DIOS SIEMPRE TIENE UN LUGAR PARA SUS HIJOS
(Juan 14:1-3)
Una de las buenas noticias que Jesús nos dejó, es que él va a preparar un lugar para sus hijos en la patria celestial. Esta buena noticia la dio en momentos que sus discípulos estaban turbados. Ellos están así, porque Jesús ha empezado su discurso de despedida (Cf. Jn. 13:31-35) y hay tristeza, desconsuelo, por la despedida. En ese contexto, Jesús les da palabras de consuelo y optimismo. Su ausencia no debe generar tristeza y desconsuelo. Él les pide que no haya turbación, pues si creen en Dios, crean también en él. Esa fe en Él debe mantenerse, en especial, durante su ausencia. Después de su muerte él se irá a la casa de su Padre, el cielo, donde hay muchas moradas, es decir, muchos lugares. En el cielo, hay lugar para todos, tiene una inmensa capacidad inimaginable para nosotros. Jesús, estando allí, preparará un lugar para todos los que creen él. Luego vendrá para llevarnos a esos lugares, las moradas, preparados para sus hijos. Y como dice el coro de un famoso himno: "Cuando allá se pase lista, a mi nombre yo feliz responderé", pues eso, acontecerá.
Ahora bien, esta buena noticia, no fue solo para sus discípulos, es también válida para nosotros, hoy. saber que Dios siempre tiene un lugar para sus hijos, debe ser motivo de fe y esperanza, para nosotros que vivimos en este mundo terrenal. Hoy en día, es muy común escuchar: "No hay lugar" Esta expresión se da en todas las áreas de la vida. En la sociedad, en el trabajo, en los centros de estudios, en los espectáculos, en los festivales, hospedajes, en los centros de esparcimiento, en fin; en muchos lugares, los cupos son limitados. Lo terrible, es cuando en el centro de trabajo nos dicen que ya no hay lugar, debido a la nueva reestructuración de los puestos de trabajo. Muchas personas, quedan fuera, y ya no consiguen un nuevo lugar para laborar. Esta situación genera tristeza y perturbación en nuestras vidas.
Recordemos, que, a María y a José, también les dijeron que ya no había lugar en el mesón para que naciera Jesús. Sin embargo, Dios proveyó un lugar para ellos. No era el mejor lugar, pero era lo suficiente para albergar a la pareja. Dios no los abandonaría a su suerte. No estaban solos. De esa misma manera, Dios siempre proveerá un lugar para nosotros, sus hijos. Si confiamos en Él, se nos abrirá nuevas puertas y se presentarán nuevas oportunidades. Gracias a Dios, podemos decir, que a pesar del rechazo que afrontamos en este mundo, Él siempre nos ha proveído un lugar apropiado. Bien sabemos, como cristianos, que para este mundo, no hay lugar para las cosas de Dios. De ahí que, nuestra misión, como discípulos de Cristo, depende de nuestra fe y esperanza en Él.
Nuestra esperanza aumenta, cuando tomamos nota, que no solo en este mundo hay lugar para los hijos de Dios, sino que, en la patria celestial, ya tenemos un lugar seguro para nosotros. Para Dios, en Su reino no hay reestructuración, ni tarjetazos. Por la fe en Cristo, ya tenemos un lugar seguro donde estar cuando nos toque partir a la presencia de Dios. Esa es nuestra gran esperanza. De ahí, la importancia de las palabras de Jesús a sus discípulos: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis."
Esta esperanza sobre nuestra situación en el futuro, nos debe llevar a vivir confiados, cumplir con la tarea encomendada por Jesús (Cf. Mt. 28:19-20), no estar turbados ni afanosos en poseer bienes o propiedades. Dios estará siempre con nosotros y nos proveerá la necesario para sobrevivir en un mundo de pecado, de corrupción, de violencia, de maldad, de injusticia, y de opresión. Debemos estar gozos, al saber, que Dios ya tiene un lugar preparado para nosotros al lado de Su santa presencia.
Roguemos al Señor para que nuestra fe y esperanza en un futuro mejor, sea una realidad, y que esto nos lleve a realizar la misión con fe y alegría, en este mundo terrenal. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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