Las noticias del accidente de Joshua me dejaron con el sentimiento mas insoportable de tristeza y frustración. Los eventos trágicos de las horas anteriores palidecían en comparación a la perdida de mi mejor amigo. La fría realidad en mi alma decía que ver mil personas asesinadas a sangre fría era más fácil de sobrellevar que perder a Josh. En ese momento anhelaba salir de ahí en un Valkyrie a buscar a mi amigo, aunque sea para encontrar sus restos. Pensé en Harriska y en las niñas, también. Ellos estarían más devastados que yo.
Encarar a la muerte inminente no importaba mucho en esos momentos. No me importaban las explosiones y los cohetes. Solo me importaba que mi mejor amigo -ahora el tercero- se hubiera ido. No podía creerlo. Maldición. No podía creerlo... Murmuraba esas palabras una y otra y otra vez mientras miraba a cualquier dirección que estuviera viendo en ese momento.
Por muy angustiante que fuera para mí, la muerte de Josh no importaba mucho en el gran esquema y el mundo seguiría girando como siempre lo había hecho. Encontraba amargamente injusto que personas tan finas fueran borradas sin pensarlo dos veces por la crueldad del destino.
Mi rol estaba limitado al de un adolorido, pero valiente, evacuado y me encontraba en el asiento trasero de uno de los VF-1D de Molokai hacia el portaaviones nuclear HMS Indomable el cual había zarpado hacia el oeste para asistir en la evacuación de hombres y equipo. El sabor de la derrota era uno de los muchos sabores amargos que circulaban en mi boca. Al descender en la cubierta de vuelo era como poner sal en una herida abierta. Alrededor de nosotros, los hombres nos urgían descender bajo cubierta y los aviones eran movidos a un área de estacionamiento ya casi llena para hacer espacio para otros. Imágenes de la evacuación Estadounidense de Vietnam del Sur me pasaron por mi mente e instantáneamente entendí la amargura de esa generación -mi padre entre ellas.
Siendo un joven piloto de la Fuerza Aérea el había transportado hombres y equipo a Vietnam -hombres vivos, respirando y vibrantes de entrada; mutilados, quemados y encajonados en ataúdes de salida. Cuando hablaba de esos años siempre era con una lagrima en su ojo y con voz quebrada. "Yo nunca vi lo que mis amigos en la jungla vieron. No es de maravillarse por que están tan torturados y atormentados." Como el último avión saliendo de Bien Hoa el era responsable de cuidar el perímetro de guardia de los soldados en un C-141 mientras el fuego de morteros llovían sobre su aeronave. En Okinawa esa noche ningún piloto podía comprar una cerveza para salvar su vida -La Marina no nos lo permitiría. La Infantería estaba feliz de estar fuera y la tripulación de la Fuerza Aérea estaba feliz de haberlos sacado, pero la realidad del total de perdidas pego duro a mi padre en esos momentos. "Era una sensación agonizante de perdida total... y '¿Por qué?' Muchos de nosotros todavía nos preguntamos por que."
Por primera vez en mi vida finalmente entendí lo que quería decir. Estaba tan enojado y lastimado que literal que literalmente me quería partir. Me paré desafiante en esa cubierta del portaaviones hasta que fui llevado adentro por otro piloto. Aunado al fin trágico de Josh tenía un dolor que nunca había conocido antes. Poco sabía lo que me esperaba en pocos días.
Los problemas generalmente llegan por montones, pero, de vez en cuando, la vida te lanza una curva. La derrota parecía ciertamente escrita como un terrible epitafio para "La Operación Cruz del Sur."
Pero nadie contaba en El Cirujano, en tiempos desesperados la línea entre la victoria y la derrota a menudo es muy angosta -uno simplemente debe de saber sentir como ensartar el hilo en la aguja.
Recientemente asignado como el capitán del portaaviones sumergible Hyperión y recientemente de su brillante servicio proporcionando soporte aéreo a las fuerzas RDF que se retiraban en Febrero pasado, Plog empezó una brillante campaña aérea del tipo que no es común volver a ver otra vez. A cargo de una nave nueva cargada hasta el tope con cada Valkyrie libre que pudo ser colocado en ella y con un comando táctico en el campo de batalla a cargo de un Vulcan completamente equipado y con una nave USS George H. W. Bush (CVN-77) convencional, Plog atacó la retaguardia de las líneas Zentraedi con una ferocidad nunca vista hasta este momento. Enfocados en nuestras fuerzas derrotadas en retirada los Zentraedi dejaron su flanco abierto y expuesto a un ataque asta el corazón de sus redes de comando y suministros. Fue un ataque brillante, y mas por su atrevimiento.
Plog no era descuidado ni imprudente -él era completamente despiadado. Y con tres portaaviones de Ala Aérea a su disposición, El Cirujano blandió mas que un bisturí ese día.
Con los últimos restos de reserva de poder aéreo disponibles -y con nuestra tenue posición en la línea costera resbalándose de nuestras manos- la masiva y sorpresiva contra ofensiva fue lanzada antes del amanecer del 15 de Agosto de 20113. Una ola de marea continua de Valkyries -virtualmente parecían todos los Valkyries del mundo- y aviones convencionales desplegados en portaaviones fueron lanzados en un asalto intenso sobre la retaguardia enemiga. Inteligencia había localizado el centro de comando y los aviones alienígenas desde el George Bush y fueron lanzados.
Con sus comunicaciones interrumpidas y con un enemigo detrás de ellos, los Zentraedi que avanzaban se vieron metidos en un caos temporal. Inseguros de que es lo que estaba pasando, muchas de sus tropas se detuvieron y regresaron el foco de sus esfuerzos. El ataque fue veloz, y por un tiempo completamente abrumador, pero como una pila de paja quemándose, su brillo e intensidad fue breve. Aunque no elimino por completo la amenaza, distrajo su atención lo suficiente para permitir a nuestras fuerzas poderse replegar.
La estrategia utilizada de ninguna manera era nueva. En Septiembre de 1950, soldados de Estados Unidos usaron una estrategia similar en la bahía de Inchon. De la mente del General de la Armada Douglas MacArthur, este movimiento intrépido quito presión al abatido Perímetro de Pusan y volteo la marea de la Guerra de Corea a favor de las fuerzas de las Naciones Unidas. A lo largo de la historia otros habían hecho cosas similares, algunos con éxito y otros no tanto. Parecía que la nuestra caería en algún punto intermedio.
El Capitán del barco, un británico alto y larguirucho con una sonrisa permanentemente estampada en su cara y una tendencia a destrozar palabras vernáculas Australianas, Neozelandesas y Británicas en un guiso gigante, se tomo la responsabilidad de recibir a cada hombre que subía abordo. Fui tocado por su calidez y sinceridad mientras estrechaba su mano en la cubierta del hangar.
"Framton, he leído de usted, buen señor. Estoy muy honrado en conocerlo. Ustedes maradas tuvieron un delirante paseo por ahí, ¿'erdad?" Asentí afirmativamente. "Vaya cruzada. Por favor, si hay algo que la Naval Real pueda hacer para que usted o sus hombres mas confortables, pregunte al directo. Haremos lo mejor para no poner nuestros enormes traseros hundirse aquí -vaya ridículo y sangriento escaramuza esto es." Después susurro a su ayudante quien corrió a hacer un mandado u otra cosa. El Capitán me guiñó el ojo mientras se volteaba para irse. "Me doy cuenta que esta es un atardecer fantasmagóricamente podrido para ustedes 'oldados, pero hagan lo que puedan para relajarse aquí, Comandante. No se preocupe viejo. Déjanos la manejada a nosotros. Si es nuestro día será nuestro día. No mucho es lo que se puede hacer. Muy bien entonces." Y con eso se fue.
Después de limpiarme y de alimentarme, me fue mostrado mi camarote temporal en "País Oficial" debajo de la sección delantera de la isla portaaviones. Sobre mi camastro había una pequeña caja con variadas bebidas de adulto, con cumplidos del Almirante. Fui tocado por el gesto y contra mis mejores ángeles procedí a amarrar una buena carga. Por una noche al fin, el sueño me encontró y conté mis bendiciones en ese aspecto, aunque rompí mi voto de permanecer sobrio.
El Indomable no era sumergible y como resultado vivíamos a diario con miedo de ser torpedeados -al menos yo lo estaba. Cada hora dedicada a evacuar tropas reducía considerablemente la oportunidad de supervivencia de aquellos a bordo de las naves en el área, pero tenía que realizarse. Dejar a los camaradas detrás era condenarlos a una muerte cierta y la vida de cada hombre en esas playas e islas contaba, ya que estábamos realmente bajos de recursos.
En mi paranoia hice lo que siempre fue una costumbre para mi cuando viajaba en avión o barco -memorizar la ruta de escape por tacto y nada mas. Contaba las filas de asientos en el avión para encontrar la salida, por ejemplo, era una necesidad ritual en un ambiente donde el humo o las tinieblas inducidas por un accidente eliminaban la habilidad de uno para encontrar el camino a un lugar seguro. De la misma manera, en un barco donde la oscuridad o la inundación podían ocasionar los mismos problemas. Pase tres días en ese portaaviones y trace dos rutas de escape desde mi camarote hasta la cubierta de vuelo, recorriéndolas en mi mente aun cuando dormía profundamente. Esto se convirtió en mi salvación.
Apenas había cruzado por la compuerta hacía mi cabina cuando un gigantesco impacto retumbo por la nace, traqueteando todo lo que no estaba fijo al suelo. Sin aviso me encontré lanzado al aire y sobre mi escritorio. El mundo se volvió negro en ese momento y perdí todo los sentidos de tacto, movimiento y tiempo. Ciertamente estaba inconciente y el sabor de la sangre y agua de mar lo confirmaban que yo, el nuevo dueño de una nariz rota, estaba a punto de ahogarme dentro de un portaaviones que se hundía. La irritación del agua de mar ayudo para despertarme de mi estado somnoliento inducido por el golpe. Tambaleándome alcance a ponerme en mis rodillas y gatear hacia la pared. El cual resulto ser el piso y el pánico me llegó teniendo los puños cerrados y la fría agua de mar pegada a mi.
No tenía la más mínima idea de cómo estaba orientado el barco y el miedo a la muerte consumió mi ser. El agua fría y mi corazón acelerado que golpeaba mis oídos solo aumentaban mi ansiedad. Mientras trastabillaba por la cabina encontré la puerta para salir de mi cuarto. Salía hacia el lado de estribor del portaaviones y mientras me jalaba para cruzarla, rápidamente deduje que el barco se estaba ladeando hacía babor. El portaaviones gruñía y crujía secamente bajo la fuerza del fuego y del agua del océano, continuando su giro lento mientras chapoteaba. Con mi pie izquierdo en la cubierta y el derecho en la pared empecé a moverme hacía la popa siguiendo mi ruta de escape, contando las puertas mientras caminaba. Solamente había un camino a donde ir y ese era hacía arriba y hacia el lado de estribor del portaaviones. Tenía que apurarme. Si el barco giraba boca abajo antes de que llegara a la cubierta de vuelo, no habría escapatoria.
El sonido del agua que entraba y del metal que tronaba hacía eco en la nave. Un sonido lleno de terror y escalofriante, que solo podía ser comparado al derramar un flujo constante de agua dentro de una lata de refresco mientras la arrastras por la calle detrás de una bicicleta. Mientras continuaba moviéndome hacia delante golpee contra un cuerpo atorado en un pasillo debajo de escombros. El pobre tipo estaba quejándose calladamente y estaba bajo un considerable dolor. Mientras levantaba el bloque de metal doblado de su cuerpo, de deslizo hacía el cuarto del que estaba intentando salir. De manera suicida, fui detrás de el y logre sacarlo del cuarto inundado. Podía decir que estábamos perdiendo la carrera cuando el agua, que antes solo me llegaba a la rodilla, ahora estaba al nivel de mi cintura.
"¡Vamos chavo, hay que movernos!" urgía a mi compañero. El respondió solo con mas quejidos, pero alcanzo a apoyarse a si mismo mientras nos movíamos por la oscuridad.
Hice lo que pude para mantener la calma y en poco tiempo alcanzamos las escalinatas al siguiente nivel. La compuerta arriba estaba fuertemente cerrada. Mientras la empujaba con todo mi poder, mi mente regreso al día en el Super Valkyrie cuando abrí fuego en una compuerta con un GU-11 y casi me disparaba a mi mismo. "¡Vamos, maldita sea!" maldije mientras jalaba la rueda de la compuerta pero no cedía. Busque por algo que sirviera como palanca y alcance a ver una hacha en la pared opuesta a mi. Atorándola en la rueda de la compuerta, me recargue en ella con todo mi peso. Finalmente, después de una eternidad de infernal agua goteando y metal doblándose la compuerta se abrió y pudimos trepar por ella y salir. Avente el hacha a un lado y jale a mi compañero con rapidez dejando la compuerta abierta detrás de mi. No tiene caso volverla a cerrar. Se va a ir debajo de todos modos, pensé.
Unos cuantos niveles de cubierta y pasillos después, alcance mi meta. Esta vez la compuerta se abrió fácilmente y trepamos hasta nuestras cinturas. La brillante luz del sol me cegó momentáneamente mientras lanzaba la puerta fuera. Gateé para salir y camine por la pasarela hacía la orilla de la cubierta. Me asomé y vi humo y fuego por todos lados. El agua casi había alcanzado hasta la parte superior de la cubierta de vuelo y estaba a metros de la isla. El portaaviones iba a estar bajo el agua en cuestión de minutos.
"¡Tenemos que seguir, compañero!" le dije a mi exhausto camarada. "¡Vamos!"
" Oh... déjame descansar un poco aquí... Voy... en un momento," alcanzó a decir débilmente.
Claramente, mi delirante compañero no estaba al tanto de su peligrosa situación. "¡Como un demonio!" grite jalándolo por el barandal.
Por docenas otros marineros, infantes, soldados y aviadores estaban brincando en el agua y chapoteando desesperadamente hacia las otras naves en el área. Los crujidos y gruñidos del portaaviones eran un recordatorio de no perder el tiempo y no estaba en el modo de discutir. "¡A un lado! ¡Mantén la respiración! ¡Ahí vamos!" Lo subí y me lance detrás de él.
El agua de sal irritó mis ojos mientras luchaba para encontrar a mi compañero. Afortunadamente estaba cerca y lo alcance a agarrar por el cuello. Había tragado mucha agua y estaba tosiendo fuertemente. Lo ayude a apoyarse hasta que fue capaz de limpiar sus pulmones y empecé a arrastrarlo hacía un destructor que esta rondando alrededor del portaaviones rescatando sobrevivientes del agua. Mientras nadaba con toda mi fuerza, continuaba hablándole y animándolo para que no se diera por vencido.
"Ya casi llegamos amigo," pausaba para tomar el aliento mientras continuaba pateando hacía la salvación. "Aguanta un poco mas."
Con piernas, brazos y pulmones fuertes, acentuados por meses de rehabilitación, me movía por el agua a una velocidad razonable hacía la salvación de un destructor Británico cercano. Su perfil de acero gris era un faro a la seguridad. Tristemente, mis esfuerzos para salvar a mi camarada resultaron en vano, ya que estaba en completo shock. Mientras llamaba la atención a los marineros en la cubierta del barco no tenía la manera de saber que el hombre que intentaba salvar estaría muerto en menos de una hora.
Los marineros del destructor lo sacaron en una canasta de rescate y después me sacaron a mi con el mismo método. Rápidamente fui cubierto con una cobija y se me dio una taza de té caliente. No tenía idea de cómo sabían ellos que no tomaba café. Los marineros Británicos en el barco estaban felices de vernos vivos, pero el impacto de perder uno de sus grandes portaaviones era claramente un impacto a su consciencia colectiva. Simpatizaba con ellos.
Por el resto de la tarde, sobrevivientes eran sacados del agua. Haciendo lo mejor para no estorbar, caminaba por la cubierta de la nave hablando con los marineros, aviadores y soldados empapados que habían logrado sobrevivir el hundimiento. Para mi consternación, ninguna cara familiar apareció y empecé a luchar una vez más contra una consciencia culpable. Hice lo mejor para sacarla de mi mente, pero las pensamientos y los sentimientos eran persistentes.
Al final, hice lo mejor que pude para ayudar a mis compañeros, revisaba el agua del mar para encontrar un sobreviviente. Lo más frecuente era que los cuerpos que encontrábamos pertenecían a hombres muertos. Aun así, nuevas caras subían abordo a un ritmo regular y la cubierta de nuestra nave se puso un poco abarrotada. En poco tiempo nuestra nave se alejó del área y se dirigió al norte, dejando la tarea de búsqueda y rescate a otros.
Empecé a revisar, de vez en cuando, con el Oficial Ejecutivo de la nave, para preguntar sobre los sobrevivientes del portaaviones perdido. Los detalles, aunque incompletos, eran actualizados regularmente. Para mi alivio supe que Jim Rowlands y Molokai Hagenbrock estaban a salvo en otro barco. La sangre derramada en nuestra salida, demostró ser un terrible desperdicio y una lección perfecta en mala administración burocrática.
Mientras el sol de ponía en el capítulo final de mi intervención directa en la Primera Guerra Robotech y en su desenlace no previsto empecé a preguntarme cual había sido el punto de hacer todo esto. La gente continuaba falleciendo como siempre lo había hecho y como siempre lo hará. Estábamos peleando por una causa que parecía perdida antes de que empezara. Aunque el trabajo de Plog era claramente la causa para una perspectiva optimista, había tenido la esperanza muchas veces antes de ser decepcionado y aplastado. No tenía manera de saber que tan cruel la vida podía ser. Esperanza, fe, optimismo... todo servía como amargo, vil y doloroso así como desesperante, dudoso y pesimista.
Con mi misión de encontrar hechos completa, si no superflua, el Almirante Hughes me ordeno regresar a El Palacio. Los jets de Plog estaban arrasando la jungla con Napalm y municiones de precisión. Los Zentraedi luchaban tenazmente, pero estaban separados en grupos y perseguidos por tropas de tierra invasoras, empezaron a ceder terreno. Con los aviones circulado de manera aleatoria entre los portaaviones a ambos lados del continente, las fuerzas Zentraedi no eran capases de atacarlos rápidamente.
Y como iban las cosas. Mi paseo había terminado. Era hora de ir a casa. En el salón de preparación debajo de cubierta me puse un traje de vuelo una talla más chica de la que usaba y deambule hacia un VF-1D gris fantasmagórico de la marina. La tripulación de pista con quien hice contacto visual, me asintió amablemente en mi dirección. Ellos debían de saber que este era mi último rodeo para mi. Aprecie su silencioso apoyo.
Mi regreso a los Estados Unidos fue algo inusual dada la gran necesidad de la situación en este teatro de operaciones. El Almirante Hughes ordeno claramente que mi tiempo en uniforme había terminado. Con la perdida de tantos pilotos en los últimos días, estaba determinado en asegurarse que al menos uno de sus pilotos veteranos sobreviviera la guerra. "Tráiganlo a Ciudad Macross parado en sus dos piernas o menos, fin de la discusión." Jim me seguiría en otro VF-1D días después, pero no iba a viajar solo. Otro J de la marina me iba a acompañar como escolta y apreciaba el apoyo.
Molokai, masticando un puro en su característica manera gruñona me esperaba en la escalera de abordaje. Esperaba verlo antes de partir y no me sorprendió que apareciera. Fue solo cuando me paso una cubierta para casco con camuflaje de la jungla lo que me tomo por sorpresa.
Conocía el honor de tal gesto aunque el me lo explicó brevemente. Aviadores de la naval usan cubiertas de cascos camuflajeados como símbolo de su herencia de ataque terrestre. Representaba el lazo con la infantería en el terreno que luchaba las batallas en las trincheras. "Tu ahora eres parte de esta banda de hermanos," dijo. "A donde quieras que vayas desde este día en adelante, vas a tener un hermano en todos y en cada infante. Úsela con orgullo, Comandante."
"Semper Fi, señor."
"Semper Fi, señor," contestó, tomando mi mano. Con eso se despidió deseándome buena suerte.
El Teniente Mike "Stretch" Armstrong fue mi piloto en este tramo de mi largo viaje a casa. Estreche su mano extendida al pie de la escalera para abordar a la cabina. Fijándome en sus ojos vi las caras de una docena de compañeros de escuadrón que ya partieron. Empecé a sentir que perdía la cordura, pero me mantuve en firme para el bien de los que nos observaban. No quería avergonzarme a mi mismo.
Armstrong se colocó el casco y bajo el visor entintado mientras me pedía que hiciera lo mismo, quizás para ocultar nuestras identidades ante los que estaban presentes. Entonces, en una última señal de respeto, me indicó que tomara el asiento delantero del VF-1D. Amablemente decliné, pero antes de que me pudiera mover, se lanzó por la escalera y se acomodó firmemente en el asiento trasero.
Me subí a la conocida cabina y mire alrededor con nostalgia. Ni siquiera tenía una cámara para grabar el evento. Estos Valkyries habían sido mi casa y oficina por mucho tiempo. En pocos días no se me iba siquiera tocar una de estas naves. Inicie las turbinas y recorrí las tareas de inicio. "Equipo Sand Pebble, repórtese." Mire a mi derecha, como lo había hecho tantas veces antes, dándole mi señal del pulgar a Josh, dándome con una aplastante sensación de dolor que ya no estaba mas ahí.
"Dos."
"Tres."
Las palabras llegaban de las voces de fantasmas.
"Relámpago Uno-Uno, Botón Cuatro, listo para despegar."
"Relámpago Uno Uno, Dirección 305, permiso para despegar con ascenso sin restricción aprobado."
Mire a la cara que veía por el espejo y pregunte, "¿Listos?"
"Correcto. ¡Hagámoslo!"
Moví las palancas de aceleración fuera del punto muerto y las moví lentamente hacía adelante. El Valkyrie tembló brevemente y empezó a levantarse de la cubierta del barco. Mantuve el empuje al nivel mas seguro y bajo para evitar barrer las protecciones mientras hacía girar el caza a la derecha, mirando hacía afuera a los hombres que estaban abajo mientras movían las manos en saludo. Movía la palanca hacía adelante y hacía atrás para saludarlos mientras movía los niveles de aceleración suavemente hacía la posición de avance. Fuimos presionados firmemente en nuestros asientos cuando el Valkyrie aceleraba hacia el cielo. Seleccione la palanca de Modo de Caza y sentí como la aeronave cambiaba al halcón cazador. Con la nariz a un ángulo agradable de cuarenta y cinco grados estábamos a velocidades supersónicas en segundos cuando jale para colocar la nariz a ochenta y siete grados hacía arriba. El VSI estaba pegado y el altímetro giraba rápidamente mientras salíamos como cohetes hacía arriba.
"Relámpago Uno-Uno, salimos de quince, solicitando entrar a uno-dos-cinco mil."
"Uno-Uno, aprobado como solicitado. Mantenga uno-dos-cinco mil. En curso."
"Uno-Uno."
Y así subimos. Una estela de caliente fuego blanco nos seguía detrás, manejábamos al veloz caza hacía arriba y mas arriba. Las nubes desaparecieron detrás y debajo de nosotros mientras el avión ascendía.
El cielo cambió de azul a negro... el horizonte de una línea plana a una suave línea curva.
El suave murmullo de los instrumentos eléctricos como fondo era nuestro único acompañante mientras nos acomodábamos para el vuelo a caza. Mire estupefacto por la ventana y sentí una sensación abrumadora de tristeza. Mi vida se había convertido en una tragedia y me preguntaba que había hecho para merecérmela. No tenía manera de saber que mi sufrimiento pronto se volvería insignificante. Encarado con sufrimiento real, ahogarme en autocompasión pronto se demostraría humildemente como una cosa increíblemente inmadura e infantil.
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"Rastreando una señal en el radar, cinco en punto," indicó Stretch desde el asiento trasero.
"¿Qué?" moviéndome en mi asiento para ver sobre mi hombro derecho en confusión. La tranquilidad del momento se había empapado con el agua fría de la ansiedad.
Nuestra escolta "J" había abortado hace tiempo debido a un problema mecánico y decidimos continuar sin él. Mi mente giraba al darme cuenta de la ironía que había en el sonido de rastreo que retumbaba en mi casco.
"Tengo un punto fijo en el radar de rastreo sobre nosotros a las cinco en punto. Equipo pesado," la voz de Stretch era mas insistente esta vez. "Estamos dañando las transmisiones ECM pero estamos iluminados como un árbol de Navidad, jake."
Maldición.
"¡Rayos, gira a la izquierda!"
En una reacción grabada por el estrés del combate, moví la palanca a la izquierda -fuertemente- y luego jale y sentí un como un suave vibración recorrió la estructura del Valkyrie mientras una ráfaga de misiles nos pasaban cerca. A esta altitud éramos lentos, debido a nuestra masa reactiva y propulsores. Estaba descendiendo mientras regresaba el curso de donde veníamos. Estar sobre la mitad de la jungla con nada debajo de nosotros, excepto, caníbales come hombres, serpientes y arañas, este no era el lugar para que a uno le pateen el trasero.
"¡Fallo! ¡Fallo!"
Todavía escuchaba ese terrible sonido que retumbaba en mi casco.
"¿Qué diablos fue eso?"
"No lo se todavía. Creo que es un atacante armado. Como un Q-Rau."
Esperaba que estuviera equivocado. Éramos más pesados que un avión de un solo asiento y como Max demostró en su primera pelea contra Miriya, aun el mono-asiento A era empujado a sus limites contra el Quadrono.
Extendernos.
Mi sola opinión era alejarnos de este tipo y alejarnos rápido. Un atacante armado era notorio por sus armas de corto alcance. Si lograba ponernos fuera de su alcance entonce tendríamos una oportunidad.
"¡Quiébrate! ¡Quiébrate! ¡Quiébrate!
Jale la palanca hasta la esquina otra vez y sentí los golpes de las llamas y el estruendo en mi casco. Mi visión se había puesto roja mientras golpeaba hacía arriba en una vuelta inversa de tres G. Buscaba por todo el cielo para atisbar a este chico malo, pero no lo veía. Cada intento de girar y escapar regresaba con otro grito de quebrar la dirección. Estábamos perdiendo altitud rápidamente y mas rápidamente ahora, y con eso, mi margen de seguridad de los misiles tierra-aire y de cazas patrulla.
Mi adversario, quien sea quien sea, tenía todos los ases en su mano. Altitud, posición, municiones e iniciativa. Yo estaba a la defensiva.
"Relámpago Uno-Uno en posición defensiva. Ramrod 310 a 285."
La respuesta fue ahogada por otro grito de quebrar y seguíamos descendiendo, descendiendo, descendiendo.
Ochenta mil pies... setenta... sesenta mil y seguíamos cayendo. Otro misil seguido de otro quiebre, otra oportunidad perdida para acelerar. Todavía estaba en el punto bajo de la escala de velocidad, atrapado entre el conflicto de interés de la altitud, energía, radio y tiempo. El bandido estaba jugando con nosotros a placer. Esta desangrándome y no pasara mucho tiempo antes de que nos convierta en polvo.
"¡Tenemos que alejarnos de este imbécil!"
"¡Aquí viene otro... quiébrate!" sin lugar a dudas Stretch hacía lo imposible para girar el cuello como Linda Blair para localizar al tipo, pero no podíamos verlo.
Entonces, un tenue reflejo de luz o un movimiento en la esquina más lejana de mi vista, pero que no es seguro si estaba ahí. Podía sentirlo, pero, era solo una corazonada.
En un instante gire para estar de cabeza, colocando el sistema de rastreo en automático y desactivando el ACS.
Estábamos otra vez colgados de cabeza. "Aguanta compañero," avise a mi compañero de atrás. Si estaba equivocado en mi apuesta, los dos moriríamos. Mi razonamiento era simple -parecía que estábamos muertos de todos modos, así que que diablos...
Golpe el selector a modo VTOL y jale la palanca todo el camino hacía atrás. El mundo giraba de manera mareante y antes de que lo supiera si el sistema había localizado al enemigo, presione el botón de fuego. Los misiles salieron hacía adelante, con estelas de fuego, atornillándose locamente en el cielo en busca de un blanco. Nuestro Valkyrie retumbaba fuera de control ahora que el cambio entre el mundo y el cielo terminaba.
Reactive el ACS, puse el selector de modo de regreso a Caza y deje todo. Giramos dos veces y salíamos de esta. Un relámpago de luz y una onda de choque nos golpeó pero no tenía miedo.
Le dí al bastardo.
"¡Le diste al bastardo!" Stretch estaba extasiado alcanzándome y golpeando mi hombro.
Me permití una breve sonrisa y luego seleccione el nivel máximo de aceleración y ascendí tan rápido como pude. Acelere hasta que ya no podía ir mas rápido. Estábamos saliéndonos de este lugar infernal.
Stretch todavía me golpeaba la espalda mientras se reportaba con nuestro controlador y en poco tiempo nos encontramos con un grupo de cuatro Valkyries de un portaaviones lejano. Ellos nos escoltaron todo el camino hasta llegar a espacio aéreo "amigo" para después alejarse con una alegre despedida.
No va a haber prensa para hablar de este impacto. No iré a ningún libro como el hombre que jalo el gatillo -de hecho, ni siquiera debería de estar volando. Además, ya tenía suficientes medallas. Stretch podía quedarse con esta. Nosotros vivíamos como un equipo y eso es mejor que la alternativa. Morir tendría que espera un poco mas.
No paso mucho tiempo antes de aterrizar en nuestro destino. En nuestra reunión de reporte había muchas personas guiñando ojos. Todos sabían el hecho de que yo estaba sentado al frente y Stretch muy bien podía ser mandado a una olla de agua hirviendo. Sin embargo, el Almirante Hughes me asegura personalmente que nada se reportara de este hecho -siendo el un viejo guerrero entiende y para su crédito, finge no saber nada. El esta feliz de tener a uno de "sus muchachos" vivos y ese es el punto final.
En unos cuantos días iba a ser jubilado del ejercito por razones médicas. Una pequeña pensión y unas gracias son mis recompensas tangibles, pero sabiendo que había peleado del lado correcto y haber hecho lo mejor para proteger a mis amigos y familia era lo que importaba. Había dolor en mi vida y en las vidas de aquellos a quien amo. Mi obligación es ahora con ellos. No mas misiones de combate No mas muertes. No más matar. Ahora era un sobreviviente. Un sanador. Me gustaba de esta manera...
Mientras empacaba mis últimas pertenencias en mi carro para el viaje a casa me llego una urgente solicitud de hablar con mi padre.
"Hola, papá. ¿Qué pasa?" Mi pregunta es tímida y llena de aprehensión La respuesta que mas temo es inminente.
Mi papá apenas pudo hablar, este hombre tiene un exceso de compasión en su corazón de todas las personas que he conocido. "Hay un problema, hijo es sobre Josh."
Solté el teléfono y corrí hacia mi carro.
por Jason W. Smith
Julio 1995
traducción
Gerardo Campos De León
Julio 1998
Copyright © 1995-98 by Jason W. Smith
(Nota del autor: Este es un trabajo de ficción. Cualquier similaridad a eventos, personas, etc. actuales es pura coincidencia --aun si fue intencional)
Basado en los personajes y situaciones de
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Última Fecha de Revisión: 11 de Abril de 2009