UNA COSA ES OÍR DE DIOS Y OTRA COSA ES EXPERIMENTAR SU PRESENCIA
(Job 42:5)
Esta expresión, que fue dicha por Job hace miles de años, después de pasar las calamidades más terribles de su vida, en manos de Satanás, viene bien tenerla en cuenta para nuestra propia vida. Muchas veces hemos oído o leído acerca de Dios, ya sea en la casa, en la Biblia, en la iglesia, en la consejería pastoral, en libros cristianos, en charlas o conferencias religiosas. Sin embargo, solo logramos tener un conocimiento intelectual de Dios y muy poco llegamos a tener un encuentro personal con él. Job reconoció, que a pesar de ser un creyente fiel, solamente había oído sobre la existencia de Dios, pero no lo conocía cabalmente. Luego de pasar la experiencia de las pruebas sobre su persona y su familia, pudo reconocer que Dios era todopoderoso y que estaba presente siempre, aún en los momentos difíciles de su vida. Luego de esa experiencia dolorosa, el Señor bendice y restaura la prosperidad de Job, dándole mucho más de lo que había perdido. Gran ejemplo de una fe inquebrantable.
Cuántas veces nos ha pasado a nosotros mismos esta experiencia. Sabíamos de la existencia de Dios, escuchábamos relatos maravillosos de sus maravillas del Señor en boca de muchos creyentes, veíamos cómo Dios actuaba en las vidas de las personas. Habíamos asistido a cultos de sanidad, donde el poder de Dios se manifestaba. Nos quedábamos asombrados de todo ello y hasta nuestra fe se afianzaba; pero, aun así, no teníamos la experiencia de su presencia en nuestras vidas. Había un abismo entre oír de Dios y experimentar su presencia. Así también, les pasa lo mismo a muchas personas creyentes, pastores, teólogos, predicadores, profetas y estudiosos de la Biblia. Hablan mucho acerca de Dios, pero pocas veces o casi nunca, han tenido una experiencia personal con Él. Esta es una realidad muy común en la Iglesia. Dios es una idea, un concepto, una historia, pero no una realidad vivencial. Las bibliotecas están llenas de libros, revistas y videos sobre Dios; los discursos y charlas sobre Dios abundan por doquier y hasta son fuente de ingresos económicos. Hasta el pueblo creyente habla en demasía sobre las cosas de Dios, pero no están dispuestos a obedecerle y tener un encuentro personal con Él.
Pero, hay un momento, al igual que Job, que nos toca pasar por pruebas, tentaciones o sentir los dardos que Satanás nos lanza, y es ahí donde todo nuestro conocimiento sobre Dios se queda corto o no tiene sentido. Pareciera que Dios se ausentara, que está lejos de nosotros o que nos ha abandonado. Es en estos casos, que hay que resistir toda prueba o tentación, mantener nuestra fe firme y tener la seguridad y esperanza de que el Señor escuchará nuestro clamor. Entonces, cuando menos lo pensamos, cuando nuestras fuerzas ya se agotan y nuestra esperanza se cae, viene el pronto auxilio del Señor, que nos rescata y levanta. Es este el momento existencial del encuentro con Dios. Esta experiencia personal es única y existencial, no está escrita en los libros o en los discursos sobre Dios. Solo nosotros podemos dar testimonio real de ese encuentro con Dios. No es un cuento o leyenda, es una realidad vivida. Luego de esa prueba, al igual que Job, Dios bendice y restaura nuestra prosperidad, dándonos mucho más de lo que podemos pensar. Dios nunca nos abandona en medio de la tormenta. Él es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones (Salmo 46:1).
Qué el Señor nos permita tener un encuentro personal con él y nos permita dar testimonio de su gracia y misericordia a todo aquel que no le conoce. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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