PENSAMIENTOS DE PERSONAS FAMOSAS EN TORNO A LA BIBLIA
La existencia de
la Biblia como un libro para el pueblo, es el mayor beneficio que ha
experimentado la raza humana.
(Emanuel Kant, Filósofo alemán)
Siempre he dicho
y diré que el estudio de la Biblia hará mejores ciudadanos, mejores padres y
mejores esposos.
(Tomás Jefferson, Estadista norteamericano)
Es el Evangelio
la más preciosa dádiva que Dios ha podido enviar al mundo.
No hay filosofía
más sublime que la conocida con el nombre de Sagrada Escritura.
La Biblia es
siempre para mí el enorme poema histórico y divino, en el que todas las noches
necesito leer un rato antes de dormirme para que se me enriquezca de belleza y
poesía mi mundo de fantasmas.
(Juana de Ibarbourou, Poetisa uruguaya)
Estoy leyendo el
libro de Job y me ha producido un éxtasis extraño. Dejé el libro a un lado y
estuve paseando como un león enjaulado durante horas y horas casi sin poder
contener las lágrimas. Este libro fue uno de los primeros que se apoderaron de
mí y cuyo recuerdo no me ha abandonado durante el resto de mi vida.
(Fedor Dostoievskí, Escritor ruso)
La majestad de
las Escrituras me asombra; la santidad del evangelio habla a mi corazón. Ved los
libros de los filósofos con toda su pompa; ¡qué pequeños son en comparación a la
Biblia! ¿Podrá creerse que este libro, a un tiempo tan sublime y tan sabio, sea
obra de los hombres?
(Juan-Jacobo Rousseau)
Libro prodigioso
aquél, señores, en que el género humano comenzó a leer, treinta y tres siglos
ha, y con leer en él todos los días, todas las noches y todas las horas, aún no
ha acabado su lectura.
Deseo que aun la
mujer más débil lea los Evangelios, que lea las Epístolas de Pablo. Anhelo que
el labrador cante porciones de las Escrituras mientras sigue el arado, que el
labrador las entone al compás de la música de su lanzadera y que el viajero
aligere con estas historias la pesadez de su viaje.
(Erasmo)
Como cristianos,
como hombres, y como ciudadanos deseamos vivamente que se generalice la lectura
de las Santas Escrituras, en la cual creemos que están interesadas la religión,
la humanidad y la patria.
(José María Luis Mora, Escritor mexicano)
Tu Palabra no
muere, nunca muere, porque vive. No muere tu Palabra Omnipotente,
porque es
la vida misma, y la vida no vive, vivifica.
(Miguel de Unamuno, Filósofo español)
Proseguimos en la
gran campaña de traducir, publicar y distribuir las Sagradas Escrituras no como
un antídoto contra las filosofías materialistas, o para promover nuestro modo de
vivir. Estamos en esta tarea porque sabemos que ha llegado un mensaje de Dios
para el hombre de nuestros tiempos, un mensaje tan contemporáneo como el
periódico del día, un mensaje que nos habla del amor de Dios al hombre y del
inminente regreso de Cristo.
(Federico D. Coggan, Arzobispo de York)
LIBRO MÍO, libro
de cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para mi corazón, fuerte,
poderoso compañero... ¿Cuándo acudí a ti en vano, libro de los hombres, único
libro de los hombres? Por David amé el canto, merecedor de la amargura humana.
En Eclesiastés hallé mi viejo gemido de la vanidad de la vida, y tan mío ha
llegado a ser vuestro acento que ya ni sé cuándo digo mi queja y cuándo repito
solamente la de vuestros dolores. Nunca me fatigaste, como los poemas de los
hombres. Siempre eres fresco, recién conocido, como la hierba de julio, y tu
sinceridad es la única en que no hallo peligro, mancha disimulada de mentiras.
Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos. Yo
te amo todo, desde el nardo de la parábola hasta el adjetivo crudo de los
Números.
La Biblia ocupa
en mi pensamiento todo el espacio que debe ocupar un libro en que están los
reales fundamentos de las cosas sin las cuales no existiría la civilización...
Su mensaje que es uno solo y uno mismo para todos los pueblos, o sea el múltiple
mensaje de la libertad, de la justicia y del amor, como principio de toda
organización social, puede y debe resultar particularmente fecundo en esta
América de tan bellas tradiciones de democracia y confraternidad.
Estimo la hora de
la amplia distribución de las Sagradas Escrituras en nuestra América como una
sólida obra de bien, de elevación moral y de belleza.
(Arturo Capdevilla, Escritor argentino)
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