EBEN-EZER HOY
(1 Samuel 7:12)
Hoy en día, todo el mundo se prepara a recibir un nuevo año. Tienen la esperanza de que el nuevo año será diferente al actual. En el año que finaliza, se ha pasado por una serie de dificultades que han hecho mella en el interior de cada persona. Cada día ha estado signado por desgracias, sufrimientos, enfermedades, pandemia, muertes, dolores, quiebra de negocios, violencia, asaltos, robos, cierre de escuelas y de centros superiores de enseñanza, despidos en el trabajo, falta de trabajo, entre otros. La frustración, al término del año es muy evidente. Son muy raros los momentos de alegría y gozo. ¿Quién es el causante de toda esta desgracia en la tierra? Para muchos, Satanás es culpable. Para otros, los científicos que manipulan virus en los laboratorios, y gobiernos que quieren destruir a los países pobres o en desarrollo. En fin, pareciera que no hay respuesta. Como una solución para vencer dichas desgracias, se recurre a fiestas y ritos paganos, con el fin de hallar prosperidad en el año venidero. En medio de esta incertidumbre, muy pocos son los que se dirigen a Dios para clamar por bendición, para dar gracias de ser librados de algún mal. Pero, hay que recordar, que las desgracias no son cosas de este siglo, siempre han existido. Las Sagradas Escrituras, dan cuenta de ellas. Veremos un caso, donde se da gracias a Dios por su acompañamiento en los días difíciles, por la victoria, y por haber vencido la desgracia.
El caso que veremos es cuando los filisteos capturan el arca de Dios y se la llevan a su tierra. Los filisteos derrotan a los israelitas en el campo de batalla. Como consecuencia, el arca del pacto fue capturada, generando gran dolor en medio del pueblo (1 Samuel 4). Sin embargo, no es muy grata la presencia del arca entre la población. Dios empezó a castigar con la muerte a los filisteos, creando un caos en la población (1 Samuel 5). Esta situación llevó a los filisteos a devolver el arca, no podían soportar el castigo de Dios entre su gente. Mientras tanto, Samuel, juez de Israel, exhorta al pueblo de volver a Dios, quitar los dioses ajenos, y preparar el corazón a Dios y servirle. Es importante tomar nota de la actitud de Samuel, en todo ese tiempo de dolor. Él ora y clama a Dios para ser liberados de tal opresión, por parte de los filisteos. La respuesta de Dios, no se hizo esperar, los filisteos fueron vencidos (1 Samuel 6 y 7). Samuel ante esta victoria, tomó una piedra a la que llamó Eben-Ezer, que significa: piedra de ayuda, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Dios (1 Samuel 7:12). De esta manera, Dios revertió la desgracia en gozo y alegría, al derrotar a los filisteos. Es importante reflexionar acerca de la actitud de Samuel. Él reconoce que Dios ha estado presente en todo el tiempo de desgracia y dolor. Dios no ha estado ajeno al sufrimiento del pueblo, por la opresión de los filisteos. La piedra, representa la señal visible de su gratitud a Dios.
Esta misma actitud, de Samuel, deberíamos imitar hoy. Como se ha dicho anteriormente, la humanidad está pasando un tiempo muy difícil, en especial con los estragos de la pandemia del virus COVID-19. Hay mucho dolor, sufrimiento, frustración, y muerte por todo lado. No hay una solución efectiva para vencer dicha pandemia. Pero, no solo es la pandemia, hay otros hechos que están generando el pánico entre la población. Se vive sin esperanza, sin ayuda alguna, de parte los gobiernos, o entidades de bien social. La gente pobre es la que más está sufriendo las peores consecuencias de la pandemia. Sin embargo, en medio de esta desgracia, hay un grupo de personas que tienen fe en Dios y están orando y clamando para que todo esto pase. En actitud de oración, los milagros se han hecho evidentes, la sanidad es una realidad, en medio de la muerte, el consuelo es llevado a los familiares. Muchos, podríamos decir como Samuel: Eben-Ezer, hasta aquí nos ayudó Dios.
De ahí que, al celebrar un nuevo año, debemos dar gracias a Dios, porque en medio de las desgracias, hemos tenido su presencia, su favor, para con nosotros, para con nuestras familias, y para con nuestras tierras. Sin duda, no debemos perder la fe y la esperanza de que Dios va a revertir este flagelo, Él va a sanar la tierra, va a generar prosperidad entre las personas, dará el consuelo y la paz, para los que están sufriendo los efectos de la pandemia. Para lograr todo ello, es necesario volvernos a Dios servirle, en todo tiempo y lugar. Un nuevo año, es un nuevo tiempo, una nueva oportunidad para seguir caminando de la mano con Dios. Una vez más, seguiremos esperando la segunda venida de Jesucristo, para la redención plena del universo. No debemos desmayar, que no caiga la fe, que no caiga la esperanza.
Preparemos nuestros corazones, para celebrar un nuevo año, con gozo y alegría, sabiendo que el Señor nos acompaña, nos cuida y nos protege de todo mal. No estamos solos, ni desprotegidos ante los ataques del enemigo. Dios cuida de su Creación y de su Pueblo. Confiemos que el año que viene será un año de prosperidad, gozo y alegría. Como cristianos debemos estar en actitud de oración, clamando a Dios por bendición y favor. Que podamos dar a conocer a muchos de la existencia de Dios, que podamos ser testigos del gran amor de Dios en nuestras vidas. Estemos en tiempo de vigilia, pidiendo al Señor su sabiduría para con los médicos y científicos, para encontrar el antídoto de esta pandemia. Roguemos por la paz en el mundo.
Al terminar el año, demos gracias al Señor porque nos ha acompañado y nos ha librado de todo mal. Que podamos decir: "Eben-Ezer, hasta aquí nos ayudó Dios" Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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