NAUFRAGANDO EN MEDIO DE LA TORMENTA
(Juan 16:33)
Hay momentos en la vida en que todo está bien, todo es felicidad, alegría y prosperidad. Y hasta pareciera que vivimos en un paraíso. En esas circunstancias agradecemos a Dios por todas estas bendiciones. Experimentamos que el Señor cumple su Palabra al darnos todas estas cosas, en especial, la paz espiritual y social. Esta situación se asemeja a una nave que navega por las tranquilas y apacibles aguas del mar. Como capitanes de nuestra nave, nos sentimos felices, al surcar por un mar tranquilo. Todo eso está muy bien. Como decía, damos gracias a Dios por todo ello. Solemos olvidarnos de las pruebas, de las aflicciones y de toda adversidad. Pero, hay momentos, en que nos toca navegar en medio de la tormenta, naufragar en medio de ella, y muchas veces, siendo creyentes empezamos a quejarnos por las situaciones adversas que nos llegan, olvidamos las palabras de nuestro Señor Jesús: "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." (Juan 16:33). No tenemos en cuenta que hay otras personas pasan por peores tormentas que las nuestras. Estas son las dos caras de nuestra fe cristiana.
Jesús fue claro al decir: "...en el mundo tendréis aflicciones..." Él, nos estaba advirtiendo que en la vida cristiana habrá tormentas, angustias o preocupaciones. Las tormentas y tempestades nos pueden golpear en cualquier momento de la vida, justo cuando estamos pasando momentos de bonanza. Y es que, según el apóstol Pedro: el enemigo anda alrededor buscando a quien devorar. (1 Pedro 5:8). Satanás es el causante todas las dificultades, tentaciones, caídas, sufrimiento y dolor, en nuestro caminar. No es el Señor, el causante. Pasar por todas esas pruebas nos genera tristeza, dolor, desesperación, angustia y dudas sobre nuestra fe en el Señor. Muchas personas, no logran comprender las palabras de Jesús en esos momentos, pareciera como que el Señor los ha abandonado. Sin duda, que nosotros los cristianos, no estamos exentos de esta realidad. Es cierto que, no podemos evitar los tiempos de angustia, de dolor, de desesperación, pero, si ponemos nuestra confianza en el Señor, es posible avanzar en medio de la tormenta y divisar el faro a lo lejos.
Algo parecido les sucedió a los apóstoles. El evangelio según San Mateo 8: 23-27, nos relata que Jesús y los discípulos entraron en la barca y de pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; en la barca, Jesús dormía. Los discípulos temerosos lo despertaron, diciéndole que los salve, porque perecerían. Para ellos, la barca se hundía y morirían todos. Entonces él les dijo: "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?". De inmediato, se levantó y reprendió a los vientos y al mar; siendo grande la bonanza. Al instante, ellos se maravillaron, diciendo: "¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?" Es interesante tomar nota que, para los discípulos, antes de subir a la barca, todo estaba tranquilo, habían visto como Jesús hacía milagros, sanado a los enfermos. No imaginaban ningún peligro al entrar a la barca. Muchas veces nos suele suceder que, al querer vivir la vida cristiana, queremos vivirla según nuestros propios criterios, sin importar si está bien o no delante de Dios. Creemos que es fácil seguir a Jesús, es decir, todo está bien. No hay problemas, hay trabajo, buena salud, prosperidad, nada nos falta, vivimos en paz y tenemos momentos favorables con Dios. Pero, qué pasa cuando llega la tormenta. Cuando sentimos que la barca se hunde.
Hay una canción que dice: "paz en la tormenta". Es una canción propicia para momentos en medio de la tormenta. Basta recordar a nuestros antecesores que pasaron grandes pruebas en medio de fuertes tormentas. La Biblia está llena de ejemplos. Sería muy extenso citarlos. Ellos, a pesar de pasar por diversas adversidades, no dejaron de anunciar y servir al Señor. Su fe en él, les permitió vencer y llegar a puerto seguro. Lamentablemente, hoy en día, si nos toca pasar por alguna tormenta, tiramos la toalla, y ya no queremos seguir a Jesús. No queremos seguir yendo a la iglesia. Debemos tener en cuenta que no es fácil seguir al Señor en medio de un mundo lleno de maldad, de violencia y de corrupción. Aquí es necesario, una vez más, recordar las palabras de Jesús: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." (Juan 14:27).
No permitamos que la alegría y el gozo, al empezar nuestra vida cristiana, sean anuladas cuando llegan las tormentas, los problemas, las aflicciones, las enfermedades. No tropecemos ante ellas. Recordemos que Jesús está de nuestro lado, así como lo estuvo con sus discípulos, en plena tormenta. ¡Él estaba también en la barca! El Señor es nuestro pronto auxilio y está dispuesto a ayudarnos en tiempos de dificultad (Salmo 46:1). Finalmente, recordemos que, en medio de la tormenta, la paz del Señor nunca fallará. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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