La oración y su eficacia
(Lucas 11:1-13)
La lectura de este texto bíblico nos lleva a tener que establecer que hay dos momentos con referencia a la oración:
En un primer momento, notamos que uno de los discípulos de Jesús le pide que les enseñe a orar. No se puede orar si no se sabe cómo hacerla. La oración no es una cantidad de palabras repetidas como una letanía, debe ser hecha de corazón contristado y con verdadera convicción de que Dios nos escucha.
Juan el Bautista anteriormente ya había enseñado orar a sus discípulos. Pero parece que aún no saben el cómo orar. Ahora Jesús es el nuevo maestro de Israel y a él le piden que les enseñe a orar. ¿Tanto tiempo y no saber orar? ¿O es que querían escuchar algo nuevo sobre la oración? Bueno, esta petición no era rara, ya que era una costumbre muy común que un rabí le enseñara a sus discípulos una oración simple para poderla usar habitualmente. El rey David en su salmo 138 también enseña cómo orar a Dios.
Jesús, en la versión del Evangelio de Lucas, nos enseña todo lo que debemos saber acerca de la oración y el por qué orar. En la oración del Padrenuestro, en su forma breve, encontramos un orden:
a) Antes de pedir algo a Dios debemos reverenciarle primero. Solo cuando damos a Dios su lugar, todas las otras cosas ocupan su propio lugar. Él es nuestro Padre que está en los cielos, es Santo y hace su voluntad. Nos escucha siempre y está atento a nuestras súplicas. No nos desampara.
b) La oración cubre toda la vida.
1. Abarca la necesidad presente: es necesario orar por el alimento cotidiano, por el pan de hoy, no el de mañana. Hay que pedir lo suficiente.
2. Abarca el pecado pasado: nuestra actitud cuando oramos debe ser la de pedir perdón en actitud de arrepentimiento, sólo así estaremos en paz con Dios y con nuestro prójimo. De esa manera tendremos el perdón de Dios.
3. Abarca las pruebas futuras: la palabra tentación en el Nuevo Testamento significa cualquier situación de prueba. Toda situación que tengamos que enfrentar es un desafío y una prueba. No podemos eludirla solos, pero con Dios podemos enfrentarlas y superarlas.
Esta oración enseñada por Jesús se ha hecho, en el mundo cristiano, un modelo de oración.
En un segundo momento, este pasaje bíblico nos muestra el gran amor de Dios y la eficacia de la oración. En los versículos 5 al 8 se encuentra una parábola para enseñarnos que Dios es un Padre amante que suplirá las necesidades de sus hijos. Los versículos 9 y 10 nos enseña cuál debe ser nuestra actitud cuando oramos y cómo es la respuesta a dicha oración: Pedid y se os dará; Buscad y hallaréis; Llamad y se os abrirá. No basta en pedirle a Dios, sino que Él demanda de cada uno de nosotros un esfuerzo por conseguir lo que deseamos. No todo cae del cielo así nomás.
De ahí que nuestra oración debe ser hecha con reverencia y en forma sincera, sea cual sea nuestra condición personal. Dios conoce nuestras debilidades, nuestras necesidades y responderá oportunamente.
Oremos siempre a nuestro Padre celestial, confiando en su infinito amor y misericordia por nosotros, sus hijos e hijas. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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