CAMINANDO SIN EL PASADO A CUESTAS
(1 Reyes 19:19-21; Lucas 9:62)
Hay un momento en la vida en que sentimos que nuestro caminar es lento y dificultoso, que nos abruman cosas del pasado, que no sentimos la alegría de seguir caminando hacia la meta, que los malos recuerdos nos nublan el horizonte, que pareciera que llevamos una mochila pesada a cuestas. Todo esto son señales de que estamos caminando con el pasado a cuestas. Hoy en día, hay mucha gente que camina con su pasado a cuestas, no permitiéndoles vivir una vida de aventuras. Por años, vienen llevando esta pesada carga, y no saben cómo liberarse de ella. En otro caso, han intentado librarse de dicha carga, pero, en un corto tiempo, esta carga vuelve a aparecer. En esta oportunidad, reflexionaremos cómo liberarnos de dicha carga y caminar sin el pasado a cuestas.
En las Escrituras encontramos acontecimientos que se refieren al hecho de dejar atrás el pasado. Un ejemplo, lo podemos encontrar cuando Israel al salir de la esclavitud de Egipto, en pleno desierto, estando ya libres, al presentárseles dificultades, y al no haber pan para comer ni agua para beber, el pueblo le reclamó a Moisés volver a Egipto. Querían volver al pasado, a la situación de esclavitud. No podían desligarse del horrible pasado, los recuerdos y añoranza de la vida anterior, les agobiaba. No comprendían la nueva situación de libertad que Dios les estaba brindando. No querían vivir la aventura que Dios les estaba permitiendo, tampoco, experimentar la aventura de la fe, que los llevaría a la Tierra Prometida. Después de un largo periplo, de más de cuarenta años, Dios animó a Josué a cruzar el Jordán (Josué 1:9). Así también, esta situación, nos suele pasar en nuestras vidas. Preferimos aferrarnos al pasado, a los recuerdos, que experimentar vivir una nueva aventura. Necesitamos ser animados por el Señor, para cruzar nuestro propio Jordán.
En el relato sobre el llamamiento de Eliseo, (1 Reyes 19:19-21), se nos informa que Elías hace un gesto para llamar a Eliseo que estaba arando con sus yuntas. Eliseo dejando a los bueyes lo siguió. Pero, le pide a Elías despedirse de su padre y de su madre. De alguna manera, es despedirse del pasado, de los recuerdos, de los lazos que lo atan a su historia. Además, quema el arado para que, con la leña, cocer la carne, para dárselo al pueblo. El arado representaba un instrumento valioso, ligado a su historia familiar; ahora, al ser quemado, quería significar que se desligaba de todo aquello que lo atara al pasado. Después de ello, Eliseo está libre para iniciar la aventura profética con Elías. De alguna manera, Eliseo estaba quemando su pasado. Eso es lo que deberíamos hacer nosotros también, con respecto a nuestro pasado. Quemar nuestro pasado y que no queden cenizas. Tener en cuenta que Dios es quien perdona todas nuestras iniquidades, el que sana todas nuestras dolencias; el que rescata del hoyo nuestra vida, el que nos corona de favores y misericordias; el que sacia de bien nuestra boca, de modo que rejuvenezcamos como el águila (Salmo 103:3-5).
Jesús, refiriéndose al llamamiento de seguirle, manifestó que: "Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios" (Lucas 9: 62). Es claro, que Jesús estaba diciendo que no se puede caminar de frente, mirando hacia atrás, recordando el pasado. El pasado es una carga, un estorbo, una dificultad. No se puede decir, que el acto de olvidar o quemar el pasado, significa que las huellas desaparecen, que las heridas y las cicatrices se borran, que los recuerdos se olvidan. Todo eso queda como cenizas de un pasado que no queremos repetir. Estas cenizas, no debemos llevarlas en nuestras mochilas, como una carga pesada, que nos impide caminar, correr una nueva aventura, experimentar la alegría de una nueva vida. Finalmente, debemos tomar en cuenta lo que el apóstol Pablo nos dice: "No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús." (Filipenses 3:12-14).
El Señor Jesús nos llama a vivir una nueva vida y dejar el pasado atrás. En las palabras del apóstol Pablo: "De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." (2 Corintios 5:17). Caminemos sin el pasado a cuestas, dejemos la pesada mochila con los recuerdos. Dejemos de sufrir, de sentir remordimiento, resentimiento, angustia y dolor, por aquellas cosas que hicimos mal o que nos dañaron. Aprendamos de todo lo pasado, para construir un nuevo futuro. Aventurémonos a vivir una nueva vida en verdadera libertad y dejemos que Jesús sea nuestro líder y salvador. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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