LA OFENSA CONTRA EL ESPÍRITU SANTO
(Marcos 3:20-35)
Para comprender este pasaje bíblico es bueno revisar el contexto del mismo:
- Jesús venía realizando muchos milagros;
- Su fama se había extendido por todo Israel;
- Los espíritus impuros se arrodillaban delante de él y gritaban: ˇTú eres el Hijo de Dios!;
- Jesús ya había elegido a sus doce discípulos.
Ante esa realidad muchos se preguntaban żDe dónde proviene el poder que tiene? Al respecto, sus amigos al ver la fama de Jesús, sobre todo su poder de sanar, creyeron que estaba loco. Los maestros de la Ley decían que Beelzebú, jefe de los demonios, es quien le ha dado este poder. Todos ellos ignoran que Jesús estaba ungido por el Espíritu Santo (Marcos 1:12-13); Él es el Hijo de Dios. La misión será cumplida con este poder otorgado y eso será la seńal del Reino. Sin embargo, Jesús hace comparaciones, para demostrar que Satanás no puede otorgar poder a él, ni menos pelear contra sí mismo.
Lo que hay que comprender es que la obra redentora de Jesucristo alcanza a todas las personas, que todos los pecados les serán perdonados, no habrá recuerdo de ninguno de ellos. La advertencia de Jesús es que debemos de cuidarnos de no ofender al Espíritu Santo, ya que esto, no será perdonado. Es el único pecado sin perdonar. Muchas veces, sin darnos cuenta caemos en la tentación, de palabra, pensamiento y obra, de atentar contra el Espíritu Santo. De ahí que, debemos tener mucho cuidado de no caer en este pecado.
Hoy en día, se habla mucho acerca del Espíritu Santo, hasta el punto de inventar o confundir sobre su acción. Esta actitud es una forma de ofender al Espíritu Santo. Vale la pena advertir, que quien afirme tener o estar lleno del Espíritu Santo, tendrá que mostrar sus frutos, tal como lo indica el apóstol Pablo en su carta a los Gálatas (Gálatas 5:22-23). Jesús demostró en toda Su obra que estaba lleno del Espíritu Santo y los resultados fueron evidentes. No fue un charlatán sobre la existencia y poder del Espíritu Santo.
Es bueno tener en cuenta que el poder el poder del Espíritu, que el Seńor derramó sobre su Iglesia en Pentecostés, fue para hacer muchas maravillas y realizar mejor la Misión. De ahí que, es extrańo escuchar a muchos decir tener el poder del Espíritu y ser los primeros en pelear, discutir, mentir, dividir la iglesia, inclusive, hasta caer en pecado. Estas acciones son una ofensa contra el Espíritu Santo y para las cuales no hay perdón.
Como creyentes en el Seńor, debemos recordar que él nos otorgó su Espíritu para realizar la Obra a cabalidad. Busquemos su presencia en nuestras vidas y demos testimonio de su poder, redimiendo aquél que se ha perdido. La Iglesia hoy más que nunca necesita de este poder para poder seguir realizando la tarea encomendada por Jesús.
Pidamos al Seńor de la Iglesia, que siga derramando su Espíritu sobre nosotros, para seguir anunciándole con poder y sabiduría. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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