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CUANDO DIOS INTERVIENE INTEMPESTIVAMENTE

 

(Génesis 3:8-9; 15:1-21; Éxodo 3:1-14)

 

En toda las Sagradas Escrituras podemos ver cómo Dios interviene intempestivamente, en la vida de las personas, de los pueblos, y en la historia. Son muchas las citas bíblicas que nos dan a conocer sobre este tipo de intervención de Dios. Nos detendremos sólo en algunos textos bíblicos. Es interesante tomar nota, que la intervención de Dios, se da cuando menos lo pensamos o esperamos. Eso nos lleva a reflexionar que para Dios no hay tiempo, espacio, o lugar, que impida su intervención. Él está siempre presente, está atento a nuestros ruegos, sabe de nuestras necesidades, conoce nuestras aflicciones y dolor, no es ajeno a nuestra situación. Él es omnipresente en todo tiempo y lugar. Cuida de su Creación y está siempre listo a intervenir para darnos a conocer su voluntad. Lamentablemente, algunos manipulan la intervención de Dios, según sus creencias, a de acuerdo sus intereses, generando falsas expectativas sobre la presencia de Dios. De ahí que, no debemos olvidar, que la intervención de Dios, se da según su santa voluntad, y no según nuestra voluntad.      

 

Veremos algunos casos relevantes, acerca de la intervención intempestiva de Dios. En el huerto de Edén, de pronto, Dios habla a Adán para preguntarle dónde estaba (Génesis 3:8-9). Adán no se imaginaba que Dios podía aparecer en el huerto para pedirle cuentas. Dios intervino intempestivamente en la vida de Adán y le hizo ver su desobediencia; como resultado, lo echó fuera del huerto de Edén, junto con su mujer. El precio de la desobediencia, es la pérdida de todo privilegio y beneficio que Dios les había otorgado a ambos. En otro momento, cuando la maldad y la violencia de los hombres era insoportable, Dios intervino para acabar con esta situación y poner fin a todo ser creado. De pronto, Dios le da a conocer a Noé su voluntad de destruir su Creación, provocando un diluvio; y le ordena construir un arca para salvaguardar a su familia y a todo ser viviente, según su especie. En todo el tiempo del diluvio, Dios estuvo presente, ya al final, hizo un pacto con Noé (Génesis 6:1-9:17). Noé fue obediente e hizo lo que Dios le pidió. El precio de su fidelidad fue hallar gracia ante los ojos de Dios.       

 

En otro tiempo, cuando el pueblo decide construir una torre que llegue hasta el cielo, Dios descendió intempestivamente para ver la ciudad y la torre. Él confundió su lengua y ya no pudieron construir la ciudad y la torre. He aquí, el origen de las lenguas en la tierra. (Génesis 11:1-9). Sin duda que esta decisión no era la voluntad de Dios. Después de este hecho, Dios llama a Abram para que sea el padre de una nueva nación, que será de bendición para toda la humanidad (Génesis 12:1-9). En este caso, Dios interviene en la vida de Abram, de forma imprevista, para hacerle conocer Su voluntad. La historia de Abraham está llena de una serie de intervenciones de Dios en su vida y en la de su familia. Otro hecho muy importante en la historia salvífica, es la intervención de Dios en la vida de Moisés (Éxodo 3:1-12). Resulta que, por más de cuatrocientos años, el pueblo de Israel vivía en esclavitud en Egipto. Durante ese tiempo, el pueblo había clamado a Dios por su liberación. Pareciera que Dios se había olvidado de sus promesas. De pronto, en forma intempestiva, Dios decide intervenir en la historia, para liberar a Su pueblo de la opresión de los egipcios. La historia del Éxodo es conocida en demasía. Dios no se olvidó de Su pueblo, escuchó su clamor, y ahora, los ha de libertar por medio de Moisés, para que vayan a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel. Esta experiencia, debe servirnos de reflexión, cuando pensamos que Dios se olvida de nosotros, que no escucha nuestro clamor, y que estamos condenados a vivir en esclavitud. Dios interviene cuando menos lo pensamos y hace maravillas, en nuestras vidas, en el pueblo, y en la historia. Una vez más, para Él no hay tiempo, espacio o lugar, que impida su intervención.               

 

Una historia, muy significativa, es el llamamiento de Samuel. Resulta que los hijos de Elí, sacerdote de Israel, estaban en pecado y la palabra de Dios escaseaba en aquellos días, además, no había visión con frecuencia. Por lo tanto, la casa de Elí estaba en pecado y ya no había bendiciones del Señor. Ante esta situación de pecado y corrupción, Dios interviene para poner orden. Es así que, un día en que Samuel se encontraba en el templo ministrando a Dios en presencia del sacerdote Elí, se quedó dormido, y de pronto, en forma intempestiva, Dios interviene para llamarlo. Tres veces es llamado Samuel por el Señor para ser su profeta y para dar a conocer Su voluntad. Samuel respondió al llamado del Señor, y se puso a disposición de Él. La historia de Samuel está registrada en los libros que llevan su nombre. Sin duda, que Dios no tolera el pecado, la corrupción. Él interviene intempestivamente para quitar todo pecado, corrupción e iniquidad. A veces, pensamos que Dios permite esa situación, como que no le interesara erradicarla. Eso es un grave error.

 

Hay otros hechos acerca de la intervención intempestiva de Dios a través de la historia. Por ejemplo, el caso de Elisabet, sierva de Dios que no podía tener hijos, porque era estéril, además, ella y su esposo Zacarías, eran de edad avanzada. De pronto, se le apareció a Zacarías, un ángel del Señor para darle una buena nueva, que su mujer Elisabet tendría un hijo, el cual se llamaría Juan. Dios escuchó las oraciones de Zacarías, a pesar del tiempo transcurrido, Dios se hizo presente en la vida de Zacarías y de Elisabet (Lucas 1:5-21). Dios quitó a Elisabet la afrenta entre los hombres. Otro caso, es el de María, virgen casada con un varón llamado José. De pronto, Dios irrumpe en la historia, envía al ángel Gabriel a la ciudad de Nazaret, para comunicarle a ella, que ha hallado gracia delante de Dios y que ha sido elegida para concebir a Jesús, el Hijo de Dios. Ante la sorpresa de María, y a la pregunta de cómo será eso, el ángel le dice que no temiera, ya que para Dios no hay nada imposible (Lucas 1:26-38). Ambos niños nacieron, con el favor de Dios. Una vez más, Dios interviene intempestivamente en la vida de María y José. Dios tenía un propósito para la salvación de Israel y de la humanidad  Juan y Jesús hicieron la voluntad de Dios. Así que, no debemos dudar de Dios, cuando sentimos que nuestras oraciones demoran en ser contestadas por Él. A su tiempo y voluntad Él responderá, y habrá gozo y alegría.

 

Finalmente, un hecho que llama mucho la atención, acerca de la intervención intempestiva de Dios, es el caso de la conversión de Pablo. Él se encontraba ocupado en la persecución de los discípulos del Señor, y apresar a los seguidores de Jesús. En plena tarea de persecución, camino a Damasco, el Señor se le apareció en forma intempestiva a él, y en medio de esa aparición, Pablo pregunta quién es él y que quiere que haga, entonces, el Señor le comunica que vaya a Damasco, donde ahí se le dirá que debe hacer. Así empieza la historia de Pablo, el gran misionero del Señor entre los gentiles. (Hechos 9:1-6). Pablo, jamás imaginó verse en una situación de ser seguidor de Jesús, Él era un judío muy preparado y muy celoso de la Ley. Esto, mismo ha sucedido con muchas personas que han sido llamadas por el Señor para una misión. Así, de pronto, de forma intempestiva, el Señor apareció en sus vidas, en nuestras vidas, dando un giro en nuestro quehacer cotidiano. Hoy en día, Dios sigue actuando y en un momento dado, intempestivamente, se nos aparece, nos habla, nos llama, nos consuela, nos libera de toda esclavitud, bendice nuestras vidas, nuestras familias, nuestras tierras. Así, de pronto.

 

Gracias Señor, porque siempre estás con nosotros, nos acompañas en los momentos más difíciles de nuestras vidas. De pronto apareces ante nosotros y nos das tu bendición. Con esta confianza, creemos que Tú quitarás de nosotros esta pandemia. Oremos para que siempre podamos estar atentos a Tu santa presencia y podamos decirte: "Heme aquí, Señor" Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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