NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA 1
(2 Corintios 12:7-10)
Hay un refrán muy popular, el cual vamos a reflexionar a la luz de la palabra de Dios: "No hay mal que por bien no venga" Con este refrán se quiere dar a entender que muchas veces se presentan situaciones adversas, peligrosas, nefastas, inclusive situaciones imprevistas, que atentan contra vida o estabilidad emocional. Esa situación en ese momento se considera como un mal. Nos angustiamos, nos desesperamos, intentamos encontrar una explicación a lo que nos sucede, todo se nos viene encima. De pronto, mientras tratamos de superar esta mala situación, surge algo que cambia esta situación por algo mejor. No sabemos cómo, pero se presenta esa situación favorable, que lo que parecía un mal, al final se convierte en algo beneficioso. Por ejemplo, vamos a una reunión y las personas no vienen, entonces nos desesperamos, nos ponemos nerviosos, hasta nos enojamos por esta situación; de pronto, en medio de esa situación embarazosa, se nos presenta alguien que en algún momento hubiéramos querido reunirnos con esa persona, que tiene un cargo muy importante y nos permitiría hacer contactos para ayudar a resolver nuestros problemas. Es ahí, cuando tiene sentido el refrán en mención.
En la Biblia encontramos en la persona del apóstol Pablo, un mal que le hace daño. Él considera que tiene un sufrimiento, como si fuera una espina clavada en el cuerpo, como un instrumento de Satanás. Menciona que tres veces le ha pedido al Señor que le quite dicho sufrimiento; pero el Señor le ha dicho: "Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad" Es decir, lo que Pablo considera como un mal, para el Señor es para bien. Por lo que ahora, en vez de lamentarse, quejarse, se ha de gloriar en sus debilidades, para que repose en él, el poder de Cristo. Su debilidad, ahora se convierte en fortaleza. Aquí tiene sentido el refrán: "No hay mal que por bien no venga"
Como decíamos al principio, hay momentos en que hay cosas que suceden de pronto, que generan un malestar o un daño hacia nuestra persona, familiares o amigos, en ese momento no encontramos explicación, el por qué sucede tal cosa. Consideramos todo eso una adversidad. Luego de un momento, empezamos a ver que esta situación que nos hace daño, de pronto permite una nueva situación que genera un bien inesperado. De pronto, las pruebas que el Señor nos pone, en ese momento las vemos como un mal, una adversidad, luego pasado un tiempo, esta adversidad se convierte en una bendición. Otro ejemplo en la Biblia, sobre este asunto, lo encontramos en la persona de Job, quien fue puesto a prueba por Dios para demostrar a Satanás la fidelidad de él. En su momento, su mujer y sus amigos, veían su situación como una maldición. Hasta se burlaban de su fe en Dios. Sin embargo, Job nunca renunció a ser fiel a Dios. Al final de las pruebas, Dios bendijo a Job al doble de lo que había tenido. Este ejemplo nos permite dar pie al refrán que estamos citando en esta reflexión.
Si en algún momento nos sucede algo que consideramos un mal, no dudemos en confiar en Dios para pedirle su ayuda, para que esa situación adversa se convierta en una gran bendición. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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