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CONSTRUYENDO PUENTE ENTRE LA TEORÍA Y LA PRAXIS (*)

 

(Marcos 4:35-41)

 

¡Señor, sálvanos que perecemos! Es el grito cotidiano de mucha gente que busca un auxilio para sus problemas. En medio de esos gritos desgarradores caminamos todos los días, tal vez sin poder detenernos un momento para consolarlos debido a que estamos muy ocupados y tenemos mucha prisa en realizar nuestros quehaceres cotidianos.

 

Todos los días leemos la palabra de Dios, la estudiamos y nos admiramos del poder de Dios a través de los tiempos. Muchas veces en medio de nuestro estudio, escuchamos esos gritos.

 

¿Quién los atiende? ¿El sociólogo, el psicólogo, el político, el antropólogo, el teólogo, el pastor, el sacerdote, el caritativo? ¿Quién? Allí están clamando en búsqueda de una respuesta y ayuda oportuna.

 

Para muchos, la iglesia está llamada a atender ese clamor y calmar el sufrimiento de las personas. Sin embargo, en la iglesia muchos pasan el tiempo estudiando la palabra de Dios, reflexionando sobre sus actos milagrosos, sobre la vida y misión de la iglesia. ¿Se escuchará el clamor de la gente?

 

Notamos que en el interior de la iglesia hay un temor por pasar de la teoría a la praxis; de la reflexión teológica a la acción pastoral. Al igual que los discípulos, los cristianos de hoy tienen miedo de comprobar o poner en práctica su fe desde sus barcas. La tempestad los achata, no tienen una fe atrevida.

 

Hoy en día la iglesia tiene muchos temores, no arriesga, camina siempre por caminos ya caminados, no intenta buscar nuevos atajos, no hay nada nuevo en la experiencia de la fe.

 

Cuando un estudiante se acerca a un seminario teológico, viene en búsqueda de herramientas que le permitan poner en práctica su fe con un Dios real. Esas herramientas serán instrumentos que le permitirán construir puentes entre lo que no es y lo que es, entre el odio y el amor, entre la miseria y el bienestar, entre la incredulidad y la fe, entre la guerra y la paz. El seminario no es un lugar para adquirir fe, se viene con fe, con vocación, con convicción en el poder de Dios. Es un centro de estudios, no es un templo, no es un mercado, menos una fábrica.

 

Por eso, cada estudiante de teología debe ser un constructor de puentes que una lo abismal y lo imposible con lo cercano y real. Debe tener fe de que Dios lo hará, no puede tener dudas.

 

Preocupa que en estos tiempos existan cristianos temerosos del mañana, que no sean capaces de arriesgar, que nada les anima a soñar y tener esperanza. ¿Qué les impide a construir puentes de amor y esperanza? Es lamentable comprobar que las tormentas de la vida ahogan la misión de la iglesia. Jesús preguntaría a Su iglesia: “¿Por qué tienen miedo hombres y mujeres de poca fe?”

 

Una verdad que es muy cierta: quien se la pasa reflexionando y no pone en práctica todo lo aprendido, no arriesga, lo mejor de su vida pierde. Las herramientas son para usarlas y no para guardarlas en un rincón.

 

Hoy, al clausurar un año académico más, nos preguntamos si habrá sido suficiente todo el tiempo empleado en las aulas, si se habrán quedado algunas herramientas sin usar, si los estudiantes estarán convencidos de la tarea para la que el Señor los ha llamado. Es nuestra esperanza que al salir este nuevo contingente, sean constructores de puentes de amor y de esperanza, que jamás duden de su fe, que sean capaces de vencer las adversidades en cualquier tiempo y lugar. Estoy seguro que por cada puente construido habrá gozo en el cielo. ¡Escuchen y atiendan el clamor de los que sufren!

 

Confiamos que no ha sido en vano pasar tanto tiempo en las aulas, donde nunca se cerraron las ventanas. ¡Que el Señor bendiga a esta nueva generación que traspasa estas puertas del saber teológico!

 

Ahora bien, ¿qué pasa con nosotros? ¿Qué pasa con nuestra barca? ¿Se hunde? ¿Despertaremos al Maestro para no perecer? ¿Enfrentaremos las tormentas? Ante esto debemos tener en cuenta las palabras de Dios a Josué: Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente;  no temas ni desmayes,  porque Jehová,  tu Dios,  estará contigo  dondequiera que vayas"  Es cierto que cada día se levantan tormentas y pareciera que nos hundimos, pero en medio de ellas nuestra fe debe ser intrépida y vencerlas.

 

Sigamos caminando en medio de la vida, cumplamos la tarea, escuchemos y atendamos el clamor de los que sufren. No tengamos miedo, confiemos que el Señor estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén. 

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

(*) Mensaje en la clausura del año académico de la Comunidad Bíblico-teológica-CBT, diciembre de 1997.

 

       


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