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Parte I: Antes de Volar

Capítulo 7 - El Primer Paso

Muchas cosas habían ocurrido durante nuestra estancia en el hospital. Poco después del ataque inicial, el SDF-1 intento una operación de transposición para escapar de los invasores alienígenas. En vez de llegar a nuestro destino detrás de la Luna, como sea, la nave emergió de la transposición en la parte lejana de Plutón. Para hacer las cosas peor, otra transposición era imposible debido a que los sistemas literalmente desaparecieron. A lo que nos enfrentaba a un largo, sangriento y penoso viaje de regreso a la Tierra.

Durante nuestra estancia en el hospital, estabamos completamente aislados de lo que pasaba afuera. Para nuestra maravilla, Ciudad Macross fue completamente reconstruida dentro del SDF-1. Eliminando algunos de los elementos estructurales de la nave la cuidad no era muy diferente de cómo estaba antes del día de despegue. Mientras pasábamos por el centro esta paralizado de terror. Salones de baile, restaurantes, bares, gente caminando por la calle con bolsas de compras --todo estaba aquí. Una completa ciudad dentro de una nave espacial. No podía creerlo.

Los dos portaaviones que había arrastrado el SDF-1 habían sido adheridos a la fortaleza en lugar de las plataformas A.R.M.D. que habían sido destruidas durante el ataque inicial --significando que todas las puertas a prueba de agua habían sido selladas--la mayoría del personal había sido rescatado. Con algunas modificaciones, incluyendo gravedad artificial y seguros de aire adicionales, los portaaviones y sus compartimentos mecha ahora funcionarían como una parte vital de la red de defensa del SDF-1 --uno de ellos, el "Dedalos" había sido usado como un ariete durante nuestra primera ofensiva exitosa en los anillos de Saturno.

Nuestra primera parada fue la casa de Beki. Nate y Joe estaban ahí para saludarnos. Los dos se habían enlistado en la Fuerza de Defensa Robotech (RDF) --Nate era un Capitán Aviador en el Dedalos y Joe un piloto de un Destroid. Resplandecientes con sus respectivos uniformes, me ayudaron a llevar sus cosas dentro. Después de detenerme a saludar los padres de Beki, me despedí de mis amigos y me dirigí hacia mi nuevo hogar.

Aunque no era tan grande como la que teníamos en la isla, nuestra nueva casa era muy atractiva, y considerando su localización --dentro de una nave viajando por el espacio-- algo grande. Sorprendentemente la disposición era casi idéntica a la de nuestra antigua casa --la que había sido demolida durante el ataque alienígena. Mientras mis padres amonestaban a mi hermano menor por sus travesuras usuales, empece a temblar --el recuerdo de ese día asalto mis sentidos y empece a desvanecerme. Exhausto, me arrastre escaleras arriba a mi cuarto y me dirigí a mi cama --necesitaba descansar. Había pasado demasiado durante los últimos dos y medio meses sin realmente darme cuenta. Mi sueño fue profundo --me iba a tomar algo de tiempo acostumbrarme a las nuevas realidades que ahora tenia que enfrentar.


Durante los siguientes días, Beki y yo vagamos por la gigantesca fortaleza explorando sus alrededores. Mis lugares favoritos eran los puntos de observación. Mirar hacia la oscuridad del espacio sin nada mas que una lamina de Plexiglas entre nosotros y la muerte era un sentimiento tétrico, uno que tomo algo de tiempo acostumbrarse. Al principio me paraba a cierta distancia del vidrio, con una mano agarrando una silla, mi estomago revolviéndose ante la posibilidad de ser succionado al espacio me aterraba.

Beki, por el otro lado, era totalmente atrevida. Estaba claro que prefería pararse junto a la ventana, pero permanecía junto a mi lado, pacientemente esperándome a que me armara de valor para que me acercara al vidrio. En poco tiempo me fue posible acercarme a la ventana de observación son miedo y observar las operaciones de vuelo sin nigun estorbo. Durante los callados momentos cuando las operaciones de vuelo eran lentas, podíamos simplemente maravillarnos de la enormidad del universo.

Aprendí muchas cosas durante esos días en el punto de observación. Las estrellas eran mil veces más brillantes de lo que eran en la noche más oscura en la Tierra, y Rebeca se tomo el tiempo de señalarme todas las diferentes estrellas y constelaciones del cielo. Ella era verdaderamente increíble.

Ver esos pequeños puntos de luz me dieron una gran perspectiva del mismo universo, y por primera vez en mi vida me di cuenta de que no era una parte tan insignificante como alguna vez había pensado. Era un sobrio descubrimiento y me encontré que estaba empezando a madurar.

Observar las operaciones de vuelo ara algo fascinante. La cubierta de despegue del portaaviones "Prometeos" era un increíble ballet. Había leído acerca de esto en los libros, pero nunca antes había tenido oportunidad de verlo. Mientras un par de Veritechs habían despegado Beki me dio una rápida lección de física.

"Sabes, es realmente increíble lo que hacen esos pilotos. Ellos despegan hacia la nada, y si algo sale mal, ellos vagaran por el espacio para jamas oír de ellos otra vez," me hizo notar, sobriamente. "Admiro su coraje."

"También yo, Pero eres tú la que tiene el verdadero coraje," dije, frotando su espalda suavemente mientras ella miraba hacia el espacio. "Tú has recorrido un largo camino, cariño. Uno muy largo, de hecho."

Sonrió a mi comentario en su manera cautivante, entonces se puso a discutir todo lo que ella sabia a cerca del universo. Demostró saber lo suficiente como para llenar mil libros, y aun, este increíble tesoro de sabiduría no ensombrecía su maravillosa inocencia. Ella era insaciablemente curiosa, preguntándome que le dijera todo lo que sabia acerca de volar aviones. Uno de sus sueños era convertirse en piloto algún día, y prometí que si regresábamos a la Tierra la enseñaría a volar.

Mientras los días pasaban, me di cuenta de un cambio en mi --me había enamorado de Rebeca Casey. Mientras evaluaba la realidad, descubrí que siempre la amaba, y que cada día que pasaba mi amor hacia ella simplemente crecía. Nunca antes había encontrado una mujer con ganas de reír, tan fuerte de espíritu, deseando que sea protegida. Su coraje, cariño e inteligencia eran sin igual --su sola presencia era una fuente constante de comodidad-- y me encontré jurando nunca dejarla.

Desde el día que la conocí, ella siembre había sido una chica afectuosa, y lo tomo como una señal de interés. Mientras tomaba su mano en el punto de observación, me di cuenta de que tenia que aprovechar la oportunidad. Con rasposas palabras, exprese mis sentimientos hacia esta chica increíble. Se sentó ahí silenciosamente, sin la más ligera expresión en su cara, sentí que había cometido un error. "Lo siento Rebeca, no quería que--"

Me coloco un dedo sobre mi boca, y suavemente me ordeno que guardara silencio. Entonces se acerco y me beso ligeramente en los labios. Mientras la sostenía firmemente, me murmuro a mi oído, "Estaba preguntándome cuando llegarías a este punto."

Sonreí incontrolablemente, una onda de euforia me lleno mientras la abrazaba. No podía dejar de sonreír ante el pensamiento de estar con ella. Debe ser un sueño, pense, mientras nos dirigíamos a su casa. Las cosas no podían haber pasado mejor. Repentinamente, y por ninguna razón aparente, se retiro de mí.

"¿Que paso?" Pregunte, preocupado.

"Tengo algo en mi zapato, bobo."

Reí. "Creí que habías cambiado de opinión."

"Bobo, Yo nunca haría eso," agrego antes de acercarse a mí y abrazarme fuertemente alrededor del cuello.

"Vamos. Tenemos que llegar a tu casa."

Puse mi brazo alrededor de ella y nos dirigimos hacia su casa. Mientras caminaba por la ventana mirador vi un par de Cazas Veritech despegar de la cubierta del Prometeos. Mis pensamientos brincaron por un instante ante la imagen del Tte. Brubaker. Tenia que encontrarlo y agradecerle lo mas pronto posible.

"Mañana," Dije en voz alta.

"¿Qué?" me dijo.

"¿Eh" dandome cuenta de mi turbación, "Oh, algo que tengo que hacer," dije, mientras caminábamos por la acera hacia las tiendas cerradas de Ciudad Macross.


Desperté esa mañana y me puse mi mejor juego de ropa. Nervioso y ansioso ante el prospecto de encontrarme con el hombre que tan valientemente salvo mi vida, empece cantando en voz alta. No sabia que decirle aparte de "gracias" pero esperaba que fuera suficiente para iniciar las cosas --iniciar un dialogo con un extraño no era una tarea fácil. Mientras buscaba mi cartera --la que siembre perdía-- me sorprendí ante el sonido del timbre de la puerta. Brinque, la adrenalina recorría mis venas y corrí hacia la puerta para ver quien era. Mientras observe por el mirador mi una cara elegante y con el cabello corto.

Abrí la puerta y salude al piloto que estaba parado delante de mí. "Buenos días, señor. ¿Le puedo ayudar en algo?"

"Si usted puede. Soy Bill Brubaker. Usted debe ser Jeff," me dijo extendiéndome su mano.

"Si, señor, yo soy. Yo-yo... estaba a punto de..." alcance a decir.

"¿Puedo pasar?" me pregunto el piloto.

"Por su puesto, por favor," le dije, permitiéndole el paso. "¿Puedo ofrecerle algo de beber, señor?"

"No gracias," dijo.

"Teniente, deseo agradecerle por salvar mi vida," comente. "Y la de Beki también, señor. Realmente estoy agradecido."

"Levanto su mano hacia mí y me hizo que me detuviera. "Olvídalo, chico. No fue nada. Si estuviera cuatro segundos antes, ustedes no hubieran sufrido todo eso."

"Oh, olvide eso, señor. Si usted no se hubiera presentado seguramente estaríamos muertos," insistí.

"Bien, es agradable que ustedes hayan librado este evento," dijo.

"Si señor. No fue un ligero problema. De hecho hago ruidos cuando camino," dije sonriendo, "Y Beki rechina a cada paso."

Lo dos nos reímos.

"Ahora pasemos a un asunto serio, Jeff. Entiendo que quieres ser un piloto de combate, ¿Es cierto?," me pregunto.

"Mas que nada en el mundo, señor. ¡Mas que nada!" grite, levantándome de mi silla.

"Bueno, aquí esta la pista chico. Tu padre me comentó que tu me debes una deuda de alguna clase u otra," dijo. Lo que era totalmente cierto. Me sentía como si nunca pudiera saldar mi deuda con él.

"Así es señor. No se como pagarle a usted," le dije.

"Bueno, conozco una manera, hijo. Y no va a ser fácil, y tal vez sea peligroso, pero conozco una manera," dijo calladamente.

Mi estomago se ajusto anticipadamente.

"Únete a la RDF, hijo. Necesitamos toda la ayuda que sea posible, y tú eres el tipo de persona que necesitamos. Fuerte, ansioso, dedicado. He revisado tu historial, chico, y es muy bueno. ¿Así, que dices? ¿Me podrás ayudar?" me preguntó.

"Bien señor, me gustaría pero..." mi voz se corto.

"Bien, ¿qué?

"Señor, con mi vista nunca me dejaran volar. Si no puedo ser un piloto..."

"Olvida eso. Necesitamos pilotos. Pilotos inteligentes. Pilotos atléticos. Pilotos ansiosos. Para ser sincero, no tenemos el tiempo o los recursos para continuar con esas ñoñerias. Si puedes ver con lentes eso es todo lo que necesitamos," dijo, su voz aumentando de volumen.

"Quiere decir, que yo puedo..."

"¡¡Si!! ¡Tu puedes! Jeff, esta es tu oportunidad de realizar tu sueño."

"¡¡Yahoo!!" grite, lanzándome sobre la mesita del café. Abrace al Teniente con toda mi libertad "Dios, si. Gracias señor, Gracias, Gracias, Gracias"

Él rió. "No hay problema chico."

"Entonces, ¿Donde firmo?" le pregunte, dando un paso hacia atrás.

"Enviare a alguien que hable contigo mañana, ¿Qué te parece?"

"Perfecto, señor. Oh vamos. Gracias" dije, estrechando la mano de Burbaker.

"Ya sabes chico," dijo, mirando hacia su reloj. "Bien, es hora de retirarme, Estaré en contacto."

Y con eso se retiro. El sueño de mi vida llegó a su cima más alta. Alcance el teléfono y le llame a Beki --tenia que compartir las buenas noticias con ella.

Esa noche no pude dormir bien.


La siguiente mañana me visito un hombre de la oficina de reclutamiento de la RDF.

"Hola. Jeff Framton, ¿Correcto?" me pregunto de facto.

"Si señor, yo soy."

"Soy el Sargento Hughes. El Tte. Brubaker me dijo que lo encontraría aquí. Si no le molesta acompáñeme por unas cuantas horas, los registraremos y estará en camino.

Me señalo el asiento del pasajero de un jeep verde oscuro, señales de la RDF rotuladas en cada lado. Mientras recorríamos por el pueblo, un sentimiento de temor empezó a formarse. No mas estaría bendecido con el lujo de no tener responsabilidades. Ahora estaría forzado a convertirme en un hombre --un prospecto que miraba con trepidación.

Alcanzamos la puerta principal que dividía las porciones civiles y militares del SDF-1. Battloids y Destroids gigantes (la maquinaria terrestre de la RDF) vigilaban el perímetro cercado. Un policía militar nos revisó mientras el Sargento mostraba su tarjeta de identificación, y nos dirigimos hacia un camino de tres carriles. Mientras pasábamos por varios edificios, vi batallones de hombres --la mayoría jóvenes como yo-- marchando y practicando por todos lados. Me llegó un sentimiento de remordimiento. ¿Había tomado la opción correcta? ¿Realmente deseaba convertirme en un piloto caza, después de todo? El pensamiento de correr a través de la presión de un instructor de campos sobre-experimentado no parecía llevarse bien conmigo. Aun así, suprimí mi deseo de gritar y mordí mi labio inferior. "Tu puedes hacerlo," pense. "Tu puedes hacerlo."

Nos acercamos a un pequeño edificio, de paredes blancas y techo rojo. UN letrero rojo anunciaba con letras amarillas "Oficina de Reclutamiento" Seguí al Sargento hasta una pequeña sala de espera con sillas rojas, un piso de mosaicos blancos y negros, paredes blancas y fotografías de cazas Veritech colgando por todos lados. Las cosas no parecían haber cambiado de este lado de la cerca.

"Jeff Framton va a ver al doc," Hughes le dijo al hombre detrás del cristal.

"Muy Bien, no haremos cargo de él," respondió el oficial.

"Nos vemos por aquí, Framton," me dijo Hughes mientras salía por la puerta.

Me senté estupefacto. "¿Eso es todo?" me pregunte. "Vaya. Es demasiado para un servicio amigable," murmure.

Me senté ahí por algo que fue horas, empece a contar los mosaicos cuadrados en el piso. Sentí como si fuera un ignominioso inicio para la carrera de un piloto de combate. "Parece que cuesta trabajo obtener un verdadero trabajo," murmure.

"¿Qué fue eso?" dijo una feliz voz al otro lado de la esquina.

"¿Señor?" aventure.

"¿Cuesta trabajo obtener un verdadero trabajo, huh? Permíteme decirte esto, chico, ser un piloto de combate es el único trabajo por aquí. Soy el Jefe Meeks. Llámame Doc. Estoy aquí para revisarte, hijo," dijo el hombre querúbico y de cara redonda, un ojo miraba extrañamente hacia otra dirección. "Acompáñame, por favor."

Lo seguí silenciosamente.

Súbete a la tabla por aquí," me dijo, señalándome hacia la tabla de revisión en el centro de la habitación. "Así que quieres ser un piloto de combate, ¿Eh?" preguntó.

"Si señor. Mas que nada en el mundo, señor."

"Si. Ya había oído de ti del Tte. Brubaker. Él a jalado muchte aquí. Tiene un boleto directo para ti --si pasas todas tus pruebas y demás," dijo el doc, apuntando su dedo gordo hacia mi cara.

"Bueno, señor, espero que lo logre," alcance a decir.

"Tú lo lograras hijo. Solo mantén tu boca callada y tus oídos abiertos y estarás bien. No te ofrezcas de voluntario para nada. Espero que disfrutes correr, hijo. Ya que harás mucho de eso. Inhala," dijo colocando su estetoscopio en mi pecho.

"Cielos, doc, ¿Realmente colocan estas cosas dentro de un refrigerador antes de usarlos?" comenté, con un escalofrío recorriendo mi cuerpo.

"Claro que si. Es una excelente manera de probar tus reflejos. Suéltala," dijo no galantemente. Esta era parte que mas temía. "Tose." Tosí, "Otra vez, pero no sobre mí."

"Lo siento, doc."

"Algún día voy a aprender a decirles que volteen sus cabezas primero," dijo, limpiando su mejilla con una mano.

Después de sobrevivir mas revisiones --y una serie de exámenes cardiovasculares, de reflejos y otras cosas-- me fue posible pasar a la siguiente etapa.

"Buena suerte chico," me dijo el Doc, estrechando mi mano. "Llévales el infierno."

"Lo haré señor. Gracias"

Y con eso fui enviado a mi siguiente etapa.


Después de completar una serie de exámenes analíticos, oculares, de oído y de salud, estaba listo para regresar a mi casa. El Sgt. Hughes me encontró en la Oficina de Reclutamiento y me llevo a la casa.

"Repórtate a tu deber mañana, 0600 horas, en la entrada de la base. Asegúrate de traer tu cepillo de dientes. Asegúrate de despedirte de tus amigos. No vas a ver a nadie durante ocho semanas. Buena Suerte." Con eso, se fue --como muchas otras personas en mi vida. Una cara con un nombre. Una que jamas volvería a ver otra vez.


Capítulo 8 - Forjando Espadas

Pase mi ultima noche como civil con Rebeca, Caminamos brazo con brazo por las calles de Ciudad Macross. Podía decir que caminar todavía le causaban mucho dolor --aunque nunca se quejo-- y decidí encontrar un lugar callado para sentarnos y relajarnos. Revisaba mi reloj una y otra vez mientras caminábamos, contando las horas, minutos y segundos de libertad que me quedaban, Me estomago estaba hecho nudo ante la urgencia de vomitar se atoraba en mi garganta. En corto. Era una ruina nerviosa.

"Cielos, Case," dije, llamándola por mi apodo para ella. "Estoy absolutamente aterrorizado."

"No lo estés, Cariño, este es tu sueño. Todo lo que querías esta a tus pies. Todo lo que tienes que hacer es tomarlo" exclamo. Su confianza en mi era mucho mayor que la que tenia para mí. Claramente ella veía algo en mi que yo no podía.

"Tengo miedo de que no lo logre," me lamenté. "Rayos, todavía soy muy joven."

"Tú eres mucho mas que eso, Jeff. Tu ya sabes volar por el amor de Dios. Eso es mas de lo que el noventa por ciento de los otros pueden decir. Además, los aviones son tu vida. ¡Tu puedes manejar todo! Todo lo que tienes que hacer es querer hacerlo," dijo.

"Solo he sido piloto desde mayo, cariño. Rayos, apenas tendré cincuenta horas, y ninguna fue en aviones complejos."

"¡Pero eso es mas que nadie! Si ellos pueden enseñar a un chico de la calle como volar, entonces es seguro que ellos te pueden enseñar a ti. Tu estas mas adelantado en el juego, Jake," dijo, alcanzando mi mano, "Tengo fe en ti. Sé que lo lograras."

La mirada en sus ojos me inspiraron. "Gracias cariño," aspire, "Oh rayos," exhale, mirando mi reloj.

"¿Qué?" me pregunto, sus ojos entrecerrados.

"Se hace tarde. Voy a tener que llegar a mi casa y reunir mis cosas."

"Oh, Jake," dijo, arrimándose mas a mí. "Desearía que pudiéramos detener el tiempo."

"Si, yo también," dije, levantándome de la banca. "Yo también."

Caminamos por el parque y nos dirigimos por la calle principal de Ciudad Macross. Camine lentamente para aligerar el dolor que todavía surgía de las heridas de Beki. Mientras llegamos a su casa me encontré con dificultad para caminar, mientras que el peso que había colocado sobre mis hombros se había convertido en mas de lo que pudiera soportar. De tanta gente --especialmente el Tte. Burbaker-- habían mostrado sus cuellos por mí. No podía defraudarlos.

"Me imagino que te veré hasta dentro de ocho semanas, Case," dije, parado junto a ella en la acera.

"Me acercare a la cerca para verte todos los días," ella dijo.

"No te molestes si no puedo saludarte," dije, forzando una sonrisa.

"No lo haré, bobo," me dijo, golpeándome en las costillas.

"Creo que este es el adiós, por ahora."

"Adiós por ahora," ella dijo.

Nos besamos bajo la luz de luna artificial por lo que fueron minutos, aun así parecían segundos, solamente. Estaba cubierto de miedo y de soledad pendiente, y cuando nuestros labios se separaron, la sostuve con los brazos estirados. "case, tengo que decirte algo..."

Ella me miró a mí, con una expresión consternada en su cara.

Mi voz tembló incontrolablemente mientras decía las palabras. "Te amo, Rebeca Jane Casey."

Sus ojos se abrieron, y una sonrisa se formo en sus labios delgados. "Yo te amo a ti, también, Jake" me dijo, y me beso y abrazo fuertemente.

Nos mantuvimos así por un largo tiempo, no queriendo dejar partir el uno al otro. Finalmente con un suspiro final, me separe lentamente. Y ella se dirigió para entra a su casa, tome su mano en desesperación.

"Permanece conmigo Beki. Por favor."

"¡Jake! No podemos hacer eso. Mis padres..." dijo señalando con su cabeza la habitación de sus padres.

"Olvídate de tus padres. Están durmiendo. Ellos nunca se darán cuenta. Además, somos adultos," dije con una convicción recién encontrada. Entonces, casi rogándole, "Y por lo que realmente vale... No deseo estar solo. Por favor, no quiero dejarte."

Sus ojos miraron hasta la profundidad de mi alma. Ella entró nerviosamente en su casa, y entonces, sin decir ninguna palabra, tomo mi mano y me llevo a su habitación. Cerro la puerta calladamente y la acerque a mí, besándola suavemente. Un escalofrío recorrió mi espina mientras nos desvestíamos el uno al otro. En esa callada noche de septiembre, rodeado por los horrores de la guerra, aprendimos lo que significa dar y recibir uno de los regalos más preciosos de la vida, mientras el SDF-1 transitaba incansablemente por el cosmos.


Esa mañana llegue a la puerta principal y me reporte con el oficial a cargo.

"Por aquí," dijo, gruñendo, señalando en dirección de un grupo de personas paradas en la cerca de la base.

"Gracias, señor," conteste, dirigiéndome en dirección al grupo de adolescentes. Observe sobre la cerca y me pare ahí. Una conversación nerviosa estaba en progreso mucho antes de que yo llegara.

"Oí que son realmente duros con los nuevos reclutas," sonó la voz de un joven de cabello azul.

"Si, yo oí que realmente le dan una paliza al que remotamente arruina cualquier cosa," dijo otra voz.

"¡Ja! Bueno, yo no estoy muy preocupado por eso, Los instructores pasan por mí como agua por la espalda de un pato" exclamo un adolescente robusto, de cabello castaño.

La conversación continuó hasta que, sin ningún aviso, llegó una estruendosa voz.

"¡Muy bien revoltosos! ¡Muévanse! ¡Por aquí, YA! ¡Quiero tres líneas de aquí hasta allá!" ladro el sargento furiosamu izquierda hasta su derecha. "Muévanse, muévanse, ¡muévanse flojos! ¡No pierdan el tiempo! ¡No tengo todo el maldito día! ¡Muévanse! ¡Muévanse! ¡Muévanse! ¡Muévanse! ¡Muévanse!

Todos nos movimos rápidamente (o eso creíamos).

"¡¡Paso redoblado... paso!!" exclamó. Con mirada tonta nos miramos el uno al otro preguntándonos que teníamos que hacer... Él exploto.

"¡¿Cuál es su maldito problema gente?! ¡No tengo todo el día! ¿No saben lo que 'paso redoblado' significa?" Nos grito. "¡Por Júpiter! ¡No puedo creerlo! ¡Creo que me va a dar un ataque al corazón!" rugió golpeándose el pecho. "Voy a sentarme. ¡Creo que ustedes son endemoniadamente estúpidos como para ser pilotos de combate mas con los cerebros que aparentan no tener! ¡Sus mamás no van a estar aquí para cuidarlos pedazos inútiles de mierda y explicarles que significa todo! --¡¡Así que averígüenlo por ustedes mismos!!

Temblé. Recordé el consejo de Doc de no ofrecerme voluntario para nada, pero como parecía que era el único que sabia que estaba pasando, decidí que era mejor hablar, lo menos era que me pararan enfrente de la puerta principal todo el largo día. "Muy bien gente, háganlo así," empece.

"Bueno ¡¿Qué tenemos aquí?!" atormentó el Instructor. "¿Cuál es tu nombre, cariño?"

"Framton, Sargento." Replique, friamente.

"¡¿Sargento? ¿Sargento?! ¿parece que soy un maldito sargento para ti, chico?" me rugió. "¡¡Cuente las barras, señor!! ¡¡Veo cinco!! ¡¡Eso me hace un 'Sargento de Armas'!! ¡¡No había sido llamado sargento desde la ultima vez que uno de ustedes, idiotas, me llamo así y tumbe todos sus dientes!!"

Temblé un poco mas.

"¿Cuál es tu problema, bebe? ¿Vas a empezar a llorar ante mí? No llores chico. Regresa ahí y termina tu lección, cariño. Acabas de ser nombrado guía del batallón. ¡¡Muévete!!

Volví al frente del grupo y les explique los que 'paso redoblado' significaba y como ejecutarlo, y antes de que me diera cuenta estabamos corriendo --bolsas en la mano-- al centro de proceso. Ahí fuimos medidos para los uniformes y nos asignaron nuestras barracas. Fui asignado a la Compañía Delta, Primer Batallón. Marchamos hacia nuestras barracas y nos entregaron nuestros cuartos. No como pensaba como era la disposición de nuestras barracas --una área que se alargaba a lo largo de la barraca con camas (catres) a ambos lados-- fuimos asignados dos a cada habitación, y cada cuarto unido por un pequeño baño. Era habitable a primera vista --aunque no tenía mucho tiempo para pensar en ello.

"Escuadrón Gusano, ATENCION," llego la orden con acento grueso.

Los ocho miembros de la Compañía D, 3er Escuadrón inmediatamente golpeo las paredes en cada lado de nuestras respectivas puertas, haciendo lo mejor para mantener un semblante de la posición de atención.

"Soy su líder de escuadrón, Sargento Moreno. Pueden dirigirse a mí como 'Sargento Moreno' o 'Señor Moreno'. Respuestas a mis preguntas serán 'Si, señor' y 'No señor'. Cualquier otra respuesta que las listadas previamente resultaran en su directa ejecución. ¿Esta claro?" Pregunto.

"¡Si, señor!" rugimos.

"Muy bien. Primera cosa que tienen que recordar, Gusanos: cuando cualquier personal militar mayor se encuentre en una habitación deben pedir permiso antes de entrar. ¿Entendieron?

"¡Si, señor!"

"¡¡¿Qué?!!"

"¡¡SI, SEÑOR!!"

"Excelente. Tomen sus porquerías y estén listos. ¡Muévanse!"

Corrimos hacia nuestros cuartos y tomamos nuestro equipaje. La confusión era sobrehumana mientras nos dirigíamos hacia el pasillo hasta llegar a una escalera. Un sonido alto de gritos y ladridos me consumieron. Estaba mas allá que desorientado.

"¡Aquí! Tomen esto," ordeno el Sgt. Moreno. "Esta es 'La Guía'. Aquí les dice todo lo que deben saber acerca de ser un miembro de al RDF. Léanla, memorícenla, conózcanla. ¡Conozcan cada pedazo de ella! ¡Llévenla a donde vayan y no la olviden por ninguna razón! ¡¡¡Lean 'La Guía'!!!"

La abrí y empece a leerla.

"¡¡A ver señorita!! ¡¡Este no es un grupo de bordado!! ¡¡Léela así!!" rugió, manteniendo su mano tres pulgadas enfrente de su cara mientras se paraba derecho. Lo hice como me dijo y el se recorrió a la siguiente víctima.

Uno por uno fuimos ordenados en lo que se refería el "Salón de la Botana". Me preguntaba que quería decir eso. Probablemente un lugar donde nosotros los cadetes éramos masticados por personal militar mayor.

Mi turno llegó. "¡¡Siguiente!!" requirió una voz. Entre en la habitación.

"¡Pequeño pedazo de basura! ¿No pediste permiso de entrar? ¿Huh? ¡¡Al suelo gusano!! ¡¡Quiero cincuenta lagartijas, ahora!!" ordenó la voz.

Estaba en el infierno. En mi vida quizás había reunido el gran total de doce lagartijas --y siendo generoso-- y aquí tenia a este gordo gorila ordenándome a hacer cincuenta. Tenia el sentimiento de que había hecho mas antes de que mi pesadilla se terminara.

Termine mis 50 lagartijas y permanecí en el suelo.

"¿No vas a pedir permiso para levantarte'" llego el requerimiento.

"¡¡Permiso para levantarme, señor!!" rugí.

"Levántate gusano, Ven para acá."

Me moví rápidamente a la orilla de la mesa donde un joven Sargento se sentaba. Mis bolsas me fueron retiradas y su contenido fue inventariado. Todo, excepto mi ropa interior, zapatos, calcetines, libros y juego de afeitar fue regresado a mi bolsa y colocado en una pila con otras bolsas, mochilas, etc.

"Obtendrás tus cosas cuando tu entrenamiento haya terminado," dijo el Sargento. "¡Siguiente!" grito, señalándome la puerta que me llevaría al pasillo. Ahí, me reuní con el resto de mis compañeros y otra vez empece a memorizar La Guía. Iban a ser unos meses interesantes, de eso estaba seguro. Extrañamente, me olvide por completo que había una gigantesca guerra alrededor de mí. Pero entonces, creo que esa era la idea, aunque no lo sabia en ese momento...


Esa noche nos formamos afuera de nuestras barracas. Estabamos a punto de conocer nuestro sargento de batallón. La manera como trabajaba la RDF no era la misma que en los servicios armados tradicionales. Cada compañía era dirigi da por un instructor de practicas (IP). A sus ordenes estaban los miembros de los Cuerpos de Entrenamiento (CE) quienes vivían en nuestras barracas y estaban a cargo de nuestro entrenamiento. Los Cuerpo de Entrenamiento estaban formados en su mayoría por oficiales de la RDF y ONC (Oficiales No Comisionados) que habían sido heridos y no estaban en forma para deberes de combate... Si un miembro de la CE estaba simplemente esperando el regreso a sus deberes entonces su asignación era temporal. Para otros, sin embargo, heridas de una naturaleza mayor significaba que su posición en el CE era permanente, y la amargura que esto les causaba era ventilada hacia los nuevos cadetes.

Mientras escuchábamos parados a nuestro Instructor de Practicas (IP) empece a pensar en la casa --y una manera de llegar ahí. El sermón del IP lo olvide. La única línea que recuerdo fue la ultima: "Higiene es próxima a Dios y estamos muy seguros de que no queremos ateos aquí."

Mientras marchábamos de salida, vi algo por la esquina de mi ojo. Un hombre de cabello castaño, no mayor de los veinte, se detuvo cerca de nuestro batallón. Mientras se volteaba para vernos note la razón de su melancolía --una férula cubría completamente su pierna de bajo de la rodilla. (Después descubrí que el controlador de la pista del Prometeus fue herido mientras sacaba a un piloto de su Veritech destrozado durante un ataque alienígena. Aparentemente conservar su pierna pareció ser un milagro, no mencionado que había sobrevivido. Su valor fue en vano, ya que el piloto habia fallecido cuando se estrello)

"Mi nombre... es Sargento Hines. Son de mi propiedad ahora. Durante los siguientes 60 días voy a convertir sus vidas en el mismo Infierno. Ustedes van a tener mas miedo de mí que de la muerte. Sugiero, que si alguno de ustedes tiene un problema con esto... ¡¡Me vale un soberano cacahuate!! ¡¡Cualquiera que me de algún problema tendrá esta férula enterrada por detrás!! ¿Entendieron?" rugió.

"¡¡Si, señor!!"

"Bien. Hoy vamos a aprender a marchar. Así que hagan lo mejor en poner atención. Me vuelvo muy impaciente repitiendo lo mismo."

Durante cinco horas sufrimos durante el ejercicio sin ningún descanso, y esa noche, me dolían los pies ampollados, me sentía adormecido antes de tocar la almohada. Las palabras de Brubaker bailaban en mi cabeza esa noche. "No va a ser fácil..." Que ciertas eran.


La siguiente semana estuvo formada de darnos sermones en procedimientos militares apropiados, específicamente ordenes de practicar. Marchábamos a todos lados --a comer, por nuestro equipo, cortes de cabello, etc., etc., etc. --y a esos lugares a donde no marchábamos, corríamos.

Como el miembro mas alto de mi escuadrón, marchaba directamente detrás del Sgt. Moreno. Como Joe Burkett, Moreno fue alguna vez un boxeador de Guante Dorado. Él era terriblemente feroz, y era obvio que la guerra que teníamos enfrente era una inconveniencia para él, ya que había interrumpido su carrera de boxeador.

Esto era evidente en la manera como trataba a uno de nuestros miembros, Abel Honigsblum. Abel era, bueno, obeso. Y no lo ayudaba el que fuera tan inteligente como una caja de martillos. No era realmente su culpa, pero su "condición" inmediatamente atrajo la atención del Sgt. Moreno. Una tarde estabamos marcando nuestro equipo con el juego de estampado, de manera que nuestro equipo estuviera identificado. Moreno llamo a nuestro escuadrón a formación. Y en segundos estabamos alienados en atención, y como siempre, Abel era el ultimo en salir. Moreno estaba furioso.

"¡¡Honigsblum!! ¡¿Por qué siempre llega tarde?!"

"Eh... eh... señor..." Tartamudeó Abel.

"¡Eres un mendigo panzón Honigsblum!" explotó Moreno. Entonces desapareció un momento y reapareció con el juego de marcar de Abel.

"Tu, mendigo panzón," le dijo. "¡Miren a esto todos!" ordenó Moreno.

Miramos y observamos como moreno tomo la insignia de Honigsblum en una mano y estampo "MENDIGO PANZON" en él con el marcador de estampas.

"A partir de ahora, tú eres 'Mendigo Panzón' Honigsblum. Si alguien te llama 'Mendigo Panzón' ¡Tu contestaras!" le grito en su grueso acento Mexicano, antes de proceder a estampar su frente, camiseta y el resto de su ropa. Entonces, tomando ala insignia de Honigsblum con una mano y retorciéndola a la mitad, ocultando la estampa. "¿Cuál es tu nombre Honigsblum?" le rugió. "Eh... eh... Soy 'Maldito Panzón'" volvió a rugir imitando a Honigsblum perfectamente. Mientras moreno soltó su mano, la insignia de Honigsblum se abrió y mostró su nuevo sobrenombre a todos. El pobre chico se veía tan patético que era difícil reír de el, pero también se veía tan ridículo que era difícil no hacerlo.

A partir de ese momento hice lo mejor para evitar a Moreno.


Durante el entrenamiento físico de la mañana, Moreno frecuentemente actuaba como guía del batallón. Esto significaba que tenia que marchar como líder de escuadrón del tercer escuadrón, inmediatamente detrás de Moreno. Durante la carrera, Moreno marcaba el paso como guía y era mi trabajo mantenerlo con él, después de todo los demás lideres de escuadrón se alineaban en base a mí. Era miserable y mi pecho me lastimaba constantemente. Pense que seguramente tendría un ataque cardiaco, Moreno corría tan rápido. El estaba haciéndolo para quebrarme y me tomaba cada gramo de fuerza para mantenerme de pie en cada vuelta de la base. Un día, mientras corría por la cerca divisora, estaba en el limite del colapso. No podía sentir nada mas que mi corazón a toda maquina y mis pulmones adoloridos. Cuando empece a caer me robe una mirada a mi perímetro y vi a mi devota Rebeca parada ahí, observando, con las manos agarrada a los hilos de la reja. El saber que ella estaba ahí con su mirada fija en mi me reanimaron. Ignore el dolor en mi pecho y seguí adelante.

Tres milla. Cuatro millas. Cinco millas. Y seguíamos corriendo. Cada semana la distancia crecía, y cada semana Moreno corría más rápido. Lagartijas, Abdominales. Memoriza La Guía... ¡¡¡¿Cuál es su problema señor?!!! Artes marciales... ¡¡Derecha, Izquierda!! Clavados, acrobacia, gimnasia... limpiar las barracas... ¡Firmes para inspección! ¿Qué es lo que estas mirando? Nada, señor. ¿Me estas llamando nada, gusano resbaloso? ¡Al suelo y dame cincuenta! Hora de boxeo con el Sgt. Hines... Nariz sangrante...

Parecía todo borroso. Cada momento estaba ocupado. Muchas veces durante esas primeras semanas me forzaba por dormir. Muchas veces durante nuestro entrenamiento, mi compañero de cuarto, un Tejano alto y musculoso llamado Waylan Green, tomaría la culpa de mis errores, diciendo que el hizo un mal trabajo de barrer en lugar de mí. Un guapo joven con características propias de una estatua Griega, sus pequeños sacrificios durante esas ocho semanas de infierno fueron suficientes para permitir a mi cuerpo torturado recuperarse mientras se ponía a tono nuestra relación y su vida.

Beki hizo su parte también. Nos escribíamos todos los días, y mantenía una fotografía de Rebeca en la pared de mi casillero, escondida entre capas de camisetas. Sus cartas durante este tiempo fueron una fuente constante de coraje. Las leía una y otra vez. Ella expresaba su amor y confianza en mi y me forzaba a seguir intentándolo aun cuando sentía que no podía continuar más.

La fe que Waylan y Rebeca habían puesto en mi no fue desperdiciada, ni tampoco, fue cuando note un cambio en mi. Encontré que mi pecho me lastimaba cada vez menos y menos. Mis reacciones a las ordenes se volvieron automáticas.

No tenía que pensar cuando Hine gritaba "¡Derecha...!" Estaba siendo formado como el acero fino y empece a tener la confianza que se obtiene cuando se cumple exitosamente un reto.

Los días empezaron a volar rápidamente, y antes de que me diera cuenta, la pesadilla había terminado.

"¡Felicidades hombres! ¡Lo Lograron!"

Estabamos en la escuela del aire.



por Jason W. Smith
Julio 1995

traducción Gerardo Campos De León
Julio 1998

Copyright © 1995-98 by Jason W. Smith

(Nota del autor: Este es un trabajo de ficción. Cualquier similaridad a eventos, personas, etc. actuales es pura coincidencia --aun si fue intencional)

Basado en los personajes y situaciones de
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Última Fecha de Revisión: 21 de Agosto de 1998