¿PERDONADOS POR DIOS, O NO?
(Salmo 103:1-14)
Esta pregunta siempre está en nuestros labios, de tiempo en tiempo. En mayor dimensión cuando Satanás nos genera la duda de nuestra salvación. Como que él quiere convencernos de que Dios no nos ha perdonado, y que seguimos en pecado. Esta situación nos causa tristeza, dolor, insomnio, angustia y hasta duda de nuestro perdón de Dios. Incluso, hay personas que nos dicen que Dios no puede perdonar nuestros pecados, porque son demasiados y graves. Entonces, el remordimiento es tal, que no nos deja vivir en paz con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con nuestro Dios. No nos perdonamos, seguimos y llevamos el remordimiento de culpa a nuestras espaldas. Pero, gracias a Dios, la Palabra nos recuerda que Dios ha prometido perdonar nuestros pecados y estar con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Salmo 103:8-10; Mateo 28:20b).
El rey David, en su salmo que estamos revisando, nos alienta a no perder la fe ni la esperanza del perdón de Dios. Nuestra alma debe estar siempre agradecida y bendiciendo al Señor por todos los beneficios recibidos. Podemos haber pecado en gran manera y estar enfermos, sin embargo, Dios, perdona todas nuestras iniquidades y sana todas nuestras dolencias. Él rescata del hoyo nuestra vida y nos llena de favores y misericordias. Misericordioso y clemente es nuestro Dios, lento para la ira, y grande en misericordia. No guarda enojo para siempre, no nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Nuestras rebeliones están tan lejos de nosotros, así como el oriente del occidente. Como el padre se compadece de los hijos, así se compadece el Señor de los que le temen. El conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.
Con estas afirmaciones del perdón de Dios, es suficiente para sentirnos seguros de que Dios perdona nuestros pecados y ya no los tiene en cuenta. Ya no debemos estar sumergidos en el remordimiento y sentirnos esclavos de los dardos de Satanás. Si creemos que la palabra de Dios es cierta, entonces debemos creer todo lo que nos dice acerca del amor de Dios y de su perdón. No debemos dejar que la duda nos consuma y destruya nuestras vidas. Nuestra actitud debe ser de gozo y alegría, de saber que hemos sido perdonados por el Señor y nos da la libertad de ser sus discípulos. Jesús murió en la cruz por nuestros pecados y su sangre nos limpió de todo pecado. Esa debe ser nuestra confianza.
Ayudemos a muchas personas, aún creyentes, que no tienen esta seguridad del perdón de Dios. Alentémoslas a confiar en el amor de Dios y sus misericordias. Que puedan experimentar el gozo y la alegría del perdón de Dios. Que el Señor nos ayude a ser sus instrumentos en todo tiempo y lugar. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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