EN MEDIO DEL MAR, A MITAD DE CAMINO
(Marcos 6: 45-56)
Este pasaje bíblico nos da a conocer acerca del cuidado de Jesús por sus discípulos y de los milagros realizados por él. Es interesante ver cómo Jesús tiene como propósito enseñar cuán importante es la fe y constancia en el cumplimiento de la Misión.
En primer lugar, Jesús hace que sus discípulos entren en la barca y vayan a Betsaida, que queda en la otra ribera, mientras él irá después para alcanzarlos. Entre tanto se encarga de despedir a la multitud. Aquí hay dos destinos: la barca debe llegar al otro lado del mar y la multitud se debe ir a sus casas. Los discípulos son embarcados en la barca con una misión. Para eso han sido llamados y embarcados; mientras que la multitud no, por ahora no son ellos llamados. Muchas veces, Jesús no llama a multitudes, sino a personas para una labor. Así de esa manera él nos ha llamado por nuestro nombre para cumplir una labor.
En segundo lugar, apreciamos la actitud de Jesús. Él se retira a un lugar del monte a orar a solas. Confía que los discípulos están navegando hacia su destino señalado. Espera que estén poniendo todo de sí para cumplir la tarea. En esa confianza él se dedica a orar, como siempre suele hacerlo. La oración de Jesús es por el cumplimiento de la Misión y por sus discípulos. Este aspecto es muy importante en la realización de cualquier tarea. Jesús a solas con su Padre puede conversar y poner en sus manos cualquier situación, recibir la paz necesaria y el poder para realizar la tarea encomendada. ¡Es un tiempo de refrigerio espiritual! Nosotros también necesitamos ese refrigerio espiritual en el cumplimiento de la misión. Es necesario apartarnos por un momento del trajín cotidiano y estar a solas con Dios para conversar con él y recibir la paz y poder necesario.
Una tercera situación que podemos advertir en este relato, es que ya es de noche y la barca está detenida en medio del mar, afrontando un viento adverso y la fatiga se ha apoderado de sus tripulantes. Nos imaginamos que el miedo, la impotencia y la frustración cunden en toda la tripulación, más aún cuando ya es demasiado oscuro. ¿Cómo afrontar esta situación? ¿Qué hacer sin la compañía de Jesús? ¿Dónde está Jesús? Muchas veces nos toca a nosotros pasar por esas mismas situaciones cuando estamos embarcados en la Misión y sentimos el cansancio, la fatiga, la frustración, las tentaciones y sentir que la tormenta quiere derrumbarnos. En esta situación preguntamos lo mismo: ¿Cómo afrontar esta situación? ¿Qué hacer sin la compañía de Jesús? ¿Dónde está Jesús?
Finalmente, la enseñanza viene luego. Jesús se da cuenta de lo que estaba sucediendo con sus discípulos, va a su encuentro andando sobre el mar para estar adelante. Es Jesús quien va en busca de ellos, va a animarlos y decirles que no pueden quedarse a mitad de camino, ni deben tener miedo. Sin embargo, los discípulos no le reconocen en medio de la oscuridad, creen ver un fantasma y comienzan a dar gritos desesperados. El pánico cunde en toda la tripulación. En medio del caos, Jesús les tiene que decir que tengan ánimo, él no es un fantasma nocturno, es Jesús, el Maestro. Con esa experiencia nocturna en medio del mar, Jesús se sube a la barca y los anima a seguir adelante. El viento se calma ante su presencia y todos quedan atónitos y maravillados. Jesús una vez más debe enseñarles que deben tener fe y poner su parte. La misión no puede quedar a medias, inconclusa, porque hay mucho por hacer al llegar a la meta. Ahora, el texto nos dice que todo eso ocurre porque sus corazones estaban endurecidos. Ellos no se han dado cuenta que Jesús los estaba viendo desde la orilla, él no los había abandonado. Jesús estaba acompañándolos y orando por ellos. ¡El nunca nos abandona en la tarea!. Algo así suele pasarnos, nos quedamos a mitad del camino, nos detenemos ante los problemas, las adversidades, nos fatigamos, nos invade el temor y nos paralizamos. No nos damos cuenta que el Señor está con nosotros, él no nos abandona y cuida que la misión no se trunque. Pero, hay un momento en que Jesús se mete a nuestra barca para darnos ánimo y calmar las tempestades, y así poder continuar con la tarea.
El relato tiene un final feliz. La barca por fin llega a la otra orilla. La travesía ha terminado. Jesús está al frente de la tripulación y la misión se ha cumplido. Ahora bien, al llegar la barca al otro lado del mar, la multitud está ahí y reconocen a Jesús, quien sana y salva. La obra salvífica empieza a realizarse. Muchos enfermos son sanados y redimidos, No ha sido en vano la travesía, Jesús tenía un propósito para con sus discípulos. Ahora deben poner en práctica todo lo que les ha enseñado y practicado. Hoy en día, la Iglesia es esa barca donde el Señor nos convoca a abordarla y llevarla al otro lado de la orilla, ahí donde están las necesidades de la multitud. El Señor no quiere que la misión que nos encarga quede a medio hacer, a mitad de camino. No debemos temer ante las adversidades, porque él está siempre en medio de nosotros. Roguemos al Señor a que nos dé ánimo y valor en el cumplimiento de la tarea y que podamos llegar siempre a la multitud que espera ser sanada y redimida por medio de la palabra de Dios. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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