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LA ACCIÓN DINÁMICA Y EFECTIVA DEL ESPÍRITU SANTO EN LA VIDA DE LA IGLESIA

 

(Romanos 12:2; Hechos 7:51; Efesios 4:30)

 

Hoy en día, la Iglesia pretende realizar la misión dada por el Señor Jesucristo, pero el gran problema, es que la quiere cumplir con estrategias meramente humanas y caducas, y no con las del Espíritu Santo, que son dinámicas y efectivas. De ahí que, podemos ver cómo la Iglesia no tiene una injerencia importante en la vida de las personas y de las naciones. Para muchos, la Iglesia ha pasado a ser una institución social, que habla de Dios y hace alguna labor social. No está involucrada en los cambios reales que necesita la humanidad. La Iglesia, con más de dos mil años de existencia, muy poco es lo que ha hecho para que sea un agente de cambio. La humanidad necesita una transformación espiritual, social, económica y política. Contrariamente a las palabras del apóstol Pablo: "No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta." (Romanos 12:2), la Iglesia se ha acomodado a la modernidad y ha introducido estrategias humanas para el cumplimiento de su misión, dejando de lado la acción del Espíritu Santo, la cual es dinámica y efectiva. Es decir, se ha contristado y resistido al Espíritu Santo. (Hechos 7:51; Efesios 4:30). Por esa razón, la misión de la Iglesia no es dinámica ni efectiva. Se recurre a modelos y estrategias que no responden a la actual realidad. Esta es una gran preocupación, y lo peor de todo, es que no se avizora cambios ni renovación alguna, en el seno de la Iglesia. Cada pastor, líder o autoridad eclesiástica, propone modelos y estrategias, según su parecer, lejos de la real voluntad de Dios y de la acción del Espíritu Santo. Esta es la realidad actual de la Iglesia.             

 

Es bueno recordar, que, en los inicios de la Iglesia, la acción del Espíritu Santo fue dinámica y efectiva. Con la experiencia de Pentecostés (Hechos 2:1-13), la comunidad de fe cristiana, la Iglesia, recibió dones y poder para poder cumplir con la misión que Jesús había dado a sus discípulos: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén." (Mateo 28:19-20). Como podemos comprobar, la Iglesia se extendió rápidamente por el mundo, a través de los discípulos y creyentes en Jesucristo. Anunciando el evangelio de salvación y de las buenas nuevas. Por ese entonces, nadie había estudiado teología, no conocían de métodos y estrategias de predicación, de crecimiento y desarrollo de la comunidad cristiana. Todos ellos se dejaron influenciar por la acción del Espíritu Santo en el cumplimiento de la tarea. El Espíritu Santo les indicaba cómo debían de predicar y qué hacer, en medio de una realidad adversa y turbulenta. En todo el quehacer de la misión, vemos que la acción del Espíritu Santo era dinámica y efectiva. No se copiaban modelos y estrategias del pasado, se afrontaba la realidad, tal como era, y se realizaba la tarea eficazmente. Y esto era posible, porque Dios, no es un ser estático, más bien, es dinámico y actúa según la realidad. Desde la Creación hasta hoy, la realidad ha sido muy cambiante y turbulenta, pero, Dios siempre ha sido el mismo. Para cada momento y situación, Él ha tenido la respuesta oportuna.    

 

Lamentablemente, a partir del siglo II, la Iglesia empezó a tomar prestado las filosofías del momento, haciendo un sincretismo entre la fe y la ciencia. Se copiaron modelos y estrategias humanas para el cumplimiento de la misión, dejando de lado la influencia del Espíritu Santo. No quiero decir, que está mal utilizar el aporte de la ciencia, sino, el dejar de lado, contristar al Espíritu Santo. Muchas filosofías e ideologías del momento estaban cargadas de ideas y propuestas, meramente humanas y politeístas. De esa manera, la Iglesia dio lugar a la influencia mundana en la vida de la fe cristiana. Se dio paso al sincretismo religioso. Muchos padres de la iglesia, tomaron prestado las ideas de Platón, Aristóteles y otros filósofos paganos, para elaborar la teología de la Iglesia. Con la presencia de Constantino en la vida de la Iglesia, la influencia de las filosofías, de las políticas y de la administración para el gobierno de la Iglesia, se hicieron más evidentes. Ya no había una dependencia del Espíritu del Santo en la vida de la Iglesia, salvo algunas excepciones. Esta situación se ha venido dando hasta hoy. En cada siglo, la Iglesia ha tenido diversas posturas a nivel teológico, eclesiástico, político y social. En la mayoría de casos se ha hecho cómplice de las barbaries cometidas por soberanos, políticos, conquistadores y tiranos de turno. De ahí que, en cada siglo han surgido reformadores de la Iglesia, influenciados por el Espíritu Santo, para enrumbar la misión de la Iglesia. Es la acción y presencia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia.       

 

En estos tiempos, la Iglesia está influenciada por diversas corrientes filosóficas, políticas, sociales, y religiosas, que la han convertido en un mosaico religioso. No tiene ninguna injerencia en la solución de los problemas de la humanidad. En realidad, ha perdido el rumbo, porque ha dejado de lado la brújula, que es la Biblia, y lo más grave, ha contristado al Espíritu Santo. En medio de guerras, de corrupción, de inmoralidad, de enfermedades y pandemias, de opresión y pobreza, de violencia contra el ser humano, la Iglesia, poco o casi nada ha hecho por hacer llegar su voz profética, a través del Evangelio. Por el contrario, se ha visto en vuelta en cada situación vergonzosa. Hay una distancia enorme, entre el cumplimiento de la misión del siglo I con los siglos posteriores. Pareciera que toda la Iglesia, la comunidad de fe, dependiera de algunos iluminados, de falsos profetas y falsos apóstoles, de teólogos oportunistas, para cumplir su misión. Hay un individualismo terrible, cada quien está en los suyo, se aspira a tener prosperidad económica a través de la fe en Dios, dejando de lado, el amor y el servicio por el prójimo. Por otro lado, se ha dado lugar al éxtasis espiritual y a la gritería en los cultos, pensando que de esa forma se manifiesta la acción dinámica del Espíritu Santo, contradiciendo lo que dice el apóstol Pablo, sobre el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Es tal la confusión, que ha hecho que muchos fieles abandonen las iglesias y se inserten en partidos políticos o instituciones de bien social, con el propósito de canalizar, de alguna manera, el mandato del Señor.

                   

Oremos para que la Iglesia se enrumbe y se deje influenciar por el Espíritu Santo para el cumplimiento de la misión, que es una, que es dinámica y que es efectiva, a través de los tiempos. Solo la presencia del Espíritu Santo en la vida de los fieles y de toda la Iglesia, hará posible que la misión de la iglesia esté de acuerdo con la voluntad de Jesucristo, el Señor de la Iglesia. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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