DE LO IMPOSIBLE A LA LOCURA
(Hechos 12:1-17)
Esta porción del capítulo doce del libro de los Hechos de los Apóstoles, nos da cuenta de dos situaciones adversas para la naciente comunidad cristiana. Por un lado, está la persecución del rey Herodes a los cristianos, con el propósito de matarlos. Entre los que cayeron presos estaba Jacobo, hermano de Juan, quien fue asesinado a espada. Este hecho daba a conocer que este era el precio por predicar a Jesucristo, como Señor y Salvador. Hoy en día, miles de cristianos en ciertos lugares del mundo, son perseguidos y asesinados por predicar a Jesucristo. A pesar de esa amenaza latente, miles siguen predicando la palabra de Dios, sin temor y sin amilanarse. Son verdaderos testimonios de la fe cristiana. Por otro lado, Herodes, no contento de asesinar a Jacobo, vio que esto agradable a los judíos y decidió arrestar a Pedro, con el propósito de asesinarlo también. Estaba aprovechando que se estaba celebrando la fiesta de los Panes sin levadura, fiesta tradicional judía.
Arrestado Pedro, fue puesto en la cárcel, vigilado por dieciséis soldados, agrupados en cuatro grupos. La intención de Herodes era que Pedro fuera juzgado públicamente después de la Pascua. Pareciera que todo estaba perdido y que Pedro correría la misma suerte que Jacobo. Con esa custodia era imposible escapar. Sería una locura intentarlo. Sin embargo, mientras Pedro estaba preso y fuertemente custodiado, la iglesia oraba constantemente y fervientemente a Dios por Pedro. Este hecho es importante destacar. Pedro no estaba abandonado a su suerte, había una comunidad de fe que estaba en actitud de oración permanente. La comunidad de fe sabía que la oración no era en vano, tal vez recordaban la enseñanza de Jesús sobre la oración: "Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre" (Mateo 7:7-8). El Señor siempre responde a nuestras oraciones. Esta es la fe y la esperanza de todo creyente.
En el silencio de la noche, cuando Herodes estaba a punto de sacar a Pedro para someterlo a juicio, va a ocurrir un hecho milagroso. Pedro ni se imagina lo que está por suceder, duerme encadenado entre dos soldados, sujeto con dos cadenas. A parte, unos guardias vigilaban la entrada de la cárcel. Como se podrá apreciar, la custodia era extrema. En esas condiciones, quien podría escapar. Era imposible, y una locura intentarlo. De repente, apareció un ángel del Señor y una luz resplandeció en la celda. Despertó a Pedro con unas palmadas y le dijo: «¡Date prisa, levántate!» De pronto, las cadenas cayeron de las manos de Pedro. Además, el ángel le dijo: «Vístete y cálzate las sandalias.» Pedro, sin ningún cuestionamiento, obedeció. Por último, el ángel le dijo: «Échate la capa encima y sígueme.» Sin duda, que era la respuesta contundente del Señor, a las oraciones de la comunidad de fe. Una vez más, el Señor responde a nuestras oraciones, sea cual sea las circunstancias que estemos pasando, para el Señor no hay nada imposible (Lucas 1:37).
Pedro, sin dudar, salió tras el ángel, sin comprender lo que estaba sucediendo. Creía que era una visión. Era la presencia del Señor, que venía en búsqueda de él. Así, muchas veces suceden cosas, en que no comprendemos lo que está sucediendo, pareciera que estuviéramos alucinando, o que es una visión. Como dijimos, anteriormente, Pedro no estaba solo. El ángel del Señor estaba con él y había una comunidad de fe que estaba orando sin cesar y fervientemente por él. Es interesante el recorrido que hicieron para salir de la cárcel. Se da cuenta que ambos pasaron por la primera y la segunda guardia, sin ser vistos, y llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad. El portón se les abrió por sí solo, salieron y caminaron unas cuadras, en el camino el ángel lo dejó solo. Recién Pedro comprendía lo que estaba pasando, y se dijo: «Ahora estoy completamente seguro de que el Señor ha enviado a su ángel para librarme del poder de Herodes y de todo lo que el pueblo judío esperaba.»
Ahora, Pedro, al darse cuenta que estaba libre, fue a casa de María, la madre de Juan, llamado Marcos, donde muchas personas estaban reunidas orando. Pedro, ignora de la sorpresa que va a causar su presencia en la casa. Al tocar la puerta, sale a responder una muchacha llamada Rode, quien, al reconocer la voz de Pedro, se emocionó tanto que dejó a Pedro parado en la puerta y regresó al grupo reunido, exclamando: - ¡Pedro está a la puerta! - Ellos le dijeron que estaba loca, pero ella insistía que era verdad. Sin embargo, creían que era su ángel. Y esto porque existía una creencia popular judía, en la que cada persona tiene un ángel guardián que puede aparecerse tomando la forma de la persona misma (Cf. Mateo 18:10; Hebreos 1:14). ¡Qué contradicción! Ellos estaban orando por la liberación de Pedro, y no podían creer que él estaba a la puerta, libre. Que el Señor había respondido a la oración de ellos. Era imposible, era una locura. La muchacha fue tildada de loca. Tal vez, olvidaron que para Dios no hay nada imposible. En la historia salvífica hay muchos hechos grandiosos y milagrosos de Dios, que para muchos son una locura. La razón humana no alcanza a comprender los misterios de Dios. Mientras esto ocurría en el interior de la casa, Pedro seguía llamando en la puerta, esperando que le abran., con el peligro de que lo vuelvan a arrestar y meter en la cárcel. Finalmente, le abrieron la puerta y se quedaron pasmados, se asustaron. Pero, Pedro les hizo señales con la mano para que se callaran, porque tal vez estaban gritando de susto, y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Les dice que le cuenten a Jacobo, no el apóstol que ya había muerto (v. 2), sino el hermano de Jesús (Mateo 13:55; Juan 7:3-5; Hechos 1:14), y a los hermanos. Este acontecimiento fue muy importante en la vida de fe de la comunidad cristiana, porque se afirmaba la promesa de que el Señor estaría siempre con ellos, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20b). Hoy, esta promesa es también válida para nuestra comunidad de fe. El Señor está presente y escucha nuestras oraciones, y acude a nuestro pronto auxilio.
Roguemos al Señor para que, en tiempos de persecución, por predicar Su palabra, esté siempre con nosotros, camine por nuestros caminos, y nos libere de cualquier atentado. Que sus ángeles acampen alrededor de la Iglesia del Señor. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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