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ABRIENDO LAS AGUAS PARA VENCER

 

xodo14:21-31; Josué 3:7-17; 2 Reyes 2:8-15)

 

En la Biblia hay muchas historias de hechos milagrosos de parte de Dios. Muchos de ellos tienen que ver con hechos sobrenaturales e imposibles de imaginar por el ser humano. En este caso, los textos bíblicos que vamos a reflexionar tienen que ver hechos sobrenaturales, no concebibles, es el caso de la separación de las aguas del mar y del río para lograr una victoria o un propósito salvífico. Muy pocas veces nos hemos puesto a reflexionar sobre estos hechos milagrosos, lo hemos dejado como meras historias bíblicas. No damos la importancia de que Dios utiliza instrumentos para lograr un milagro. Hoy en día, cuesta aceptar que Dios puede usar personas y objetos para realizar un milagro. No se acepta fácilmente este hecho, por el temor en caer en idolatría o fetichismo. Bien sabemos que para Dios no hay nada imposible. Veamos cada caso.

 

En el primer caso, el texto bíblico de Éxodo14:21-31, se nos relata que Moisés está en la orilla del Mar Rojo con su pueblo, que está saliendo de Egipto, tierra de esclavitud, para ir al Canaán, tierra de promisión y libertad; sin embargo, al otro lado del mar está la orilla que les permitirá seguir su curso, pero ahora, a sus espaldas viene el ejército de Faraón con el propósito de regresarlos a Egipto. En esa situación cunde el temor entre el pueblo y le recriminan a Moisés el por qué los ha traído a morir en el desierto. Moisés los anima a confiar en Dios y les manifiesta que Él los salvará de las manos de Faraón. En un momento dado, Dios le dice a Moisés que levante su vara y la extienda hacia el mar para que las aguas se separen y así pueda cruzar el pueblo a salvo. Llegado el momento, teniendo al ejército egipcio muy cerca, Moisés extiende su vara hacia el mar y las aguas se separan entre sí, quedando un espacio seco para que avance el pueblo. ¡Y así fue! ¡Un milagro! ¡Dios está presente en medio de la adversidad! Todos son testigos de este hecho milagroso, Moisés, el pueblo y los egipcios. Dios ha utilizado a Moisés y una vara para demostrar su poder. El pueblo puede cruzar el mar, ante la mirada atónita del ejército egipcio. Al llegar al otro lado de la orilla, Dios le dice a Moisés que extienda su vara hacia el mar para que las aguas se vuelvan contra el ejército egipcio. ¡Y así fue! El pueblo logró cruzar el mar y el ejército de Faraón fue destruido en medio del mar. Una vez más, Dios logró salvar a su pueblo con mano poderosa.

 

Hay un segundo caso, el texto bíblico de Josué 3:7-17, nos da a conocer que Josué y el pueblo se a prestan a cruzar el río Jordán para ir a la ciudad de Jericó. Dios le dice a Josué que él estará con el pueblo, tal como lo estuvo con Moisés y hará maravillas. Aquí el pueblo de Israel se alista a cruzar el río para conquistar la ciudad de Jericó, pero hay una dificultad, el río Jordán es muy ancho, muy caudaloso y profundo. ¿Cómo cruzarlo? No disponen de balsas, ni barcas para atravesar el río. Es ahí, donde Dios interviene, diciendo a Josué que aliste a doce varones de Israel y lleven consigo el arca del pacto y se coloquen a la orilla del río, para que cuando sus pies se mojen, inmediatamente las aguas del río se separarán de un lado a otro. ¡Y así fue! Apenas los varones pusieron sus pies en el agua, las aguas se separaron y el pueblo pudo cruzar el río por un camino seco. Una vez más, el Señor está con su pueblo, acompañándolos hacia la victoria. En esta vez, el arca del pacto es el instrumento que Dios utiliza para realizar el milagro de la separación de las aguas.

 

El tercer caso, tiene que ver con dos personajes muy importantes entre el pueblo de Israel. Según el texto bíblico de 2 Reyes 2:8-15, Elías, profeta, y Eliseo, su discípulo, se encuentran cerca al río Jordán, ya que Dios le ha dicho a Elías que vaya hacia ese lugar. Elías debe cruzar el río junto con Eliseo, tienen como testigos a cincuenta hombres de los hijos de los profetas que los miran a cierta distancia. De pronto, Elías toma su manto, lo dobló y golpeó las aguas, las que se apartaron a uno y a otro lado, y ambos pasaron por lo seco. Esta escena nos recuerda el paso de los israelitas por el Mar Rojo (Ex. 14:16,21-22) y el río Jordán (Jos. 3.13-17). En ese momento, sucede otro hecho extraordinario de Dios, Elías es llevado al cielo en un carro de fuego con caballos de fuego. Eliseo se queda atónito ante aquello. Una vez que Elías fue llevado al cielo, Eliseo alzó luego el manto que se le había caído a Elías, regresó y se paró a la orilla del Jordán. Después tomó el manto, golpeó las aguas, y dijo: "¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías?" Apenas hubo golpeado las aguas del mismo modo que Elías, estas se apartaron a uno y a otro lado, y Eliseo pasó. Al verlo, los hijos de los profetas que estaban al otro lado en Jericó dijeron: "El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo". Fueron enseguida a recibirlo, se postraron delante de él. Aquí nos encontramos con un acontecimiento extraordinario, la separación de las aguas del río Jordán, por medio de un objeto, el manto. Este hecho se va a repetir por dos veces. El poder de Dios se ha hecho manifiesto en la vida de estos dos profetas. Este milagro es para que el pueblo sepa que Dios está con sus profetas. Eliseo, sucederá a Elías con poder. Elías fue llevado a la presencia de Dios de una forma espectacular, que solo Dios lo puede realizar. 

 

Ante estos hechos milagrosos, no nos queda que aceptar que Dios actúa como él lo considera. Toma personas y objetos para realizar proezas. Sí hacemos un recuento, larga sería la lista de hechos realizados con personas y objetos. Tenemos a Noé y la arca; Moisés y su vara; Aarón y su vara; Josué y el arca del pacto; Josué y su ejército y los sacerdotes, derribaron las murallas de Jericó, tocando sus trompetas; Elías y Eliseo con el manto, abrieron las aguas del río Jordán. Jesús, el Hijo de Dios, muriendo en la cruz y con su sangre nos salvó. Hoy en día, el Señor puede levantar personas para que realicen milagros en su nombre y hasta puedan usar objetos con el poder de Dios, para lograr un propósito salvífico. Nadie ha objetado este hecho en la historia de Israel, ni tampoco, en nuestros tiempos. Estemos abiertos a la voluntad de Dios y a las formas cómo el actúa.

 

Oremos al Señor para que nos de sabiduría y podamos entender su voluntad, en medio de tanta incredulidad, idolatría y soberbia. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

                                 


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