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LOS FRACASOS EN LA FE

 

(Números 13 y 14)

 

Los capítulos 13 y 14 del libro de Números nos rebelan las diversas vicisitudes que tuvo que pasar el pueblo de Israel, camino a la Tierra Prometida. Dios ha liberado a su pueblo de la esclavitud de Egipto y ahora los lleva camino a la Tierra Prometida. El pueblo debía tener fe en Dios y creerle en todo lo que decía, y hacía por cumplir Su promesa. El Señor había hecho muchas maravillas ante sus ojos, por lo tanto, todo lo que Él estaba haciendo en favor del pueblo, era una cuestión de fe. Por último, Dios escuchó el clamor de su pueblo y los liberó en manos de Moisés. Pero, el camino a seguir no es fácil, hay dificultades, tropiezos, derrotas y falta de alimentos y agua. En esas circunstancias, lamentablemente, el pueblo se rebela, se desespera, ya no cree en Dios. Aquí empiezan los fracasos en la vida de fe. Esta historia, hoy en día, no es ajena a nosotros. Cuántos han recibido, por fe, bendiciones y favores de parte de Dios, pero, al presentarse una dificultad o tropiezo, se rebelan contra Él, al punto de rechazarlo. Veremos cuáles son esos fracasos que se dan en la vida de fe del creyente.

 

Israel, era el pueblo elegido de Dios, era un pueblo bendecido y llamado a dar buen testimonio de sus maravillas. Moisés creyó en Él por fe. Realizó la tarea de liberar a su pueblo por la sola fe, además, logró vencer a Faraón con la ayuda poderosa de Dios. En todo momento las maravillas de Dios se hicieron notarias, ante Faraón y ante el pueblo. Se supone que con todo eso, la fe del pueblo debería ser férrea. Nada ni nadie los debería apartar de la fe en Dios. Así también, debería ser nuestra fe, en estos tiempos modernos. Pero, al igual que el pueblo de Israel, esa fe se desmorona ante cualquier dificultad.

 

El pueblo al ver que no hay alimentos ni agua, comienza a reclamarle a Moisés, por qué están en esa situación. Moisés trata de resolver este asunto, pero el pueblo es intransigente. Esta situación se agrava aún más, cuando Dios le pide a Moisés que envíe a doce espías a la tierra del Canaán para saber cuál era la situación real de ese lugar. Ellos al regresar de la misión le informan a Moisés que efectivamente que en ese lugar fluye leche y miel; pero, hay un problema, la gente de ese lugar es muy fuerte y de gran estatura; las ciudades son muy grandes y fortificadas. Este informe generó miedo entre la población y se quejaron contra Moisés. Pero, Caleb, uno de los integrantes del grupo espía hizo callar al pueblo y dijo que se tome posesión de esa tierra; porque más podrían ellos que los otros. Ante eso, los otros varones que lo acompañaban, dijeron que no se podría ir contra ese pueblo porque eran más fuertes que ellos. Aquí podemos notar que el miedo se ha apoderado del pueblo. ¿Dónde está la fe en el Dios todopoderoso que los libertó de Faraón? Este hecho demuestra un primer fracaso de la fe de este pueblo. El miedo ha desplazado dicha fe. Ahora, se rebelan contra Dios. Se ha dado mayor importancia al informe de los diez varones espías, que a la confianza que tenía Caleb, que sabía que Dios estaba con el pueblo. Prefieren escuchar a personas derrotistas, sin fe en Dios, temerosas de todo. Eso mismo suele pasar a mucha gente, que dice creer en Dios, pero ante una situación adversa, se llenan de miedo, nada es posible, y al final se rebelan contra Dios. O en otros casos, se prefiere escuchar a personas que generan miedo, temor, derrotismo, frustración. Como resultado, rechazan a Dios en sus vidas. Esto es un fracaso en la vida de fe del creyente.

     

Pero, no todo queda ahí. Ahora la congregación llena de pánico, se queja contra Moisés y Aarón, diciendo: "¡Ojalá hubiéramos muerto en Egipto, o aquí en el desierto! ¿Para qué nos trajo el Señor a este país? ¿Para morir en la guerra, y que nuestras mujeres y nuestros hijos caigan en poder del enemigo? ¡Más nos valdría regresar a Egipto!" En esa desesperación, el pueblo muestra su fracaso en la fe. Prefieren haberse quedado en Egipto como esclavos y morir en ese lugar de opresión. Rechazan la voluntad de Dios al haberlos traído a un nuevo lugar, donde hay libertad y paz. Ahora, proponen poner un nuevo jefe que los lleve de vuelta a Egipto. El fracaso es evidente. No reconocen el favor de Dios. Se rebelan contra Él. Esto también suele pasarles a muchos creyentes, hoy en día, en momentos de dificultad, de angustia, de enfermedad, de pandemia, de dolor y de muerte.

 

En plena frustración, Josué y Caleb, que integraron el equipo de espías, exhortan al pueblo, diciendo que la tierra explorada es excelente. Que el Señor ayudará a entrar a esa tierra y a poseerla. Canaán es un país donde la leche y la miel corren como el agua. Ellos animan al pueblo a no tener miedo y que no se rebelen contra el Señor, porque la confianza está en Él. Sin embargo, tal es el enojo de la gente que quería apedrearlos. El Señor mismo tiene que intervenir para increpar al pueblo por su rebeldía y desagradecimiento ante tantos milagros realizados a favor de ellos. El castigo, no se hace esperar. Serán castigados con una epidemia mortal y no tomarán posesión de esa tierra. Tal es el fracaso de la fe de Israel, que ahora el Señor los castigará y no entrarán a la Tierra Prometida. A pesar de que Moisés intercede por el pueblo, el Señor no dará un paso atrás. Los fracasos en la fe tienen sus consecuencias. El Señor puede perdonar al pecador, pero eso no significa que desaparecen las consecuencias del pecado. Esta situación debemos tenerla muy en cuenta en estos tiempos. Hay mucha gente que se siente fracasada en su vida de fe, siente que el Señor no les escucha, que los ha abandonado. No confían en sus promesas. Rechazan, por tal motivo la intervención de Dios en sus vidas. 

 

El ejemplo de Josué y Caleb son relevantes en la aventura de la fe en Dios. El mismo Señor reconoce la fe y obediencia de ellos. Por lo tanto, ellos entrarán a la Tierra Prometida, el resto no. Sólo los hijos de la actual generación podrán ingresar a dicha tierra. Sin duda que, lo opuesto al fracaso en la fe, es el triunfo de la fe. Sus consecuencias traen bendición y prosperidad. Tal vez, unos cuantos podemos dar ejemplo de este triunfo de la fe en nuestras vidas. Las bendiciones recibidas del Señor, son innumerables, que tal vez no nos alcance a contarlas. Gracias a nuestra fe y obediencia a nuestro Dios, podemos decir que somos más que vencedores.

 

Hoy en día, en medio de un mundo incrédulo, idólatra, rebelde y violento, la lista de fracasados en la fe, va de aumento en aumento. Creyentes que abandonan su fe en Dios, porque en momentos de dificultad, no sintieron la presencia de Dios, menos, una respuesta oportuna a sus súplicas. Empezaron con una fe vigorosa, pero luego, al enfrentarse a diversos problemas y tentaciones, no supieron esperar la respuesta de Dios, ni siquiera resistir a toda tentación. Esa fe fue quebrantada por las necesidades, tal como lo fue con el pueblo de Israel en el desierto, camino a Canaán. Todos ellos olvidan, las grandes bendiciones recibidas de Dios, en otros momentos de sus vidas. Olvidan todos los favores recibidos. Prefieren rebelarse a Dios y regresar a la vida anterior. Caso similar al pueblo israelita en el desierto, queriendo volver a Egipto, lugar de esclavitud y de muerte.

 

Como creyentes en Dios, debemos imitar la actitud de Josué y Caleb, de alentar a las personas, a no dejarse derrotar por el desánimo, la frustración, la desesperación, el dolor, la pandemia, o la muerte. Nuestra labor debe ser la de animar a las personas a seguir confiando en Dios, cualquiera sea sus circunstancias. Hacerles ver que Dios nunca nos abandona, que siempre está a nuestro lado. Que él envía a su ángel para nuestro cuidado, tal como lo dice el salmista (Salmo 34:7). Cuán oportunas son estas palabras del Señor para toda adversidad: "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas" (Josué 1:9). Amén. 

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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