LA ALEGRÍA DE LA SANIDAD
(Mateo 9:27-31)
Este texto bíblico nos relata de un milagro de Jesús a favor de dos ciegos que se cruzaron en su camino. Ellos a gritos le dijeron a Jesús que tuviera misericordia de ellos. Lo seguían sin dejarlo tranquilo. Al llegar Jesús a una casa, los dos ciegos están también ahí. Sin duda que ellos sabían que Jesús era el Hijo de Dios y como tal tenía poder para sanarlos. No es fácil imaginarse, estar en la condición de ser ciegos, menos de la esperanza de que puedan ser sanados por el Hijo de Dios. La fe y la esperanza de ser sanados por el Señor, les anima a insistir en su pedido. Jesús se detiene ante tanta insistencia y les pregunta si creen que él puede sanarles, devolverles la vista. Rápidamente ellos le contestan que sí. Ellos no dudan para nada que no sea así. Por el contrario, sus esperanzas crecen más aún ante la pregunta hecha por Jesús.
Aquí Jesús, al escuchar la respuesta de ellos, procede a hacer el gran milagro de devolverles la vista. Es interesante que la fe de ellos cumple un rol importante en el proceso de sanidad. Así Jesús lo resalta al decirles que su fe ayudará a la sanación de ambos. Cuán importante es tener en cuenta que la fe cumple un lugar muy importante en la sanidad. Los dos ciegos tenían una fe muy grande e insistían de ser sanados, en ningún momento dudaron que no fuera así. De ahí que Jesús procede a sanarlos, y sus ojos fueron abiertos. Es de imaginarse la alegría y gozo de ambos ciegos al ver la luz y conocer en forma directa al Hijo de Dios, quien los ha sanado.
Ante la alegría de los ciegos, Jesús les hace una advertencia que no lo digan a nadie, que guarden silencio, que no divulguen el milagro hecho, que este hecho sanador quede sólo en ellos. Algo muy difícil de pedir a dos personas que estuvieron en tinieblas, que cada día no veían salir el sol, que dependían de otros para caminar. ¡Quién no daría a conocer a otros el gran milagro recibido! Aquí Jesús está pidiendo algo imposible a estas dos personas llenas de alegría y agradecimiento a su persona. Ser sanado por el Señor genera una alegría insospechada. Esa es la gran alegría que genera la sanidad obrada por nuestro Dios. Prueba de ello es que ni bien terminó Jesús de hablar, ellos salieron gritando de alegría y anunciando que él los había sanado, les había devuelto la vista; ahora podían ver la luz y dejaron para siempre las tinieblas. Cuántos de nosotros ha tenido esta experiencia de sanidad hecha por nuestro Dios y luego sentir la gran alegría de ello, para luego salir a contarles a todos de las grandes maravillas que el Señor obra cada día. Esta alegría debe contagiar a otros que pasan situaciones adversas y puedan también ser sanados. El apóstol Pablo nos recuerda: "Estad siempre gozosos" (1 Tes. 5:16).
Hoy en día el mundo necesita saber que el Señor sana y salva a quien se le acerque. Cuánta gente está sufriendo por las enfermedades que tienen y sin ninguna esperanza de ser sanados, peor aún cuando algún médico les dice que ya no hay nada que hacer. Qué el Señor nos ayude a seguir proclamando las maravillas de nuestro Dios con gozo y alegría. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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