ÚLTIMA CARTA DE AMOR.
Amor mío, ¿por qué no me respondes?
¿Por qué tu corazón a mi querer escondes?
Tengo un peso, un peso tan profundo
que soy nave escorada, que con él me hundo.
Amor mío, ¿por qué no me contestas?
¿Por qué tu corazón a mi querer no prestas?
Tengo un peso, un peso tan horrible
que, con él ya mi vida se me va, insufrible.
He perdido, perdido la esperanza,
sus mil cisnes de luz mi vista ya no alcanza.
Y esta sal, cuajada ya en mis labios,
ha agostado el jardín de todos mis agravios.
Sólo espero que el día que yo quiero
llegue una vez y arranque este dolor tan fiero.
Con su niebla, la lluvia de los ojos
mis penas lavará, dolores y sonrojos.
Sólo entonces, la gualda y la violeta
convivirán por siempre en solitaria meta.
Vivirán comiendo lo que he sido,
se hará nueva hermosura en ellas lo podrido.
Mostrarán al cielo sus colores,
el aire llevará muy lejos sus olores.
Es posible que Alguien allá los huela
y pregunte de dónde tal perfume vuela.
Y tal vez, tal vez, nos dé la gracia
de poder corregir nuestra fatal desgracia.