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INVOCANDO AL SEÑOR EN TIEMPOS DE ANGUSTIA

 

(2 Samuel 22:7)

 

El rey David, en sus días postreros escribió un cántico de acción de gracias (2 Samuel 22:2-51), cuando Dios lo libró de todos sus enemigos y de Saúl. Como bien sabemos, David había pasado momentos de angustia y de persecución, con amenazas de muerte. En el cántico se hace mención a los diversos momentos de angustia y dolor. También se recuerda cómo Dios lo liberó y protegió en los momentos difíciles de su vida. El cántico es extenso, pero bueno es tomar en cuenta la expresión de David: "En mi angustia invoqué a Jehová, a mi Dios clamé y escuchó mi voz desde su templo. Mi clamor llegó a sus oídos." (v.7). La Biblia hace mención a este estado emocional, definiéndolo como un sentimiento de aflicción, adversidad, calamidad, dolor, padecimiento, sufrimiento, tribulación. En esos momentos, en medio de la angustia es bueno clamar al Señor y él responderá. Ya no habrá temor ni angustia, por lo que hagan contra nosotros, nuestros enemigos. Serán derrotados y tendremos paz.

 

David, da testimonio de cómo en momentos de angustia clamó al Señor y Él escuchó su voz. Fue liberado de todo temor y angustia. Muchos salmos dan testimonio de la intervención de Dios en momentos de angustia (Salmos 18:6, 22:11, 25:22, 32:7, 50:15, 77:2, 86:7, 119:143, 138:7); el profeta Nahum dice que Dios es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían (Nahum 1:7). Jesús nos aconseja que no nos afanemos por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta al día su propio mal (Mateo 6:34). El apóstol Pablo pregunta ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Su respuesta es: nada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro (Romanos 8:35-39).

 

Sin duda que, la angustia es un sentimiento que suele abordarnos, causándonos aflicción, adversidad, calamidad, dolor, padecimiento, sufrimiento, tribulación. No nos deja vivir en paz, vivimos en sobresalto, no hay alegría ni gozo en nuestro ser. Esta situación nos impide vivir una vida plena, caminar sin temor alguno, soñar algo nuevo. Hay momentos en que estos sentimientos calan en nuestro ser, hasta llevarnos al descontrol, o en otros casos, al suicidio. Es en ese momento, que mucha gente no sabe qué hacer, recurre a sin número de personas, pero no encuentran el apoyo y protección necesaria. No saben que, si clamaran a Dios, él acudirá a nuestro pronto auxilio (Salmo 46:1). Ahora bien, en estos tiempos convulsionados, ¿quién no ha tenido este sentimiento de angustia? Sin duda, que muchos hemos pasado por este momento. Aquí, podemos dar testimonio de cómo el Señor ha oído nuestro clamor, nuestra invocación, y ha acudido en nuestro socorro, librándonos de toda angustia y temor.

 

Gracias a Dios, encontramos en las Sagradas Escrituras, el consuelo necesario. Nos dice que no debemos temer ni angustiarnos porque contamos con la presencia de nuestro Dios. Él no nos deja solos. y él es más grande y más poderoso que cualquier problema. Debemos guardar nuestra mente, enfocarnos en la grandeza y el poder de Dios y en que su mano victoriosa nos sostiene en todo momento. Podemos encontrar algunos versículos de aliento para tiempos difíciles, de angustia. Dios está con nosotros (Isaías 41:10); Dios es bueno (Nahum 1:7); Dios nos da su paz (Juan 14:27); Dios nos equipa para vencer (2 Timoteo 1:7); Dios nos escucha y actúa (Salmo 55:16-18); Su palabra nos da vida (Salmo 119:25-26); Jesús venció al mundo (Juan 16:33); Nada nos separará del amor de Dios (Romanos 8:38-39); Dios echa fuera todo temor (Salmo 56:3-4); Dios es nuestra fortaleza (Salmo 37:39); Podemos llevar nuestra ansiedad al Señor (1 Pedro 5:7); En Dios hay salvación (Salmo 34:18).

 

Que el Señor siempre acuda a nuestra invocación, a nuestro clamor, cada vez que estemos en momentos de angustia o de dolor. Que su pronto auxilio sea una realidad en nuestras vidas. Amén.

Rev. Lic. Jorge Bravo C.

 

                                 


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