UN GIRO DE 180 GRADOS
(Lucas 1: 26-38)
En esta oportunidad el texto del Evangelio de Lucas nos da cuenta del anuncio sorpresivo del ángel Gabriel a María. De pronto, en menos de un minuto el proyecto de vida de María cambia, su futuro da un giro de 180 grados. Ella estaba preparándose para realizar su boda con su novio José y en un abrir y cerrar de ojos es llamada a ser la madre de Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador. El ángel del Señor cambia el rumbo de esta pareja para una misión diferente pero con una trascendencia importante para su pueblo. Tengamos muy en cuenta las palabras de María: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.
De igual manera ha sucedido a lo largo de la historia del pueblo de Dios, donde muchas veces Él cambió el rumbo de muchas personas, haciendo que dieran un giro de 180 grados. Tal es el caso de Noé, Abraham, Jacob, José, Moisés, David, Isaías, Rut, María y José, Pedro, Mateo, Pablo y muchos otros más. Estaban en otra cosa y de pronto el Señor los llamó para una tarea y todo cambió. En Pentecostés el Espíritu Santo fue derramado sobre los discípulos y también todo cambió para ellos desde ese momento. Muchas personas cambiaron sus vidas a partir de esa experiencia.
A lo largo de la historia de la Iglesia, también podemos ver cómo personas que fueron llamadas por el Señor, cambiaron sus rumbos, sus vidas, sus proyectos, y dieron un giro de 180 grados. Como ejemplos tenemos a Esteban, los primeros discípulos, los mártires de la iglesia, los Padres de la Iglesia, Francisco de Asís, Juan Huss, Martín Lutero, Juan Calvino, John Wesley y muchos otros más. Ellos tenían planeado cumplir con su propio plan de vida, pero el Señor se los cambió, en beneficio de Su iglesia. A partir de eso, transformaron una iglesia que había estado preparándose para cumplir la Misión, y para ello se elaboraron diversos proyectos y planes de renovación y crecimiento, se implementaron comisiones de trabajos, se hicieron planes de evangelización y crecimiento, se aprobaron cuantiosos presupuestos para tales fines. Por último, se modificaron diversas normas de la Iglesia en muchas oportunidades. En todo esto, los resultados no fueron los esperados, ni menos el cumplimiento de todos los objetivos propuestos. No se registró un crecimiento significativo, ni un desarrollo sostenido, ni el surgimiento de un nuevo liderazgo comprometido y consagrado a la Misión, salvo escasas excepciones.
Como podemos ver, de pronto el Señor interviene en la historia y decide cambiar el rumbo de la Iglesia, revela su voluntad de dar un giro de 180 grados en el cumplimiento de la Misión. El cumplimiento y desarrollo del Discipulado es la nueva opción para la Iglesia. No es un nuevo programa o proyecto, es simplemente el cumplimiento del mandato del Señor: “Id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19ª), tomando como modelo la organización de la Iglesia Primitiva y del Movimiento Metodista del siglo XVIII, mediante el establecimiento de pequeños grupos de pacto, o discipulado, o células. A partir de esta nueva alternativa, El Señor llama a siervos y siervas para lograr tal propósito. Esta es ahora la visión para toda la Iglesia.
Ahora bien, el Señor en estos tiempos sigue llamando siervos y siervas para cumplir la Misión, llama desde situaciones adversas o sencillas, cambia el rumbo establecido por un nuevo proyecto de vida. ¿Estaremos listos a responder al Señor si nos cambia el rumbo? ¿Responderemos como María? A lo largo de la historia muchos ya han respondido a su llamado y han entregado sus vidas plenamente. Tal vez usted sea uno de esas personas que respondieron al llamado del Señor, y seguramente está siendo beneficiado de las bendiciones prometidas. ¿Cambió el Señor su rumbo? ¿Dio un giro de 180 grados?
Hoy en día, la Iglesia está llamada a hacer un giro de 180 grados en su Misión para centrarse en el cumplimiento de la Gran Comisión de nuestro Señor Jesucristo, generando una nueva esperanza, una mayor vitalidad, el surgimiento de un liderazgo comprometido y consagrado, la incorporación de nuevos creyentes y la renovación de la Iglesia.
Que el Señor siga derramando sus ricas bendiciones sobre nuestras familias e iglesias. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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