TÚ
Son tus ojos dos auroras
que nacen tras las montañas
de tus mejillas, señora
de las mañanas,
de las mañanas. Su mirada es la de Circe,
verde de veneras y algas,
soles que brillo transmiten
de nereida
enamorada.
Tu pecho agitan dos olas
blancas como la mañana,
de la espuma que la adornan,
vírgenes dunas
en playas.
Tu forma, una caña al viento
que se estremece cimbreada,
envidia de huríes del Cielo
en la Tierra
desdichada.
Tu voz, rumor del océano
que se mece en blanda calma,
cual lejano eco en el piélago
de solitaria
calandria.
Como un poema de ángeles
una vez yo la escuchaba.
Fue la madre de mis males
que se me hiciera
tan necesaria.