EL
SECRETO, LA CONFIDENCIA Y LA
PSICOTERAPIA
ricardocarmen@hotmail.com
Existe una íntima relación
entre lo que conocemos como el secreto, la
confesión y la
psicoterapia pues en cierta forma vienen a representar diferentes momentos de un
proceso que de concluir debe significar el final del sufrimiento. Me parece
conveniente el reflexionar con mas detalle sobre este proceso pues en muchos
casos ese viaje a la libertad se ve interrumpido por diversos motivos y tienen como
factor común un crecimiento que se ha detenido.
El
Secreto
El
secreto es común a todas las personas. Todos, sin excepción tienen una parte
de sí que no llegan a comunicar a los demás,
existen experiencias, pensamientos, deseos que preferimos reservarnos,
manteniendo su conocimiento restringido a unos pocos.
Está el secreto que rodea a una fiesta sorpresa de
cumpleaños, están las cuitas de amor que se confían al amigo; incluso,
hay una parte de sí mismo que no se llega a dar a conocer por que hay una parte en nosotros mismos que no la
acepta, que está convencida de que aquella característica es indigna y
considera inaceptable que nosotros
la tengamos. Así, hay algunos secretos asociados a sentimientos vergonzosos o
de rechazo tan fuertes que producen una negación de la experiencia.
Con
algunos secretos resulta ser que una parte de la experiencia o casi toda ella no
alcanza a tener una representación dentro de nuestra estructura mental y así
permanece en el inconsciente. En estos casos la experiencia posee una carga
emocional, incluso un efecto dentro de nuestra vida sentimental, sin embargo
como una parte importante de la experiencia es negada a la conciencia y a
nuestro mundo de relaciones, queda sin ser procesada, sin digerir, generando
tensión, disconformidad, incluso sufrimiento.
Si
la persona mantiene sectores importantes de su vida dentro de esa estricta
reserva que excluye la aceptación de ciertas experiencias como propias, al cabo
de un tiempo su estructura mental viene a ser como un mapa incompleto.
A pesar de que este “mapa” es de gran importancia para la vida pues
debe representar interiormente el mundo y experiencias que ha vivido la persona.
Esta
representación del universo le sirve a la persona como guía y referencia; en
ese sentido le facilita o entorpece el vivir. De acuerdo a la historia personal
y formación que haya recibido, cada persona poseerá una estructura mental que
representa al mundo, lo sustenta, justifica y convierte en algo viable. Esta estructura puede ser amplia y flexible,
facilitando el ajustarse a una amplia gama de experiencias futuras o por
el contrario puede ser estrecha y rígida, poniendo en dificultades para
ajustarse a situaciones que no estén representadas adecuadamente en dicha
estructura mental.
De
esta manera hay tan diversas estructuras o “formas de pensar” como personas
existen; siendo las mismas aprendidas o “heredadas” de la familia.
Siendo cada arquitectura mental familiar la forma “natural” y
“saludable” de ser. Sin embargo
toda estructura mental puede ser mejorada, optimizada o reformulada. De hecho,
muchas se beneficiarían grandemente con un re diseño.
El
secreto por lo general está mas vinculado a personalidades con una estructura
de valores muy rígido y punitivo, en donde la idea de “falta” o
“pecado” está presente y amenazante. Por ello cuando alguna experiencia no
es aceptada por dicho sistema de
valores o creencias, la experiencia es guardada como un secreto, si no es
reprimida y confinada a los límites de lo
inconsciente. Este tipo de personalidad en su adaptarse a los cambios que
exige la vida se flexibiliza a un costo muy grande (acompañado de sufrimiento)
permitiendo que algunas de las experiencias reprimidas pasen a la conciencia y
el sujeto las reconozca como suyas, pero las mantiene como secretos pues las
considera como “travesuras” que prefiere mantener en reserva.
Entonces
tenemos que existe una amplísima variedad de secretos, algunos sirven para
formar lazos o alianzas entre personas que los comparten, existe los
circunstanciales, aquellos que tienen fecha de inicio y fin establecida, cuyo
contenido no es “de vida o muerte”; así como también están los otros,
cuyo contenido resulta muy incómodo o doloroso. Pudiendo ser entonces algo
normal y cotidiano, así como también motivo de una psicoterapia.
La confidencia o confesión
La
confesión o confidencia viene a ser una reconciliación, con uno mismo y con el
mundo, a través del receptor de la revelación.
Implica aceptar a otra persona como digna de compartir el secreto y
aceptarse a sí mismo como preparado para ser aceptado en nuestra real dimensión.
La
declaración de lo oculto en estos casos se da como parte de la liberación del
impulso contenido que busca abrirse paso, tentando la aceptación o acogimiento
de otra persona.
La
confidencia implica también en parte la restauración de la confianza en la
condición humana, en la capacidad de perdonar y ser perdonado, en aceptar a
otro ser humano tal como es y ser igualmente aceptado.
El desahogo es menos común en la mayoría de las personas y
de las situaciones. Por lo general se da como respuesta a una crisis que ha
hecho posible el desembalse de la emoción y de los sentimientos contenidos que
acompañaban al secreto. Entonces con la confesión viene el alivio que
produce el verse libre del conflicto entre los elementos represivos como la
culpa, la vergüenza, el miedo, etc. y aquellos que impulsos que igualmente se
hallan en el sujeto y pugnan por la reivindicación de los eventos reprimidos o
guardados en secreto.
La
confesión viene a ser una suerte de rendición ante alguien reconocido como
poseedor de cualidades extraordinarias o de la capacidad de librar a la persona
del malestar que le produce el secreto. Siendo
elegidos por lo general para estos fines un sacerdote o un “amigo (a) íntimo”,
quienes estarían en buena disposición para tan delicada labor. Sin embargo
muchas personas se equivocan al escoger a los depositarios de sus confidencias y
lo hacen en gente inmadura, que no posee un genuino interés por el bienestar de
quien realiza la confidencia o no
posee una actitud saludable frente a la vida.
Entonces,
es necesario ser prudentes al elegir a nuestros confidentes para que este tipo
de relación enriquezca nuestra vida y favorezca nuestro crecimiento. Igualmente
es necesaria tener la seguridad de la aceptación de quien escucha la confesión,
así como que los terapeutas, confidentes o confesores se hallen libres de
tendencias a culpar, descalificar o rechazar a la persona que acude.
Es
de la mayor importancia que quien recibe una confidencia tenga un genuino interés
por el bienestar de quien se confiesa, así como una adecuada perspectiva de las consecuencias que podría tener su respuesta o consejo.
La Psicoterapia
Todo
lo mencionado anteriormente se encuentra íntimamente relacionado con la
psicoterapia, pues esta se ocupa de aquellas experiencias que se han convertido
en fuente de tensión al interior de estructura mental, produciendo desgaste de
energías psíquicas, ocultando la real fuente del dolor interior, mermando la
productividad de la persona y su capacidad de gozar de la vida. Convirtiéndose
por ello en motivo de psicoterapia.
En
la psicoterapia quien acude a consulta busca resolver el origen de sus problemas
y dar a su vida un nuevo sentido, pero esta vez libre de conflictos interiores.
Durante
el proceso el paciente hace un “acto de fe” en la humanidad (mas que nada,
en la suya propia) deposita su confianza en el psicoterapeuta y lo convierte en
su confidente, amparado en el secreto profesional el consultante vuelve al
psicoterapeuta en el depositario de su historia personal, incluso de aquellos
secretos que intuye puedan estar vinculados al origen de sus problemas o que
aparezcan espontáneamente durante la consulta; dentro de este contexto el
terapeuta conduce la relación hacia la exploración y re elaboración de las
experiencias no digeridas.
Es
requisito indispensable la existencia de una alianza entre el paciente y el
terapeuta, pues de otra forma no sería posible abordar los temas vinculados a
los “núcleos de conflictos”. Si el consultante no deposita su confianza y
se compromete a facilitar activamente la revisión del material que se va a
trabajar se perderá valioso tiempo en juegos neuróticos y diversas formas de
resistencia a la terapia. Muchas
veces, a pesar de acudir regularmente a consulta, el paciente inconscientemente
trata de sabotear el accionar del terapeuta, aunque parezca contradictorio,
algunos pacientes se resisten a dejar el “equilibrio” existente aunque sea
inadecuado y frustrante, pero conocido y “confiable”
hasta el momento.
El
primer lazo de confianza permite al terapeuta acompañar al paciente en su
revisión interior, facilitándole darse cuenta del matiz y valor atribuido a
las distintas experiencias así como en la revalorización de aquellas que a la
luz de la madurez y sistema de valores actuales resulten inadecuadas en la
apreciación guardada en la memoria.
De
la evolución de la relación entre terapeuta y paciente surge un afecto y
confianza propios de la relación terapéutica, los mismos que permiten engarzar
la libido o energía psíquica fijada en la situación traumática, de manera
que se
facilite la re elaboración y superación de la misma continuando así
con el desarrollo detenido.
Es
importante señalar que no basta la simple declaración de algunas experiencias
guardadas como secretos para resolver el conflicto interior creado a partir de
las mismas, sino que es necesario que el paciente desarrolle conciencia sobre la
experiencia reprimida, de manera que se logre una representación real, adecuada
en la mente del sujeto, logrando así un nuevo equilibrio más real, flexible y
saludable.
El
vivenciar una experiencia reprimida o negada implica no sólo el recordar la
manera como se desarrolló la misma sino también re experimentar las emociones,
sentimientos, etc. Percibiendo la respuesta que
dicha experiencia desencadenó dentro de la mente del sujeto, es decir,
darse cuenta de cómo lo ocurrido estaba en conflicto con los valores o
creencias de entonces obligándose a reprimir la experiencia.
Una
vez que el paciente es capaz de darse cuenta del contenido de cierto
núcleo de conflicto, este se ve desenmascarado, se hace consciente lo
que era inconsciente, el sujeto se libera de la culpa y otros sentimientos
negativos ligados al evento, se libera la energía psíquica contenida,
facilitando el continuar con el desarrollo personal, avanzando en el proceso de
cura.
Durante
el proceso de psicoterapia pueden movilizarse los ejes de equilibrio de la
personalidad, por lo que el proceso no debe ser conducido “empíricamente”
pues pueden surgir “trampas” y dificultades
que sólo una buena formación profesional y entrenamiento preparan para
hacerles frente. Y si bien la psicoterapia no es patrimonio exclusivo de ninguna
disciplina o ciencia, en todos los casos existen cursos formativos para
psicoterapeutas que posibilitan un trabajo serio y eficaz.
Este
proceso de re descubrimiento interior puede ser incómodo y hasta doloroso en
algunos momentos. Por lo general se pueden apreciar algunos resultados en poco
tiempo, pero consolidar cambios no es algo que se pueda lograr a corto plazo por
lo que es necesario que el paciente tenga el valor y constancia necesarios para
seguir el tratamiento hasta el final.
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