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EL GOZO DEL SEÑOR NUESTRA FORTALEZA ES

 

(Filipenses 4:4-7)

 

Hay un Coro que dice en su letra: "El gozo del Señor mi fortaleza es..." Recuerdo que cuando me inicié en la nueva vida cristiana, este Coro estaba siempre en mis labios. Sin duda que, hace referencia a las palabras del apóstol Pablo: "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" Era evidente mi gozo, al iniciar una nueva vida en Cristo. Todo lo pasado era borrado por la misericordia del Señor. Ya no había un sentimiento de culpa, más bien, un sentimiento de gozo y de alegría. Por mucho tiempo, este gozo permaneció en mí. Mi vida diaria, tenía sentido, al saber que el amor de Dios había perdonado todos mis pecados y me hacía libre. Que la sangre de Cristo había sido derramada por mí. De ahí que, este Coro, siempre estaba en mis labios. Esa es la experiencia de todos aquellos que tienen el gozo del Señor, al igual que yo, al tener un encuentro personal con Él.         

 

Sin embargo, al transcurrir el tiempo en la vivencia de una nueva en Cristo, en el camino aparecen dificultades, problemas, dolor, decepciones y frustraciones. De pronto, nuestra actitud cambia y sentimos que el gozo que tenemos en Cristo nos es quitado. ¿Quién lo hace? No hay duda que es Satanás, quien nos quiere robar el gozo que tenemos en Cristo. Las circunstancias adversas pueden cambiar nuestro gozo transitoriamente, pero, no debemos dejar que las adversidades nos roben el gozo. Ya que, si en verdad confiamos en Cristo como nuestro Salvador, nuestra relación con Él nunca se verá afectada; lo cual nos permite tener gozo en cualquier situación. El testimonio del apóstol Pablo es importante tenerlo en cuenta, ya que a pesar de estar en prisión y encadenado, nos dice: "Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!" (Filipenses 4:4). Él a pesar de su situación difícil, dio un paso más allá de sus circunstancias.

 

Hoy en día, cuando estamos pasando por una situación de salud muy difícil y complicada, cuando la pandemia está haciendo estragos en nuestras vidas, hasta el punto de cambiar nuestra convivencia, aparecen el temor y la angustia, que se apoderan de nosotros. En esta situación, no debemos olvidar que cuando recibimos el Espíritu Santo, fuimos sellados como hijos e hijas de Dios y recibimos dones para enfrentar cualquier dificultad (Gálatas 5:22-23), entre ellos, está el gozo. Esta situación no ha cambiado, ya que a pesar de enfrentar dificultades y caminar por valles de tinieblas, el gozo del Señor se hace manifiesto. El secreto para mantener este gozo, es mantener nuestra relación con Cristo.

 

Ahora bien, no es normal que nos regocijemos en medio de las dificultades. Sin embargo, una cosa si podemos decir, los cristianos y cristianas somos diferentes, porque el Espíritu de Dios mora en nosotros. De ahí que, podemos ver las dificultades como un beneficio, pues durante esos momentos, es cuando más crecemos. Nuestra fe en Cristo, nos permite regocijarnos, aun cuando Dios no nos libre de los problemas. Como cristianos y cristianas, debemos confiar en que el Señor proveerá siempre para nuestras necesidades, de acuerdo a su santa voluntad. A partir de esa experiencia, podremos regocijarnos en Él, al permitir que nuestra vida esté cimentada en el fundamento de su gozo, que no es un solo un sentimiento, sino, una maravillosa seguridad y confianza que llena nuestro corazón. Vale la pena recordar que, cuando los pastores, que habían venido a ver a Jesús, al ver al ángel con todo su esplendor, tuvieron miedo. Pero, el ángel los consoló al decirles que no teman, porque él ha traído nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo. ¡Ha nacido el Salvador que es Cristo el Señor! (Lucas 2:9-11). En medio del temor, el Señor no envía a su ángel, para darnos el gozo de una buena noticia. ¡Así actúa Dios!                  

 

Que la letra de este Coro, nos permita tener siempre el gozo del Señor. Que en medio de las dificultades y problemas, no perdamos el gozo y la alegría, de nuestra salvación, que solo el Señor nos da, si es que permanecemos fieles a Él. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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