle a palos a sus hijos. “Esa gente formó hijos honorables. Mariana Otero y Miguel Henrique Otero, hijos de María Teresa Castillo y Miguel Otero Silva. Tan bien educados, que recuerdo que lo conseguí en esa casa; allí se vestía, comía, se cambiaba de ropa. Usted decía que era una familia admirable. Yo le escuché decir que Miguel Henrique Otero era un hombre ejemplar. ¿Por qué cambió, Presidente?, porque El Nacional no dice lo que usted quiere que diga, porque no es la gaceta oficial de su gobierno?”, preguntó el alcalde.
Solo como la unaPeña recordó que cuando conoció al mandatario, éste era un hombre humilde, sencillo y modesto de los llanos venezolanos. Pero, cómo ha cambiado el Presidente, tanto, indicó, que se ha quedado solo como la una. “De todos los miembros de la comisión presidencial constituyente, sólo le queda a su lado Tarek William Saab, el poeta de la revolución, como él lo llama. Hasta sus compañeros de armas se han ido de su lado”, dijo. Por eso, lo invitó a reflexionar y a rectificar: “¿Por qué se empeña en ese carácter pendenciero?, cual guapo de barrio, cual azote de barrio, que es valiente frente a las mujeres y cobarde frente a los hombres. El azote de barrio es así. El azote de barrio se caracteriza porque hasta le pega a la mujer”, expresó.Y, como Chávez no es un azote de barrio, observó, sino el jefe del Estado, Peña dijo que merece el respeto de todos los venezolanos, y como líder de la nación debe mantener una actitud respetuosa y tolerante frente a sus críticos para que la democracia pueda funcionar. Le recordó que a su propia esposa Marisabel, en mítines públicos “la ha sometido al escarnio y a la burla, cuando le ha dicho que le va a dar lo suyo”. También le señaló como llena de motes a sus adversarios y se burla de sus propios ministros. Le recomendó, entonces, “cordura, Presidente, cordura. Por favor, enfríese un poco, métase unos días en el congelador y respete, respete para que lo respeten, y recupere la lucidez que tanto necesita Venezuela de su parte”. Peña retó luego a Chávez a dar un debate de igual a igual. “Deme la oportunidad de una cadena. No requiero de cinco horas, Presidente; a mí me bastan cinco minutos para decir lo que tengo que decir”, expresó.
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