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"Expedición UNAM-Akemati 1999"
por Norman Magaña
Abril 1999

EXPEDICION AKEMATI 1999

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO
ASOCIACIÓN DE MONTAÑISMO Y EXPLORACIÓN
GRUPO ESPELEOLÓGICO UNIVERSITARIO (G.E.U.)


¿POR QUÉ HACER MONTAÑISMO?

Hoy en día parece lejano aquel junio de 1990 cuando me decidí a tomar un curso básico de montañismo en la UNAM. Parecería gracioso y hasta cierto punto increíble, que alguien como yo, miedoso a las alturas, tomara por voluntad propia un curso donde primordialmente hay que enfrentarse a las "alturas".

Nueve años después creo que he alcanzado una de las metas más anheladas dentro del montañismo universitario, y no sólo eso, sino también en el ámbito nacional e internacional. Nueve años de andar por nuestras montañas, cavernas o bosques y de aquilatar nuestras riquezas naturales se pueden resumir en lo siguiente: Curso Básico 1990; Curso Técnico Espeleología 1993; Curso Técnico Alta Montaña 1994; Curso Científico de Espeleología (Pinar del Río, Cuba) 1994; Curso Superior Espeleología 1994; Instructor Cursos Básicos 1997; Expedición UNAM Sótano de Akemati 1998; Grupo 1 de Armado, Expedición Mexicana de la UNAM al Sótano de "Akemati 1999": 1,135 metros de profundidad.

¿Cómo ha influido el montañismo en mi vida personal y profesional? La seguridad que te da en tu vida diaria y laboral el saber que si allá abajo o escalando te encuentras en alguna situación extrema, en condiciones normales vas a poder superarla. Baste decir que en este medio fue donde conocí a Adriana, mi más grande Amor y la compañera de mi vida; y que a nuestro primer hijo le puse nombre de cueva, esperando que para el segundo(a) se aplique la misma fórmula.

¿Qué es para los espeleólogos de la UNAM formar parte de un proyecto de tal magnitud como lo fue "Akemati 99"? En primer lugar buscábamos ser los primeros mexicanos en descender a una profundidad tal, porque aunque la misma Universidad ostentaba el récord de -1,070 metros. en "Pozo Verde" (1993), nunca antes ninguna expedición netamente mexicana había rebasado los -1,100 metros. Cabe señalar que espeleólogos destacados de la talla de Carlos Lascano o Ramón Espinasa han estado a más de mil metros de profundidad en varias ocasiones, pero con la característica de participar en expediciones extranjeras.

AKEMATI 1999, PREPARATIVOS

¿Cómo empezaron los preparativos? A mediados de octubre del año pasado nos reunimos un grupo de montañistas inquietos en el afán de concluir la meta que en ese mismo año no pudimos alcanzar: conseguir el descenso de esta cueva de más de 1,000 metros de profundidad para convertirnos así en la única institución en conseguir dos eventos de tal magnitud (Pozo Verde -1,070 metros de desnivel- que como ya dije fue coronado por nuestro grupo en 1993); y los primeros mexicanos en obtener esta sima ya que únicamente una expedición belga (1988) es quien se había atrevido a descenderla.

A finales del año pasado y principios del actual, tuvieron lugar un par de "Salidas" / "Excursiones" que tuvieron el fin de integrarnos como grupo, así como de seguir poniendo en práctica los conocimientos de "armado y desarmado"(I) que algunos integrantes del GEU necesitábamos corroborar y afinar. Dichas excursiones tuvieron carácter obligatorio y por consiguiente esta fue una primera etapa de depuración.

Pero la selección final se dio a raíz de dos hechos significativos:
1) Una prueba física que consistió en aplicar una "Prueba de Cooper Plus". ¿En que consistió esta prueba? Como es conocido de los especialistas en el deporte, la prueba de Cooper consiste en dar el mayor número de vueltas a una pista de atletismo de 800 metros en un lapso de 12 minutos. Nuestra prueba "plus" consistió en determinar en un circuito similar, cuánto tiempo haríamos en 10 vueltas. El promedio general fue de 23 ó 25 minutos por persona.
Cabe citar que dicha prueba tuvo dos primicias: a) Determinar el grado de resistencia de cada uno de los participantes y b) Probar el grado (tiempo) de recuperación de los mismos.
A los ocho días de esta prueba física, se nos incrementó el tiempo de carrera a 45 minutos por persona.
2) Una prueba técnica que consistió en descender un sótano en completa soledad. Nos trasladamos a principios de febrero al "Sótano de los Hernández", ubicado en el Estado de Querétaro -en el pueblo de San Joaquín Ranas, adelante de San Juan del Río y Tequisquiapan- para someternos a esta prueba que además sería algo innovador dado que en cualquier descenso a cuevas estamos acostumbrados a ir acompañados.
Esta vez tendríamos que superar obstáculos como frío, agua, lodo, obscuridad y pasos complicados (puestos a propósito) en completa soledad. La prueba se hizo contra reloj y su objetivo fue probar que teníamos la técnica adecuada para descender y ascender sin ninguna dificultad, y sobre todo sin la necesidad de que alguien más nos cuidara, resolviendo completamente solos probables dificultades dentro de la cueva. La prueba en resumen, fue psicológica, de rapidez y astucia técnica. El límite de profundidad fue de 150/180 metros y se hizo un promedio de 2 horas y media por persona.
Independientemente de este tipo de pruebas, hay que especificar que desde que se planteó el proyecto "Akemati 99", cada sábado e incluso entre semana estábamos llevando un programa de acondicionamiento físico general, aunado a pruebas técnicas que se desarrollaban en nuestras instalaciones de Ciudad Universitaria (circuitos para correr, prácticas de descenso y ascenso en las gradas de la alberca olímpica, trabajo de gimnasio, etc.).

Se organizaron fiestas, eventos y rifas para obtener fondos que nos ayudaran a solventar los gastos de compra de equipo (cuerdas, mosquetones, maillones, anillas, etc.)(II), de transportación, de comida, etc. Se creó un fondo común y con todo lo anterior al final pudimos comprar cuerda y comida que eran los gastos más fuertes; los gastos de transportación corrieron por cuenta de cada quien. Un agradecimiento a las marcas Ricolino, Bosch y Vertimanía que donaron a la expedición 250 paquetes de dulces, 2 rotomartillos y descuentos de hasta el 70% en la compra de equipo, respectivamente. Los dulces fueron incluidos en cada una de las raciones a consumir dentro de la caverna debido a las calorías que éstos contienen; los rotomartillos nos ahorraron el trabajo para poner spits(III), que de hacerlo manualmente nos llevaría de 15 a 20 minutos (los rotomartillos perforan la piedra en dos minutos o tal vez menos); finalmente de no haber contado con ese descuento tan importante por parte de Vertimanía, los costos personales para cada uno de los miembros de la expedición se hubieran disparado considerablemente.

PREAMBULO

JUEVES 25 MARZO 1999

Por fin llegó la fecha tan esperada, a diferencia del año pasado en que se trabajó como un solo grupo, en esta ocasión trabajaríamos en cinco grupos independientes sin olvidar el objetivo final: el bien del grupo en general. Mi cordada(IV), la número 1 (seleccionada mediante sorteo), saldría a las 11:45 P.M. de la terminal Tapo hacia la ciudad de Córdoba, Veracruz. Por la excesiva carga de trabajo (tratando de no dejar muchos pendientes antes de irme de vacaciones en mi trabajo) y el nerviosismo de la expedición, llegué un poco tarde a la cita. Habíamos quedado de vernos a las 11:00 P.M. para documentar maletas y yo llegué a las 11:20 P.M.; cuando por fin estuvimos listos el camión por poco se va sin nosotros: !éramos los cuatro pasajeros que estaban voceando para salir de inmediato hacia Córdoba!

Viajábamos hacia la ciudad veracruzana, Angélica, Edgar, Dany Sánchez (mejor conocido como "Dany Boy") y yo. Allá nos encontraríamos con Soriano, Lorenzo y Joel. Soriano acababa de participar recientemente en una expedición internacional y se conectaría con nosotros desde Tehuacán Puebla; mientras que Joel y Lorenzo habían tenido que viajar al sótano de Popoca a rescatar una "bandola"(V) que semanas antes había olvidado Rodrigo al momento de desarmar.

VIERNES 26 MARZO 1999

Llegamos a Córdoba como a las 4:00 A.M. y ahí vimos a Manuel y a Juan que ya llevaban una carga considerable de equipo y personas en sus camionetas. Tuvimos que esperar a dieran las 6:00 A.M. para hacer el transbordo al poblado de Tezonapa (a una hora de camino de Córdoba).

En Tezonapa estabamos como a las 7:30 A.M. situación que nos ponía en desventaja a los que viajábamos en transporte público ya que nuestro próximo destino, Tepequexpa, no era de fácil acceso: tendríamos que viajar rumbo a Tlacotepec que está del otro lado del Akemati y en algún punto bajarnos para después esperar a ver qué nos transportaba (¿una camioneta de redilas, otro camión, a pie? !y con todo el equipo!..... realmente lo ignorábamos). Afortunadamente llegó una noticia grandiosa: nos enteramos de que salía un camión directo a Tepequexpa a las 11:30 A.M., ahorrando con ello una hora y otro transbordo ya que el camión hacia Tlacotepec salía hasta las 12:30 P.M.

En lo que esperábamos a que dieran las 11:30 A.M. fuimos a desayunar y a comprar algunos víveres que nos faltaban a algunos. A las 11:00 A.M. comenzamos a cargar las mochilas y los costales de cuerda en el camión. Fue imposible que los siete cupiéramos en los asientos dado que como es el único camión que sube hacia esa zona de Tepequexpa, mucha gente que vive en las comunidades nahuátl aledañas lo atiborró de inmediato; el problema es que hay que aguantarse entre dos y tres horas hasta llegar al destino final. De repente en una vuelta vemos como empiezan a subir decenas y decenas de gente al camión -el cual para entonces venía a media capacidad- .....!qué manera de llenar el camión! Más adelante Soriano, con todo y que no cabía un alfiler más, sale de la parte trasera y me empieza a echar bronca de que ya nos habíamos pasado, el problema es que yo venía dormido y no me acordaba del paraje donde nos teníamos que bajar.

Ya en Tepequexpa nos enteramos que Manuel y Juan habían pasado desde temprano, conclusión, seríamos los últimos en llegar al campamento base. Afortunadamente tuvimos una segunda buena noticia: habían abierto un camino nuevo hacia Huitzmáloc, el último poblado importante antes de llegar al campamento base. El traslado en la camioneta de redilas nos ahorraría unas horas de camino y nos dejaría casi a tiro de piedra para alcanzar a los demás que ya nos llevaban una ventaja considerable. Durante el trayecto de Tepequexpa a Huitzmáloc nos encontramos a Marisol, Claudia, Rodrigo, Arturo y Amilcar. Un poco antes de llegar a Huitzmáloc nos tuvimos que bajar de la camioneta ya que un trascabo (maquinaria para arreglar caminos) nos tapó el paso, ahí cargamos a las mulas que rentamos para que subieran el equipo y las mochilas personales. Llegamos a Huitzmáloc como a las 3:00 P.M. y comenzamos a caminar atrás de las mulas (por un camino de subida) durante una hora o más hasta un punto en el cual ni ellas mismas pueden subir. De aquí en adelante nosotros mismos tendríamos que subir todo hasta la entrada de la caverna y todavía más arriba es donde estaba el campamento base.

A las 5:00 P.M. ya habíamos depositado todo el material para el trabajo dentro de la cueva, intentando ponerlo en un lugar a salvo de los lugareños que pudieran pretender quedarse con algo. Desafortunadamente aunque las cosas estaban en un lugar medio escondido, lo inesperado sucedió: nos robaron un costal con 100 metros de cuerda, primer punto negro de la expedición. Sólo nos quedaban dos horas de luz y todavía necesitábamos regresar al punto donde habían descargado las mulas para subir nuestras mochilas hasta el campamento base. Llegamos a éste, el cual se ubicaba en una de las partes más altas de la zona, como a las 8:00 ó 9:00 P.M. y procedimos a la instalación de las tiendas de campaña...... !había que descansar bien ya que al día siguiente daría inicio la gran aventura!

EL DESCENSO

SABADO 27 MARZO 1999

Pensando que la pesada jornada del día anterior había hecho mella en Manuel, creí ingenuamente que de menos a las 8:00 A.M. nos despertaríamos para ultimar detalles sobre el plan original. A las 6:00 A.M. se levantó y comenzó a nombrarme para ver en qué tienda de campaña me encontraba, verdaderamente no tenía ninguna intención de contestarle, y mucho menos de pararme después de friega del día anterior, pero creo que tuve que resignarme y poner en práctica el plan original: a las 8:00 A.M. tendría que empezar a armar hasta -290metros. El problema no era que tuviera que bajar primero, finalmente esa parte que me tocaba armar ya la conocía del año anterior, lo que yo necesitaba era descansar un poco más y alimentarme bien. En fin, los nervios no permitieron ni una cosa ni la otra, había que tomar al toro por los cuernos y asumir mi responsabilidad como líder de la cordada 1. En principio habíamos acordado Dany y yo de dividirnos el armado en dos, pero debido a que él no pudo salir de México con nosotros por motivos de trabajo, tendría que armar los 290 metros yo solo.

Cada grupo tendría un límite de 12 horas para armar su tramo correspondiente:
1) Norman/Daniel Castro: Hasta -290 metros.
2) Lorenzo/Arturo: Hasta -530 metros.
3) Manuel/Daniel Sánchez: Hasta -750 metros.
4) Javier Vargas/David/Oscar: Hasta -1,050 metros.
5) Soriano/Javier Martínez: Hasta -1,135 metros.

En principio mi grupo iba retrasado ya que no empezamos a armar a las 8:00 A.M. sino hasta las 10:00 A.M., ésto me daba un total de 10 horas en lugar de 12, sin embargo traté de no presionarme y tomar las cosas con calma. Construimos dos bandolas, una con la mayor parte del material para mí, y una menos nutrida para Joel que sería la persona quien me iría proveyendo de cuerda; además por el sistema que utilizamos para armar, el segundo en la cuerda es quien va checando los roces que pudiera tener la cuerda y que el armador dejó sin protección (además ésto ahorra tiempo al que va en la punta).

En lo personal era una gran emoción ser el primero de todo el grupo en bajar a este imponente sótano de más de mil metros de profundidad. Por tal motivo, cuando puse la primera cuerda de 5 metros comenzó la gran aventura; me siguieron Joel, Angélica y al final Edgar. De antemano sabía que Dany no llegaría y yo tendría que cargar con toda la responsabilidad del armado.

Después del primer tiro(VI) de 5 metros se encuentra un salón en forma circular que se divide en dos estratos. Para continuar y encontrar el siguiente tiro de 50 metros hay que seguir por el estrato superior, caminar un poco y realizar una pequeña desescalada de 2 metros. En el inicio del tiro de 50 metros anclé en una formación de tamaño regular que caía en libre hasta otra pequeña repisa donde coloqué otro anclaje (más tarde Manuel y su grupo rearmaría la primera parte de este tiro, colocando un desviador / anclaje que desvía el curso de la ruta original- casi al inicio del mismo). Después de la repisa todavía faltan unos 20 metros para llegar al final del tiro y se puede apreciar una pequeña poza. En la repisa, viendo de frente el tiro buscaba yo un lugar para poner un spit del lado derecho, y de hecho lo puse sólo que Angélica se percató que del lado izquierdo ya había uno puesto (que además era más funcional), por lo que decidí usar este último. Descendimos esos 20 metros finales y llegamos a uno de los pasos más odiados de toda la caverna: la ratonera. Este nombre se lo pusimos ya que en efecto parecería que sólo habría cupo para alguien del tamaño de un roedor. Y lo peor de todo es que no se trata de una simple gatera(VII), sino que hay una pequeña caída como de 2 metros, por lo tanto hay que usar cuerda para pasar por ahí (sobra decir que pasar por ahí con equipo y cuerdas le da un sabor un tanto más amargo).

Después de esos 2 metros de desnivel en la ratonera siguen un sinnúmero de desescaladas, pequeños tiros y un mediano-largo andar a través de meandros(VIII) hasta llegar a otro tiro de 20 metros. Fue precisamente aquí, en esta zona de pequeños tiros donde al estar armando en uno de ellos, perdí el equilibrio y mi propio peso hizo que el tornillito que lleva la marimba(II) al final del arco, me hiciera una profunda herida en el dedo cordial de la mano derecha (es aquí donde empezaría toda la serie de golpes y heridas que me llevé en las manos). Al finalizar el tiro de 20 metros se llega a un gran salón completamente horizontal y de unos 200 metros. de longitud. Este largo pasillo fue bautizado por los belgas como el Cicloespeleódromo y es uno de los pocos lugares dentro de todo el recorrido donde se puede hacer vivac cómodamente. Hasta aquí encontramos una profundidad aproximada de 135 metros. En el Cicloespeleódromo dejamos algunas bolsas de comida, cargas de carburo y demás cosas que consideramos no nos serían útiles más abajo.

Tan sólo un breve descanso y a continuar armando los siguientes tiros que para nuestra cordada eran los obstáculos a vencer, no por la dificultad técnica, porque como ya lo comenté esta parte ya la conocíamos del año pasado, sino porque era una de las más aéreas de todo el sótano y siempre, como quiera que sea, uno no deja de tenerle respeto a la altura. Así pues, los tiros eran de 73 y 90 metros.

Mientras yo buscaba los lugares más propicios para anclar en la pared, pues éstos tenían que ser lo suficientemente fuertes para aguantar el paso de 25 espeleólogos, mis compañeros de cordada esperaban ansiosamente a que yo terminara de armar para poder descender....... y por consiguiente, entrar en actividad ya que la espera es siempre cruenta cuando te enfrías y estás soportando la constante caída de agua (que por muy tenue que sea, es siempre molesta y desesperante). Finalmente sólo bajaron Angélica y Joel, decidiendo Edgar quedarse ya que de cualquier manera bajaríamos todos más adelante. Los tiros de 73 y 90 metros quedaron armados en no sé cuanto tiempo, pero afortunadamente dentro del tiempo límite (terminé de armar a las 8:00 P.M.), justo a tiempo para cederle la estafeta a la cordada 2. Salimos de la cueva, no sin antes ver a un auténtico "gamo" de las cavernas, Lorenzo, quien al olvidar material de armado tuvo que regresar corriendo.... !casi hasta la entrada! Mi cordada salió y tomó un breve descanso de un día (esto fue el domingo 28 de marzo).

DOMINGO 28 MARZO 1999

En el transcurso del domingo llegaron Dany Castro, Javier Martínez y Gustavo. Con la inclusión de Dany en nuestra cordada, estábamos completos para iniciar al día siguiente el ataque a sima.

LUNES 29 MARZO 1999

Nos levantamos muy temprano para tomar algo ligero y preparar el descenso, que estaba programado para llegar hasta -480 metros. Lugar donde pernoctaríamos y esperaríamos largas horas a fin de dar oportunidad a que las demás cordadas llegaran al fondo. El descenso hasta -480 metros nos tomó seis horas (10:00 A.M. a las 4:00 P.M.) y cual va siendo nuestra sorpresa que las horas largas que tendríamos que esperar, serían extra largas (aproximadamente 25 horas); ésto debido a que Lorenzo se equivocó en el armado de la cueva después de que mi cordada dejó la punta: en una intersección para desviarse al ramal fósil tomó el camino equivocado y se fue por el activo. Lo anterior ocasionó que tuviera que desarmar la parte que llevaba del activo y regresar a la intersección para colocar las cuerdas ahora sí por el ramal fósil (mejor conocido como Le Sec, nombre que le fue dado por los belgas).

Aquí sería nuestro vivac(IX) número 1, el descanso sería prolongado, por lo cual deberíamos tratar de descansar lo mejor posible ya que faltaban muchos metros hacia abajo y deberíamos estar en la mejor forma posible. Javier Vargas colocó una serie de spits en los cuales procedimos a colocar nuestras hamacas de un solo punto (podría decir que por fin comprendía a los murciélagos cuando duermen colgados de los techos de las cavernas). La posición para algunos de nosotros, finalmente no acostumbrados, era incómoda; en lo personal sólo permanecí en la hamaca unas cuatro horas y después tuve que bajarme al suelo, que igualmente era incómodo, pero al menos ya no me producía la sensación de inmovilidad (y es que en verdad uno parece una auténtica quesadilla humana). Mi cuerpo nuevamente tendría que amoldarse a las piedras que se encontraban en la pequeña rampa que elegí para dormir. Una de las plaquetas(X) quedó muy afuera de la base donde estabamos vivaqueando, y aunque el tiro hacia abajo no era tal profundo (unos 3 metros), creo que nadie de nosotros envidiaba a Edgar que había tenido que dormir colgado de allí.

MARTES 30 MARZO 1999

Reiniciamos el descenso por la mañana (esto sólo lo sabíamos por el reloj de pulso, ya que todo el tiempo estábamos en penumbras), sólo que en esta ocasión Edgar ya no iría con nosotros. En juntas previas en Ciudad Universitaria se había acordado que quien no quisiera bajar más tenía el derecho de elegir si se regresaba a la superficie, siempre y cuando no afectara el trabajo de la cordada. Creo que Edgar tomó una sabia decisión y valoró que su límite había llegado; le deseamos muchísima suerte, deseo que fue mutuo pues asimismo a nosotros también nos haría falta para llegar a la sima.

Después de ese vivac 1 seguía un mediano paso estrecho (como de cuatro metros de largo), que aunque no era muy largo, muchos de nosotros tuvimos que quitarnos el arnés y el equipo (incluyendo el casco) para atravesarlo; además por ahí mismo tendríamos que pasar el resto de cuerda y equipo que haría falta más abajo. Charlando y bromeando un poco con Dany, nos decía que probablemente ahí acabaría su participación en la expedición ya que dudaba si podría salvar dicho obstáculo, afortunadamente todo quedó en chistes y bromas ya que al final logró pasar al otro lado. Muchos de nosotros no dejamos de maldecir en más de una ocasión dicho pasito. Librado este obstáculo la estrechez continua, aunque ya te da oportunidad de medio incorporarte (porque tampoco cabes bien parado), después sigue otro paso estrecho, aunque no tan criminal como el primero, y después de una serie de tiros llegas a encontrar nuevamente el ramal activo.

La delantera de nuestra cordada la tomó Dany junto con Angélica, mientras que Joel y yo íbamos a la retaguardia, y de hecho así nos mantuvimos durante un buen tramo: yo al final con Joel por una serie de tiritos, desescaladas y riachuelos; para entonces ya había demasiada agua dentro de caverna. Como a los -600 metros nos encontramos a Marisol, Amilcar y Rodrigo, que venían de regreso, ya que al igual que Edgar, habían llegado a su límite (habían alcanzado la profundidad de 750 metros, a excepción de Rodrigo que había alcanzado los -800 metros). Unos tiros más abajo nos encontramos a Juan, que se había lastimado los pies seriamente y descansaba para tratar de recuperarse. Nos había platicado que había estado un poco más de 24 horas completamente solo, disfrutando de su soledad y de la belleza del silencio dentro de la caverna.

Como a las 3:00 ó 4:00 P.M. alcanzamos la profundidad de -880 metros, lugar donde haríamos nuestro segundo vivac. El lugar no era muy cómodo que digamos: sobre un pasillo muy estrecho, fracturado por la parte de en medio, existía una grieta hacia la derecha, sobre la pared, donde uno podría más o menos acomodarse. Pero debido a que en la parte de en medio estaba fracturado, y por consiguiente había una pequeña abertura a lo largo del pasillo que te impedía poner los pies en un lugar estable, ésto generó que unos cuatro metros atrás, donde había suelo firme (aunque seguía igual de estrecho), hiciéramos todas las maniobras para quitarnos el equipo y ponernos ropa seca.

Cabe citar que este era uno de los momentos de mayor angustia de todos: era excelente llegar todo cansado y mojado y poder quitarte la ropa mojada junto con todo el equipo pesado, pero cuando tenías que ponerte en actividad nuevamente, no quisiera desearle a nadie......... tener que ponerte la ropa húmeda. Y es que el factor humedad no es tan alto, el problema es que la ventilación dentro de la cueva era constante y esto impedía que la ropa se secara; podríamos hablar de que la humedad anda flotando en el ambiente.

Después de ponernos ropa seca y saborear una deliciosa comida, procedimos a incrustarnos....... ¡sí, literalmente como se lee, incrustarnos en la grieta! Por principio de cuentas, por mi tamaño no cupe en el lugar que había elegido inicialmente (que en sí no había mucho espacio de donde escoger). Gracias al alma caritativa de Joel, que me cambió su lugar, quedé acomodado al lado de Dany. La desventaja en este lugar, que como dije estaba en un pasillo, era que estábamos durmiendo en pleno paso de la gente. La preocupación de estar en el paso de todos, aunado a que mi almohada era un pedazo de roca filosa (casi con la cabeza al aire), me impidieron dormir lo suficientemente profundo como para estar relajado y descansado.

MIERCOLES 31 MARZO 1999

Debido a que no había dormido bien la noche anterior y a que nos programamos para irnos muy temprano (6:00 A.M.), ahí íbamos los cuatro miembros de la cordada, dispuestos a atacar sima, claro no sin antes olvidar que tendríamos que ponernos nuevamente el overol húmedo. Después de este tormentoso vivac viene una serie de tiros que te llevan a una gran base de piedra donde es peligroso quedarse mucho tiempo ya que es lugar propicio para caída de piedras más pequeñas, pero que con la velocidad que adquieren, podrían ser mortales de no tener la protección del casco. Después hay que seguir a la izquierda por otra serie de tiritos que te llevan a la parte que describen los belgas en su texto como un agradable recorrido por un largo pasillo en declive.

No es que no me haya parecido agradable, pero será que me sentía ahora sí tan profundo (y no estoy hablando en sentido filosófico), pues ya habíamos rebasado los 900 metros de profundidad, que pensaba en todo lo que faltaba para tocar fondo otros 235 metros ¡y en todo lo que faltaba para subirlos! Incluso comenzaba a sentir más hostil a la caverna. Y esta percepción no era en vano, a esta profundidad ya resentíamos en las manos y en la ropa lo filoso de las rocas (muchos tramos que ya habíamos descendido estaban compuestos de coral de caverna, una piedra en exceso filosa), asimismo se había filtrado agua en cantidades abundantes, lo que hacía más problemático el moverse dentro de la cueva. En lo personal mis manos empeoraban conforme entraban en contacto con la piedra, comenzaban a hincharse y aparecían múltiples golpes.

Después del segundo vivac me toco bajar casi por completo en absoluta soledad........ lo cual es un sentimiento sublime. Es increíble apreciar ese paisaje subterráneo que te invita a meditar y valorar cuánto vale la vida en comunión con la naturaleza. Llegué a los -960 metros como a las 2:00 P.M. y ahí se encontraban Lorenzo, Javier Martínez, Arturo y Gustavo; más tarde se reuniría nuestra cordada 1.

Un detalle a resaltar es que en estos últimos tramos antes de los -960 metros utilizamos las cuerdas que hace 11 años habían dejado allí los belgas. De hecho por el tiempo que llevaban allí tratamos de hacer uso moderado de ellas: en tramos muy cortos y en donde existía relativa seguridad en el descenso. Esto porque al paso de los años, las cuerdas llegan a sufrir deterioro en su composición (aunque no se usen) y no hay que confiarse plenamente de ellas.

No bajaríamos más allá de esta profundidad (-960 metros) ya que todavía faltaba un tiro de 100 metros, el cual estaba en una zona de roca descompuesta y por tal habría que manejar cierta técnica para evitar tirar bloques de piedra sobre los compañeros de abajo. Además el trabajo de progresión, tanto de descenso como de ascenso, nos retrasaría aún más (hay que recordar que ya Lorenzo nos había retrasado). Además después del tiro de 100 metros habría que baja otros 75 metros. Ante tales circunstancias no descenderíamos todos, se tomó la decisión general de que sólo dos personas del grupo rebasarían los 1,000 metros de profundidad: José Antonio Soriano y Víctor Chávez.

No era un fracaso para los demás que sólo nos quedamos a -960 metros, era un gran triunfo del Grupo Espeleológico Universitario (G.E.U.), que con esta conquista, aunque no se hizo sima, conseguía convertirse en la primera institución o grupo de montañismo que conseguía dos cavernas de más de mil metros de profundidad. En 1993 un grupo de 20 espeleólogos de la UNAM había conseguido con éxito la sima de Pozo Verde, de 1070 metros. Ahora en 1999, aunque no se consiguieron los -1,135 metros, se consiguió la profundidad de -1,060 metros. En lo personal José Antonio Soriano conseguía su tercer menos mil (Pozo Verde, -1,070 metros, 1993; Sistema Cheve, -1,386 metros, 1997; Akemati, -1,060 metros, 1999), Javier Vargas conseguía dos menos miles (Pozo Verde y Sistema Cheve) y Víctor Chávez obtenía su primer menos mil, que junto con todos los que llegaron al fondo de Pozo Verde en 1993, se sumaba al selecto grupo de mexicanos que han rebasado los 1,000 metros de profundidad.

Yo todavía no lo podía creer, era de los primeros mexicanos en llegar hasta ahí en Akemati, antes ningún otro compatriota lo había hecho; sólo extranjeros habían logrado esa meta. Es un orgullo por mi país, por mi universidad, por mi grupo de espeleología y por mi persona en sí. Estaba agotado, tenía mucho frío, hambre y sed, pero el tamaño de la satisfacción triplicaba por mucho todos los sufrimientos anteriores. Gritos, abrazos, goyas y las lágrimas cuando dedico este triunfo a mi hijo que había muerto un mes antes de un nacimiento prematuro de cinco meses; solidaridad y consuelo encuentro por parte de mis amigos "cueveros". El triunfo es también dedicado a nuestro fallecido amigo Polo que se nos adelantó, al sufrir un accidente en los andes ecuatorianos.

Parte 2
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