"Expedición UNAM-Akemati 1999" |
por Norman Magaña |
Abril 1999
EXPEDICION AKEMATI 1999
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MEXICO
ASOCIACIÓN DE MONTAÑISMO Y EXPLORACIÓN
GRUPO ESPELEOLÓGICO UNIVERSITARIO (G.E.U.)
EL ASCENSO
A descansar un buen rato y a comer la última reserva
de dulces que nos habían dado pues faltaba un buen
rato para que Soriano y Víctor regresaran de los
-1,060 metros. Tendríamos que esperarlos para
festejar, y sobre todo nosotros, la cordada 1 para
subir cargando material de armado y pesadas cuerdas.
Inicia el retorno a la superficie y me toca un
-marrano- -gordo-(XI) con 100 metros (o tal vez un
poco más) de cuerda; la cual mojada pesa enormidades.
El ascenso es lento y tortuoso, sobre todo en aquellos
tramos donde tienes que quitarte el gordito de la
espalda porque no pasas con él, y en los pasos de
-fraccionamiento-(XII) donde el peso puede ser un
problema. Como a las 7:00 P.M. llegamos a la grieta
donde habíamos pernoctado una noche antes, comimos
algo para tener energías y continuamos el ascenso. Un
poco más arriba de la grieta, como a los -800 metros
tuve un accidente que si bien no fue tan aparatoso, si
me hizo pensar seriamente que de no haber existido
agarres en la pared donde sucedió éste, hubiera
entrado en un estado de shock peor al que sufrí; el
percance fue como a las 9:00 P.M.
Como lo comenté el peso puede ser un factor
determinante para que un problema grave se presente. A
continuación los hechos: me tocó subir por la cuerda
antes que Lorenzo, y tal parecería que cuando él se
acomodó en una repisa que estaba frente al tiro para
ver cómo subía yo, presentía lo que pasaría en unos
minutos. Cuando llegué al fraccionamiento y traté de
pasarme a la otra cuerda, no jalé la cuerda por abajo
del -croll-(XIII) lo suficiente como para estar
plenamente seguro de que el -sistema ventral-(XIV)
funcionaría; por este error, cuando quité mi
-puño-(XIII) para pasarlo arriba del croll y seguir
subiendo ya en la otra cuerda, el peso del gordo me
jaló hacia abajo, ocasionando que volara. El impacto
en el croll, que como mencioné no estaba perfectamente
colocado en la cuerda, hizo que se rompiera el seguro
de éste y quedara colgado de un solo punto de seguro
(del puño). Muchos me preguntaron por qué no tenía el
-cabo de seguro-(XV) al nudo del fraccionamiento a lo
cual les respondí que fue por la sencilla razón de que
el movimiento que hice fue natural (quitar el seguro y
seguir subiendo), mi error fue no jalar cuerda por
debajo del croll para cerciorarme de que ese aparato
funcionara. Mucho influyó también que ese
fraccionamiento estaba demasiado abierto y por
consiguiente el paso era en diagonal.
Me quedé colgado únicamente del puño y entré en un
estado de shock que me impedía pensar qué hacer.
Afortunadamente abajo estaba Lorenzo, que subió
rápidamente por la otra línea y me ayudó a quitarme el
gordo que pesaba bastante y que me impedía
incorporarme para tratar de escalar y conseguir un
lugar más seguro. La naturaleza y Dios son tan
grandes, que justo en el lugar donde quedé colgado, me
pusieron dos pequeñas -cazuelas-(XVI) donde pude meter
los dedos; escalé y descansé un poco. Definitivamente
no iba a aguantar mucho, por lo cual cuando Lorenzo me
quitó el gordo, pude conectarme nuevamente a la línea;
respiré hondo y subí ese último tramo hasta estar en
un sitio más firme. La caída hubiera sido como de unos
10 ó 15 metros, que de haber sucedido, difícilmente
estaría aquí sentado relatando ésto. Todo pasó en
fracciones de segundo, pasó por mi mente como de rayo:
el reflejo de tu vida, tus seres queridos y todo lo
que representa vivir. Inmediatamente pensé en Adriana
y Mauricio, sólo pedí verlos una vez más, con eso me
conformaba.
JUEVES 1 ABRIL 1999
Medio repuesto, aunque no controlado del todo,
llegamos hasta donde estaban Amilcar, Rodrigo y
Marisol (como a los -750 metros). Los primeros en
subir de nuestra cordada éramos Angélica y yo, ya que
Dany y Joel se quedarían a desarmaban la última parte
la caverna, por lo cual tardarían un buen rato en
llegar. Yo no sé qué semblante traíamos Angélica y yo
que los que nos vieron llegar (David y Oscar que iban
hacia arriba) nos recomendaron que nos fuéramos de
inmediato a descansar al vivac donde había estado
Javier Vargas, el cual se encontraba unos metros más
arriba. Angélica y yo no podíamos, no deseábamos
movernos de ahí; nos quedamos recargados espalda con
espalda en pleno paso del agua, lo cual no nos
importaba, lo único que queríamos era dormir. Sabia
fue la decisión de todos ellos el recomendarnos que
nos fuéramos al vivac. Contra mi voluntad (no sé si
contra la de Angélica también) tuve que ponerme de pie
y escalar un poco para llegar al vivac. Un poco más
tarde llegarían Dany y Joel, también con síntomas de
cansancio. No recuerdo bien, pero creo que esa
noche-madrugada (era como la 1:00 A.M.) no comimos de
lo cansados que estábamos.
Este tercer vivac, que definitivamente había sido el
mejor de toda la expedición, se hallaba en una parte
situada arriba del cauce del río, completa y
absolutamente seca, pero lo mejor de todo fue que
estaba plano (apenas un merecido descanso para
nuestras maltrechas espaldas). El único detalle es que
estaba un poco en declive, aunque con tanto trabajo,
era lo que menos importaba.
A las 11:00 A.M. reiniciamos el ascenso y llegamos
hasta -600 metros donde estaba Manuel, le comentamos
el problema que había yo tenido y me cambió el sistema
de ascenso. Colocó mis ascensores al revés, así
entonces mi puño fungió como croll y viceversa. Tan
sólo tomamos unos minutos para comer y descansar, pero
a pesar de que no había tenido tan mala noche, yo ya
no deseaba moverme de ahí, y eso que me hicieron favor
de ayudarme con mi gordo desde que tuve el
-saque-(XVII). Nuestro comedor estaba justo en el
cauce del agua y no había otro modo de cocinar ya que
los otros lugares (relativamente secos) estaban
ocupados por Manuel y su cordada. Después de los -600
metros hacia arriba, seguía la serie de tiritos por
donde había transito solo con Joel de bajada, después
de este tramo nuestro siguiente objetivo era -Le Sec-
a -480 metros para hacer nuestro probable último vivac
antes de salir a la superficie.
VIERNES 2 ABRIL 1999
Llegamos a -Le Sec- como a la 1:00 ó 2:00 A.M., dos ó
tres tiros antes de llegar a la zona de vivac Dany ya
no aguantaba el roce de su arnés en el cuerpo, Juan y
yo veníamos juntos desde muchos tiros atrás y los tres
llegábamos al vivac severamente lastimados. Hacía
muchos metros abajo que yo ya no cargaba mi gordo de
cuerda, sólo el personal (Dany ya no llevaba ninguno
de los dos). Seguía yo muy impresionado por lo del
accidente, además de no soportar el dolor en las manos
que estaban hinchadas y golpeadas (fue un error no
haber llevado guantes). Y por si no bastaba con los
golpes, en una ocasión me quemé una mano con la
-carburera-(XVIII). Juan venía muy lastimado de sus
pies y al igual que Dany y yo, anhelaba con ansia
llegar al vivac. Hubo personas que me echaron una
manísima (espero no olvidar a alguno): Angélica, Dany
Sánchez, Javier Martínez.
El lugar de vivac no era, a comparación del lunes
(donde habíamos estado a principios de semana), el
mismo: se encontraba ahora más congestionado, y al
menos yo, lo sentía más frío. Javier Vargas y su
cordada habían ocupado ahora la parte superior,
mientras que a nosotros nos tocó en la parte de abajo
que estaba muy angosta. Como pudimos nos acomodamos
Dany, Juan y yo, tratando de no lastimarnos en
nuestras múltiples heridas, lo cual sin embargo nos
costaba mucho trabajo debido a que cuando uno se
movía, los otros dos salían afectados.
Nos duró poco el gusto de estar durmiendo ya que como
a las cuatro horas (cuando ya más o menos tu cuerpo se
había amoldado al reducido e incómodo espacio), llegó
Víctor con muchas energías, gritando: ¡levántense, es
esto un menos mil o el maratón de la hueva! Este
vivac, el cuarto había sido el peor de todos, fue el
más incómodo (incluso peor que el de la grieta) y casi
no descansamos. Nunca había yo odiado a alguien tanto
en mi vida como a Víctor, ahora me río, pero en ese
momento no deseaba estar en mis propios zapatos:
lastimado y sin descansar bien. Contra nuestra
voluntad tuvimos que ponernos por enésima ocasión el
overol húmedo y equiparnos. Nuestra siguiente meta: el
cicloespeleódromo, y de aquí ver cómo íbamos para
saber si hacíamos allí un último vivac o si le dábamos
de lleno hasta arriba.
Hacia arriba de -Le Sec- y antes de llegar al tiro de
90 metros se encuentra una zona denominada -queso
gruyère- por estar la roca agujerada en muchas de sus
partes, tal que se parece al tipo de queso
mencionado. Lo que no me acuerdo es haber pasado por
ahí de bajada, situación que es muy normal en el
espeleólogo ya que de bajada apreciamos la cueva de
una manera, y de subida de otra; tal parecería que son
dos cosas muy diferentes. Fue en esta parte que Juan
perdió una de las partes del depósito de su carburera,
la cual tuve que pasarle tiempo después, y no lo culpo
ya que al ir subiendo parece que el paso es por abajo,
pero oh...... sorpresa que cuando estás a punto de
llegar al otro extremo de ese pequeño túnel, se
estrecha tanto que sólo una ardilla cabría por ahí.
Bueno en realidad no era tan estrecho, pero con sólo
saber que a Angélica le costó trabajo pasar por ahí
que es pequeña y de complexión delgada, era
prácticamente imposible que los demás pasáramos. Y
muchos de nosotros erramos el camino: de vuelta y a
escalarle por arriba para conseguir conectarse a la
cuerda.
He mencionado que aunque ya no llevaba mi gordo de
cuerda, eso no me exentó de cargar mi gordo personal,
el cual se atoró un sinnúmero de veces en el tramo
-equivocado- del queso gruyère. Cuando logro escalar
el tramito que me llevará hacia la cuerda, ya llevo
conmigo la parte de la carburera que le hace falta a
Juan, se la doy de inmediato ya que al ir yo mojado y
al estar haciendo reacción el carburo, es como si
llevara brasas de fuego en las manos. Esperamos un
buen rato y por fin nos toca subir el tramo que nos
llevará a la base del tiro de 90 metros.
Estoy al borde de la hipotermia, no aguanto más, en lo
que sube Juan el tiro de 90 saco mi -manta espacial-
(XIX) y tiritando, sin tener algún control sobre mí,
cuento ansiosamente los minutos que faltan para que
empiece a subir y así entrar en calor. Por fin el tan
ansiado grito de -librreeeee....- llega, comienzo a
subir con las manos entumidas por el frío y empiezo a
recuperarme conforme avanzo. Juan va un poco lento,
para mi mejor porque con las manos así no podría
avanzar a mi ritmo acostumbrado. Después del tiro de
90 metros, viene el de 73 metros antes de llegar al
cicloespeleódromo. En uno de los tramos de este último
Juan me advierte que se aproxima un paso bastante
aéreo y en diagonal........ ¡oh no! exactamente igual
a aquel en el que tuve el saque a -800 metros, no hace
falta decir que más de uno, después de saber mi
experiencia, se acordó de mí en dicho pasito. Al
llegar ahí me doy cuenta que está rearmado, esto más
tarde nos confirmaría Soriano que lo cambió ya que se
botó uno de los anclajes que yo puse: Gustavo -voló-
(XVII) y Soriano tuvo que volver a poner un anclaje,
¡vaya susto que se llevó el buen Gus!. Traté de
tranquilizarme, pero no dejaba de pensar en que podría
presentarse de nuevo una caída. Llegué al
fraccionamiento y ahora sí, jalando la cuerda por
debajo del croll para asegurar el avance, con sumo
cuidado y lentitud logré pasar sin problemas.........
¡pero con todo el miedo del mundo! Uf, uno de los
tramos más verticales, estaba salvado y ahora sólo
mantenerse hasta llegar al cicloespeleódromo.
Durante este tramo de los tiros de 90 y 73 metros, que
están juntos, nos caía bastante agua de subida, a
diferencia de los días en que empezamos a bajar. Esto
se debió a que el lunes llovió muy fuerte afuera (lo
cual supimos por Edgar que se regresó a superficie
desde el lunes), dándose cuenta de ello Amilcar,
Rodrigo y Marisol, después de los 500 metros de
profundidad, quienes construyeron un dique para
desviar el curso del agua. Esto, aunque parece una
situación sencilla y sin importancia, tuvo grandes
resultados porque facilitaron el trabajo de los que
llegamos a -960 y -1,060 metros. No obstante fue
imposible librarnos de toda el agua que caía sobre
nuestros hombros y por tal motivo era casi un hecho
quedar empapado en estos dos tiros que precedían al
cicloespeleódromo. El armado dentro de estos dos tiros
se había convertido en un ascenso dentro de cascadas
que ponían a nuestros cansados cuerpos al borde de la
hipotermia.
A las 9:30 P.M. ya estábamos cenando y una hora
después nos disponíamos a dormir por una última noche
en Akemati. La mayoría de nosotros deseaba descansar
para salir con los rayos del sol del día siguiente y
ahora sí festejar el éxito. Nos quedamos en el mismo
lugar Víctor, Juan, Angélica, Joel y yo. Un poco más
atrás, descansaban Marisol, Rodrigo, Arturo y Amilcar.
Este quinto y último vivac, al menos para los de la
cordada 1 (Dany había salido ya hace muchas horas), no
había resultado tan cómodo como se presumía, incluso
tuvimos algo de frío. Esa noche soñé que estábamos
dormidos colgados de un fraccionamiento Angélica, Joel
y yo (yo atribuyo ésto a que los tres dormimos con la
cabeza hacia abajo por el declive del suelo).
SABADO 3 ABRIL 1999
Inicio el ascenso como a las 12:00 P.M. y en unas
cuantas horas estoy arriba, a punto de subir por el
último tiro de 50 metros que tiene el desviador hasta
arriba, el cual es un parámetro para todos nosotros
porque eso significa que sólo nos separan unos cuantos
metros de la superficie. Rodrigo sube delante de mí y
me grita que la cuerda está libre y que puedo
subir...... un poco más, tan sólo un poco más y ¡por
fin encuentro el desviador; tres metros más y está el
nudo! Me quito de la cuerda, le grito a Marisol
¡libre!, escalo el pequeño obstáculo de dos metros,
doy vuelta a la izquierda y llegó al meandro de dos
niveles donde se encuentra el inicio de la cueva. Subo
el tirito inicial de escasos 5 metros y por fin......
camino unos metros y veo un color bello: el color de
la luz que después de varios días bajo la tierra, es
el más sublime de los deseos. No sólo los colores,
sino también los sonidos y los olores del exterior
cobran un matiz hermoso. Me abrazo con Rodrigo........
por fin, ¡lo hicimos! Y estamos con bien arriba. Edgar
nos recibe en la entrada y sólo porque es hombre, pero
estuve a punto de darle un beso cuando nos llevó unas
cervezas. Rodrigo me toma unas fotos, esperamos a
Marisol y los abrazos siguen. Son ahora las 3:30
P.M.... ¡he pasado 5 días, 5 horas y 30 minutos dentro
de la caverna!
Regreso al campamento yo solo, tengo ganas de estar
disfrutando el bello paisaje de la sierra por el
caminito de terracería que me llevará al campamento
base un poco más arriba. Deseo admirar todo lo que
tengo a mi alrededor yo solo, tengo ganas de platicar
conmigo mismo. Más arriba alcanzo a ver la silueta de
Chabela, que junto con Susana y Gerardo nos han ido a
recibir y apoyar. Cabe resaltar que Claudia Soriano
estuvo con nosotros desde el principio de la
expedición apoyándonos y cuidando el campamento base.
La primera en recibirme es Luna, la perra de Chabela,
poco más tarde veo a los demás bañándose y celebrando.
Me quito todo el equipo, saco ropa limpia y a bañarse
se ha dicho. Durante este tiempo soy testigo
presencial de las curaciones que Bety le hace a Juan,
a lo cual decido hacerme el desentendido ya que no
deseo que me cure a mí también las manos.
Mi agradecimiento pleno a la gente tan sencilla y
bella de la sierra que aunque materialmente tiene
menos de lo que cualquiera de nosotros en la ciudad
pudiera poseer, le brindan a uno su amistad
incondicional y lo poco que tienen lo comparten
contigo. Napoleón y Alfredo, dos niños indígenas,
quedarán por siempre grabados en mi mente y mi
corazón; nunca dejaron de estar al tanto de nuestros
avances, preguntaban todo sobre el equipo y las
tiendas de campaña. Napoleón se cortó una mano con el
machete al intentar abrirnos paso a la entrada de
Akemati cuando llegamos ya que ésta se encontraba
tapada por una abundante vegetación, afortunadamente
gracias a Bety se pudo evitar que la cortada
empeorara.
DOMINGO 4 ABRIL 1999
Nos levantamos temprano a acomodar el equipo y el
material que utilizamos para la expedición, las
mochilas están también listas y sólo hay que aguardar
la llegada de los señores que traen las mulas para
cargar las cosas y regresar a la contaminada, pero
bella ciudad de México. Siete integrantes del grupo
(Maru, Lorenzo, Dany Sánchez, Víctor, Gustavo, Joel y
Soriano) se quedaron algunos días más a recuperar las
cuerdas que se habían quedado dentro de la caverna,
esto fue porque muchos -yo en lo personal- abandonaron
equipo en ciertos puntos de la caverna.
Hacemos una escala en Huitzmáloc, y le llamo a Adriana
para notificarle el éxito de la expedición y para
saber cómo está ella y mi hijo. Todo bien
afortunadamente, me dio muchísimo gusto escuchar su
voz, me hacía falta después de tanta friega por acá
por la sierra. Llegamos por la tarde a la -perrera-,
lugar donde Dany había dejado su carro, ya que nos
regresaríamos con él algunos que tendríamos que
trabajar el lunes.
Algunos de nosotros denominamos a esta salida como la
-expedición del terror-: no sólo yo había sufrido un
accidente a 800 metros de profundidad; a Javier Vargas
le cayó un bloque de piedra en la pierna cuando
Soriano perdió el equilibrio y por accidente lo movió;
hubo una pequeña explosión con carburo a una
profundidad bastante considerable; a algunos se les
rompió el estribo; Amilcar casi incendia a Rodrigo con
la carburera; Dany Castro y sus heridas causadas por
el arnés; Juan con los pies como Cristo Rey; a Dany
Castro, Juan y Manuel les falló carro y camionetas;
etc., etc. El saldo: tuvimos que dejar las mochilas en
las camionetas de Manuel y Juan y regresarnos así a la
ciudad de México con Chabela.
Como saldríamos a las 3:00 A.M. del lunes para estar
en México como a las 10:00 A.M., tuvimos que
aplicarnos en el festejo del -hundimiento del Titanic-
(un bar) degustando unas deliciosas y bien merecidas
-chelas-. Como yo me fui con Dany y Chabela a un lugar
cerca de Tezonapa para ver si había algún mecánico,
regresamos cuando ya el festejo había comenzado.
Manuel Casanova había anunciado su decisión de
retirarse del grupo con este éxito, Javier Vargas era
nombrado nuevo Jefe del GEU. La celebración por tanto
era nostálgica y no nos quedaba mas que desearle la
mejor de las suertes a los dos.
Tal y como lo programó Chabela, pasadas las 3:00 A.M.
salíamos rumbo a la ciudad de México Edgar, David,
Javier Martínez, Chabela y yo. Desgraciadamente Dany,
que también tenía que regresar a trabajar, tuvo que
quedarse a arreglar su carro.
¿Por qué hablar del éxito de la expedición hasta que
estuvimos todos afuera? Bajar a una caverna de más de
mil metros de profundidad requiere de una preparación
logística, física, técnica y mental. Hay personas que
se atreven a aseverar que conseguir un -menos mil- es
el equivalente a escalar una montaña de más de 8,000
metros de altitud (Himalaya). Tal vez algunos estén a
favor y otros en contra, pero lo que sí es cierto, es
que nuestro proyecto fue una gran empresa que concluyó
con éxito: la meta de convertir a la UNAM en el único
grupo netamente mexicano en descender a dos cavernas
de más de mil metros de profundidad. La satisfacción
personal de saber que se puede controlar el miedo y la
angustia al desenvolverse en un medio que
habitualmente no es el propio soportando frío, hambre,
dolor, desesperación y el constante fluir de la
adrenalina por las venas. Sabemos, los que hacemos
este tipo de deporte-ciencia que si podemos vencer
este tipo de pruebas, estamos capacitados para
enfrentar cualquier otro reto en la vida diaria. -El
éxito no consiste en conseguir la cumbre, sino hay que
regresar con ella en el bolsillo hasta el campamento
base para sabernos conquistadores de las grandes
alturas-.......... esta máxima del himalayismo creo
que se podría aplicar a la espeleología.
PARTICIPANTES
CORDADA # 1:
Norman Magaña (-960 metros)
Daniel Castro (-960 metros)
Angélica Uribe (-960 metros)
Joel Tomé (-960 metros)
Edgar Alfonseca (-480 metros)
CORDADA # 2:
Lorenzo Ortíz (-960 metros)
Arturo Robles (-960 metros)
Marisol Monterrubio (-750 metros)
Amilcar Jiménez (-750 metros)
Rodrigo Remolina (-800 metros)
CORDADA # 3:
Manuel Casanova (-960 metros)
Daniel Sánchez (-960 metros)
Beatriz Alvarez (-960 metros) -Médico-
Víctor Chávez (-1,060 metros)
Juan Montaño (-600 metros)
CORDADA # 4:
Javier Vargas (-960 metros)
David Tirado (-960 metros)
Fanny Monreal (-960 metros)
Dora Carreón (-960 metros)
Oscar Garduño (-960 metros)
CORDADA # 5:
José Antonio Soriano (-1,060 metros)
Javier Martínez (-960 metros)
María Eugenia Parrilla (-960 metros)
Gustavo Vela (-960 metros)
GLOSARIO DE TERMINOS USADOS EN LA ESPELEOLOGIA
I) ARMAR: Colocar el sistema de cuerdas dentro de la
caverna para facilitar el descenso del espeleólogo. Se
puede hablar de dos tipos de armado: a) Armado
Natural: es aquel tipo de armado que utiliza los
elementos propios de la naturaleza como puentes de
roca, columnas, o formaciones de roca sólidas; b)
Armado Artificial: es aquel tipo de armado donde la
naturaleza no ofrece las condiciones propicias para
poner un anclaje, por lo tanto se hace necesario el
uso de herramientas que también se usan para la
escalada en roca (stoppers, nueces, spits -
los primeros dos son estructuras metálicas de formas
geométricas diversas que se empotran en las grietas y
ayudan al espeleólogo a tener opciones de anclaje, en
el número III se explica lo que son los spits).
DESARMAR: Acto contrario a armar. Es ir quitando el
equipo que se utilizó para armar (cuerdas y anclajes).
II) MOSQUETONES: Estructura metálica de tamaño
regular, fabricado con un material resistente (por lo
general son de duraluminio) que le ayudan al
espeleólogo en las tareas de armado y para transportar
otro tipo de materiales en el arnés.
MAILLONES: Palabra francesa que denomina a esta
estructura metálica, muy similar al mosquetón, que
igualmente ayuda al espeleólogo en la labor de armado
y transportación de materiales.
ANILLA: Cinta de forma tubular hecha a base de nylon,
utilizada para anclar en la pared durante el trabajo
de armado. También se usa como parte del equipo del
espeleólogo para colgarse de ellas al realizar el
trabajo de ascenso y descenso por la cuerda; éstas van
conectadas por consiguiente a su arnés.
MARIMBA: Aparato que se usa para el descenso en
espeleología (a diferencia del -ocho- que se usa para
cuerda dinámica). Se conforma de un arco con barras
transversales que controlan la velocidad en el
descenso; entre mayor número de barras se utilicen,
mayor será la fricción y por ende la cuerda avanzará
más lentamente. Para tiros no mayores a 100 metros se
recomienda usar cuatro barras, y para mayores a 100
metros hay que usar cinco barras. Se llama así por su
similitud con el aparato musical chiapaneco.
III) SPIT: Tornillo de alta resistencia que se usa
para horadar la roca y colocar posteriormente una
plaqueta que servirá como anclaje en la pared.
IV) CORDADA: Grupo de tres a cuatro personas, tal vez
más (en sí, grupo pequeño) dentro de una expedición
grande que tiene el objetivo de moverse como célula
independiente, aunque con bienes comunes.
V) BANDOLA: Cinta larga que funge como porta
materiales. Es donde el espeleólogo carga su equipo de
armado/desarmado durante todo el trayecto en la
caverna: aquí se cargan los mosquetones, maillones,
nueces, stoppers, rozaderas (protecciones para el roce
de la cuerda en la roca), etc.
VI) TIRO: Caída vertical donde se hace necesario el
uso de cuerda para llegar a la parte final. Algunos
tiros son tan pequeños que pueden bajarse
desescalando, sin ningún otro instrumento que las
propias manos o pies; si acaso una pequeña cuerda como
protección.
VII) GATERA: Paso demasiado estrecho, que por lo
general son horizontales donde hay que pasar casi
arrastrándose, o como muchos suelen llamarlo: -a
gatas-.
VIII) MEANDROS: Pasillos generalmente agradables que
siguen un curso en forma de zigzag, algunos de ellos
tienen cierto grado de inclinación.
IX) VIVAC: Lugar destinado a descansar, donde por lo
general se come y planea el siguiente movimiento. Su
elección es predeterminada si se conocen las
características de la caverna y se tiene una buena
topografía; en muchas ocasiones no se tienen esos
elementos y se tiene que improvisar. El término Vivac
adquiere otra connotación en la alta montaña o la
escalada en roca: por lo general se sabe dónde va a
estar el vivac, a diferencia de las cuevas; pero
también en muchas ocasiones es improvisado cuando
llega el mal tiempo.
X) PLAQUETAS: Placa de metal que junto con los
-spits- sirve para usarse como anclaje en la roca.
XI) GORDO ó GORDITO: Costal donde se meten cuerdas,
equipo de armado y cosas personales, esto ocasiona que
el traslado de todo lo anterior se eficiente dentro de
la cueva. Se puede bajar o subir con uno o dos gordos
a la vez, y a veces !hasta tres!
XII) FRACCIONAMIENTO: Los tiros en ocasiones no se
bajan en un solo intento, es decir no se va libre (sin
tocar pared). En muchos de ellos, dada la morfología
de la roca, no se puede seguir una línea recta como se
desearía. Esto ocasiona que el tiro tenga que
-fraccionarse- o dividirse, con lo cual la ruta se
desviará cuantas veces sea necesario hasta llegar a la
base. Los fraccionamientos se hacen sobre una misma
cuerda, no es necesario llevar muchos -pedacitos- para
poder armar toda la ruta. Cuando el armador considera
que hay que fraccionar, se hace un nudo en forma de
ocho, dejando un tramo más o menos largo (mejor
conocido como -comba-, -gasa- o -u-) antes de
fraccionar de manera tal que esto nos facilitará el
descenso y el ascenso sobre la cuerda.
XIII) CROLL/PUÑO: Aparatos unidireccionales (que
trabajan en una sola dirección) que permiten el
ascenso por la cuerda. El sistema de pequeños dientes
que poseen, permite que éstos se atoren en la cuerda,
soportando el peso del espeleólogo ¡y aveces hasta
más de eso!- sin lastimar la cuerda. Muchas personas
también los conocen como -ascensores-.
XIV) SISTEMA VENTRAL: Sistema a nivel del
vientre-torax que le da el equilibrio al espeleólogo
para mantenerse unido a la cuerda. El sistema ventral
lo compone básicamente el croll, el arnés y una cinta
que va del croll al pecho y espalda para mantenerse
erguido ó paralelo a la cuerda a fin de no perder el
equilibrio cuando se sube por la cuerda (es el punto
de equilibrio).
XV) CABO DE SEGURO: Cinta tubular o anilla que va
unida al arnés, al otro extremo de la cinta se
encuentra un mosquetón que nos ayuda a tener un punto
de seguro adicional a los sistemas de descenso y
ascenso.
XVI) CAZUELAS: Formaciones de roca parecidas a los
utensilios domésticos que sirven como agarres y apoyos
en la roca, facilitando la escalada (obviamente mucho
depende del tamaño de éstas).
XVII) SAQUE/VOLAR: Caída importante que puede darse
por error en el armado o por error del espeleólogo al
generar movimientos bruscos en la cuerda. Se dice que
los saques en espeleología no son muy grandes (dos o
tres metros), el problema es que como no se trata de
una cuerda dinámica (con mayor elongación), sino de
una estática (menor elongación, más rígida) el impacto
del golpe podría resentirlo la columna vertebral del
espeleólogo (a diferencia de las cuerdas dinámicas,
donde una gran parte del impacto la absorbe la
cuerda); además habría que valorar si no existe un
roce importante en la roca que pudiera lastimar la
cuerda al momento de zafarse el anclaje.
XVIII) CARBURERA: Sistema de iluminación a base de
carburo y agua. El sistema se compone de un depósito
para carburo/agua y un quemador/pantalla que tienen la
función de preservar una pequeña flama que proporciona
la luz adecuada para moverse dentro de la cueva. La
reacción del agua sobre el carburo genera un gas que
pasa a través de una manguera llegando hasta el
quemador, apareciendo así la flama.
XIX) MANTA ESPACIAL: Pedazo de manta plástica que en
uno de sus lados contiene una delgada capa de aluminio
que al contacto con el cuerpo proporciona calor. Este
tipo de -manta- es ansiadamente usada por el
espeleólogo una vez que ha interrumpido
momentáneamente su andar y empieza a tener síntomas de
frío incontrolable.
Parte 1
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Fuente :
Norman Magaña Quiñones
Grupo Espeleológico Universitario
Universidad Nacional Autónoma de México
Juan Antonio Montaño Hirose
AME (Asociación de Montañismo y Exploración, UNAM)
NSS (National Speleological Society, Inc.) nº 47838
UMAE (Unión Mexicana de Agrupaciones Espeleológicas)
Este documento fue obtenido en el Foro Iztaxochitla, por Juan Antonio Montaño Hirose.
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