LAS ACCIONES DE DIOS ANTE EL SER HUMANO
(Salmo 39:10-40:5)
En la vida de todo creyente, siempre hay acciones propias que son del agrado de Dios, o no las son. Muchas veces estas acciones son parte de la conducta del ser humano. Por un lado, puede realizar buenas acciones en obediencia a Dios, o puede realizar malas acciones, que implican desobediencia a Dios. En el primer caso, bien podríamos decir, que son acciones santas, bondadosas, que buscan una buena relación con Dios, y procuran hacer el bien al prójimo en todo momento. En el segundo caso, estas acciones son contrarias a rendir alabanza a Dios, y están llenas de maldad, que buscan hacer daño al prójimo. A estas acciones que infringen las normas de Dios se les llama pecado. En ese accionar, el creyente en Dios, va experimentando una relación con Dios. Bien sabemos, que todo aquel que practica la voluntad de Dios, cumple sus mandamientos, todo le va bien, a pesar de las dificultades que tuviera que pasar. Esta conducta santa genera, paz, amor, bendición, salud, prosperidad, y felicidad. Pero, todo aquel que se aparta de la voluntad de Dios y no cumple con sus mandamientos, no le va bien, vendrán una serie de calamidades, plagas, enfermedades, infortunio, dolor, sufrimiento, soledad, desgracias por doquier. El salmista David, en este salmo, pone de manifiesto que no le está yendo bien a causa de sus transgresiones e iniquidades.
De alguna manera, la acción de Dios en estas circunstancias, buenas o malas, son de acuerdo a lo él ha establecido en las Sagradas Escrituras. Si permanecemos fiel a su Palabra, obedecemos sus mandamientos, hacemos su voluntad, y practicamos el amor al prójimo, sin duda, que el Señor responderá favorablemente. Las bendiciones están a flor de piel, y al alcance de los que confían en el Señor; la alegría, el gozo, la prosperidad, la vida saludable, tener una familia estable, y la felicidad, son expresiones de una vida llena de bendiciones. Esto es lo que el Señor otorga a los que son fieles a él, y obedientes a su Palabra. Las Sagradas Escrituras nos dicen de todos estos beneficios. Muchos han sido beneficiados de los favores de Dios, ya sea a través de milagros, bendiciones, sanidad del cuerpo y de la mente, abundancia de recursos económicos, y prosperidad en todo sentido. Sin duda, que no han vivido en un paraíso, pero, han sabido sortear cada dificultad, poniendo su fe en el Señor. Cada uno es un testimonio personal de las maravillas que Dios ha hecho en sus vidas. Dios bendice a quien le es fiel y cumple su santa voluntad.
El otro lado de la realidad, es aquella en que las personas, deciden vivir a espaldas de Dios y cometen una serie de pecados y atropellos contra el prójimo. En otros casos, se prefiere negar la existencia de Dios para poder hacer todo tipo de maldad, sin ninguna sanción. El estado de vida de dichas personas, no es muy alentador. Ignoran que Dios castiga al ser humano que comete pecado, con el fin de corregirlo. Más aún, deshace como polilla lo más apreciado de la persona. Esto es lo que nos dice David en su Salmo (Salmo 39:14). Lamentablemente, muchas veces se pasa por alto que Dios es Justo, y como tal, premia las buenas acciones, pero también castiga las malas acciones. Algunos sostienen que Dios es tan bueno y misericordioso, que no es capaz de hacer algo contra quien comete algún pecado. Esta afirmación es falsa. Dios castiga el pecado, y esto tiene sus consecuencias, que muchas veces no le damos la importancia debida. Tal es así, que cuando sucede una desgracia, alguna enfermedad, algún infortunio, muertes imprevistas, accidentes, pérdida del trabajo, inmoralidad, matrimonios disueltos, divorcios, esclavitud del licor y de las drogas, asesinatos, violaciones, etc., se busca la causa de dichos males, sin poder encontrar respuesta alguna. Sin duda, que todas esas cosas, producto del pecado, es el castigo de Dios. Nadie se escapa del juicio de Dios.
Pero, no todo queda en el mero castigo de Dios. Él permite que reaccionemos y acudamos a su santa presencia, para pedir perdón, por nuestros pecados cometidos. El mismo autor de este salmo, le pide al Señor que lo oiga y escuche su clamor lleno de lágrimas. Sin duda, que David tiene la voluntad de acudir en forma suplicante al Dios Todopoderoso, para pedirle perdón. En el desarrollo del Salmo, podemos notar, la otra actitud de Dios ante el ser humano: el perdón. La respuesta de Dios no se hace esperar, pasado un tiempo de espera, Dios se inclinó ante David y oyó su clamor, lo sacó del pozo de la desesperación y del pantano, liberándolo plenamente (Salmo 40:1-2). El resultado de esa liberación del pecado es la alabanza y la alegría. Esto servirá de testimonio para muchos, temerán, y confiarán en el Señor. No se equivoca el autor del Salmo al decir que feliz es el hombre que confía en el Señor y no busca a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. De lo profundo de su ser, el rey David exclama: "Has aumentado, oh Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados" Esta la consecuencia del perdón de Dios, para con todos los que le buscan.
Es bueno tomar nota de las diversas actitudes que Dios tiene ante el ser humano. Roguemos al Señor para que siempre caminemos por sus caminos y podamos vivir una vida en santidad. Amén.
Rev. Lic. Jorge Bravo C.
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