DE LO PROFUNDO DEL POZO A LA ROCA FIRME
(Salmo 40:1-5)
Este es uno de los tantos salmos que el rey David escribe sobre la liberación divina. En verdad, hay que estar en una situación similar para comprender la angustia y desesperación que pudo sentir David en una grave situación de apremio. Sólo con la experiencia vivida en esos graves momentos podemos experimentar la liberación de nuestro Dios. De ahí que, este salmo refleja la alabanza de David por esta liberación. Creo firmemente que, este salmo también refleja nuestra actitud ante la ayuda oportuna del Señor. ¡Cuántas situaciones adversas o de dolor nos ha tocado vivir durante el trayecto de nuestro caminar!. Sólo Dios, sabe y conoce nuestras angustias y tormentos que nos ha tocado experimentar.
Al comenzar el salmo, las palabras de David son de testimonio. Señala que pacientemente esperó a Jehová, que toda su fe y confianza estaban en Él. Es cierto, que la respuesta no fue inmediata, pero tuvo un tiempo de espera en forma paciente, sin desesperación y sin dudas. David sabía que sólo el Señor lo podría liberar de esa situación grave, aún de la muerte. Nunca desfalleció y no tomó decisiones desesperadas. Muchas veces a nosotros nos cuesta tener la actitud de David en situaciones parecidas o peores. Nos desesperamos, dudamos, renegamos de Dios, tomamos decisiones desesperadas, aún, la de quitarnos la vida. No sabemos esperar pacientemente la voluntad de Dios. Sin embargo, en medio del dolor, del sufrimiento, Dios se inclina para escuchar el clamor de su siervo. En el tiempo de Dios, no en el nuestro, a Él le plació responder a las súplicas, oraciones, peticiones y clamores de su siervo. Una vez más, comprobamos que Dios no deja nunca de oír nuestras oraciones. Toda la Escritura lo afirma (Génesis 30:6; Éxodo 3:7-8; 1 Reyes 9:3a; Salmo 18:6; Salmo 34:4; Jeremías 33:3; Mateo 7:7-11; 1 Juan 5:14-15). El rey David, como testimonio de que Dios le oía le puso como nombre Elisama a uno de sus hijos, que significa: Dios oye. (1 Crónicas 14:7). El Señor puede tardar, pero nunca olvida. Esa es nuestra confianza en un Dios vivo, amoroso, misericordioso y restaurador.
Pero, no todo quedó ahí. La respuesta y acción de Dios fue contundente al estirar su mano y sacar de lo profundo del pozo de la desesperación, lleno de lodo, del fango de la muerte, a David su siervo escogido. La acción salvífica de Dios es real y concreta como en todas sus intervenciones. La mano salvadora de Dios siempre es oportuna y liberadora, nunca deja en abandono a sus siervos. Quienes hemos experimentado la experiencia de estar en lo profundo del pozo, sentir la soledad, estar cercanos a la muerte, podemos decir que es terrible y desesperante. En esos momentos, nadie está a nuestro lado para darnos una mano, nadie nos oye, nadie escucha nuestros gritos que salen de lo profundo del alma que se agita y se turba dentro de nosotros. Es un vacío existencial y lleno de dolor, sombras de muerte nos rodean. Solo la fe en nuestro Dios, nos mantiene firmes y con la esperanza de que pronto vendrá a rescatarnos de lo profundo del pozo. De ahí que, en medio de la desgracia tenemos paz. De pronto sentimos que la mano de Dios busca nuestras manos para rescatarnos y sacarnos del pozo profundo. David fue sacado del pozo y puesto sobre una roca firme, sus pies ahora estaban firmes. En ese momento la alegría y gozo de David se hicieron presentes en su vida, la salvación de Dios llegó para siempre y en forma oportuna. De la misma manera, nosotros también hemos sentido esa misma experiencia al ser rescatados por la mano poderosa de Dios y puestos sobre un lugar seguro, sobre una roca firme.
Esta experiencia salvífica sirvió a David para testimoniar cómo Dios puso en su boca un cántico nuevo y de alabanza para alabarle. Esta testimonio serviría para que otros puedan ver las maravillas de Dios, le teman y confíen en Él. ¿Quién no ha tenido esta experiencia de liberación divina? ¿Cuánto se alegra nuestro espíritu al recibir la ayuda de nuestro Dios? ¿No brota también de nuestra boca cantos de alabanza para nuestro Dios?. De ahí, la importancia de nuestro testimonio hacia otros que no conocen a Dios. ¡Cuán importante es testimoniar las múltiples maravillas que Dios realiza en nuestras vidas! ¡Cuántos necesitan escuchar el mensaje de salvación para sus vidas y para sus familias! Nosotros hemos sido llamados a ser los testigos de Dios, en un mundo incrédulo y turbulento.
Finalmente, el rey David da cuenta que las maravillas y los pensamientos de Dios son grandiosos e innumerables, que no se pueden contar. No alcanzaría el tiempo para dar cuenta de todo ello. ¡Cuántas maravillas realizadas por Dios desde la Creación! Nos toca a nosotros dar a conocer las múltiples maravillas de Dios en nuestras vidas. ¡Que el Señor nos permita ser la sal y luz del mundo!
Roguemos al Señor que siempre podamos dar testimonio de su obra redentora en nuestras vidas en todo tiempo y lugar. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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