DESTRUYENDO LAS ESTRUCTURAS DIABÓLICAS
(Hechos 16:6-40; 2 Corintios 10:4-5)
Este relato de uno de los viajes de Pablo, el segundo por Europa y Asìa, nos muestra que, si bien muchos acontecimientos eran generados por la acción del Espíritu Santo, lo cual favorecía la evangelización y el crecimiento de la Iglesia, también nos da a conocer cómo el diablo hacía lo imposible para que la obra de Dios fracasara. Lo que podemos establecer es que en todo esto, se iban generando estructuras de bendición de parte de Dios, pero también vemos cómo el demonio establecía estructuras diabólicas que entorpecían la misión. Hoy en día, podemos encontrar esta misma realidad en nuestras sociedades. Existen estructuras de bendición que buscan el bien común, pero así también existen estructuras diabólicas que destruyen toda buena labor, de la Iglesia y de la sociedad.
Veamos qué sucede en este viaje de Pablo. Él cuando llega a Derbe y a Listra se encuentra con un joven llamado Timoteo, quien era hijo de una mujer judía creyente y su padre griego, de él daban buen testimonio los hermanos. Aquí podemos notar que hay una estructura de bendición favorable para el crecimiento de la iglesia y la confirmación en la fe.
Otra situación que se va a presentar es cuando Pablo quiere ir a Asia, el Espíritu Santo se lo prohíbe. Dios tiene otro plan para Pablo. En Troas, Pablo recibe una visión en la que un varón macedonio le ruega que pase por Macedonia y que los ayude. Llega a Filipos y va al río, lugar donde se hacía la oración, entabla conversación con las mujeres que se habían reunido en dicho lugar. De pronto una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, creyente en Dios, empezó a escuchar lo que Pablo decía y el Señor le abrió el corazón para recibir a Jesús y luego fue bautizada, convirtiéndose en la primera mujer cristiana de Europa. Dios establece con ella una estructura de bendición para la ciudad.
Sin embargo, camino a la oración, les sale al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, dando grandes ganancias a sus amos con la adivinación. He aquí una estructura diabólica creada por Satanás, que quiere impedir la misión de Pablo. La muchacha empieza a seguir a Pablo y a sus acompañantes, por varios días, dando voces que eran siervos del Dios Altísimo, y que anuncian el camino de la salvación. Pablo se detiene y echa fuera dicho espíritu en el nombre de Jesucristo, quedando la muchacha liberada en el acto. Ante este suceso podemos decir que Pablo está destruyendo estructuras diabólicas.
Satanás nunca quedará tranquilo ante los hechos grandiosos de Dios. Para ello utiliza a los amos de la muchacha, que están enojados porque ahora sus ganancias se perderán, al no tener más la muchacha espíritu de adivinación, para prender a Pablo y Silas. Las estructuras diabólicas reaccionan sin ninguna consideración. Pablo y Silas son llevados ante las autoridades para acusarlos de que alborotan la ciudad. Esta no es la verdadera causa de su detención. Ya vimos cuál fue la reacción de estos hombres, traficantes de mujeres. Los magistrados temiendo al pueblo que estaban contra los presos, deciden que los desnuden y los azoten, para luego encerrarlos en la cárcel. La reacción de Pablo y Silas es la ponerse en oración y cantar himnos a Dios, ante los demás presos, creando de esta manera una estructura de bendición en la cárcel.
Ahora bien, Dios tiene sus planes para liberar a estos dos varones. A medianoche se produce un terremoto que destruye la cárcel y se rompen las cadenas de los presos. Ante esa situación, el carcelero al ver las puertas abiertas de la cárcel, se quiere suicidar, pensando que los presos se han escapado. Pablo tuvo que gritar en voz alta para decirle que no haga eso, ya que nadie se ha escapado. El carcelero sorprendido se postra a los pies de Pablo y de Silas y les pregunta: ¿Qué debe hacer para ser salvo? Inmediatamente ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa. Luego le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en la casa. La respuesta del carcelero fue bautizarse junto con los suyos, gozándose por haber creído en Dios. Aquí vemos cómo Dios establece otra estructura de bendición a través del carcelero.
Al día siguiente, los magistrados mandan a soltar a Pablo y Silas, temiendo una reacción de Roma, ya que ellos eran ciudadanos romanos y no habían sido procesados debidamente y fueron azotados injustamente. La corrupción es tal, que ahora quieren que se vayan a escondidas para que nadie se dé cuenta de lo que habían hecho. He aquí una estructura diabólica. Pero Pablo se resiste a salir a escondidas, ya que apela a su ciudadanía romana. Finalmente, Pablo y Silas salen y se van a encontrar en la casa de Lidia.
Hoy en día, podemos ver que en nuestra sociedad también hay instaladas estructuras diabólicas que no permiten desarrollar la buena voluntad de Dios para con todos. Estas estructuras diabólicas están enquistadas a nivel personal, familiar, comunitario, institucional, gobierno, ideologías y en la Iglesia. Hay personas malvadas que solo quieren destruir a personas, y para ello apelan a una serie de acciones: robo, asalto, secuestro, matanza, soborno, difamación, calumnia, mentiras, corrupción. Pero vemos que ya no sólo es un hecho personal, sino que estas estructuras se han instalado a nivel familiar, grupal, en las instituciones de gobierno y en ideologías contrarias a la moral. Estas estructuras diabólicas cada vez más están creciendo y destruyendo nuestra sociedad. Todo esfuerzo humano es insuficiente. Se hace urgente clamar a Dios para que actúe con poder y pueda destruir dichas estructuras de maldad. Aquí es necesario tener en cuenta las palabras del apóstol Pablo:
"Porque las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios,
y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo"
(2 Corintios 10: 4-5)
Por otro lado, tenemos en nuestra sociedad estructuras de bendición que de alguna manera están contrarrestando la acción diabólica. Estas estructuras las podemos identificar a través de las iglesias cristianas, creyentes y fieles al Señor, pastores, misioneros, instituciones de bien, colegios cristianos, organizaciones de apoyo social. Sin embargo, como ya se ha dicho anteriormente, no son suficientes para enfrentar y erradicar dichas estructuras diabólicas. Falta un mayor clamor a Dios para que nos ayude a destruir dichas estructuras y una acción comprometida. De ahí que nuestra sociedad está como está. Debemos todos los creyentes clamar a Dios y unirnos en oración para vencer el mal y lograr que nuestra sociedad sea una sociedad bendecida y protegida por el Señor.
Ante esta situación del predominio de Satanás en los tiempos actuales, se hace necesario revisar el quehacer teológico en todas sus dimensiones. Desde hace de cientos de años la teología cristiana se ha dedicado al estudio de la acción de Dios y de Satanás, en la vida del ser humano. Para ello ha desarrollado un sistema de estudio y reflexión sistemático para entender dicha acción en cada persona y su respectiva respuesta. Los resultados de la praxis no son halagadores. Aún el pecado sigue corroyendo al ser humano y a la Creación.
La teología cristiana ha descuidado abordar la forma cómo Satanás actúa en la vida de las personas y en la Creación. No es de extrañar que Satanás es un personaje muy astuto y un gran estratega para hacer frente a los planes de Dios. Él desde los inicios de la humanidad ha ido creando estructuras diabólicas y de maldad en las vidas de las personas, en las sociedades, en la ciencia, filosofías, gobiernos, políticas e ideologías de turno. Esto no es nuevo, ya existen desde la Creación. Un ejemplo: la desobediencia de Adán y Eva.
Ante esa triste realidad se hace necesario dar un nuevo giro en el quehacer teológico. Ya no basta solamente hablar sobre temas del pecado, de la salvación, del rol de la gracia, del compromiso, de la fe, del juicio final, etc. Estos temas no han logrado destruir las estructuras diabólicas y de maldad establecidas por Satanás. La Iglesia no ha logrado destruirlas, ni tiene una estrategia para dicho fin. Eso conlleva a detectar dónde están instaladas estas estructuras y proceder a destruirlas. Se debe tener en cuenta que dichas estructuras no son sólo estructuras físicas, sino que están compuestas por personas y sistemas. Es ahí donde está anidado el pecado, la maldad y todo aquello que se opone al reino de Dios. Ahora bien, estas estructuras no son visibles a simple vista, están instaladas en forma soterrada.
Por eso, la teología y la Iglesia ya no deben predicar al aire libre, solamente, el Evangelio de Jesucristo, sino meterse a dichas estructuras y con el Evangelio empezar su desactivación o destrucción. En la medida que dichas estructuras empiecen a desaparecer, podremos hacer realidad las señales del reino de Dios en nuestro mundo.
Esto sería lo ideal, más aún, si existen estructuras de bendición instaladas en la sociedad, tales como, la iglesia, instituciones religiosas, colegios y universidades cristianas, organismos de bien social. Lamentablemente todas estas estructuras tienen sus propias contradicciones internas e ignoran la existencia de las estructuras diabólicas y de maldad. Se han establecido en el seno de la sociedad y se han enquistado como meros organismos sociales. Han perdido la visión y misión del reino de Dios. De ahí que la conformación de los grupos de pacto, pequeños grupos o células, son la contraparte de las estructuras diabólicas, que en la medida que se fortalezcan y se desarrollen lograrán un impacto y un gran cambio de las personas en la sociedad y debilitarán de esa manera la influencia de Satanás.
Por eso, la urgencia de que la teología tiene que dar un giro de ciento ochenta
grados en su reflexión y centrarse en el estudio de estas estructuras
diabólicas de maldad para desactivarlas y rescatar a las personas y a las
estructuras que están bajo el dominio de Satanás. No es fácil esta tarea, ya
que Satanás tiene mucho poder y anda suelto por el mundo como si fuera su
casa.
Es increíble ver cómo el pecado se infiltra hasta en las
"santas" instituciones. Satanás se mimetiza para parecer un santo. Hay que
descubrirlo y echarlo junto con sus compinches.
Día y noche trabaja sin cesar, mientras que nosotros los cristianos
nos hemos quedado dormidos en nuestros laureles del pasado. La Iglesia, como
institución sigue el mismo camino. Con la ayuda del Espíritu Santo es
necesario iniciar una batalla frontal contra estas estructuras diabólicas, utilizando
para ello todas las herramientas que Dios nos provee y vencerlas en el
nombre de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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