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Simón Bolívar nació en Caracas el 24 de julio de 1783. Es considerado como una figura incomparable dentro de la historia hispanoamericana y mundial, ya que tuvo el privilegio de ser un hombre de acción y pensamiento. Su acción política y militar marca la historia del Continente Sur desde el mar Caribe hasta la cordillera andina, desde el Orinoco hasta el Potosí.
Durante 20 años de actividad incesante, concibe y emprende el proceso de la independencia que va a dar lugar a la formación de naciones suramericanas, como lo son Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. No sólo comanda las acciones de una guerra difícil y empecinada contra el imperio español, sino que establece la plataforma y las instituciones para una nueva organización de toda Hispanoamérica.
Su visión libertadora estaba orientada hacia la unión del
continente. De ello dan cuenta diversos documentos y escritos, de
extraordinaria actualidad, en los cuales describe la realidad y las
posibilidades futuras de nuestros países. La novedad y profundidad de su
pensamiento estaban servidas por un excepcional don de expresión.
De todos los elevados títulos que recibió en vida (General
de los Ejércitos, Jefe Supremo y Presidente de la República) el que más amó fue
el de Libertador y, como tal, sigue vigente en lo más alto de la conciencia del
mundo americano.
El contexto histórico y político de su época está enmarcado
en una pequeña ciudad de mediana riqueza, denominada Caracas, que carecía de
palacios y lujos excesivos y no sobrepasaba los 40.000 habitantes. Era una
sociedad tradicional, jerarquizada rigurosamente, pero muy abierta al mundo y a
las influencias extranjeras. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, se
desarrolló notablemente la cultura de las clases altas. La música, la literatura,
el arte, los modales refinados y la información sobre las novedades políticas
de la época, influenciaron en gran medida la cultura y formación no sólo de
Simón Bolívar, sino también de muchos otros hombres, precursores e iniciadores,
a la postre, del proceso de independencia.
La infancia del Libertador estuvo marcada por la temprana
muerte de sus padres, motivo por el cual quedó bajo la tutela de su abuelo
Feliciano Palacios y de sus tíos maternos, junto a sus dos hermanas y a su
hermano Juan Vicente. Huérfano, heredero de una considerable fortuna de grandes
plantaciones, esclavitudes y casas, no tuvo una infancia feliz, ni una
educación sistemática. Entre sus maestros ocasionales destacan hombres
distinguidos como Simón Rodríguez y Andrés Bello.
En 1799, muerto su abuelo, sus tíos resuelven enviarlo a
España a realizar estudios. Es su primera salida al exterior y la hace en un
navío de vela que lo lleva al Caribe a través de México y La Habana, para
finalmente llegar a Santoña, cerca de San Sebastián.
En Madrid, cuenta con la ayuda de sus tíos Esteban y Carlos
Palacios, y muy especialmente del Marqués de Ustáriz, en cuya casa estuvo
alojado por un tiempo. Adquirió la educación propia de un joven de clase alta
de la época: lenguas extranjeras, matemáticas, danzas, equitación e historia.
Al conocer a María Teresa Rodríguez del Toro, se enamora apasionadamente y
decide casarse con ella.
Viaja a las provincias vascongadas y realiza su primera y
corta visita a París. El 26 de mayo de 1802, no cumplidos los 19 años, se casa
con María Teresa en Madrid y regresa a Venezuela. Es allí cuando se desencadena
la terrible desgracia que va a pesar intensamente sobre su destino. El 22 de
enero de 1803, apenas ocho meses después de su matrimonio, muere en Caracas su
esposa.
Abatido y desesperado por los hechos, decide volver a Europa
en 1803, donde permanece pocos días en Madrid y luego se va a París.
Permanecerá en Europa por tres años y medio, y en París se encuentra con su
maestro Simón Rodríguez. Esta es una época decisiva para su formación
intelectual y la orientación de su actividad futura.
Rodríguez encuentra a Bolívar abatido, atormentado por su
drama personal y envuelto en una vida libertina llena de vicios y placeres. Es
por ello que lo induce a leer las obras fundamentales de la literatura política
y filosófica de la época, especialmente Montesquieu, Rousseau, Voltaire y los
grandes enciclopedistas. Es tiempo de
grandes novedades en el escenario de las ideas y la política. Napoleón
Bonaparte emprende un conjunto de guerras, las cuales cambian el mapa político
e histórico de la época. Igualmente, las ideas de la Revolución Francesa cobran
especial vigencia, y es en ese lugar y momento histórico en que el joven Simón
Bolívar busca su rumbo.
Viaja con su maestro Simón Rodríguez en planes de reflexión
y descubrimiento. Ha llegado el momento de definir su decisión de consagrarse a
luchas por la independencia de Hispanoamérica.
El 15 de agosto de 1805, en Roma y en presencia de
Rodríguez, hace el juramento de consagrar su vida a esta empresa desmesurada
que parecía imposible.
A fines de 1806 sale de Europa rumbo a los Estados Unidos.
Entre enero y junio visita las principales ciudades de la flamante república y
conoce de cerca personajes y testimonios de su lucha por la libertad. Regresa a
Caracas en junio, donde se reintegra de nuevo a su vida de criollo, a su
familia y sus haciendas, pero es evidente que no ha abandonado la decisión
tomada en Roma. Se mezcla con algunos grupos que conspiran, particularmente a
raíz de la invasión de España por Napoleón y de la creación en la Península de
las Juntas de resistencia al usurpador extranjero.
En 1808 es confinado por estas actividades, junto con otros
jóvenes distinguidos, a sus fincas del Tuy. Allí lo sorprende el 19 de abril de
1810, cercano a cumplir los veintisiete años. A partir de este momento,
comienza la vida pública de Bolívar.
La Junta de Caracas lo designa para presidir la misión que,
junto con Luís López Méndez y Andrés Bello como secretario, se dirige a Londres
para explicar la situación y buscar apoyo del gobierno británico. Es una
empresa difícil por la equívoca situación oficial de la Junta, que aparece como
defensora del Rey legítimo contra la usurpación francesa, a lo que se añade la
cooperación de las fuerzas inglesas en la resistencia española. Es la primera
vez que Venezuela actúa por su cuenta ante una potencia extranjera y logra algo
importante para el momento, la comprensión del Gabinete de Londres y diversos
contactos con personajes influyentes.
También se encuentra por primera vez con Francisco de
Miranda, a quien incita a regresar a Venezuela. Ya en Caracas, y junto con
Miranda y otros patriotas, coopera en las actividades de la Sociedad
Patriótica, que es el centro más activo de propaganda de las ideas de
independencia y república.
El 3 de julio de 1811 pronuncia como uno de los líderes de
la Sociedad Patriótica su primer discurso político. Se incorpora con el grado
de Coronel a las fuerzas que dirige el general Miranda contra la insurrección
que ha surgido en Valencia (julio-agosto, 1811).
Se trata de una época de intensa actividad. Estando en
Caracas cuando ocurre el terremoto de 1812, pronuncia las temerarias palabras
de la plaza de San Jacinto: "Si la naturaleza se opone lucharemos contra
ella y haremos que nos obedezca". Es designado con el grado de Coronel
Comandante político militar de la plaza de Puerto Cabello, en la organización que
ordena Miranda para enfrentar la ofensiva del Capitán de Fragata Domingo de
Monteverde. Por causa de una traición, se pierde la fortaleza. Este inesperado
fracaso contribuye a la ruina de la Primera República.
En la profunda confusión que sigue a la capitulación de
Miranda, concurre con otros compañeros de armas a detenerlo en La Guaira. El
Precursor conoce una larga prisiòn, y muere. Después de un mes de difícil y
amenazada situación, Bolívar logra salir a Curazao el 27 de agosto de 1812, y
en octubre se traslada a Cartagena de Indias.
Es a partir de allí cuando Bolívar comienza a revelar su
verdadera dimensión humana. Así, declara sus dos grandes propósitos:
"Liberar a Nueva Granada de la suerte de Venezuela y redimir a ésta de la
que padece…".
Bolívar se dirige al Congreso neogranadino ofreciendo sus
servicios y lanza el primero de sus grandes documentos políticos, el famoso
Manifiesto de Cartagena. En éste describe las causas de la derrota de la
Primera República y establece las bases de su pensamiento y acción. La causa
primordial de la derrota radicó en la contradicción insoluble entre la realidad
social y la fatal adopción del sistema tolerante; así como en la estructura
federal que él juzgaba débil e impotente para enfrentar los males y asumir la
Independencia. Alerta a la amenazada Nueva Granada sobre "…los escollos
que han hecho sucumbir a Venezuela…" y en un arranque de atrevida visión
global propone como "…medida indispensable para la seguridad de la Nueva
Granada, la reconquista de Caracas...".
Asoma por primera vez conceptos que van a convertirse luego
en convicciones fundamentales de Bolívar: la necesidad de un gobierno
centralizado y fuerte, la hostilidad hacia los ideólogos partidarios de
instituciones imprácticas e inadecuadas, la necesidad de la estrecha unión
entre la Nueva Granada y Venezuela, y la concepción de la independencia como un
proyecto continental.
En 1812 entra en acción militar al servicio de la Nueva
Granada. En su posición de Comandante de la población de Barranca (pueblo en la
margen izquierda del río Magdalena) llevó a cabo una acción contra la posición
fortificada de Tenerife, la cual fue tomada el 23 de diciembre.
El 8 de enero de 1813 entra victorioso en Ocaña. Persiste en
su objetivo de invadir Venezuela y finalmente obtiene autorización el 7 de mayo
de 1813 para iniciar la Campaña Admirable, que arranca el 14. En tres meses de
operaciones despliega sus condiciones de jefe militar: la rapidez de decisión,
la celeridad de los movimientos y la energía sin desfallecimiento para decidir
y para actuar.
Es entonces cuando lanza la Proclama de Guerra a Muerte en
Trujillo, el 15 de junio, en una tentativa extrema de dar un sentido nacional a
la guerra, separando definitivamente a los venezolanos de los españoles.
Comprende la necesidad fundamental de hacer de la
Independencia una causa popular y terminar con lo que hasta entonces era más
una lucha destructiva entre venezolanos que el esfuerzo de un país por
liberarse de una dominación extranjera. De hecho, el grueso de las fuerzas
contra las cuales había que luchar estaba constituido por hijos de
Venezuela.
En agosto entra en Caracas como General victorioso y jefe de
la nueva situación política. Es ya el Capitán General de los Ejércitos de Nueva
Granada y Venezuela. La Municipalidad le da el título de Libertador en octubre
de ese año y el empleo de Capitán General, equivalente a General en Jefe.
Durante 1814 Bolívar enfrenta un año de terribles pruebas y
de inmensas dificultades que lo hacen abandonar finalmente a Caracas y emigrar
hacia el Oriente del país, seguido por una gran parte de la población. Esa
heroica e infortunada tentativa concluye cuando Bolívar desde Carúpano sale
casi sólo para Cartagena, dejando algunas fuerzas dispersas y mal avenidas que
no tienen esperanza de victoria.
Con las reliquias del ejército que ha logrado llevar
Urdaneta hasta Nueva Granada, el Libertador lucha de nuevo a las órdenes del
Gobierno neogranadino. En ocho meses de actividad sin tregua libera a Bogotá,
baja por el Magdalena y llega a Cartagena donde le niegan la ayuda que pide
para marchar a libertar a Venezuela. Las rivalidades y celos obstaculizan la
acción.
El 8 de mayo de 1815 se embarca para Jamaica en busca de
auxilios para emprender una nueva campaña. En Kingston, el 6 de septiembre,
publica uno de los más singulares documentos de la historia y del pensamiento
de Hispanoamérica, la Carta de Jamaica. En esa carta describe el más completo y
deslumbrante panorama de la situación y el futuro del continente. Revela un
conocimiento notable de los diferentes aspectos del conjunto de los pueblos
americanos, señala sus características propias con aguda percepción y se lanza
a trazar las posibilidades de futuro de los distintos países con previsión
profética.
Considera que el destino continental "…se ha fijado irrevocablemente…",
y que, con distinta suerte y cambiantes circunstancias, "…está el Nuevo
Mundo entero, conmovido y armado para su defensa…".
Describe el triunfo de las armas argentinas en el Alto Perú,
dice que Chile: "…está lidiando contra sus enemigos(…), que "la Nueva
Granada que es el corazón de la América obedece a un Gobierno General y Quito
es adicto a la causa de la Independencia(…)en cuanto a la heroica y desdichada
Venezuela, sus acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastaciones tales
que casi la han reducido a una absoluta indigencia, los hombres han sido
exterminados pero los que viven combaten con furor en los campos y en los
pueblos internos…".
Del mismo modo, describe la situación política de cada uno
de los países americanos y señala sus proyecciones futuras en cuanto a la
Independencia. Espera persuadir al resto de Europa de ayudar a la causa
americana en beneficio de sus propios intereses comerciales y en bien del
equilibrio internacional. Analiza el pasado histórico, la situación de
pasividad de la sociedad del Nuevo Mundo y señala que "…la América no
estaba preparada para desprenderse de la Metrópoli, como súbitamente sucedió,
por el efecto de las ilegítimas cesiones de Bayona…".
Advierte de nuevo lo inadecuado de las instituciones
liberales y federales a la realidad social y la ruina que este desacuerdo ha
provocado. Es entonces cuando pasa a señalar las vastas posibilidades del
futuro. No cree posible formar del conjunto "…la más grande nación del
mundo…": muchas son las diferencias y dificultades materiales para
integrarse en forma total. Señala entonces la posibilidad de que se formen un
conjunto de Estados que podrían ser: México, la América Central, donde podría
crearse un gran centro mundial; y la Nueva Granada unida a Venezuela con el
nombre de Colombia. Anuncia la anarquía argentina y prevé la dominación de los
militares. Anuncia para Chile la posibilidad real de una República.
Después de analizar las dificultades de una vasta
federación, señala las posibilidades de formar formas diversas y locales de
gobierno y afirma para concluir: "Yo diré a usted lo que puede ponernos en
actitud de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno libre, es la
unión".
Muy pronto pasa a Haití, donde se reúne con numerosos jefes
venidos de la derrota. Consigue el apoyo generoso del gobernante del Sur de
Haití, Alejandro Petión, para preparar una nueva campaña. Allí se le suma de un
modo decisivo, con barcos y dinero, el armador de Curazao, Luís Brión. Con la
experiencia acumulada en la larga e infortunada lucha, con una visión más
completa del problema social, que se agudiza con lo que ha sido el pasado de
Haití y con la insistencia de Petión en la necesidad de justicia para los
negros, concibe una acción de más contenido popular y revolucionario que pueda
lograr el apoyo de las masas. Mantiene intransigentemente la necesidad de la
jefatura única. No va a ser fácil hacer reconocer la suya: hay reservas y hasta
rivalidades abiertas de parte de Mariño y algún otro jefe oriental.
El 31 de marzo de 1816 zarpa en la llamada Expedición de Los
Cayos, que fracasa luego de incursionar por Margarita, Carúpano y Ocumare. El
18 de diciembre de 1816 se embarca finalmente en la segunda expedición, llamada
de Jacmel por haber salido de ese puerto. Igual que había ocurrido en la
anterior, en esta final y definitiva tentativa para crear una sólida base de
operaciones y un gobierno estable en tierra firme, Bolívar tropezará con serias
dificultades. El ejército expedicionario español del general Pablo Morillo,
llegado en mayo de 1815, había dominado casi todo el territorio venezolano y
sometido también a la Nueva Granada hacia mediados de 1816.
Sólo en la isla de Margarita, en diversos lugares del
Oriente y en los llanos de Apure y Casanare se mantenía la resistencia
patriótica; el núcleo más importante era el de las fuerzas que habían
desembarcado con Bolívar en Ocumare de la Costa y que a fines de 1816 y
comienzos de 1817, bajo la jefatura del General Manuel Piar, se aprestaban a
libertar a Guayana. No existe unidad de mando. Ante esa situación, Bolívar debe
resolver previamente cuestiones fundamentales y, antes que todo, el
reconocimiento eficaz de su jefatura suprema. Al mismo tiempo, para acallar
celos y suspicacias, anuncia clara y oportunamente su propósito de convocar un
Congreso para organizar la República y debe, por fruto de las lecciones del
pasado y de lo que ha visto en Haití, profundizar el contenido social del
movimiento por la Independencia.
Todo esto lo anuncia solemnemente desde Margarita. Con su
tenacidad, su aprovechamiento de las circunstancias y la ayuda decisiva de
varios jefes, principalmente de Piar en Guayana y de Páez en las llanuras de
Occidente, logra cambiar la situación y darle un nuevo empuje a la lucha.
Prepara planes de campaña, organiza el ejército, intenta
operaciones sobre el centro y se preocupa por darle profundidad y contenido a
la revolución. Inicia la publicación del Correo del Orinoco en Angostura, el
cual se convierte en la conciencia doctrinaria de aquella larga lucha y en el
mejor instrumento de propaganda y prestigio intelectual. Convoca entonces un
Congreso para darle una nueva y definitiva organización al Estado, que todavía
disputa su derecho a existir en los campos de batalla.
En febrero de 1819 se instala el Congreso. Ante él, en
momento de hacer el simbólico y ejemplar gesto de renunciar al mando, pronuncia
el más importante de sus documentos políticos: el Discurso de Angostura. Allí,
se describe un panorama sincero de la situación política del país y de las
perspectivas hacia el futuro. Alerta contra la imitación de instituciones
tomadas de otros pueblos de historia y composición histórica diferentes al
nuestro. Señala como una necesidad la unión con la Nueva Granada y la creación
de Colombia. Pide un orden de legalidad y justicia, pero alerta contra la
anarquía y el exceso ideológico. Exige la libertad de los esclavos y la
garantía de la igualdad.
Luego de constituir el Estado con sus respectivas autoridades,
de ser elegido Presidente y de presentar un proyecto de constitución, parte
para Apure. Así, sorpresivamente inicia la campaña que a través de Los Andes,
lo llevará a enfrentar las tropas que había dejado Morillo en el virreinato y a
derrotarlas decisivamente en Bogotá el 7 de agosto de 1819.
Al libertar la Nueva Granada construye la base para la
realización de vastos planes, nunca abandonados, como la liberación de
Venezuela y la Campaña del Sur que sirvan a la independencia de los territorios
que se extienden hasta la linde del Virreinato del Perú.
El 17 de diciembre proclama en Angostura la República de
Colombia y es elegido Presidente. Con el inmenso prestigio y los recursos que
le ha dado la victoria de Boyacá, se desplaza incesantemente para organizar
política y militarmente la nueva situación. Asimismo, convoca un Congreso en el
Rosario de Cúcuta para la organización constitucional del nuevo mando. La nueva
situación se refleja en la firma de los tratados de Armisticio y Regularización
de la Guerra con las autoridades españolas, que lo colocan nacional e
internacionalmente en una posición de poder y prestigio.
Cuando cesa el armisticio, Morillo ha regresado a la
Península y queda al mando de las tropas realistas el Mariscal Miguel de La Torre.
Bolívar organiza cuidadosamente la campaña final en Venezuela. Concentra sus
fuerzas en San Carlos y el 24 de junio de 1821, obtiene en la Sabana de
Carabobo, la rápida y definitiva victoria que sella la independencia de
Venezuela.
Las semillas de anarquía rebrotan. En el Congreso de Cúcuta,
aparece nuevamente el propósito de los ideólogos liberales de crear una
federación débil y casi nominal. A la vez, existen porciones de territorio aún
bajo dominio de fuerzas españolas.
El Congreso elige a Bolívar Presidente de Colombia, y
Vicepresidente al General Francisco de Paula Santander. Venezuela, al igual que
otros países, quedaba dividida en departamentos no vinculados los unos con los
otros, que dependían directamente de la capital en Bogotá. En la capital
quedaba Santander en el ejercicio de las atribuciones ejecutivas; mientras que
Bolívar como Presidente en Campaña, revestido de todos los poderes especiales
para ella, se dirigía al Sur.
Esta campaña la va a emprender inmediatamente después de Carabobo.
No lo acompañarán los grandes jefes que se han distinguido en la guerra de
Venezuela, sino hombres nuevos o menos conocidos hasta entonces.
Va a penetrar en la parte central de la costa pacífica y de
los Andes, en una realidad geográfica y social muy diferente.
A Bolívar se le veía como un peligroso revolucionario,
representante de una rebelión popular y de formas bárbaras y elementales de
poder. Para estas extrañas y nuevas circunstancias cuenta con la oportuna
colaboración de un hombre excepcional: Antonio José de Sucre.
El 24 de mayo de 1822 Sucre logra una victoria decisiva en
la batalla de Pichincha, y luego Bolívar con gesto audaz y previsivo anexa a
Guayaquil.
Surge por entonces la comparación con la figura libertadora
del Cono Sur: José de San Martín. Bolívar y San Martín reflejaban fuerzas muy
diferentes, aun más, dos concepciones totalmente incompatibles. San Martín veía
con temor la amenaza de una revolución social en aquellas tierras y favorecía
una forma de independencia negociada con España, que pudiera llegar a conservar
la forma monárquica. Mientras que Bolívar representaba una revolución
democrática que proclamaba la República, la libertad y la igualdad.
En su avance a través de los Andes, derrota en las pampas de
Junín, el 6 de agosto de 1824, al ejército de operaciones de la sierra que
manda el General español José de Canterac. Esta acción debilita y pone a la
defensiva al hasta entonces victorioso Ejército Real del Perú.
De este modo, Bolívar entra de lleno en una nueva realidad
de la política continental. Se hace sentir su presencia en las fronteras de los
grandes Estados del sur: Brasil, Argentina, Chile, Paraguay. La dinámica de la
acción política lo lleva a una concepción política para el continente entero.
Dentro de tal situación lo que se plantea no es tan sólo la independencia del
Perú, sino de toda la América del Sur.
En ese entonces, Bolívar concibe la formación de una nueva
unidad política por medio de la confederación de un grupo de países americanos
que comprenda a México, Centro América, Colombia, Perú, el Alto Perú (que
pronto sería Bolivia), y Chile. Así pretende construir una nueva concentración
de poder en el mundo y contrapesar la amenaza de la Santa Alianza en Europa y
los nuevos y crecientes centros de poderío que se anuncian para el futuro en
Estados Unidos y Brasil. Para esto convoca desde Lima, el 7 de diciembre de
1824, el Congreso de Panamá que se reunirá en 1826.
Es aquel el momento de la culminación de Bolívar. Marcha al
Alto Perú y en un desfile triunfal dicta decretos con profundo contenido
político y social, elimina de un plumazo la centenaria servidumbre de los
indígenas y crea a Bolivia. Piensa por un momento llegar hasta el Río de La Plata,
de donde lo invitan a intervenir como pacificador en las pugnas que enfrentan a
Brasil, Uruguay, Argentina, y poner término así a la tiranía de Gaspar
Rodríguez de Francia en el Paraguay. Bolivia, el nuevo Estado que llevará su
nombre y que será presidido por el Mariscal de Ayacucho, le pide la formulación
de un proyecto de constitución.
Por esta vía se proponía lograr una Confederación de los
nuevos Estados libertados por él, desde Colombia hasta el Perú y Bolivia, con
un presidente vitalicio, que sería él, para asegurar la unidad de dirección y
de propósitos, y vicepresidentes locales que dirigieran con sus respectivos
Congresos la administración de cada nación.
Los hombres que alcanzan el poder local a la sombra de la
guerra sienten la autoridad de Bolívar como un estorbo. Las primeras y más
alarmantes señales de resquebrajamiento aparecen en su nativa Venezuela en el
año en que el Congreso de Panamá debía marcar la consolidación de sus ideales.
Los descontentos con la unión colombiana rodean a Páez, cuya autoridad ha
crecido de manera avasalladora en Venezuela, y quien aprovecha un incidente
surgido en Bogotá para llevar la situación a un grave punto de ruptura y
desconocimiento.
En la Nueva Granada se ha ido formando un nuevo núcleo de
resistencia antibolivariana en torno al Presidente Santander. Están en contra
del sistema de la constitución boliviana y al mismo tiempo esperan que Bolívar
aplaste la insubordinación de Páez en Venezuela. Bolívar, que había soñado con
la posibilidad de retirarse después de completada la etapa militar de la
Independencia, se encuentra más atado que nunca a la dura obligación de
defender su obra. Regresa a Bogotá donde encuentra abiertas señales de división
y discordia, y vuelve a Venezuela después de cinco años de ausencia. Será la
última visita a su tierra natal. Logra apaciguar, temporalmente, a Páez y
obtiene el disgusto de Bogotá.
Allí se inicia la etapa final de su vida, la más trágica e
ingrata, en la que verá inexorablemente avanzar la destrucción del gran
propósito que lo había movido y en la que tendrá que enfrentarse en muchas
formas a hombres que le debían su libertad y que invocaban contra él los mismos
principios por los que él había luchado toda su vida. Ante el clamor por la
reforma de la Constitución, convoca una Convención en Ocaña en 1828.
Disuelta la Convención, que no logra la reconciliación, y
enfrentado abierta y solapadamente por los seguidores de Santander, regresa a
Bogotá para asumir la dictadura. Decreta un estatuto con el propósito de
defender la estructura política, pero a la postre eso permite que lo acusen de
reaccionario.
El 25 de septiembre de 1828 están a punto de asesinarlo en
el Palacio de Gobierno. Los que lo recuerdan en esa hora lo pintan perplejo y
dolorido. Ha envejecido prematuramente.
Entretanto, en el Perú la reacción se ha alzado en contra de
él; amenazan a Bolivia, y José de La Mar, con fuerzas armadas, provoca un
pronunciamiento separatista en Guayaquil. Estos hechos hacen que Bolívar se
ponga de nuevo a la cabeza de las tropas y se dirija a Guayaquil. La Mar es
derrocado, y Bolívar logra con Agustín Gamarra un armisticio que restablece la
paz.
Paralelamente, desde el Consejo de Gobierno de Bogotá ha
circulado la idea de establecer una monarquía en Colombia, como solución a los
insolubles problemas de inestabilidad. Bolívar, que ha manifestado en varias
oportunidades su voluntad de separarse de toda autoridad, no patrocina la idea,
pero el rumor mal intencionado aprovecha la coyuntura para atribuirle la
intención de coronarse.
Para el año de 1830 se ha convocado un Congreso
Constituyente en Bogotá para decidir sobre el porvenir de la República. Bolívar
aparece dispuesto a no continuar en el poder y a no intervenir en las
decisiones de la Asamblea. El Mariscal Sucre preside la reunión y, al parecer,
es el favorito de Bolívar para que sea su sucesor. Pero las resistencias
locales no hacen posible esta solución.
Pese a todo, Bolívar renuncia ante el Congreso y se retira a
Cartagena. Allí, el 10 de julio, se entera de la terrible muerte de Sucre, en
Berruecos. La última esperanza ha desaparecido. El Congreso reunido en
Venezuela, bajo la tutela de Páez, proclama la separación definitiva de la Gran
Colombia. En los debates se le injuria y maltrata sin el menor respeto, así
como de otras partes se le pide afanosamente que retome el poder. Sin embargo,
su decisión definitiva está tomada. Escribe cartas y documentos que reflejan
dolorosamente su amargura y desengaño. Considera marcharse a Europa a cuidar de
su salud, pero no lo podrá lograr.
El 1º de diciembre se encuentra en Santa Marta; el 6 se
traslada a la quinta San Pedro Alejandrino, donde permanece por varios días
padeciendo de una dolorosa enfermedad; entonces hace el testamento, disponiendo
de los escasos bienes que le quedan. Lanza su última proclama y muere el 17 de
diciembre de 1830, a los 47 años de edad.
En 1842 sus restos fueron trasladados y sepultados en la
capilla de la familia Bolívar en la Catedral de Caracas. Más tarde, el 28 de
octubre de 1876, fueron inhumados en el Panteón Nacional.
[TOMADO DE LA PÁGINA DE LA O.C.I. : http://www.venezuela.gov.ve/maininf.htm]