MI SIRENA.
Sabes a sal,
estrella de mar
que vienes de un mundo
líquido;
cuando te beso
en ti me hundo
como en espeso
limo. Eres de cal,
blanca y caliente,
blanda y sonriente,
fuego,
profundo y limpio
lecho marino
hecho elemento
de alma de frío
viento.
Se ve en tus ojos
que cielo verde
allá, en el fondo,
tienes.
Llevas en ellos
el dulce sello
de sus destellos
leves.
Eras el baño
que me infundía
cada año más
de vida,
eras mi océano
lleno de besos,
sin ti me siento
preso.
Eras la playa
de fina arena
donde paseaba
solo y desnudo,
y las galernas
no me asustaban,
porque traía
su bramar crudo,
desde tan lejos
muchos naufragios,
muchas botellas,
muchos mensajes,
muchos reflejos,
muchos celajes,
desde tan lejos...
Paso los días,
paso las noches,
siempre, en tu ausencia,
viendo
las horas frías
cortar como hoces
de mi existencia
el tiempo
Pasan veloces,
hieren y afligen,
con cruel espada
dura.
Las bellas flores,
ora felices,
van a fatal
ventura.
Tic, un segundo,
tac, el siguiente,
y en lo profundo
siente
mi ser, dolido,
estremecido,
dolor
por
mi destino.