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LA MUJER EN EL PLAN SALVÍFICO DE DIOS

(Génesis 2:18, Lucas 10:38-42)

 

Dios desde el principio de la Creación crea a la mujer como una ayuda idónea al hombre, es decir, una ayuda adecuada junto al varón para un fin específico: "...Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer" (Gén. 1:28-30). En otras palabras: los creó para ser administradores de la Creación. Desde ese momento, el hombre y la mujer son compañeros en la misión con sus propios roles y características específicas de su género.

 

De ahí que, Dios al establecer un pacto no lo hace solo con el hombre, sino junto con su compañera. Ejemplo tenemos:

 

- Gen. 6:18: Noé se salvará junto con su mujer y sus hijos.

- Gen. 12:1: Abraham salió de Ur junto con su mujer y su parentela. En Sara se hará realidad la Promesa (Gen. 18:9-11).

- Gen. 24: 15-28: Isaac y Rebeca engendrarán a Jacob que sería el cumplimiento de la Promesa.

- Gen. 30:1-6: Raquel y Jacob serán el árbol genealógico de Israel, el pueblo de la Promesa. De ellos surgieron las 12 tribus.

 

Todo esto está enmarcado en el Plan de Salvación de Dios. No hay nada casual.

 

Por otro lado, en ese contexto del Plan de Salvación están: Rahab, la prostituta redimida, de quién empieza la línea genealógica de Jesús; Séfora, mujer de Moisés; Débora, la profetisa; Rut, la mujer convertida; Ana, madre de Samuel; Ester, la reina de un país pagano, Isabel, la mujer estéril; María, la madre de Jesús; la mujer samaritana, primera misionera y evangelista cristiana; María Magdalena, la pecadora perdonada; todas las mujeres mártires del cristianismo; Susana Wesley, mujer fiel y piadosa; Josefa Penzotti, abnegada y valiente esposa; Ellen Wood, quien dejó todo por servir; Ester Illescas, compañera fiel en la misión; todas las mujeres que diariamente trabajan por el reino de Dios, y otras tantas mujeres anónimas.

 

Hoy en día, el Señor sigue levantando más mujeres para seguir cumpliendo con el rol que el Señor les encargó desde el comienzo de la humanidad. De ahí que el rol de la mujer en la sociedad y en la iglesia es de vital importancia para el cumplimiento de la Misión. No puede quedar de lado ni ser ignorada, menos atropellada en sus derechos. ¿Cuán reconocida es la mujer en medio de su sociedad e iglesia?.

 

Rogamos al Dios de la vida que siga bendiciendo a todas las mujeres del mundo y las siga considerando sus discípulas en la proclamación del Evangelio. Que su generación sea bendecida y dejen profundas huellas en este proceso histórico de salvación. Amén.         

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

       


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