LA TERRIBLE AGONÍA DE JESÚS EN LA CRUZ
(Mateo 27:32-56)
Los evangelios nos relatan la terrible agonía de Jesús en la cruz. Después de la sentencia dada por el pueblo, ante la consulta de Poncio Pilato, Jesús y los soldados salen del palacio del gobernador para dirigirse al cumplimiento de la sentencia, la crucifixión. Al salir se encuentran con un hombre llamado Simón, que era griego, de Cirene y lo obligan a que llevase la cruz. ¿Una ayuda gratuita para Jesús? Cuando llegan al Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera, los soldados le dieron de beber vinagre mezclado con hiel, (Salmo 69:21), el cual, Jesús rechaza. Ya en la cruz, los soldados se repartieron entre sí su vestimenta, a cada uno, según la suerte. Aquí se cumplió la profecía (Salmo 28:12). Acto seguido, pusieron sobre su cabeza su causa escrita: "Éste es Jesús, el rey de los judíos" Era común exponer públicamente el delito del criminal; en el caso de Jesús, la inscripción indicaba que era un sedicioso que aspiraba al título de rey. Luego, crucificaron con él a dos ladrones (podrían ser insurrectos, o malhechores), uno a la derecha y otro a la izquierda.
Una vez en la cruz, la gente lo insultaba, diciéndole: "Tú, el que derribas el Templo y en tres días lo reedificas, (Mateo 26:61), sálvate a ti mismo. Si eres el Hijo de Dios, desciende de la cruz" (Algo parecido a las palabras de Satanás en el desierto. Cf. Mateo 4:3,6). Pero también, los principales sacerdotes, junto con los escribas, los fariseos y los ancianos, se burlaban de él y le decían: "A otros salvó, pero a sí mismo no se puede salvar. Si es el Rey de Israel, que descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrelo ahora si le quiere, (Salmo 22:8) porque ha dicho: 'Soy Hijo de Dios'" (Juan 5:18;10:36;19:7). Además, los dos acompañantes que estaban con él, también lo insultaban. Aquí, es bueno resaltar la actitud de los malhechores con respecto a Jesús. Uno de ellos le injuriaba, diciendo: "si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros" Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: "¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo" Y dijo a Jesús: "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" Entonces Jesús le dijo: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:39-43). Esta era la situación de Jesús en la cruz, expuesto a todo tipo de insulto y burla. ¿Merecía todo eso Jesús, ahora que estaba solo en la cruz? ¡Qué terrible situación! Sin embargo, Jesús se dio el tiempo para salvar a uno de sus acompañantes. ¡Una salvación al paso!
Ahora, siendo la hora sexta (el mediodía) hasta la hora novena (tres de la tarde), toda la tierra se cubrió de tinieblas. Cerca de la hora novena, Jesús pronunció las siguientes palabras: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34); De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso (Lucas. 23: 43); "Mujer, he ahí tu hijo. Hijo, he ahí tu madre" (Juan 19:26-27); "Elí, Elí, ¿lama sabactani? (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?)" (Mateo 27:46); "Tengo sed" (Juan 19:28); "Consumado es" (Juan 19:30); Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23:46). Estas son palabras en la cruz, que demuestran la terrible situación y agonía que estaba Jesús pasando. Como tradición, la Iglesia reflexiona sobre cada una de ellas, el Viernes Santo, desde el mediodía hasta las tres de la tarde. Cada palabra, tiene un significado para hoy, en pleno dolor y sufrimiento de la humanidad que padece una terrible pandemia, el COVID-19.
Ya en plena agonía, uno de los soldados, tomó una esponja, la empapó de vinagre, la puso en una caña y le dio a beber. Este soldado sintió compasión por Jesús. Pero, los otros decían: "Deja, veamos si viene Elías a librarlo" Pero Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. De pronto, el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron. El Centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que habían sido hechas, llenos de miedo dijeron: "Verdaderamente éste era Hijo de Dios" A lo lejos, había muchas mujeres mirando a Jesús, éstas eran las que habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndolo. Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo, y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo. Una pregunta, muy importante, en esta parte del relato, es: ¿Dónde estaban los discípulos? ¿Huyeron? ¿Tuvieron miedo? ¿Qué pasó con ellos?
Este relato bíblico nos da a conocer la terrible agonía de Jesús en la cruz. Nos da cuenta de la situación injusta e inhumana de las autoridades judías y de algunos soldados. No tuvieron compasión con Jesús, quien había hecho muchos milagros, salvado y perdonado a muchos, defendió a los pobres, marginados y mujeres de la sociedad. Prefirieron liberar a Barrabás, un ladrón, insurrecto, y homicida, antes que liberar a Jesús, el Hijo de Dios. Esta elección dio a conocer la impiedad y dureza del corazón del pueblo. Hoy en día, hay mucha gente que da las espaldas a Jesús, prefieren vivir en pecado, corrupción, violencia y muerte. Prefieren la muerte antes que la vida. Recordar en Viernes Santo, este momento de Jesús en la cruz, nos debe llevar a considerar el precio que tuvo que pagar para nuestra salvación. El derramamiento de su sangre en la cruz, no fue en vano, nos salvó a ti y a mí. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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