Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

Parte X: Vectores

Capítulo 53 - Levantando Fuegos en la Jungla

Durante el tiempo que Pluto se deslizaba rápidamente hacia su punto de encuentro, mentalmente agrupe a los pilotos a bordo de la nave en dos categorías básicas. El primer grupo eran aquellos que no tenían experiencia de combate. A pesar de los esfuerzos para evitarlo, los pilotos veteranos se referían a ellos con una arrogancia suave, pero directa, llamándolos "Vírgenes de Combate" o "Víctor Charlie" conocidos como "VCs". Su comportamiento era familiar. Por fuera, arrogante, listos para entrar en lo más grueso del combate tan rápido como sea posible y deseando más que nada probar que tenían lo necesario para la batalla. Para muchos, era un genuino entusiasmo, muy común entre aquellos que no sabían bien -para esas almas despreocupadas, la guerra parecía una empresa gloriosa y glamorosa. Para el resto, solo era una mascara -un intento para esconder los temores que tenían. Se podía escuchar -la diferencia entre los dos- en sus voces como iban parloteando nerviosamente en las barracas, volando como luciérnagas al rededor de una luz nocturna. Tendía a dar cosquilleo en los nervios, como uñas raspando un pizarrón.

El segundo grupo estaba formado por los "viejos" aquellos que habían ya probado el combate de primera mano y vivían para contarlo. Nuestro comportamiento era decididamente mas serio. Reservados, contemplativos, deliberados. Aparte de nuestro complejo de superioridad, nos referíamos a nuestros compañeros sin experiencia con empatía -ya que también nosotros pasamos por sus pasos- hablamos en tonos tranquilos y manejábamos los hechos. A pesar del ocasional comentario irónico, nuestras mentes estaban enfocadas en la tarea a cargo. Muchos de nosotros habíamos visto buena parte de pilotos de ambos grupos, fallar en regresar de una salida de combate, y esto nos daba una perspectiva que nuestros amigos VC todavía no tenían.

Pase muchas horas en mi habitación, escribiendo cartas a mi familia y amigos, observando fotografías y ensayando en mi mente los procedimientos y tácticas para ser usadas en la próxima misión. Volar era, debido a la incesante repetición y practica, una segunda naturaleza, pero ajustándose a si misma en el rompecabezas que formaba una fuerza de combate madura. Tome una cuidadosa deliberación y planeación, a pesar del nivel de experiencia de uno, para ser exitoso en tal viaje.

Una gran mayoría de los pilotos de combate son increíblemente supersticiosos. Este es un asunto que era tan viejo como el combate aéreo. Aunque este hábito carece de mucha lógica, su existencia no puede ser negada. Un guerrero aéreo hace mucho esfuerzo para mantener el orden de su rutina antes de la misión. Los calcetines primero antes que el traje de vuelo, el reporte del clima es tomado después de revisar la hoja de vuelo, el bolsillo superior izquierdo siempre se deja desabrochado. Y la lista continúa.

La mañana, después del Año Nuevo de 2013 no era diferente en este aspecto, como había sido miles de veces antes. Salir del catre, hacia los anaqueles, hacia la regadera, hacia el comedor y después hacia el Salón de Preparación para la sesión de ataque. Preocupado, nervioso, excitado -siempre fue así para mí.

Entré al Salón de Preparación antes que mis compañeros de escuadrón. El comandante Rochon estaba ahí, observando las notas de su presentación, mientras hablaba con alguien en el teléfono, proporcionándole la información mas reciente de inteligencia y de clima. Pasé cerca, sin causar que notara mi presencia. Roach estaba muy ocupado para verme. Solamente cuando él colgo se dio cuenta de mi presencia.

"Jake", indicó.

"Capitán"

Miró a su reloj y me dijo, "¿Tienes un minuto?"

"Claro" contesté.

"Bien." El alto y delgado Teniente Comandante se dirigió -de hecho, se deslizó- hacia la compuerta del Salón de Preparación y la cerro completamente.

"Oooh, Secretos."

"Si, y hay una razón valida," contesto, note algo de seriedad en su voz.

"Okay, estoy dentro."

"Estamos llevando armas nucleares con nosotros, esta vez."

Aunque intuitivamente no estaba muy impresionado, eran noticias monumentales. "¿Armas nucleares?" exclamé.

"Bombas tácticas de baja radiación. Ninguna otra cosa puede romper esa armadura."

"Rayos, muchísima gente va a estar endiablada por esto," dije refiriéndome a nuestros amigos Sudamericanos.

Roach asintió, seriamente. "No tenemos otra opción. Es esto o dejar que los chicos malos corran como locos por todo el planeta. Los últimos informes nos muestran algo de coordinación sólida entre unidades que creíamos estaban aisladas.

"¿Se están enlazando?"

"Ya están enlazados. Ellos han estado aplastando ciudades y matando gente por todo el lugar. El ataque a Corpus Christi es mas serio de lo que creíamos al principio."

"¿Algún tipo de catalizador?" pregunte, retóricamente.

"Eso y peor." Roach saco un mapa y señalo los puntos más problemáticos. "Nosotros creímos en nuestra prensa -esperamos mucho para actuar- y este último movimiento podría servir para encumbrar a la Gran Flota Zentraedi de polo a polo. América del Sur es un completo baño de sangre en estos momentos, la flote de Breetai sigue hecha pedazos, todas esas economías parchadas están colapsando, ley y orden son cosas del pasado en esta parte del mundo... Las armas nucleares son nuestra única oportunidad de meter al gato dentro de la bolsa."

"¿Alguien sabe mas de esto?"

"Solamente permisos Siete Alfa. Por cierto, esto es estrictamente para los que necesitan saber. A menos de que la persona tenga una razón legítima, no les decimos, indpendientemente de los permisos."

Recorrí el salón con mis ojos. "Las paredes pueden tener oídos."

"Ya están barridas." Dijo, sosteniendo uno de esos elegantes dispositivos husmeadores y distorsionadores que se ven los programas de espías en la televisión.

"Se da cuenta que cuando los locales se den cuenta de esto -y se van a dar cuenta- estaremos llenos de mierda."

"Si."

"Me da lastima por el primer idiota que tenga que salir de emergencia después de que uno de estos juguetes estallen. Aun hay caníbales en esta parte del globo." declaré. "Si la radiación no lo mata, los nativos lo harán.

"Bueno, los 'nativos', como tu los llamas, son muy raros en estos días, así que no hay mucha probabilidad de toparse con ellos. Los 'nativos civilizados' por el otro lado, se suponen que están de nuestro lado. Nosotros estamos cabalgando para su rescate, en primer ligar, y por otro lado, la radiación, se supone que estará altamente contenida."

Reí. "Si, pero hay miles de naves allá afuera y nadie sabe que pasa cuando un reactor de protocultura estalla, en el largo plazo."

"Afuera se va a convertir en un estacionamiento gigante."

"No me gusta para nada esto. Nadie de aquí firmo para hacer estas porquerías," proclame, mi ceja brincando de desagrado.

"¿Tienes una mejor idea?"

"Yo casi preferiría esperar que esos activos orbitales regresaran en linea antes de bombardear atómicamente el planeta. ¿Al menos les podemos decir a los pilotos que vuelan la misión?" pregunté, refiriéndome al uso de armamento nuclear.

"Solo aquellos que cargan armas nucleares -como en tu caso."

Gire mi cabeza. "Grandioso. Como siempre me dejan con el trabajo sucio y la conciencia intranquila."

"Por eso recibes una buena paga."

"Ja, ya quisieras."

Un fuerte golpeteo en la puerta del Salón de Preparación requirió nuestra atención.

"Hora de la junta," indiqué

"Hora de la junta," contestó Roach.

"Justo como un chango montano un balón de fútbol," Comente secamente, mientras tomaba mis cosas y me dirigía al frente del salón.

"Mas bien dos changos," Roach dijo, mientras abría la enorme puerta, a prueba de agua. No podía más que estar de acuerdo.


"Saludos, soy el Teniente 'Grape' Jewycen y esta es la Junta de Operaciones Cíclicas Evento Uno." El joven oficial, en el monitor de la televisión sonreía ligeramente, utilizaba un par de lentes con armadura delgada, mientras sus palabras eran transmitidas a todos los salones de preparación del portaaviones. Desde un salón al final del corredor, los compañeros de escuadrón del Teniente gritaban rítmicamente. "¡Grape! ¡Grape! ¡Grape!" A pesar del apoyo ruidoso, no lo envidiaba para nada. "Estamos esperando granizo y un visibilidad restringida cerca del area objetivo para toas las fuerzas. El Paquete de Ataque Uno debe de realizar mucha precaución a la salida, las montañas al norte, a lo largo de su ruta de salida, estarán ocultas por niebla, nubes y una granizada pesada. El pronostico de los vientos son de tres-dos-cero a las uno-cero."

"Los reportes de inteligencia indican que el Paquete de Objetivo Tres tiene una red anti-aérea muy fuerte. El tiempo de respuesta esperado es rápido." Un mapa detallado del área objetivo en cuestión apareció en la pantalla. Una cantidad de grandes círculos rojos rodeaban la posición de la nave caída Zentraedi. "Como pueden ver desde ese mapa actualizado del área, múltiples sitios tierra-aire han sido reposicionados. La ruta de ingreso para las Comadrejas Salvajes ha sido movida doce grados suroeste. Esta es la mejor ruta al área de ataque, para ustedes, en este momento."

Mi estomago se apretó mientras veía el diagrama. Los círculos rojos estaban tan apretadamente juntos que el término "ruta" parecía una gran exageración. Estaba agradecido que no tenia que volar este ataque en particular.

"Defensas aéreas enemigas se esperan que sean nulas y permaneces dentro de su patrón de ataque. Para el momento en que ellos estén en el aire, ustedes ya tendrán rato de haber volado lejos. Una vez más, sigan el patrón. Todo mundo ha escuchado esto antes, pero merece ser repetido: no intenten regresar al blanco... no estén viendo hacia atrás en el blanco. Golpeen y váyanse. El tiempo de respuesta del enemigo será corto, así que su única oportunidad es golpear el blanco y salir disparados hacia su punto de seguridad."

"También, no olviden de bajar sus visores de brillo. Cuando los reactores estallen, pueden producir un destello intenso."

Buena coartada, pensé, sardonicamente. Echarle la culpa a los reactores y no a las bombas... Que inteligente.

"Fuerzas terrestres amigas estarán cerca en caso de que tengan que salir de emergencia, pero, no hay garantía de ser recogidos. Sean cuidadosos. Estén a tiempo. Las Comadrejas Salvajes son el grupo crítico de esta misión. No hay comadrejas, no hay ataque."

"Tanques estarán en posición para las aeronaves de combustible químico y Valkyries que necesiten masa reactiva."

Un mapa mostrando las pistas de los tanques aparecieron en la pantalla, después el Teniente Newton reapareció.

"La fecha de entrega es 0915 para Paquete Uno, 0920 para Paquete Dos y 0917 para Paquete Tres. Estén a tiempo. El lanzamiento esta programado para las 0810, recuperación aérea a las 1010. Buena suerte, buena caza. Esto concluye la junta de Operaciones Cíclica Evento Uno. Permanezcan par aun mensaje del Capitán."

LA televisión parpadeo por un momento y luego se enfoco en la cara de nuestro Capitán. "Me gustaría tomar un momento para agradecer a todos a bordo de esta nave por el buen trabajo que han hecho en los últimos días. Ustedes se han preparado bien para un trabajo muy difícil. El mundo depende de nosotros como nunca. La Aviación de la Marina es una vez mas la punta de lanza en la batalla por la libertad y hoy se nos presenta a nosotros con una gran oportunidad para seguir construyendo sobre el legado de mas de cien años en nuestros hombros. Le deseo a cada marinero, aviador y soldado a bordo de esta nave, la mejor de las suertes. Buena caza."

El capitán despareció de la pantalla y fue reemplazado por el capellán. Una oración rápida, sin distinción de religión, pidiendo la seguridad de todos fue presentada y después la pantalla se convirtió en blanco. Roach caminó hacia el frente del salón.

"Caballeros, tenemos un camino muy duro frente a nosotros. Una enorme tormenta endiablada ha iniciado y hay gente muriendo por montones. Ustedes van a hacer el trabajo más difícil que jamás se hayan imaginado. Los vamos a empujar al límite. Aquellos de ustedes que están todavía vivos, en un mes desearán estar muertos."

Mi mente recordó el infierno de días de veinticuatro horas durante el viaje del SDF-1 de regreso a la Tierra. Temía tener que volverlo a hacer.

"Hay que estar atentos ahí afuera. Quiero a todo mundo de regreso para comer. Permanezcan en sus patrones de ataque. No intenten hacer dos ataques sobre el blanco, sin importar las circunstancias. No pasen sobre las playas solos. Si pierden a su hombre ala, encuentren a alguien a quien pegarse o regresen a casa. No me gusta dar medallas a idiotas muertos que quisieron ser héroes. Un aviador vivo es mejor que un héroe muerto en cualquier momento." Observo a cada piloto en el salón, varios cambiaron de posición en sus sillas cuando estuvieron bajo su mira. "¿Alguna pregunta?" Silencio. "Muy bien. Buena suerte, Buena caza. ¡Vamos a patear traseros Zentraedi!"

El salón, que estaba repleto de una masa de aviadores, en un instante se convirtió en silecio.

"Bonito discurso," dije.

"Un poco exagerado, ¿no crees?" preguntó.

Encogí los hombros. "Creo que fuiste muy claro."

Roach sonrió. "Es bueno ver que no desperdicie mi aliento." Tomo sus cosas, me dio unas palmadas en el hombro y cruzo la escotilla, hacia la bahía del hangar. "Te veo en la cubierta."

"Si señor."


En la cubierta del hangar, la tripulación estaban moviéndose como luciérnagas, revisando y volviendo a revisar las aeronaves y las naves de apoyo para la misión. Yo había obtenido el 89455 para esta misión y estaba agradecido. "Cuatro Cinco Cinco" era un Valkyrie viejo, pero, fresco de una reciente reparación que incluía motores, cabina y pintura nuevos que resaltaban a la vista. Se decía que podía mejorar el desempeño de los mas recientes Valkyries producidos de la fábrica y esperaba que los rumores fueran ciertos.

Hice mi habitual revisión alrededor de la nave, reprimiendo las mariposas en el estomago todo el camino. A pesar de mi vasta experiencia, no podía hallar la manera de eliminar esa sensación antes de volar. Me sentía como un idiota. Cualquiera que se me acercara podía verlo en mi cara y mis rodillas tambaleantes. Kaufman nunca actuó así. Tampoco Waylan Greem, Jacien Carr... Brubaker, Plog... ¿Por que me seguía pasando? Realmente era un idiota. Admítelo, tonto, la única razón por la que lo haces es por como te ven los demás. Te gusta que te vean como un héroe. No puedes soportar la idea de que la gente te vea como otra cosa, si no, ya hubieras renunciado hace mucho tiempo.

"¡Cállate!"

"¿Qué fue eso, Teniente?" me pregunto mi ajustador.

"¿Eh? Ah, nada. Estaba hablando conmigo mismo," contesté, sintiéndome raro por estar peleándome conmigo mismo.

Admítelo, quieres renunciar, pero no puedes, porque todo mundo te llamaría cobarde. Lo sabes, así que admítelo.

La voz en mi cabeza, tenía razón. No amaba hacer esto como yo pensaba. Seguro, volar era divertido, pero el resto de esto... Era solo un montón de basura y nimiedades. Yo había sido un afortunado desde el primer día. No era tan bueno en mi trabajo, solo había sido afortunado de estar en el lugar correcto en el momento correcto más a menudo que los otros tipos. Yo había evitado milagrosamente estar en una posición donde mi debilidad se apareciera. Lo había falseado hasta que lo lograba y continuaba falseándolo desde entonces. Yo era un fraude y si el día llegaba en que compraba la granja, habría muchos que dirían que ya sabían de antemano.

La voz tronante del jefe del hangar, por el sistema de altavoces, llamó a todos los pilotos a subir a sus aeronaves. Estaba parado junto a la escalera de abordar, frunciendo el ceño con coraje. "No soy un fraude, no soy un fraude," murmuraba, mientras subía a mi caza. Las mariposas se fueron, por ahora.

La nave salió a la superficie del agua y en minutos, los jets eran lanzados hacia el cielo, por las catapultas en la cubierta de vuelo. En poco tiempo, mi caza fue arrastrado hacia el elevador, y amarrado en vertical. Cuando mi Valkyrie estaba estacionado de manera segura en el área de arranque, solté el botón de inicio automático y observe como los sistemas encendían. En pocos momentos estaba listo para salir. Alrededor de mi, los jets eran jalados a su lugar, mientras otros eran lanzados del portaaviones. Mi turno llego rápidamente. El director de vuelo me indicó impacientemente para que jalara hacía adelante, así lo hice. Ahora todos los pensamientos que me distraían se fueron. Mi mente era un haz enfocado, concentrado solamente en la tarea inmediata a la mano. Un saludo rápido, mi cabeza contra el descanso y bang. Hacía el cielo, mi destino todavía sin determinar.


El MFD y HUD centrales, me proporcionaron de cierta información detallada mientras corría a.C. la playa a mas de quinientos nudos. Velocidad, tiempo y distancia al blanco, información de guía, todo lo que yo necesitaba saber. Si estuviera aunque sea un segundo detrás del programa, la información aparecería en rojo brillante, junto con la marca de velocidad que corregiría la diferencia. Como estaba, dejaba que la computadora volara el avión. EL director automático de vuelo era mas preciso de lo que yo estaría en esta etapa del juego y hasta que estuviera dentro de las veinte millas del blanco, lo dejaría estar. Era una sensación extraña, observar a la palanca moverse hacia atrás y adelante, al deseo de una mano invisible. Hubo veces en las que luchaba contra la urgencia de yo mismo jalar la palanca, temiendo estrellarme en una cañada, pero mis temores no tenían mérito -la computadora trabajaba bien.

Mi hombre ala, un delgado francés con una sonrisa rápida, risa estrepitosa y modales de precisión fina, estaba pegado a mi, mientras nos dirigíamos tierra dentro. Aunque apenas tenia diecinueve años, Emmanuel "E6B" Bureau tenía un gran cúmulo de experiencia mucho mayor de aquellos que doblaban su edad. Mientras me encontraba temeroso de estar con alguien sin experiencia de combate, su ausencia de temor y habilidad excepcional rápidamente ganaría mi respeto.

La pantalla de amenazas permanecía en negro mientras nos acercábamos al blanco. A ocho millas, lo encontré muy desconcertante. Revisaba el cielo en todas direcciones, buscando por cazas, pero no veía a nadie. Diablos, todo se convertiría en un infierno pronto, de todos modos. Pero nada pasaba. Cerca y mas cerca, las millas parecían centímetros, nos dirigíamos hacía un avispero de defensas enemigas. Que las pantallas de amenaza siguieran negras le daban a uno la esperanza que sus compañeros aviadores estuvieran haciendo su trabajo. No había tonos, no había silbidos, no anillos amarillos o rojos, no había marcas rastreadores, o la estela de un misil a la vista. Silencio. Bendito silencio. ¿Cuanto tiempo duraría?

Mis rodillas temblaron hacia arriba y hacia abajo cuando la cañada que escondía el objetivo apareció ante nosotros fuera de la niebla. Soltando un poco la palanca, "nos deslizamos por la colina" después clavamos nuestras narices mientras el empuje de dos gravedades, luchaba contra nuestros arneses para lanzarnos hacia el cielo húmedo de la jungla. Mientras nos acercábamos a la área de ataque, las explosiones empezaban a hacer erupción del mastodonte verde y alienígena que estaba anidado en ese valle infestado de cañas. Mi hombre ala se deslizo por detrás de mí para tomar una posición a una milla de mi ala derecha, los cuatro S-2s debajo de sus alas, empujando el amarre para estallar contra un radar SAM -nos reuniríamos a la salida.

Como los restos hinchados de un dinosaurio recién muerto, la nave Zentraedi estaba ahí colocada, gorda, abollada. En una fracción de segundo gire el apuntador a la derecha y con el anillo de saturno en la palanca, los misiles registraron el blanco y presione el botón fuertemente. Salieron disparados adelante de nosotros y después se clavaron hacia su final brillante. Mientras pasábamos como rayo sobre la nave alienígena, fuego, humo y escombro salía volando como explosiones secundarias de los Valkyries que apenas habían nivelado el paisaje. Subconscientemente alcance y toque mi visor de destellos para asegurarme que lo había bajado y suspire aliviado que si lo había bajado. Mi mano izquierda empujo el propulsor mas adelante. Aunque ya había alcanzado el tope máximo, lo empuje mas fuerte, deseando salir de ahí tan rápido como sea posible.

Un breve destello en los espejos, me dio la señal de la detonación de mi paquete de entrega nuclear especial. Acelerando como un demonio, gire hacía el este mientras rastreadores pasaban a mi lado como luciérnagas rabiosas. "Vamos bebe, mas rápido, más rápido" le murmuraba a mi caza. Revisaba el cielo en todas direcciones, empujando mí caza a que estuviera más cerca de las copas de la jungla. Era una mancha verde, carente de cualquier detalle mientras pasaba a increíble velocidad. Localice el Valkyrie de E6B a la derecha y acerque mi avión hacia el de él. Diez segundos después me uní a mi hombre ala. No había tonos en mi casco, no avisos desesperados en la pantalla de amenazas, no cazas volando como lobos hambrientos en busca de carne fresca, nada. Una "corrida" le dirían en los viejos tiempos. Por que me sentía como una hamburguesa, entonces

Zigzagueando ligeramente para cubrirnos mutuamente, alcanzamos la costa y llame "pies húmedos". Bajando un poco la potencia e iniciando un suave ascenso, intente calmarme un poco del nivel alto de adrenalina que se me había acumulado durante el ataque. Respiración profunda, un trago de agua y unas cuantas mordidas a una barra de granola hacían maravillas al cuerpo de uno. En el ahora ambiente tranquilo de la cabina de mi Valkyrie, pensaba en lo que había transpirado en las últimas horas. Pareció una eternidad para pasarlo, pero ahora era como si la operación completa solo hubiera tomado quince minutos. Mi mente recordó detalles precisos bañados en un mar de miedo, confusión, caos y júbilo. Había lanzado los dados una vez más y de alguna manera había evitado volver a perder. Era una sensación maravillosa, pero, efímera.

El cielo empezó a abrirse de los algodonosos cúmulos de nubes que lo cubrían en lo que se realizaba la reagrupación con mis compañeros de escuadrón. Transitábamos en masa hacia la nave para después romper la formación, uno por uno, para aterrizar en la cubierta del portaaviones calentada por el sol. Otra misión completa, nos habíamos ganado el derecho de comer nuestro alimento de medio día. La fe que había sido colocada en nosotros no fue malgastada, pero al menos teníamos dos intentos más antes de que pudiéramos decir que termino el día y ninguno de nosotros creía que iba a ser fácil.


Por cinco días continuamos golpeando objetivos enemigos por toda la parte sur oriental de América del Sur. Grandes áreas de jungla quemada marcaba nuestras victorias mientras establecíamos un pequeño perímetro donde cada nave enemiga que era una amenaza estaba destruida. Los marinos, libres de un ataque inmediato, les fue posible embarcarse en arriesgadas misiones de rescate, recuperando una enorme cantidad de protocultura, de los miles de cascos que estaban esparcidos por este sector del continente sudamericano. Aunque lejos de ser una solución a largo plazo para la crisis de combustible que se avecinaba, este inventario mantendría una coalición recientemente construida de armada mecanizada, conocida como "La Armada de la Cruz del Sur" la cual le arrebataría el control de este sector a la horda Zentraedi.


Nuestras operaciones en este sector empezaron a encontrar una cada vez mas fuerte resistencia, tanto de la población local como de los enemigos. El portaaviones estaba constantemente en la superficie, lanzando jets de ataque hacia el cielo, este lloviendo o despejado, día o noche. Aunque el restringir nuestros ataques a la protección de la oscuridad nos daría algo de protección, era un lujo que no podíamos costear. El enemigo debía ser aplastado, no importaba el costo.

Mientras continuábamos con nuestros ataques, empezábamos a preguntarnos secretamente quien moriría primero. Hasta este momento, no habíamos perdido ningún avión o piloto. Cada piloto podía sentir la presión de las probabilidades cada vez mayores y empezaban a tener efecto en nuestras relaciones personales. La ausencia de sueño ocasionaban que las bromas se volvieran viejas y los temperamentos resaltaran. Las platicas en los Salones de Preparación ya no tenían la misma fuerza, ya que nosotros tomábamos cualquier oportunidad para dormir lo mas posible.

El encanto finalmente se rompió, como siempre ha pasado. Un callado coreano llamado Jorge Chen fue la primera baja. Bajo de estatura pero alto en sonrisa e inteligencia, Jorge era el recipiente de las bromas prácticas de todos. El era escogido, porque era bien querido, pero una ligera mirada herida perneaba sus rápidas sonrisas. El juego constante lo lastimaba. Yo lo sabía ya que lo había vivido yo mismo. Como el padre responsable, hable con el joven piloto sobre el abuso constante y le pedí que lo tomara en el espíritu para el que fue intencionado. Indicar mi preocupación al escuadrón, seria llevar una furia mayor al pobre chico, sin embargo, no estar cuidándolo lo aplastaría cada vez mas. Pasaría que los caprichos de la guerra aplacaría mi dilema antes de que lo pudiera lograr.

Jorge estaba en el segundo grupo de aeroplano que iban a atacar un blanco que estaba en un risco observando el Río Corazón en la mitad oriental de Argentina. Mientras hacía mi carrera de ataque escuche el grito mas terrible que jamás había escuchado. Fue un grito babeante, gimiente y desesperado por ayuda. Las palabras pasaron juntas, goteando saliva y sangre y lágrimas y tripas. Un Valkyrie mas adelante salía disparado hacia el cielo, girando salvajemente fuera de control mientras el piloto gritaba y gemía en inaplacable miseria. Libere mi cargamento de armas sobre el blanco y gire rápido a la derecha para seguir al caza golpeado.

Empujando los niveles de impulso hacia adelante, me acerque rápidamente sobre el otro Valkyrie. Unos pocos tonos gorgojeantes se escucharon en mi casco sobre los gritos de pánico del piloto. La pantalla de amenaza permanecía en un amarillo pulsante. Tendría que dejarlo así si quería acercarme al hombre delante de mí. Si aeronave ahora estaba disparada hacia los cielos a casi toda la potencia. Si quería alcanzarlo antes de que desapareciera, el tiempo era esencial. No podía desperdiciar ni un solo pulso del reloj.

Las nubes grises y blancas que manchaban el cielo empezaron a quedar atrás mientras trepábamos u mi cuerpo sentía cada vez mas la siempre presente turbulencia. Una mirada hacía atrás mostraba el Valkyrie de E6B debajo de mi mientras cargaba hacía el cielo para unirse al mío. La distancia al caza de Chen se reducía lentamente -de manera agonizante- el avión dañado mostraba detalles espeluznantes mientras el piloto continuaba gritando como una Banshee. Finalmente, cuando pasamos los 31,000 pies me acerque a su nave. Era la escena más horrible que jamás haya atestiguado.

La parte trasera de la cabina del Valkyrie había desparecido. Los pocos fragmentos que quedaban estaban manchados de sangre, un trazo de la misma sangre corría por la popa del fuselaje por 2, quizás 3 metros. Chen estaba sentado en su asiento, cada uno de sus ojos del tamaño de un huevo duro mientras gritaba a lo que daban sus pulmones. La parte superior de su cabeza estaba completamente desaparecida. Rasurada por la metralla de un misil o proyectil. Pedazos dentados de hueso y tejido cerebral estaban embarrados en toda la cabina. Una sección dañada de su casco alcanzo a mantener en su lugar la mascara de oxígeno en su cara, lo que prolongaba la increíble agonía del pobre chico. Mi mente se presiono para buscar una solución a esta situación, pero, nada parecía que podría funcionar. El moriría sin importar lo que se hiciera por él. Nada en mi poder -o en el de nadie- podía salvarlo.

"Jesús, ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Qué hago?"

Los gritos desgarrantes y agonizantes continuaron mientras aflojaba los niveles de propulsión y me salía de formación, tomando una posición detrás del piloto mortalmente herido. Dios, perdóname por lo que tengo que hacer Un tono en mi casco me confirmo lo que ya sabía. Mi dedo temblaba sobre el botón para lanzar el misil. Era la acción correcta, pero no podía hacer el último paso. Esto es moralmente incorrecto... Debo de salvarlo. Debo. Luchaba conmigo mismo. Considerando las implicaciones morales de lo que estaba contemplando. La imagen despedazada de esa cabina y los gritos horribles resonaban dentro de mi cabeza. Cada momento que pasaba le ocasionaba mas sufrimiento. Yo era el único que podía terminarlo. No... esto es lo correcto. Hazlo. HAZLO IDIOTA. HAZLO Cerré mis ojos, solté el botón de la palanca y observe como el misil se estrellaba en el caza de Jorge, llenando el cielo con miles de piezas de metal, carne, vidrio y sangre.

Los gritos terminaron y la voz de Roach rompió el breve silencio. "¿Qué diablos esta pasando?"

"Gruñón Siete ha caído, capitán... No hay paracaídas."

Para su crédito, E6B no dijo nada, aunque sabia que el había visto todo. Los otros pilotos sin lugar a dudas sabían, pero no hicieron preguntas. El tema se quedo así, como debía de ser. Piloto golpeado sobre el objetivo por defensas aéreas enemigas y muerto en el subsiguiente impacto. Me tomo tres intentos para colocar mi avión sobre el portaaviones esa tarde. Me tomo treinta años para contar la historia de como una vida joven y vibrante fue tomada en una manera horrible y cruel.


El Once de Enero de 2013, un miserable día caliente. Durante tres días consecutivos habíamos perdido un promedio de dos pilotos por paquete de ataque en misiones de día -cinco veces más el radio de perdida en las misiones nocturnas. Por cada misión nocturna volaba tres bajo el sol. Esta exposición indicaba que mi probabilidad de regresar a la casa en una caja iba incrementándose. Las defensas enemigas ya no estaban tiradas dormidas como lo habían estado en los últimos días, dándose cuenta hace tiempo que escondiéndose no era mas seguro que estar firmemente parados. Las primeras señales de un resfriado de verano se estaban empezando a presentar y a pesar de mi buen juicio, continuaba como si no hubiera nada extraño. Era una señal. Una que había ignorado como tantas otras, cegado por el orgullo y el sentimiento de culpa que se presenta cuando se manda a la batalla a otro en tu lugar.

Salía, me reunía e ingresaba el objetivo como siempre, mi cabeza rebotando de dolor todo el camino. Mientras la pantalla de amenazas lanzaba sus avisos carmesí y dorados, mi hombre ala y yo maniobrábamos para evitar el fuego antiaéreo que se formaba frente a nosotros. E6B, mi delgado hombre ala de diecinueve años, hacia su acostumbrado excelente trabajo de protegerme de cazas enemigos y me hacia recordar, por un breve instante, como Josh acostumbraba a cubrirme no hace mucho tiempo.

"Noventa y nueve Abbadon, Hélice Uno Cinco rastreando once bandidos, cero-nueve-cinco a dos-nueve-cinco hacia las ocho de Ángeles," el controlador del Ojo de Gato AEWACS indicaba las posiciones de los cazas enemigos y nos encontrábamos buscando frenéticamente por ellos mientras surcábamos sobre las copas de los árboles. Me di cuenta que si ellos no nos detectaban en su radar, había una buena oportunidad de que no localizaran visualmente ya que la cubierta azul superior de nuestros cazas contrastaban enormemente con la jungla debajo de nosotros.

Localice un par de Gnerls a las diez en punto muy alto, volando hacia nosotros desde la dirección opuesta y preparados para ser asaltados. E6B se posiciono a si mismo para atacarlos si ellos lo hacían. Parecía una eternidad esperar que nos pasaran y arriesgue una mirada hacia atrás para ver si nos habían visto. Como continuaban dichosamente su camino, sabía que no.

La coraza verde oscura, que era nuestro objetivo, apareció en la distancia, creciendo en tamaño a cada segundo. Mientras nos acercábamos al blanco, misiles y explosiones hicieron erupción de ella. Los primeros cazas de nuestra fuerza habían golpeado la nave enemiga, agitando un nido de avispas. Estaba asustado, pero muy absorto para darme cuenta que fuego antiaéreo llenaba el cielo frente a nosotros.

Oscilando tanto como mi patrón de vuelo me permitiera, penetre hacia el blanco, mi pulgar colocado sobre el botón que liberaría una seguro y cierta destrucción a la nave alienígena. Solo un poco mas cerca...

¡THUMP! fui jalado hacia arriba, sujeto por mi cinturón del hombro y sentí un dolor agudo en mi rodilla derecha. La sangre de mis venas se convirtió en hielo mientras el miedo me cubría con un puño de acero. Mi reacción, aunque instantánea, fue muy tarde. ¡THUMP! ¡THUMP! ¡THUMP! ¡THUMP! Mi caza tembló mientras me salía de la línea de fuego. Las luces rojas iluminaron el panel de control. La turbina derecha se agitó violentamente y se partió en pedazos, llevándose un par de líneas hidráulicas en el camino, metralla llevándose una tercera parte. Campanas y sonidos llenaron mis oídos mientras continuaba hacía adelante, deseando que mi caza siguiera volando. Diez segundos para llegar al objetivo -era claro que ella no estaría en el aíre mucho mas tiempo que eso. ¿De donde diablos salió ese ataque de tierra?

Mientras mi caza empezaba a desintegrarse a mí alrededor, el tiempo se detuvo a un solo punto. Tenía que escoger una opción. Podía salir del avión ahora y jugármela en la tierra o disparar mis misiles al objetivo, ahorrándole a algún desafortunado tipo de tener que hacerlo mañana. Mi Valkyrie nunca me llevaría a un punto seguro, de todos modos. Salir era inútil. Si retenía mis misiles, estaría a la deriva en mi paracaídas hacía la muerte entre un montón de alienígenos molestos, si les disparaba, entonces encontraría mi fin en un enfrentamiento nuclear ahora o mas tarde y mas doloroso por alguna maldita enfermedad inducida por radiación.

Por primera vez en mi vida, esa paz interna de la que la gente habla -cuando uno sabe que la muerte no es posible, sino inmediata- descendió en mi. Hizo que mi decisión fuera fácil. Pidiéndole a mi familia que perdonaran mi sacrificio, hice la única cosa que tenía sentido, una parte de mí deseando que tranquilizara a aquellos que pensaban que era un fraude.

"No soy un fraude, malditos"

Apreté el gatillo

"La espera termino. Hoy estaré contigo, Case."


Capítulo 54 - Pesadilla de una Noche de Verano

Los misiles atravesaron la coraza golpeada de la gran nave con una venganza, abriéndose camino a través de la cobertura de armadura que mis compañeros de escuadrón habían rasguñado hace un instante. Una segunda explosión estallo brillantemente a la derecha de mi caza y mi jet fue golpeado violentamente por la ola de choque mientras cruzaba sobre la nave enemiga. Mi Valkyrie, en ruina y sangrando violentamente de las heridas mortales, se mantenía firmemente hacía adelante como si estuviera poseído de una hambre canina para llevarme a algún lugar seguro a pura fuerza de voluntad. Cuatro segundos, ocho, once, catorce. Ella seguía presionando hacia adelante mucho mas de lo que yo esperaba, pero los dos estábamos sangrando y la única pregunta que había era quien fallaría primero. La aguja del pequeño indicador de velocidad, iba descendiendo lentamente mientras luchaba para mantener mi caza golpeado unos 100 metros sobre los árboles. Jalaba fuerte y más fuerte la palanca para tratar de extraer algunos segundos más del golpeado Veritech, pero, las corrientes hacia arriba y los remolinos generados por los vientos de la superficie hacían el esfuerzo -y la suerte- del mundo para mantenerla de voltearse para atrás. Finalmente, después de mantenerse por casi dos millas, la galante chica suavemente vibro la palanca en mis manos, a modo de despedida, se apago y murió.

Mientras jalaba la amarilla y negra palanca de eyección, un relámpago brillante iluminó el cielo de la tarde. El asiento de eyección me lanzo al sucio aire en el mismo instante que mi carga nuclear estalló, vomitando radiación y metralla en todas direcciones. Al darme cuenta de lo que acababa de pasar, me ocasiono un horrible y enfermizo dolor en el fondo de mi estomago. Ya podía darme por muerto.

Como antes, tenia poco tiempo para pensar. Un jalón en el paracaídas y el familiar sonido que acompaña una caída sin protección sobre una copa de árboles. Mientras me estrellaba con el paraguas verde, mi cuerpo se fue en una dirección y mi pierna derecha en la otra, jalando mi rodilla y volteándome de cabeza, donde llegue a detenerme, a 6 metros en el aire, cabeza abajo. Lucha seguida de lucha mientras me esforzaba para liberarme, pero fue en vano. Mis piernas estaban irremediablemente enredadas en la maraña de ramas y cables. La sangre corriendo hacía mi cabeza me ocasionaba un terrible dolor y como si un tren se acercara a mi, el pulso golpeaba mis oídos cada vez con mas fuerza.

Sacar mi cuchillo de supervivencia me tomo un esfuerzo adicional, ya que cada arnés, cinturón y correa estaban atrapadas por las ramas. Finalmente, después de varios minutos de contorciones creativas, logre sacar mi cuchillo y rasgar la telaraña de nylon que había ayudado a atraparme. Con una mano sobre una rama de apoyo, termine de romper el último pedazo del arnés y me voltee cabeza arriba, columpiándome ahora con un brazo. Con cuidado, coloque el cuchillo de regreso a su vaina y con movimientos dolorosos, descendí del árbol cubierto de lianas hacia el suelo cubierto de hojas.

Los sonidos de la batalla estaban muy cerca y mi corazón se aceleró mientras escuchaba voces -voces Zentraedi- ladrando ordenes en el húmedo aire de la jungla. Tragando fuerte mente para obligar a mi corazón que bajara de mi garganta, empecé a alejarme lo mas posible de la nave enemiga destrozada, cojeando incómodamente y dejando un rastro de sangre por mi camino. Mi patrón de ataque me había desde el este sureste y significaba que la nave enemiga y su asociada radiación estaban entre mi y la seguridad de la costa. Ahora, en lugar de tener que hacer una caminata de 150 kilómetros en dirección este, estaba enfrentando la muy real posibilidad de tener que abrirme camino, en dirección oeste por varios cientos de kilómetros de jungla espesa. Con una brisa oriental que viniera de la costa, la radiación rápidamente me alcanzaría si corriera hacia el oeste. Girar al norte significaba un territorio más hostil.

"Que dilema", pensé, deteniéndome lo suficiente para vendar mi rodilla, lastimada por metralla, lo mejor que pude. "Me puedo dar por muerto."

Las palabras resonaban en mi cabeza. "¿Qué patético soy? Levántate. Sigue moviéndote." Seguía repitiéndome, recordando las palabras y eventos escritos por Hans Ulrich Rudel, el famoso rompe tanques de la Luftwaffe de la Segunda Guerra Mundial en su épica autobiografía tuka Pilot. Un individuo notable cuyos logros no tienen rival en la aviación militar, su axioma es quizás el más fino jamás escrito. "Solo esta perdido el que se da por perdido." Aunque considerado un poco mas que una molestia para sus comandantes cuando completo su entrenamiento, Rudel se convirtió en el aviador mas condecorado de Alemania y fue ampliamente reconocido como "el mejor piloto de combate del mundo". Un sobreviviente de heridas de bala, accidentes de aviones y una amputación de una pierna (él regreso a activo a unos cuantos días después de eso), llamarlo increíble sería quedarse corto drásticamente.

Era obvio, que, con toda certeza, Rudel había sobrevivido en numerosas ocasiones, perores a la mía y que el derrotismo no estaba en el orden del día. Así que con una rodilla, espalda y cabeza en una carrera por el titulo del "Rey del Dolor", empecé mi tambaleante camino, cruzando el espeso follaje, hacía el norte. Aunque esta dirección me llevaría a terreno enemigo, también me llevaría más lejos de las áreas que habíamos atacado los días anteriores. Cualquier radiación sin confirmar era mejor evitarla, asumiendo que sobreviviera y que se estuviera acercándome a cada segundo.

Después de marchar por varias horas, el dolor de mi rodilla se volvió insoportable. Un sonido similar al de destrozar grava acompañaba cada paso, el cual aumentaba de volumen a cada minuto. La venda empapada de sangre proporcionaba un centro de concentración fértil para las moscas e insectos de todo tipo. Me tire al suelo, mi boca reseca, mientras una tormenta aislada desparramaba un torrente de lluvia sobre mi cabeza. Dentro de media hora, el sol volvería a salir y convertir esta sección de la jungla en un vapor.

Aprovechando la oportunidad, saque mi cantimplora, abrí la tapa y coloque la parte abierta junto a una hoja de tipo "oreja de elefante" que había doblado a la mitad. De esta manera podía colectar algo de agua para reabastecer la que había consumido hasta este momento. Un largo y difícil camino me esperaba delante de mi e iba a necesitar cada gota de agua que lograra conseguir.

La lluvia se fue y el sol apareció, convirtiendo la jungla sofocante en un infierno. A lo largo del día, marchaba cansadamente por la masa de viñas y árboles, tomando frecuente descansos cuando el dolor en mi rodilla se intensificaba. El aire caliente y húmedo hacía difícil el poder respirar y la abundancia de mosquitos hacía imposible que me quitara la parte superior de mi traje de vuelo. Destrozaba y rasguñaba mi comino sobre viñas, rocas, árboles caídos, restos de maquinas y cráteres por 10 miserables kilómetros hasta que no pude avanzar mas. Mi rodilla no soportaba más. Imposibilitado de caminar un paso mas, me tire al suelo y evalué mi situación.

El radio de supervivencia que era mi salvavidas había desaparecido, igual que la pistola Beretta, las cuales se perdieron cuando salí disparado de mi caza. La pistola era mi mayor preocupación y su pérdida era mi culpa. Contrario a la rutina, en lugar de colocarme la funda en mi hombro antes de colocarme mi traje de vuelo, me lo puse después. Por que en este día elegí hacer las cosas diferentes a mi rutina, nadie sabría decirlo. El aviador típico indicaría sin dudarlo que esa era la explicación de mi caída y mi mala suerte. Mientras me sentaba en la jungla oscura no podía estar en desacuerdo con esa evaluación.

Retumbos en la distancia significaban otro ataque. Los reportes de lanzamiento de Triple-A y SAM hacían que levantaran las cejas. Era seguro adivinar que otro de mis camaradas se encontraría muy pronto en mi situación. Las cosas no se estaban haciendo fáciles mientras nuestros amigos alienígenos estaban a responder a nuestros ataques -y en algunos casos, a interrumpirlos proactivamente- con intercepciones aéreas y tácticas agresivas. Me encogí al escuchar el sonido retumbante y el estallido que señalaba el paso de un jet de combate haciendo un escape de bajo vuelo del área del objetivo.

Fue entonces cuando los eventos del día por fin me alcanzaron. Cansado, me arrastre hacía una parte densa de follaje. Con la idea de serpientes, bichos y radiación nuclear golpeando dentro de mi cabeza, cerré mis ojos y me acomode para una siesta reponedora. Tenía una larga batalla adelante de mí.


Un olor horrible que cubría la jungla -uno de putrefacción- me despertó de mi sueño. Era un recuerdo tétrico, inconfundible y debilitante del día que Josh y yo nos tropezamos con esa villa. Revisé el área alrededor de mi antes de levantarme lentamente en una rodilla. El olor continuaba sin disminuir pero no podía localizar su fuente. Mi cara y cuello picaba y los mosquitos zumbaban en mis oídos. Alcance y toque mi cara. Era claro que había alimentado algunos de los insectos chupa sangre durante mi siesta.

La luz del día menguaba en la jungla espesa mientras me fijaba en el contraste entre donde yo estaba y donde había estado. De un terreno desolado a una miseria infestada de insectos. Me encontré riéndome de la ironía mientras trataba de espantar inútilmente a los molestos bichos. Pensé que los bosques y las junglas del mundo eran una especie en peligro.

El olor podredumbre estaba convirtiéndose en algo muy nauseabundo y decidí que era mejor encontrar aire más fresco. Mientras tambaleaba y cojeaba por la vegetación, me encontré con un una caída poco profunda. No estaba preparado para lo que vieron mis ojos.

Cuerpos... quizás dos docenas... quebrados, muertos y cadáveres cubrían los bancos a ambos lados del angosto, pero, rápido riachuelo. Parecía que la mayoría, si no todos, habían sufrido quemaduras severas. En un intento desesperado para enfriar esas quemaduras, esta gente -hombres, mujeres y niños- habían venido al riachuelo, solo para morir en agonía.

El deseo de ayudarlos por un momento sobrepaso mi nausea mientras descendía hacía riachuelo. El sabor a bilis era fuerte y me agache para enjuagar mi boca y cara. El fresco líquido era un cambio refrescante del infierno caliente y húmedo que había sufrido por más de un día. Mientras tragaba agua empecé a sentir un alivio confortante y después me pregunte que si éramos un factor que había contribuido al final de la gente que había encontrado. Sentí como el pánico me recorría la nuca, como si alguien me hubiera inyectado un virus mortal. Vomite el agua y con eso, todo alivio que había proporcionado.

"Maldición"

Otras ideas entraron a mi mente en esos momentos y me preguntaba cuando encontraría mi fin. Esta área estaba sin lugar a dudas radiada. Deseaba desesperadamente salir en este momento y sentí la rabia que acompaña una situación desesperada, impotente de cambiarlo. Busque mi radio de supervivencia, pero me acorde que no estaba ahí. Si iba a salir de este problema, iba a ser con mis propios pies. Con la moraleja de Rudel en mi mente -Solo aquel que se da por perdido esta perdido- reuní fuerzas y marche en dirección a casa.


Tres días de miseria pasaron. Mordido por bichos, rasguñado y quebrado, alcance avanzar quince difíciles kilómetros mas, a través de jungla espesa y terreno difícil. Entumecimiento y dolor habían venido e ido varias veces, pero en el último día mi miseria se había vuelto mas intensa. Deshidratado, no podía soltar lágrimas, cada músculo de mi cuerpo estaba mas delgados de lo que jamás había experimentado y mis habilidades de supervivencia, se reducían con las heridas, no había sido capaz de mantener el ritmo de la situación. Mientras me recargaba sobre una roca a lo largo de una pequeña línea de colinas y observe la jungla frente a mi, me rehusaba a admitir lo desesperado de mi situación. Nadie sabía donde estaba. Apenas me podía mover. El agua -a pesar de reciclar mi propia orina- no había podido encontrar más y no tenía medios para purificar cualquier agua que encontrara. Si pudiera incendiar la jungla para atraer la atención, lo haría, pero tampoco era una opción sin contar con napalm.

Si que sabes como meterte en un terrible problema. Debiste de haberte quedado cerca de donde te estrellaste y jugártela ahí.

Había tenido cien ideas en mi cabeza, encontrando a cada una de ellas imposibles de hacer funcionar. Tenía que encontrar a esos Marinos o encontrar la costa y desde donde estaba, la costa ni siquiera era una línea borrosa en el horizonte. El sol estaba alto en el cielo, sin una nube a la vista. El calor estaba disminuyendo, pero a este punto ya no me daba cuenta, ya que sin lugar a dudas estaba sufriendo de agotamiento al calor a demás de mis otros problemas. En poco tiempo, mi mente empezó a delirar dentro y fuera de la realidad, de regreso a otros tiempos y lugares.

Mi viaje de "graduación" de octavo grado se materializó... No el mejor recuerdo, considerando que me queme tan severamente por el sol en el segundo día, que no podía hacer más que vomitar. El viaje a casa no fue malo, debo de admitirlo, ya que fue el viaje en autobús de regreso que me enamore locamente de Elsa Morfin. Todavía recuerdo la fotografía que le tome a ella en el autobús, en su camiseta roja y su sombrero de paja. Su cara... tan hermosa... sus pechos... tan positivamente deliciosas... Elsa fue la primera mujer por la que note una atracción sexual (no tomando en cuenta que no tenía ni la mas remota idea de que hacer con ella si la atrapaba). Nacida y educada en la Ciudad de México, ella era una belleza alta de piel color de oliva, con cabello a la cintura y una sonrisa que podía derretir el corazón mas dura. Ella era también la primera mujer que rompió mi corazón. Le escribía a diario desde el internado... Le pedía que me acompañara al Baile de Cumpleaños y Baile de Primavera, cada año... Pasaba cada fin de semana libre con ella en la pista de patinaje... Abrí mi corazón a ella en un columpio en el parque, cerca de nuestro vecindario, cuando le dije que la amaba.

Ella lloró. "Te mereces a alguien mejor que yo. No soy lo suficientemente buena para tí."

"No me importa. Quiero estar contigo."

Estaba devastado.

Todo mundo me decía que la olvidara y siguiera adelante, pero, nunca pude. Todavía no he podido. Es raro como funciona la vida.

Atisbé en la distancia, un hilo muy delgado de humo, subiendo por la cubierta de árboles de este lugar miserabe.

"No puede estar a mas de unos cuantos kilómetros," pensé.

El dolor de mi rodilla era terrible, palpitante y terrible que consumía mis fuerzas. Caminar se podía decir que era insoportable. Pero mi salvación claramente dependía de mi habilidad de llegar a esa pequeña fumarola gris que se levantaba suavemente hacia el cielo en la distancia. Pero después de todo el dolor y sufrimiento que había padecido para caminar quince kilómetros, tres más parecía pedir mucho. Aun así, la axioma de Rudel haciendo eco en mi cabeza era más poderosa que el dolor. Solo aquel que se da por perdido esta perdido. Con agonía mas allá de la que se puede describir con palabras, me coloque de pie. Maldije vehementemente entre dientes. Con un delgado bastón de apoyo, tome un paso, después otro, en la dirección del humo gris y me detuve.

¿Era realmente mi salvación la que me esperaba en esa débil columna gris o era en lugar de eso la señal de mi perdición? ¿Quién era el responsable del fuego que proporcionaba el tenue rayo de esperanza adelante de mí? ¿Era una señal del cielo diciendo "Ve ahí" o era un aviso de mantenerme alejado? ¿Era un escuadrón de Marines? Quizás era una pequeña villa de gente amigable y deseosa de ayudar. ¿O era una tribu de caníbales, una banda de terroristas o una muchedumbre de civiles, enojada por sus casas quemadas por nuestros ataques aéreos? Permanecer aquí era una muerte segura, sin lugar a dudas. Una muerte lenta, agonizante y torturante, muy diferente a la que encontraría si mi trayecto me llevara a los brazos abiertos de la gente que me quiere muerto. Luche con la decisión bajo el intenso calor. Al menos ahí existía una tenue esperanza en el humo. Donde estaba no había ninguna. Y si la muerte me alcanzaba, iba a ser un placentero alivio de la miseria que sentía en este momento. Mi propio axioma me llego a la mente en ese momento. "Es mejor morir intentando."

Tambaleando y cojeando mi camino bajando la colina, mi estomago sufriendo la diarrea que inevitablemente acompaña a la deshidratación. Mi rodilla era completamente inútil y no paso mucho tiempo en que mi paso se redujo a gatear. La espesa vegetación hacía mi movimiento lento y mientras continuaba colina abajo, el humo estaba oscurecido por los árboles cubiertos de lianas. Continuaba moviéndome en lo que creía era la dirección del fuego, pero era solo cuestión de tiempo antes de que me encontrara desorientado sin esperanza. Mientras el día se convertía en noche, y con la poca energía que poseía, era momento de detenerme. Me colapse en el suelo, sin saber o sin preocuparme de nada más.


No supe cuantos días o noches estuve fuera. El que haya recuperado el conocimiento era todo un misterio. Pero hay algo en el deseo de vivir que esta incrustado en la psiquis de un piloto de combate. ¿De donde viene? Algunos dirán que el instinto de no darse por vencido es infundido al nacer o a través de crecimiento y de su manifestación años después como el deseo de convertirse en un piloto de combate. Otros dicen que es la disciplina, audacia y competitividad de hacer todo lo posible para ser el mejor, insistido durante el entrenamiento, desarrollo y el combate que lo ocasionan. ¿Una combinación de los dos? ¿Orgullo? ¿Ego? ¿Es algo tan mundano como el deseo de ser admirado por los otros? ¿O es simplemente suerte ciega? Cualquiera que sea la razón, encontré una manera de seguir avanzando.

Me movía siete metros a la vez, descansando por lagos periodos entre cada movimiento. Alucinaciones, visión borrosa, entumecimiento y dolor seguido de hiper-sensibilidad al dolor ¡Haz que paren los gusanos! ¡Me están perforando y comiéndome vivo! ¡Párenlos! Iban y venían cada vez mas frecuentemente. Brubaker, Carr, Case, Waylan, Steve McQuuen y hasta Ben-Hur (amaba esa película) hicieron sus visitas. "No te des por vencido" imploraban. "No importa lo que hagas, no te des por vencido." Es mejor morir intentando.

Seguía arrastrándome... arrastrándome... arrastrándome. Era infernal, pero de alguna manera. Continuaba avanzando. Dentro y fuera de la conciencia y a través de la intervención divina encontré el claro -y el fuego- pero estaba muy débil para seguir adelante. A la vista de lo que era seguramente mi esperanza por la vida, me colapse por última vez. Moriría a metros de mi salvación.

La muerte se me aproximo en ese instante en la forma de un espadachín de capa negra y mi vida ahora dependía de mi habilidad para desarmarlo. Como un bucanero de los viejos tiempo, hice un duelo con el oscuro, en un esfuerzo desesperado para vivir. Él era rápido y sabía como usar la espada. Estaba sin aliento. Quebrado. Pero defendía sus ataques, los esquivaba como Clark Gable, Zorro y Luke Skywalker en su mejor día. Hacía adelante y hacía atrás nos movíamos, chispas saliendo cuando nuestras espadas chocaban, la capucha negra de la Muerte ondeaba vigorosamente mientras bailábamos. Nuestro duelo atrajo la atención y en poco tiempo una multitud se había reunido para vernos. Criaturas de aspecto tenebroso con garras y colmillos, ellos animaban a la Muerte, abucheándome a mi con un odio tan vil que podía saborearlo. Aunque poderoso al principio, mis esfuerzos estaban destinados a fallar. El oponente claramente tenía mas fuerza que yo. Yo gemía como un asmático, jalando aire mientras desviaba los esfuerzos del maligno espadachín. Se abalanzaba hacía mi con gran furia. Mientras bloqueaba su ataque, mis rodillas cada vez estaban más débiles y me arrodillaba en el suelo para evitar caer. Todavía levantado, aunque a penas, y en una rodilla evitaba su ofensiva, gastando energía con cada movimiento.

Entonces, en la distancia, cabalgaba un caballero, brillando en su armadura plateada sobre un caballo blanco. El ataco con un grito de batalla tan fuerte como un trueno. Los ojos de la Muerte se abrieron al sonido y se giro para enfrentar al atacante que se aproximaba. Aproveche la oportunidad. Con el último gramo de fuerza que me quedaba, tome mi sable y rebane al espadachín oscuro en la parte de atrás de la rodilla. Sangre salía como de un geiser carmesí. Aullando de dolor, él colapso en el suelo mientras el tendón de su pierna derecha se separaba. El caballero descendió de su corcel y terminó el trabajo, decapitando el villano de capa oscura con un movimiento de su poderoso brazo. Después siguió un relámpago de luz y flamas y la Muerte dejo de existir. No había manera de negar que él regresara, pero al menos no ese día. El caballero calladamente levanto un brazo cubierto de armadura en la dirección de una luz brillante en el horizonte, volvió a subir sobre su corcel, me saludo brevemente y se alejo.

Débil, pero vivo, me arrastre hacía la luz -hacía la vida- mientras los secuaces de la Muerte aullaban epítetos hacía mi en un esfuerzo para detener mi impulso. Los empuje a un lado y continué hacía adelante. Sus insultos solo servían para fortalecerme y mientras la luz empezaba a consumirme, hice lo que cualquier rudo y joven piloto de combate haría en mi situación...

Les hice la seña con el dedo medio.



por Jason W. Smith
Julio 1995

traducción Gerardo Campos De León
Julio 1998

Copyright © 1995-98 by Jason W. Smith

(Nota del autor: Este es un trabajo de ficción. Cualquier similaridad a eventos, personas, etc. actuales es pura coincidencia --aun si fue intencional)

Basado en los personajes y situaciones de
Robotech, © 1985 Harmony Gold, USA, Inc.

Robotech ® es propiedad de Harmony Gold. Este documento de ninguna manera tiene la intención de violar sus derechos

Última Fecha de Revisión: 26 de Julio de 2007