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    LA MISIÓN ES TODOS LOS DÍAS

 

(Hechos 2:43-47)

 

Por muchos siglos, la Iglesia ha tomado nota acerca de la Gran Comisión que Jesús dejó a sus discípulos, por extensión a Su Iglesia. Sabido es que los textos bíblicos que se refieren a esta Comisión, son a saber: Mateo 28:19-20 y Marcos 16:15-18. Aquí es bueno resaltar, que Jesús les dice a sus discípulos que él estará en el cumplimiento de la misión, todos los días, hasta el fin del mundo. De estas palabras, se infiere que la misión se debe realizar todos los días, y no de vez en cuando, o cuando el programa de la iglesia lo establezca. Lamentablemente, este mandato cotidiano, de Jesús, no se ha tomado en cuenta. Tampoco, se ha considerado, que la misión se realiza en donde uno se encuentre, y con los recursos que se tiene. El ir por todo el mundo, significa que, el mundo es nuestra parroquia, por lo tanto, la misión se realiza, ahí donde nos encontremos (Mateo 28:19a). Y otro aspecto que hemos olvidado, es que, Jesús envía a sus discípulos de dos en dos, y les mandó que no llevasen nada para el camino, excepto, un bastón y sandalias. No debían llevar pan ni provisiones, ni dinero (Marcos 6:7-9). Resumiendo, podríamos inferir que la misión se realiza todos los días, en donde nos encontremos, y con los recursos que tenemos. Pienso, que este es el paradigma de la Gran Comisión.            

 

Este aspecto, es lo que adolece la Iglesia de hoy, en el cumplimiento de la Misión. La Misión se realiza según el plan anual establecido en una asamblea, o cuando los líderes y pastores, dispongan del tiempo diario para cumplir con la Misión. Y lo más grave, la Misión se realiza, según el presupuesto que se tenga como iglesia. Ya no se toma en cuenta, que, en la iglesia primitiva, todos, incluyendo a los apóstoles, realizaban la misión, de evangelizar, predicar, enseñar, bautizar, sanar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, y consolar a los afligidos, todos los días, perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comiendo juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos (Hechos 2:43-47). Como se verá, la misión se realizaba todos los días. No estaban solos, porque el Señor diariamente añadía a la iglesia, a los nuevos creyentes. No estaban sujetos a un plan, a un cronograma, o a un calendario eclesiástico; menos, se elegía los lugares para realizar la misión, ésta se realizaba ahí donde estaban, en situ. No habían viajes misioneros. Por último, uno se podría preguntar, ¿con qué recursos económicos se realizaba la misión? ¿Habría un presupuesto para ello? Sin duda, que no. A todo ello, uno puede darse cuenta cómo la iglesia crecía y se expandía a lo largo y ancho del planeta. El Espíritu Santo estaba presente en el cumplimiento de la Gran Comisión.          

 

Hoy en día, todos sabemos que no se puede realizar la Misión, si ésta no está programada, presupuestada, y si no se tiene un equipo para realizarla. Este es el mal de muchas iglesias. No se ha tomado conciencia que la misión se debe realizar todos los días, en el lugar donde nos encontremos, y con los recursos que contemos. Decir, todos los días, es decir que la tarea se realiza en todo momento, durante el día, no importando la hora, y el tiempo para realizarla. Esta labor se realiza todos los días, sea al amanecer, en la mañana, al medio día, en la tarde, en el atardecer, en la noche. Jesús mismo, no contaba con un tiempo apropiado para descansar, constantemente, su descanso era interrumpido por la gente que venía a buscarlo, en busca de un milagro o de una enseñanza. Cuando decimos, que la Misión se debe realizar en el lugar donde nos encontremos, estamos diciendo, que no es necesario ir a campos misioneros, para cumplir la tarea. La Misión se debe realizar, ahí donde estamos, sea la familia, el mercado, el vecindario, la esquina, el quiosco, la tienda, el supermarket, los centros comerciales, el trabajo, la escuela, la universidad, los espacios sociales, políticos y culturales. Es decir, todo lugar es propicio para cumplir con la misión. Cuando se menciona que la labor se debe realizar con los recursos que se cuenta, estamos diciendo, que, en el cumplimiento de la Misión, el Señor proveerá. Ejemplos varios, encontramos en las Escrituras. Tomaremos uno, como ejemplo. Cuando Jesús se encontraba en el desierto con sus discípulos, una multitud vino a buscarlo y se quedaron hasta tarde, estaban abandonados, como ovejas sin pastor, y con hambre, al ver eso Jesús, tuvo compasión por ellos, y les dijo a sus discípulos que les dieran de comer. Ellos se asombraron y le dijeron a Jesús que con el poco dinero que tenían era imposible.  Lo que tenían no alcanzaba para alimentar a la multitud de más de cinco mil personas. Entonces, Jesús les pregunta cuántos panes tienen, y ellos responden: cinco panes y dos peces. Con eso, Jesús realiza el milagro de la alimentación de los cinco mil (Marcos 6:30-44). Jesús, proveerá lo necesario para el cumplimiento de la Misión. No estamos solos.

 

Ahora bien, en estos tiempos, más aún con la pandemia, realizar la Misión, es un asunto que depende de la disponibilidad de la Iglesia para realizarla. La Iglesia se ha estacionado, se ha vuelto templaria, se prefiere realizar toda la actividad en los templos. No hay una actitud de salir en busca de los que han de ser salvos. Las casas, ya no son espacios de evangelización y discipulado. Para evangelizar a las personas, se prefiere traer a un especialista y organizar campañas evangelísticas, en estadios o en grandes locales. La feligresía no tiene conciencia de ejercer un ministerio discipular, diariamente, en el lugar donde ese encuentre, y con los recursos con que se cuenta. De ahí que, la Iglesia no crece ni se expande. Toda la Misión está sujeta al programa de la Iglesia. Ante esta situación, es preciso animar a la iglesia a cambiar de perspectiva en el cumplimiento de la Misión. Volver a los tiempos de la iglesia primitiva. Hacer que la Iglesia se vuelva una iglesia celular, conformada por grupos de pacto, en vez de ser una iglesia templaria, donde todo la Misión se realiza desde el templo. En el siglo XVIII, el metodismo implementó esta nueva estructura celular, compuesta por los grupos de pacto, y con ellos realizó la Misión, a lo largo y ancho de Inglaterra, y en todo el mundo. Hoy, nosotros somos herederos de esta experiencia misional.     

 

Qué el Señor nos ayude a reestructurar la iglesia, para convertirla en una iglesia celular, discipular, y poder cumplir con la Misión, en todo tiempo y lugar, con los recursos que dispongamos, confiando que el Señor estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, y ha de proveer todo lo necesario. Amén.

 

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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