DERRUMBANDO MURALLAS
(Josué 6:1-20)
Esta historia bíblica, es una de las tantas historias en la que Dios interviene de manera sobrenatural. Derrumbar las murallas de Jericó sin ninguna maquinaria o artillería pesada, racionalmente es imposible, hasta es una locura pensarlo. La ciudad está bien protegida por sus grandes murallas, imposibles de ser derrumbadas. En las murallas está la tranquilidad del rey y de la ciudad. Sin embargo, Dios ha decidido entregar esta ciudad fuertemente fortificada a Josué y a su pueblo. ¿Cómo hará Dios para entregar esta ciudad a Josué? Una vez más, el poder sobrenatural de Dios ha de manifestarse. Una vez más se repite, lo escrito en las Escrituras: "Para Dios no hay nada imposible" (Génesis 18:14; Lucas 1:37). Dios tiene un plan para derrumbar las murallas de Jericó. En nuestra vida diaria, muchas veces se levantan murallas que impiden nuestro caminar hacia la meta que nos hemos trazado. En esa situación, también nos preguntamos ¿Cómo derrumbar esas murallas? ¿Cómo el Señor las echará abajo?
En el plan de Dios, Josué es el encargado de canalizar su voluntad. Dios le dice a Josué que le será entregada la ciudad de una manera sobrenatural, no con maquinaria o artillería pesada, sino con su poder. Para ello, es necesario que Josué crea y confíe en Dios y le obedezca. Este paso es muy importante para que se realice la obra de Dios. Si queremos que Dios actúe, debemos creer y confiar en él y obedecerle. Muchas veces, Dios no actúa en nuestras vidas, porque no creemos y confiamos en él, menos le obedecemos. Josué debe tener esta actitud. Dios le revela su estrategia para derrumbar las murallas. Es una estrategia, racionalmente imposible, es una locura a los ojos del hombre, pero para Dios no hay nada imposible, como tantas veces se ha podido comprobar con diversas acciones (las plagas en Egipto, el cruce del Mar Rojo, el maná en el desierto, el agua de la peña en Horeb, el cruce del río Jordán, los milagros de sanidad, y otras maravillas). La estrategia de Dios consiste en dar vueltas a la muralla una vez al día por seis días, tocando siete bocinas de cuernos de cordero que serán tocadas por siete sacerdotes y al séptimo día se dará siete vueltas a la ciudad, como en los días anteriores, y todo el pueblo gritará al oír las bocinas. En ese momento las murallas se derrumbarán y la ciudad caerá en manos de Josué. Y así fue. ¡Milagro!
Los ojos del pueblo quedaron atónitos al ver caer las murallas por acción poderosa de Dios. Josué pudo derrumbar dichas murallas con la acción de Dios, dado que él creyó y confió en Dios y obedeció lo que le dijo que tenía que hacer. Sólo así, es posible obtener la victoria. Jericó era una ciudad muy bien fortificada y en sus murallas estaba la tranquilidad de toda la ciudad. De nada valió eso ante el poder de Dios. Dos lecciones podemos obtener de esta historia: la primera, así también puede pasar con nuestras propias murallas que construimos para nuestra protección y tranquilidad, sin tener en cuenta para nada a Dios. Dios puede derrumbarlas y hacer de nuestras vidas una ruina; la segunda, Dios puede derrumbar cualquier muralla que impide seguir nuestro caminar hacia el logro de nuestras metas. Si creemos y confiamos en Él y obedecemos su voluntad, las murallas caerán. Porque para Dios no hay nada imposible. Lamentablemente, mucha gente decide construir sus propias murallas a espaldas de Dios, creyendo lograr su seguridad. Cuando éstas caen, horrenda cosa es. Si Dios no edificare la casa o la ciudad, en vano se trabaja (Salmo 127:1).
Ahora bien, sí tenemos ante nosotros murallas invencibles, pidamos al Señor que nos ayude a derrumbarlas para poder seguir nuestro camino hacia la felicidad, la alegría, el bienestar, la santidad, el servicio, que es lo que Dios nos ha prometido, si creemos y confiamos en Él y hacemos su voluntad. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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