EXPERIENCIAS DE FE
(Filipenses 4:19)
Hay momentos en que nuestra fe nos coloca en una situación de preguntarnos, si Dios responderá a nuestras necesidades o problemas. En momentos muy angustiosos o graves, queremos que la respuesta de Dios sea oportuna y de inmediato. Pero, cuando la respuesta tarda, entonces nos ponemos nerviosos, nuestras fuerzas flaquean y nuestra fe tambalea. En la Biblia encontramos muchas experiencias acerca de la fe en Dios y de su respuesta oportuna e inmediata. Son muchos los ejemplos. Sería muy largo, detenernos en cada uno de ellos. En esta oportunidad, quisiera compartir experiencias personales y de otras personas, acerca de la fe.
Cuenta una joven que estuvo prisionera en los campamentos nazis, que un día estuvo muy resfriada y necesitaba un pañuelo. Alrededor suyo no había nadie que pudiera auxiliarla. De pronto, se puso a orar junto con su padre y hermana, pidiendo la ayuda de Dios. Al rato, una señora se acercó a la ventana de la prisión, para darle un paquete. La joven lo recibió sin saber que había en él. Al abrirlo, vio con sorpresa que era un pañuelo. Le preguntó a la señora cómo es que sabía que eso era lo que necesitaba. Ella le respondió que estando en la enfermería, de pronto, escuchó una voz que le decía que le entregara a ella un pañuelo. Todos se quedaron sorprendidos al ver cómo Dios responde la oración. Esa voz interior, que sin duda era de Dios, proveyó lo que necesitaba esta joven. ¿Cuánto de eso nos ha pasado?
Un día, en el templo, una anciana, miembro de la iglesia, compartió una experiencia de fe. Resulta que ella era una mujer viuda y vivía sola. Se sustentaba vendiendo en la calle como ambulante. Ese día, no vendió nada y regresó a su casa triste. Hizo una pausa y se puso a orar, para que Dios le proveyera algún alimento. Al rato, tocaron la puerta, ella presurosa fue abrir la puerta, y se encontró con un joven pescador que le traía dos pescados grandes para ella. Ella emocionada, le preguntó al joven cómo es que supo que necesitaba alimentarse. El joven, le respondió que sintió en su corazón el deseo de proveerle esos dos pescados para su alimentación. Ella le agradeció, y le dijo que era Dios quien había respondido a sus oraciones. Una forma diferente de cómo Dios habla a personas para auxiliar a sus siervos.
En el colegio, donde yo era capellán, un día viernes, una hermana en la fe, me compartió que su hijo estaba postulando para ingresar a la universidad. Su hijo estaba muy preocupado por la prueba y tenía miedo que no aprobara el examen de ingreso. Ella me pidió que orase por su hijo, para que tenga la confianza de que Dios lo ayudará. Yo le dije que estaría orando por su hijo, pero, que le dijera que leyera el salmo 34:4, que dice: "Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores." El día lunes, vino a buscarme, muy contenta, porque su hijo aprobó el examen de ingreso a la universidad. A partir de esa experiencia, su hijo afianzó su fe en el Señor. Otra forma de cómo Dios actúa.
En una oportunidad, estando en Río de Janeiro, Brasil, iba a participar de una Conferencia por varios días, pero resulta que, en la lista de invitados no estaba mi nombre, por lo que no me dejaron ingresar a la Conferencia. Me quedé afuera, sin la posibilidad de ingresar y poder alimentarme. Me puse a orar para que Dios me ayudara a resolver esta dificultad. Había pasado varias horas, cuando un hermano de mi iglesia, que también participaba en la Conferencia, me vino a buscar al hotel, para decirme, que ya había podido resolver el problema. Pude asistir a toda la Conferencia. Inmediatamente, di gracias a Dios por su ayuda y por el hermano que había hecho el trámite. Dios envía a sus ángeles para nuestra ayuda.
Por último, en un pueblo, había una congregación, en la cual yo era el pastor. Un grupo de hermanos vinieron a buscarme, porque un hermano, miembro de la iglesia, estaba muy grave. Fuimos a su casa, y nos encontramos con la sorpresa que los integrantes de la funeraria estaban preparando la capilla ardiente, en presencia de los familiares, que ya estaban vestido de luto. Lo curioso era que, el hermano aún estaba vivo en su lecho de dolor. Los familiares me explicaron que el doctor les había dado un certificado de defunción con fecha abierta, ya que en cualquier momento moriría. Les pedí a los de la funeraria que se vayan y que nos dejaran con el hermano moribundo. Me acerqué donde el hermano, estaba pálido y moribundo. Sus riñones estaban en mal estado. Nos pusimos a orar y a cantar alabanzas al Señor. Al rato, el hermano despertó y su rostro cambio de aspecto. Le pregunté si quería que siguiéramos cantando y él dijo que sí. Después de un buen tiempo, el hermano pidió ir al baño, cosa que no ocurría desde hace varios días. Los familiares se sorprendieron. Yo les dije, que la voluntad de Dios se haría realidad. El hermano, al volver a su cama, se quedó dormido. Ante eso, decidimos irnos a casa. Y así fue. Al día siguiente, un hermano de la iglesia, fue a buscar al hermano moribundo, muy temprano. Tocó la puerta y escuchó una voz que le dijo: "Adelante" Al entrar el hermano, se dio con la gran sorpresa, que el hermano moribundo, estaba en su cama sentado, leyendo la Biblia. ¡Milagro! El Señor respondió nuestras oraciones. ¿Qué diremos a esto?
Estas son algunas experiencias de la vida real, que seguramente, también sucede con otras personas. Cuando uno las cuenta, muchos no lo creen o se mofan, diciendo que son casualidades de la vida. La gente está a acostumbrada a escuchar cuentos, leyendas o relatos fantasiosos. Muy poco, están dispuestos a escuchar experiencias de fe con Dios. Algunos creyentes, prefieren no compartir sus experiencias, por temor al qué dirán, en especial los jóvenes. Cuán importante será el compartir estas experiencias de fe en Dios, en los hogares, en el barrio, en las escuelas, en el trabajo, en los centros superiores de enseñanza, en todo lugar. Lamentablemente, el silencio de los creyentes, agudiza la incredulidad de las personas.
Roguemos al Señor para que podamos contar nuestras experiencias de fe en un Dios real y todopoderoso, que responde a nuestras oraciones y a nuestros problemas, de manera efectiva y oportuna. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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