Todo niño o
niña desde su gestación en el seno de la madre, va asimilando
todos los procesos de cambios que experimenta (huevo, embrión y
feto) y también de la madre (alegría, tristeza, dolor, cambios
físicos y psicológicos). Cuando nace ya tiene internalizado en
su ser una serie de factores positivos y negativos que van a
formar parte de su personalidad. El niño y la niña son el fiel
reflejo de lo que su hogar y la sociedad son. Los valores que se
le inculca a un niño o niña han de ser el tesoro más precioso
que los padres pueden dejar como herencia a sus hijos e hijas. No hacerlo es
dejarlos en el más completo abandono. Los valores con fundamento cristiano son
los más preciados de todos los valores.
Desde
pequeños, el niño y la niña, necesitan experimentar el amor de
la madre y del padre, es decir, juntos, no por separado; ser educados con el
buen ejemplo; tener un
ambiente positivo; motivarles hacia cosas positivas y
trascendentes; enseñarles los caminos de Dios y practicar
siempre lo bueno. Sólo así los niños tendrán un carácter
positivo y un alto valor de la vida. Pero la realidad es otra, la
mayoría de niños y niñas no viven esta experiencia y sus
conductas, por lo tanto, son negativas. Muchos de ellos no tienen
familia completa (falta mamá o papá, en otros casos los dos);
viven en un ambiente hostil, familiarizados con el lenguaje soez,
asimilan actitudes negativas por medio de la TV; sufren agresión
verbal, psíquica y física; son abandonados a temprana edad; son
obligados a la fuerza a trabajar desde muy temprana edad. Los resultados
están a la vista, lo podemos todos los días.
La Pastoral
tiene una tarea muy importante con los padres y la familia del
niño. Ésta debe procurar generar espacios de amor y de alegría, es
decir, un ambiente positivo. Es urgente y necesario orientar a la
familia y a la sociedad sobre el rol que les toca en la
educación del niño y de la niña. La Iglesia no puede estar
ajena a esta problemática; es en este campo que puede ejercer
una pastoral infantil a través de diversos programas:
kindergarten, educación inicial, escuela dominical, colegios,
escuela para padres, etc. El futuro de un país y de la humanidad
entera está en la buena formación moral y espiritual de los
niños y niñas. Ellos y ellas necesitan desde muy pequeños ser
orientados y educados en la Palabra de Dios. La Biblia tiene
muchos testimonios de niños al servicio de Dios.
II. SITUACIÓN ACTUAL
DE LOS NIÑOS
En la familia.-Generalmente los niños y niñas al
nacer adquieren su desarrollo en el hogar y ahí van
recibiendo la enseñanza previa a su formación integral.
Esta enseñanza en muchos casos está a cargo de la
madre, quien trasmite al niño o niña valores y
costumbres de acuerdo al tipo de educación que ella haya
recibido en el transcurso de la vida. En muchos casos el
padre está ausente en la educación de los hijos e hijas
por diversos motivos coyunturales, como, por ejemplo, las
excesivas horas de trabajo en la oficina, en la empresa u
otras formas de trabajo; viaje; separación, etc. Hoy en día, raros son
los casos en que la situación es contraria.
En otros casos, los padres están ausentes del
hogar por diversos motivos y no están preparados para educar a
sus hijos e hijas en esas situaciones; recurren para ello a un
familiar que los puedan tener o de lo contrario a alguna persona
que realiza el servicio de cuidar niños y entonces se da que
para la formación del niño se apela a la tradición familiar, a
costumbres populares o a criterios personales de quien cría a
los niños. En casos extremos se abusa de ellos, hasta el punto
de dañar su físico, su moral, su espiritualidad, y hasta su
sexualidad. Se violan todos sus derechos.
Como consecuencia, el accionar de un niño
depende mucho de la formación que se le imparte en el hogar. De
ahí que podríamos decir que existen niños y niñas con
"buenas costumbres", así como niños y niñas con
"malas costumbres".
Esto nos permite apreciar el tipo de formación
familiar que recibe el niño y la niña desde muy temprana edad y que a
medida que va creciendo, van internalizándolo en lo profundo de su
ser y que luego se reflejará en su conducta.
En el barrio.-
El barrio o la vecindad, es otro lugar donde el
niño y la niña aprenden una serie de cosas y costumbres. Ahí
aprenden a convivir con los demás, es el medio de escape
con su familia, no se encuentran con la rigidez de la
autoridad de los padres, casi diríamos que se encuentran
liberados de su ambiente familiar.
Si analizamos el ambiente del barrio
o vecindad, éste es
muy heterogéneo. El niño y la niña reciben la influencia de diversos tipos
de costumbres, de valores morales y espirituales, los cuales son
diferentes a lo que se les enseña en el hogar. Es ahí donde el
grupo influye grandemente en la personalidad del niño y de la niña.
Generalmente los padres ni se enteran de lo que sus hijo hablan,
piensan o hacen en el barrio o vecindad. Hay un descuido por saber quiénes
son los amigos de sus hijos y qué es lo piensan y hacen.
En la escuela.-
En toda escuela o colegio se
establece una estrecha relación: maestro(a)-alumno(a)-alumno(a)-padres.
Bien sabemos que la misión de toda entidad educativa es educar al niño(a)
en el aspecto cognoscitivo, afectivo, corporal, social y
espiritual. Un estudio ha determinado que las tres
cuartas partes de lo que un niño(a) refleja en su
personalidad, se debe a las diversas influencias
recibidas tanto del maestro(a) como de sus compañeros(as) de
aula. De ahí que se afirme categóricamente que la escuela o colegio es
el segundo hogar del niño(a).
Hay muchos factores negativos que pueden darse en
la formación de la personalidad del niño(a), tales como: adquirir
posturas o manías de otros, lenguaje soez, rebeldía, desobediencia, mentira, desadaptación,
distracción al estudiar, entre otros.
La escuela o colegio es el encuentro de niños(as) y
maestros(as) que permite establecer una verdadera relación de
diálogo, no sólo sobre la base del conocimiento sino sobre la
base de las inquietudes y necesidades que expresa el niño y la niña.
Por lo que hace que el maestro(a) debe ser el mejor amigo(a) del niño(a) en
toda su vida escolar.
En la Iglesia.-
Una
de las tareas de la iglesia es la de alimentar la fe los
niños y niñas, darles las herramientas para el
crecimiento y desarrollo de sus vidas en lo espiritual,
los cuales han ser parte constitutiva de su personalidad
(Cf. Mt. 19:13-15). En cada actividad litúrgica el niño(a) debe
participar con su propia comprensión y adoración a Dios.
Pero muchas veces se les descuida y no se les tiene en
cuenta. El niño(a) no comprende lo que realizan los adultos en
el templo, menos aún, de las formas de adoración que expresan. Una
de las fallas que encontramos en la iglesia es que muchos
de los adultos no están debidamente capacitados para
educar y formar niños y niñas. Demos un vistazo a dos espacios en la que
confluyen la mayoría de los niños y niñas:
El Culto de Adoración.- Casi la mayoría de los niños y niñas
en el Culto no participan activamente y cuando hacen su
participación, ésta es repitiendo canciones o textos de
memoria. Aquí podemos ver que falta una dinámica propia
para ellos(as), que pueda permitir expresar el nivel de su fe
a Dios, que les permita gozar del encuentro con su Dios y
su comunidad. Lamentablemente, cuando molestan o hacen
ruido, lo primero que se hace es retirarlos(as) del Culto,
llevándolos a lugares especiales para ellos(as) o de lo
contrario no se les atiende. El Culto debe ser una
experiencia agradable para todo niño(a) que se acerca a
adorar a Dios.
La Escuela Dominical.- La Escuela Dominical debe ser un espacio
donde el niño y la niña aprenden todo lo referente a su
fe en Dios, conocen y practican los valores cristianos,
comparten la amistad con los demás. Muchas de nuestras
Escuelas Dominicales carecen de maestros(as) preparados(as) y que
cuenten con materiales propios para niños(as). La
atención para con el niño(a) debe ser especial, se les
debe brindar calor de hogar, materiales para su edad,
enseñanza actualizada, oportunidades para su
creatividad, canciones que refuercen su fe, etc. La
Escuela Dominical debe ser un espacio donde el niño y la niña
puedan dialogar acerca de su fe con su maestro(a) y sus
amigos(as). El maestro(a) debe ser el pastor(a) del niño(a).
III. LOS NIÑOS
OLVIDADOS.-
Estos niños
son aquellos que no entran fácilmente a la categoría de niños(as)
excelentes, generalmente son olvidados por su condición social
en que viven. Son los que están totalmente desamparados por la
sociedad.
Abandonados.-
Son aquellos(as) que caminan por las
calles mendigando un pan o deambulando sin saber a dónde
ir. Han sido abandonados(as) por sus padres o tutores. En
ellos(as) la personalidad a desarrollar ha de ser el
resultado de la influencia del medio ambiente y del tipo
de relación que tenga con las personas de su edad o
mayores. En un contexto social así, estos niños(as)
adquieren costumbres y hábitos negativos, que
difícilmente se podrán cambiar a corto plazo. Sus
modelos de vida no son los grandes personajes de la
sociedad que se caracterizan por la práctica de altos
valores morales y espirituales, sino los de la calle.
Enfermos.- Generalmente el
ambiente del niño(a) enfermo(a) es su lecho o algún lugar
donde permanece largo tiempo para su recuperación y se
desarrolla. Unos tienen enfermedades físicas y otros
padecen enfermedades psicológicas. En estos casos la
atención toma dos caminos: uno, es la atención simple,
casi descuidada, se realiza en el hogar o en algún lugar
asistencial no muy adecuado, sin posibilidades de contar
con las medicinas necesarias. El otro, es la atención
adecuada, pero donde no tienen la posibilidad de
compartir muy a menudo con sus familiares, ya sea porque
estos lugares se encuentran muy distantes o por que han sido
abandonados por sus padres
Es lamentable encontrar muchos niños
y niñas en
situación de abandono, ya sea por la irresponsabilidad de sus
padres o por insensibilidad social.
Pobres.-
Muchos niños y niñas se
encuentran en una situación de extrema pobreza, desde ya
esta situación les impide tener una buena alimentación,
una buena educación, es decir, un bienestar adecuado; lo
que implica que no tienen las condiciones básicas para
ser felices. El panorama es bastante desolador, ya que
muchos de esos niños y niñas mueren al nacer o en edad temprana;
otros(as) caen en desgracia, son abandonados por sus padres,
y no tienen donde ir. En la mayoría de casos son
llamados(as) por la sociedad: "niños(as) de la calle",
"pirañitas" o en el último de los casos
"peligrosos(as)". La personalidad y situación de
cada uno de estos niños(as) es muy crítica y su futuro no
es nada extraordinario, a pesar de los esfuerzos que
realizan algunas personas e instituciones por ayudarles a
superar esta situación.
IV. UNA PASTORAL PARA
NIÑOS.-
Análisis de su entorno social.- Como se habrá visto
anteriormente, para realizar una pastoral con los niños(as)
es necesario hacer un análisis previo de su entorno
social (familia, barrio, escuela, sociedad), para lo cual
nos ayuda las siguientes preguntas: ¿Qué está
sucediendo con los niños y niñas?, ¿Cómo es su medio
donde viven?, ¿Cómo se están desarrollando?, ¿Tienen
problemas de orden social, económico, cultural, familiar
y espiritual?. Estas preguntas nos ayudarán a realizar
un cuidadoso análisis de la realidad infantil, el cual
nos permitirá bosquejar un plan para nuestra tarea
pastoral.
Establecer el diálogo.- Una vez obtenida la
información necesaria, se necesita establecer un
diálogo con los niños y niñas, hacerse amigos de
ellos(as), estar con ellos(as) en todas sus actividades. Es un
diálogo restaurador en el cual no sólo se obtiene datos
sino un mayor conocimiento existencial de su persona, de
su familia y de su situación social y espiritual.
Visita a sus hogares.-
Toda información necesita ser
verificada; para ello es aconsejable visitar el hogar del
niño(a) para establecer un diálogo con los padres y poder
comprometerlos en la tarea pastoral. Esta es una gran
oportunidad para compartir nuestro interés por sus
hijos(as), invitarles a reuniones de orientación familiar,
escuela de padres, reuniones de la iglesia. A la vez nos
permite conocer sus necesidades básicas.
Identificación con su visión
de las cosas.- Los niños(as) desde ya por
todas las informaciones que reciben van adquiriendo una
visión de las cosas, por lo tanto, es necesario que los
que van a hacer una pastoral con los niños(as) se
identifiquen plenamente con sus ideales, su realidad, sus
inquietudes e interrogantes que tienen. Esta actitud no
significa salir del paso ante sus preguntas ni dar falsas
ilusiones, sino es tomar la actitud de sentarse con
ellos, estar en plena relación íntima, ayudarles a
forjar su propio destino.
Formación de un equipo
idóneo.- La pastoral no puede estar en manos de
una sola persona, es necesario contar con un equipo
idóneo que apoye la tarea pastoral. El trabajo tiene que
darse en equipo y para ello debe tenerse en cuenta lo
siguiente:
No se puede atender al niño(a) simplemente
con relatos o cuentos bíblicos, sino que se le debe
complementar con temas de la vida cotidiana, para poder
interpretar mejor la realidad desde una perspectiva
cristiana.
Las formas verbales casi no deben usarse,
es conveniente usar la forma de la expresión en forma
creativa (arte), como medio para posibilitar la
expresión del niño(a), sus conflictos, ideas, etc.
Las dificultades que experimentan los
niños(as) requieren en su proceso de ajuste a la sociedad,
una atención pastoral y ésta debe estar al alcance de ellos(as).
La Iglesia como centro de
encuentro.- La iglesia tiene que
convertirse en un centro de encuentro cristiano de los
niños y niñas, donde ellos puedan sentirse como si
fuese su casa, su escuela, su barrio, la casa de Dios.
Para lograr ello es necesario que toda la comunidad haga
suyo este propósito.
La Escuela Dominical es un buen espacio que
permite una buena formación cristiana para sus vidas. En lo
posible debe haber cultos para niños(as), una vez al mes, utilizando
para ello liturgias apropiadas para su nivel y dinámicas
posibles para su celebración, incluyendo desde la creatividad
hasta su plena participación. Permitir una separación
transitoria con las personas mayores para poder vivenciar a su
edad una experiencia con Dios. Luego pueden participar en el
Culto con sus expresiones propias y talentos.
Las actividades que realice la iglesia con niños
y niñas deben tener en cuenta todo lo expresado hasta aquí. Si
hubiera niños y niñas de la comunidad que no son parte de la
congregación, no se les debe forzar a asistir a los cultos, sino
invitar a asistir juntos con sus padres. Nuestra misión
principal es formarlos con valores cristianos y que puedan
expresar su fe en la comunidad cristiana a la que pertenecen.
La tarea pastoral de la Iglesia en cualquier
comunidad es compartir el amor de Dios con todos los niños y
niñas, también.