¿QUÉ ES LA NAVIDAD?
(Isaías 7:14)
La Navidad es el cumplimiento de las profecías que Dios anunció a los profetas acerca del nacimiento de Jesús, el Salvador. En esta fecha recordamos que Él se dignó acercarse a la humanidad sufriente y apartada de Su Pacto. Este gran acontecimiento se produjo a través de la virgen María, quien era una humilde mujer y fiel al Señor. De ahí que el nombre del niño que ha de nacer será llamado Emmanuel, que significa "Dios con nosotros".
Jesús nació en condiciones infrahumanas, sin la majestuosidad de un soberano, más aún si era el Hijo de Dios. Pero bien sabemos que ese era la señal de humildad que caracterizaría al Salvador en su ministerio terrenal. Su opción preferencial por los pobres, los humildes y marginados, sería la característica principal de su pastoral en medio de su pueblo. Es por eso que cuando nace el Príncipe de la Paz, en los cielos hay un gran júbilo y cantos de esperanza para todos los hombres de la tierra:
«¡Gloria a Dios en las alturas
y en la tierra paz,
buena voluntad para con los hombres!».
(Mateo 2:14)
La paz era una ilusión, había muchas promesas de paz, pero todas las acababan en un cerrar de ojos. Los pueblos estaban en guerra en cada momento, había opresión de pueblos contra pueblos; más aún la pobreza entre el pueblo, entre otras cosas, no daban señales de una verdadera paz. Hasta un imperio de turno pretendió dar la Pax Romana, sin embargo el pueblo anhelaba la verdadera paz que proviene de Dios y no de esfuerzos meramente humanos, sino fruto del amor y de la justicia. La Paz de Dios es el Shalom, no es lo contrario a la guerra, sino el bienestar, la salud, tanto personal como comunitaria. A esa paz se referían los ángeles en su canto celestial hacia los humildes pastores cuando el Señor Jesús nacía. Esta paz era diferente a la que ofrecía el César de turno.
Ahora, recordar la Navidad de Jesús es celebrar que el Salvador vino a este mundo por mi y por ti, a rescatar lo que se había perdido. Lamentablemente la Navidad se ha convertido en una gran fiesta comercial de colores y hermosos regalos, en una gran cena. Se ha perdido la razón de ser de la misma: fiesta de amor y solidaridad. Por eso en esta Navidad debemos meditar seriamente sobre su verdadero significado. Nuestro pueblo, ahora más que nunca, necesita de nuestro amor y solidaridad, especialmente los que confesamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador y le seguimos, para que la paz y la esperanza sean una realidad y no un mero ideal lejano a sus posibilidades. En la medida que nos comprometamos con nuestro pueblo y le anunciemos la Buenas Nuevas del Señor, ellos sabrán que en realidad existe un Dios verdadero y fiel a sus promesas. Esa es nuestra labor como cristianos aquí en el mundo.
En la Noche Buena seamos más sensibles al dolor humano y mostremos ese amor de Dios a toda criatura, para que el mundo crea que la paz, la justicia, el bienestar para todos, la alegría, el gozo y la salud, son realidades de la misericordia del Señor de la Creación. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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