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Más de 200 niñas de las escuelas María Auxiliadora y Villa Alegre, de Soyapango, participaron en el estudio elaborado entre julio y septiembre de 1999. Las adolescentes llenaron encuestas en las que expresan que viven situaciones de violencia en sus casas.
La redacción de una carta testimonial o la "supuesta" historia personal de una amiga que denuncia abiertamente la situación de violencia psicológica, física o sexual que podrían estar viviendo ellas o sus amigas fue otro recurso usado para el diagnóstico.
"Cabe aclarar que las niñas tenían miedo de denunciar lo que estuvieran pasando. La primera vez que pasamos una encuesta, todas dijeron que no eran víctimas de nada; cuando cambiamos la temática y les preguntamos si conocían a una amiga o vecina que sufriera abusos, todas las respuestas fueron positivas", explica Alexia Alvarado, encargada del estudio.
Las cartas fueron el instrumento más útil. En las 105 recibidas, las niñas manifestaban ser víctimas de golpes por parte de madres, padres y padrastros con objetos que van desde estuches de corvos, cables para electricidad, palos de escoba o cinchos hasta alambres calientes.
La existencia de abuso sexual también fue denunciada por 14 de las 200 niñas participantes, cometido por padres, padrastros y desconocidos. Cuatro de ellas resultaron embarazadas producto de violación.
"No seleccionamos Soyapango al azar. Las estadísticas en los diarios y la realidad misma muestran que es una zona con altos índices de agresiones físicas y sexuales; por eso decidimos explorar ahí", explica Alexia Alvarado.
Violencia en el Lenguaje
La violación del derecho a la recreación fue otro de los temas tratados en el estudio. Nueve de cada diez niñas manifestaron sentir la obligación de realizar tareas de hogar a cambio de obtener permiso para
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salir a jugar.
La utilización de un lenguaje discriminatorio también fue señalado como una forma de violencia. "Dicen derechos de los niños y desde ahí nos están excluyendo como niñas", protesta Daniela Vela Rivas de 14 años, asistente a la presentación del diagnóstico que se elaboró en la escuela María Auxiliadora donde cursa noveno grado.
Según esta jovencita, que participó activamente en la elaboración del estudio, aun en el lenguaje que se usa ya se esta cometiendo algún tipo de agresión contra las niñas.
Ella - que asegura haber sufrido golpes y regaños de su padre cuando tenía siete años - está convencida de que golpear no es el mejor camino para educar. "No es necesario usar la violencia porque eso daña mucho... He conocido amigas que las maltratan y tienen problemas en los estudios y en todo", dice la joven.
Pero este nivel de conciencia en esta adolescente no es casualidad. Ella forma parte de un grupo de más de 200 alumnas que durante 1998-1999 recibieron capacitación sobre derechos de la niñez e igualdad de género por parte de CEMUJER en el marco del Proyecto "Hagamos Valer los Derechos de las Niñas Fase II" realizado con el auspicio de Save the Children de Suecia.
"Hemos llegado a esta escuela para enseñar a las niñas a valorarse, para que conozcan sus derechos y sepan que como niñas merecen respeto e igualdad de condiciones", dice Ima Guirola, de esta entidad.
El trabajo de CEMUJER, así como de Save the Children US® -El Salvador/ DJC, pretende ir más allá, ya se esta elaborando un plan de acción que incluirá charlas de orientación y programas alternativos con los padres, los maestros y las mismas niñas como una forma de reducir las cifras denunciadas en el estudio.
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